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domingo, 21 de septiembre de 2014

DÍA DE PRE-ESTRENO. STAR WARS REBELS SE ACERCA.


En Octubre calentamos motores de cara al próximo estreno del capítulo séptimo de la saga galáctica más famosa de todos los tiempos, y no estoy hablando de la trekkie, con la nueva serie de televisión Star Wars Rebels. Un show que seguirá el estilo técnico de Las Guerras Clone y que no tendrá una presentación de lujo como fue un film estrenado en cine, allá por el año 2008 (Star Wars: The Clone Wars, Dave Filoni). Lo que ha hecho Lucasfilm es aglutinar algunos momentos de la serie en un episodio de más de cuarenta minutos llamado la Chispa de la Rebelión (Star Wars Rebels: Spark of Rebellion, 2014). Bien lo que tenemos entre manos desde el punto de vista técnico es una ampliación y mejora de las características de la antigua serie. La calidad de los efectos y su montaje es mejor en todos los aspectos. Los animadores y técnicos han tenido tiempo de desarrollar los efectos que veremos en Rebels. No cabe duda que Las Guerras Clone supuso un valioso campo de pruebas (sólo tienes que ver los primeros capítulos de la misma y compararlos con los últimos, no tienen nada que ver en cuanto a calidad artística). El movimiento de los personajes, sus gestos están más pulidos y parecen mucho más realistas acorde con el confinamiento animado de la serie. En cuanto al punto de vista narrativo, si Las Guerras Clone supusieron un prólogo del Episodio III y al mismo tiempo un epílogo del II, Rebels continuará el mismo esquema estructural entre los episodios tercero y cuarto de la saga, trazando similitudes y vasos comunicantes narrativos entre las series y las películas cinematográficas. En el caso que nos ocupa el campo de cultivo será Una Nueva Esperanza. Por ejemplo, viajaremos a las Minas de Kessel para rescatar a un grupo de Wookiees (destino final que se pensaba C-3PO cuando fue capturado por los Jawas en el capítulo cuarto de la saga original). Para los fanáticos de Star Wars, la serie supondrá un avance más en la construcción mitológica del universo creado por George Lucas y para aquellos que se adentren por primera vez (caso hipotético pero real), se encontrarán con una reformulación genérica apabullante. Los que estén acostumbrados a palabras como Sith o Twi’lek, se divertirán buscando concomitancias entre historias pero también entre los personajes protagonistas, frente al asombro de aquel que se enfrente por primera vez a la lucha con un sable de luz (¡qué envidia dan!) o a la persecución de unos cazas Tie.
La historia da un paso más cronológicamente hablando con respecto a Las Guerras Clon, ya que el Imperio y su fatídica orden 66 ha borrado del mapa galáctico a los caballeros Jedi y ha derrotado con sus intrigas a la antigua República, aunque seamos sinceros y viendo los Episodios I al III, incluyendo la susodicha serie clónica, la República ya estaba corrompida por dentro y la Federación de Comercio era su mayor representación junto con los Separatistas. Hay una frase nada más empezar Rebels dicha por un oficial imperial que refleja muy bien el clima que hay en estos momentos en la galaxia. Un anciano comerciante expresa su opinión negativa acerca del Imperio y éste lo apresa automáticamente