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sábado, 21 de junio de 2014

DE PEREGRINACIÓN. (Y VAN CUATRO).



Cambiamos de latitudes y nos dirigimos hacia el norte del país para detenernos en Valladolid, donde dejé más ejemplares de mi novela.


La primera parada fue en Oletvm, una librería maravillosa que ha cambiado recientemente de dirección. La actual es esta:

                           -LIBRERÍA OLETVM, Plaza del Salvador S/N – 47002 – Valladolid
                           -LIBRERÍA OLETVM JUNIOR, Teresa Gil nº 16 – 47002 – Valladolid
Es un santuario para la  lectura y el descubrimiento, si alguna vez pasan por la capital pucelana no olviden acercarse y si son amantes de los libros, no duden en pedir un ejemplar de La Caída de Dundee por supuesto. 
El segundo pilar de lectura de la ciudad castellano leonesa es, sin ninguna duda, la librería Margen. Paradigma de las letras. 

Otro espacio mágico de conexión entre las páginas y los seres humanos. Adentrarse en su interior es explorar la tranquilidad y el confort de leer un libro, tomar un café o degustar una conferencia.
No podía irme de la ciudad, sin intentar dejar más ejemplares en una librería mítica. Una encrucijada entre dos mundos: la literatura y el cómic.

Caminar entre todo su extenso catálogo es un viaje astral a otro tiempo, a otra época. Allí podréis encontrar desde cómics descatalogados hasta libros perdidos. Aventúrense dentro de sus paredes.

Y de retiro, regresé a Medina del Campo donde dejé más novelas en otro espacio cultural de la villa, la librería Mena. Resumiendo, ya podéis disfrutar de las aventuras de Lagasa y Voyage no sólo en Madrid o Getafe o Parla, sino también en Valladolid y Medina del Campo.

Nos vemos dentro de Dundee...

lunes, 16 de junio de 2014

HOJA APERGAMINADA (XVII). CANCIÓN DE FUEGO Y HIELO. JUEGO DE TRONOS. CAPÍTULO 3. LORD SNOW.


¡La muerte es tan… definitiva! Mientras que la vida está llena de posibilidades.
                                                                                                Tyrion Lannister.

La frase del gnomo aparece en la página 98 de la novela y en la serie en el capítulo segundo, así que tendría que pertenecer a los análisis anteriores pero me parece muy sintomática citarla, acerca de lo que va a suceder a continuación. Las palabras de Tyrion son augurios, enseñanzas que veremos cómo se cumplirán con el paso del tiempo. La vida como la narración de cualquier novela se encuentra sujeta a cambios, nuevas estructuras gramaticales que pueden hacer girar la diégesis a un lado o a otro. La posibilidad se encuentra parapetada en lo más recóndito de nuestra mente, dispuesta a salir como un resorte impulsada por la creatividad. Bien, en el capítulo de hoy veremos algunas enseñanzas que formaran la actitud de algunos personajes en el futuro de la canción de hielo y fuego.

CAPÍTULO III. (Desde la página 163 hasta la 233).

Los comienzos de ambas fuentes vuelven a diferir. Cada uno elige su propio camino, aquel que más le conviene. La novela lo dejó zanjado hace mucho tiempo, allá por el año 1996 de la primera edición y la serie camina sobre su propia ruta para intentar conseguir una buena adaptación de la misma. No obstante era algo obvio, si tenemos en cuenta cómo empieza esta “tercera parte”, con el capítulo de Bran. Algo inadaptable desde unos moderados presupuestos televisivos y desde unos parámetros comprensibles dentro de la lógica narrativa de la trama.

Vio Invernalia tal como lo veían las águilas: los esbeltos torreones parecían chatos y rechonchos desde arriba; los muros del castillo no eran más que líneas en la tierra.” (pág 165).

Bran se encuentra soñando despierto, sintiéndose que está cayendo aunque la verdad es que está levitando, volando observándolo todo desde un punto de vista omnisciente. Observa toda la geografía del Westeros que conoce y a todos los habitantes que le importan. De alguna manera, desde la metarrealidad literaria podría decirse que Martin coloca un inteligente resumen de todo lo que ha acontecido hasta ahora, o de donde se encuentran sus actantes para que el lector no consiga despistarse con lo que ha sucedido y que esté listo para lo que vendrá. En la serie, este momento no existe y será mutado por despertares de Bran que lo relacionan con un cuervo de tres ojos en los capítulos sucesivos. Aquí más que nunca las políticas narrativas se dispersan, convirtiendo este momento de la novela en una encrucijada por donde cada uno pasará por un lado distinto. Me parece la idea más inteligente porque los amantes de ambos formatos disfrutaremos con uno y con otro, es decir el doble.
La serie continuará con explicaciones dejadas al aire bajo frases (elemento muy socorrido en los guiones) de personajes determinados, como la explicación de Lord Varys (Conleth Hill), la araña, que le da a Catelyn Stark acerca de la existencia de la daga valyria en su poder: “El conocimiento es mi característica […]. Mis pequeños pájaros están en todas partes, incluso en el Norte.” Mientras que en la novela, Catelyn llega a una conclusión: el chivatazo se lo ha dado el maestre del barco que le ha llevado a Desembarco del Rey, el capitán tyroshi Moreo. Teniendo en cuenta que en la serie Catelyn llega por tierra a la capital y no por mar, ambas opciones son perfectamente lógicas y honestas con sus propósitos. Pero teníamos que hablar de enseñanzas, ¿no?


La primera sería entre la reina Cersei Lannister y el príncipe Joffrey Baratheon, que misteriosamente no aparece en la novela hasta ahora. El joven príncipe se sincera ante su progenitora contándole la verdad del ataque del lobo huargo pero su madre le corrige rápidamente, diciéndole que eso no es verdad. La reina representa lo que sucedió, incluso cuando ella no estuvo allí, de una manera ideal y beneficiosa para su hijo y le dice que “alguna vez tú te sentarás en el trono y tú decidirás lo que es verdad y lo que no es.” El príncipe le mira extrañado para después sentirse reconfortado por el apoyo materno y se muestra  soberbio ante su futura responsabilidad real. La seguridad en la soberbia que puede amparar un cargo de la índole que sea, al final resulta corrupta para la propia función de ese mismo cargo. Como veremos más adelante, Joffrey beberá de ese licor llamado arrogancia.


La segunda secuencia de enseñanza, es entre la mano del Rey, Lord Eddard Stark y su hija pequeña, Arya. Después de lo sucedido con el lobo huargo y el asesinato de su amigo, la joven se encuentra rencorosa contra todo el mundo incluida su hermana mayor, Sansa. Su  padre le dice que su hermana tendrá que decir lo que diga su futuro marido, el príncipe Joffrey incluso si no está de acuerdo y le dice que “el invierno se acerca y debemos protegernos a nosotros mismos. No te quiero asustar pero tampoco engañar, hemos venido a un sitio muy peligroso, no podemos estar luchando entre nosotros.” Ned forma a su hija en el recelo y la desconfianza, herramientas que la salvaran la vida en varias ocasiones y además le presenta al Maestro de Danza del Agua, Syrio Forel (Miltos Yerolemou). La Mano del Rey se rearma e intenta proteger a los suyos. Nada más pisar Desembarco del rey, su mirada ante sus muros y ante las gentes que da cobijo, son suspicaces y siniestras. Le recuerdan lo sucedido hace años como cuando está viendo a Arya entrenar y no deja de oír el choque de filos del pasado.
Se podría decir que la protección es una de las enseñanzas que ambas partes, tanto Lannister como Stark, toman como justificación para cualquier acto. Hay que estar preparados y como le recuerda la reina a su primogénito: “Cualquiera que no sea nosotros, es el enemigo.
Frente a la enseñanza política del mito o frente al aviso protector de la realidad vivida, sólo cabe una cosa, prepararse para lo peor y clavar la espada por el extremo más puntiagudo.


lunes, 9 de junio de 2014

LA CAÍDA DE DUNDEE. (XXII). HOJAS DE PERSONAJES. ANTÓNIMUS Y HORACIO.


Soy de los que prefiere la construcción antes que el esquematismo tanto en la narración como en sus habitantes, los personajes. Con esto quiero decir que no me gusta aquellos actantes estereotipados que abundan en infinidad de obras, aunque sin embargo los utilizo siempre que juego a las reglas genéricas creativas, tanto literarias como cinematográficas (ya lo veréis en mis cortometrajes próximamente). Con La Caída de Dundee hay una mezcolanza de posturas, ya que por un lado estoy navegando por los meandros del pulp y todas su características genéricas (unión de géneros y subgéneros, fusión de caracteres y localizaciones subjetivas en mi mundo creativo que en alguna manera me han influido desde que tengo conocimiento de causa, etc, etc) pero por otro lado, quería darle un giro a ese propósito, sobre todo refiriéndome a los roles que iba a presentar en mi historia. Los arquetipos aparecieron nada más sugerirse la historia de Dundee, y la verdad es que me apoyé en  ellos sobre todo en el lado de los protagonistas "buenos". En cuanto a los enemigos, quería ser diferente. Me gustaba la idea de que reflejasen dudas y fueran, aunque fríos en sus decisiones, más humanos, aunque la verdad el componente "realista" empaña a cada personaje, o por lo menos eso era lo que intentaba. Volviendo a los antagonistas, en esta primera parte del mundo de MINVS, desde su aparición, siendo testigos de la catástrofe en primer plano, aparecen como profesionales. Son científicos y militares que han recibido una señal de socorro y van en su busca, o por lo menos esa es la sensación al principio. Los hombres del Convenio son seres marciales, belicosos y draconianamente pulcros en sus objetivos. Todo lo que se proponen, cualquier empresa que realicen es sometida al más mínimo escrutinio de realización y ejecutada con rapidez y limpieza, no tiene que quedar ní rastro o testigos de su labor. Y lo más importante su objetivo siempre será construido para un bien común, el del pueblo cupular. El Convenio es el órgano regente de las ciudades cúpulas, protege a sus ciudadanos y los juzga si es preciso para mantener la calma y paz entre las diferentes ciudades estado. Ahora bien, cuando un peligro de proporciones inconmensurable amenaza la estabilidad de todo el mundo cupular, el Convenio no dudará en utilizar todas sus armas para poder solucionarlo, en favor de ese bien común que es el pueblo y del que ellos forman parte. Aunque suene idealista esa fue la idea con la que se creó el primer Convenio regulador de las ciudades cúpulas pero claro, ha pasado mucho tiempo de eso y el virus de la corrupción, disfrazado de arrogancia, transformado en perjurio y malversación ha hecho que el Convenio se haya mutado en un grupo de poderosos, arribistas en sus propósitos y sobre todo intocables para el resto de la población. Se han convertido en unos auténticos Césares. Ahora bien existen entre ellos gente que ve con malos ojos esta intolerancia e independencia con respecto al pueblo, y la caída de Dundee será una oportunidad de oro para intentar desequilibrar la balanza de poder de un lado al otro.
Posiblemente el profesor Antónimus sea uno de los "malos" más transparente que he escrito hasta ahora. Sabemos prácticamente todo de él, cosa que desconocemos por ejemplo del piloto Lagasca o de Lepanto, o incluso Voyage. En varias partes de la novela casi nos metemos en su cabeza para explorar lo que piensa en ese momento. El cómo se enfrenta al motín de sus hombres o lo que ha hecho para conseguir el puesto donde ha estado y lo que tiene que hacer para mantenerlo, o incluso ascender en su brillante escalafón dentro de la estructura de poder que representa el Convenio son ejemplos bastante representativos. Por otra parte su compañero Horacio, es presentado más estereotipado, es el bufón de al lado. Se muestra más débil, menos seguro , siempre en comparación con su colega. Y es que la función comparativa es importante entre los dos. Ambos son personajes entrelazados de alguna manera porque forman pareja profesional e institucional, aunque Antónimus se muestre más tosco, duro en sus decisiones, algunas tremendamente insoportables de llevar, Horacio es más dócil, más sumiso quizás, aunque también posee algo valioso y es que lo que me propuse desde el principio es crear caracteres que siempre pueden escamotear la información al lector. En el caso de Horacio, aquello que esconde es de suma valía para el lector, ya que descubrirá muchas cosas sobre el objetivo de la misión de rescate del Convenio sobre Dundee, pero también juega con los tripulantes del Fortaleza, ya que piensa que puede utilizarlos como moneda de cambio para saber más  acerca de lo que está buscando. Y aquí sobresale lo interesante de la propuesta de la pareja.


Aunque bien podría ser un Mortadelo y Filemón del maestro Ibañez, o un Hernández y Fernández del maestro Herge, individualmente tiene misiones diferentes que perseguir.


Mientras el "malísimo" Antónimus quiere a toda costa saber dónde se encuentra el Fragmento y así salvar a la humanidad de su colapso, el profesor Horacio está más interesado en la cultura Seeker, que fueron los seres que guiaban al Convenio en su búsqueda del Fragmento hace muchos micraños atrás. Siempre he dicho, que en MINVS juego con las apariencias, lo que es verdad puede ser una mentira y la mentira, la propia realidad. Y eso también va relacionado con los intereses de los personajes, sean estos los protagónicos o sus antagónicos. Se nos abre un fascinante mundo de posibilidades que estamos arañando en estos momentos con La Caída de Dundee. Ya veremos...

jueves, 5 de junio de 2014

PERCEPCIÓN CATÓDICA. LA CUADRATURA DEL CÍRCULO.

Aunque suene ilógico, el gran contrincante de la imagen siempre ha sido la palabra. Cuando cito al vocablo me refiero al sonoro porque el cine silente siempre se ha apoyado de carteles explicativos para una mejor comprensión narrativa. Durante aquella primitiva época hubo un desarrollo prodigioso donde la imagen intentó independizarse de la palabra pero duró poco y el vocablo invadió el cuadro del fotograma. El cine ya no volvería a ser el mismo. Siempre pongo el mismo ejemplo, pero si tienen oportunidad de ver El último (Der letzte mann, 1924) de F.W. Murnau, lo entenderán perfectamente. Y aunque casi siempre la imagen se haya apoyado en la palabra para intentar sobrevivir (serían las adaptaciones literarias de la que las diferentes Hojas Apergaminadas dedicadas a Canción de Hielo y Fuego son un buen ejemplo en esta Fortaleza de Nintes), siempre ha intentado desgajarse de la disciplina del lenguaje hablado.  Bien, hoy nos proponemos asistir a un combate entre una disciplina y otra, entre un arte y el otro. Preparémonos, quizás la televisión se haya convertido en el último baluarte de este enfrentamiento.


Heart of Gold es un título engañoso. Las palabras se alían entre ellas para confundir al espectador. El entente, como todos,  produce recelo en el sistema. No nos encontramos en el centro de una epopeya en pos del oro, de hecho, en Firefly todo se encuentra a millones de millas del mito. El oeste espacial de Whedon tiene que ver más con el realismo sucio de Leone que con el pulcro de Ford. Lo que nos encontramos es otro tipo de búsqueda, una que tiene que ver con la dignidad de elegir. La posibilidad de un grupo de prostitutas de ser independientes dentro de una comunidad regida por el hombre. O más bien por un hombre, Ranse Burguess (Fredric Lehne) y frente a esa dominación se encuentra el burdel de Nandi (Melinda Clarke), desafiante. Aunque lo que interesa al cacique es obtener algo más de una de las meretrices. Su bebé. El "Jarrapellejos" particular de la Luna de Deadwood quiere a toda costa robar su vástago, aunque sea bastardo para inculcarle otro tipo de educación, una alimentada en el más atroz de los
-ismos, el  predominante sexual. Pero no contará, a modo de eco ronroneante de Sin Perdón (1992) de otro heredero de Sergio Leone, Clint Eastwood, con la resistencia de la tripulación de la Serenity, que vendrá a socorrer a la jefa del prostíbulo. Una de las razones, si no la principal, por las cuales el capitán Mal aceptará el encargo es que Inara fue amiga y compañera de Nandi. Por lo tanto, el conflicto se generará en los márgenes narrativos de uno de los personajes más crípticos de la tripulación hasta ahora. Sobre la compañera Inara, nunca hemos sabido exactamente cuáles han sido sus sentimientos, nunca se ha desnudado ante el voyeur televisivo como si lo han ido haciendo el resto de la tripulación. Por lo tanto, el personaje siempre ha estado por encima de los demás, siempre se ha mostrado independiente, de hecho tiene su propia nave espacial, cosa que la permite una independencia que ningún otro tiene en la Serenity. Podríamos decir que la representación del grupo, la tripulación, está en una situación delicada frente al individuo, Inara, que es cierto que pertenece al mismo pero que ha demostrado unos niveles independientes deslumbrantes. Eso tiene un precio, creativamente hablando. El espectador se verá más identificado con la pluralidad de la Serenity que con la escurridiza Inara. Su rol se muestra frío, inalterable, intocable y lejano. Y si bien es cierto que los creadores del show han querido construir una relación entre ella y el capitán Mal, nunca queda del todo claro. Whedon juega al doble juego hasta este episodio.


Por fin observaremos los sentimientos del personaje y, aunque siga igual de imperturbable delante de la tripulación y del capitán, el derrumbe emocional que sufre es devastador. Todo se resume en una sola imagen, un plano donde la vemos sentada, recogida como si fuera una niña, llorando desconsoladamente. La imagen parece aprisionar al personaje. Inara ha sufrido una traición por parte de su amiga, aquella que ha ido a socorrer. La felonía se produce cuando ella ve salir del cuarto de Nandi a Mal abrochándose la camisa. Inara no pierde la compostura como buena profesional e incluso se alegrará por su amigo, pero en la soledad todos regresamos a nuestra infancia, a ese País de Nunca Jamás. Ese plano, esa imagen, capta el momento individualizando los sentimientos del actante. La infranqueable, sentimentalmente hablando, compañera se derrumba ante la narración y ante el espectador. La verdad es reflejada. Está enamorada de Mal. Sobre los sentimientos del capitán hacia ella ya nos lo imaginábamos  pero desde el otro lado del valle sentimental no quedaba tan claro, ahora sí y gracias a una sola imagen, luego vendrá la parafernalia explosiva del asunto, la resolución del conflicto a través de un asedio pero lo más importante lo posee ese plano. Las cosas ya no volverán a ser lo mismo, la anagnórisis se produce: ella le dirá al capitán que se marcha y él se quedará congelado en el tiempo, otra imagen desoladora: la de un hombre que ve cómo lo que más quiere se le escapa de sus manos.



En Nevermore, MacPherson regresa y se consagra como el Moriarty particular de Artie pero lo interesante del episodio será el esquema elegido para su presentación. Si es cierto que en Regrets (Percepción Catódica. Heridas) hizo su debut particular hiriendo con una catana a Artie y en el episodio Breakdown (Percepción Catódica. Lo ridículo), los Regentes  le advirtieron de que tuviese cuidado, aquí seremos testigos de toda su malevolencia a la hora de construir su mecanismo. Y su estructura embaucará a Myka, o más bien a su pasado, elemento capital en la estructura de un personaje y en la de un individuo. MacPherson denota astucia atacando al talón de Aquiles de cada víctima potencial, incluido el espectador, ya que observándolo, o más bien como su tela de araña se va expandiendo, somos testigos de la trama pero no somos conscientes de la importancia de la misma hasta su resolución. Bien, como he dicho, MacPherson utilizará el pasado de la agente para atraerla hacia él e intentar conseguir otro de los peligrosos artefactos. El episodio empieza alocadamente con Pete persiguiendo a MacPherson por las calles de Montreal mientras se presentan los personajes que harán de continentes de las palabras de Edgar Allan Poe. El acoso de un estudiante de una Universidad privada en Portland , Oregon será el detonante para que la pluma y un libro del escritor norteamericano se conviertan en los artefactos buscados. El último inmiscuye al padre de Myka, que como ya hemos oído otras veces regenta una librería de libros antiguos, Bering and Sons, en Colorado.


Por lo tanto, hoy nos encontraremos con un capítulo con resonancias muy literarias donde la palabra ejercerá de elemento indispensable para la presentación, desarrollo y desenlace del mismo, e incluso las letras se transformaran en un mortífero virus. El vocablo se transforma ungiendo de importancia su sentido para resolver el enigma elegido, un misterio que tiene que ver con el mundo de Poe porque cada situación utilizada por el artefacto, en este caso la pluma del escritor de Boston, se precipita hacia un esquema interior escenificando algún pasaje de sus obras como el cuento El Gato Negro (1843) o El pozo y el Péndulo (1919). Las secuencias del emparedado vivo al profesor o la de Pete y Claudia a punto de morir seccionados por un péndulo son divertidamente fantásticas y sólo aquel conocedor del mundo del autor del Cuervo, puede sacarles el máximo partido. El chico que ha sufrido bullying al principio será el que se dé cuenta de que la pluma lo atrae y con ese poder, se vengará de su acosador y también de todo aquel que se inmiscuya en su camino. El esquema es básico, aquel que escriba una palabra y después la lea se convertirá en realidad. Prodigiosamente la palabra ordena la realidad ficticia de la narración, apoyándose en la imagen para su resolución. Sin la palabra, el plano, la secuencia carecería de valor.


El padre de Myka rodeado de libros constantemente sufre el ataque inmisericorde de MacPherson y su libro maldito, que hace que las palabras fluyan por las venas de aquel que lo lea. Todo es un homenaje a la pasión por la lectura, incluso aquella que todavía ni siquiera ha salido a la luz (el padre de Myka tenía manuscritos de su puño y letra que no se atrevía a publicar). Frente al dicho de si una imagen vale más que mil palabras o una palabra vale más que mil imágenes, elijo la posición diplomática de estar en tablas. Mirando al padre de Myka sentado en su trono rodeado de su reino, a uno le entran ganas de estar en su misma coyuntura, rodeado de un universo de palabras pero no nos engañemos, estamos mirando una imagen, un plano. Por lo tanto este enfrentamiento es la eterna cuadratura del círculo.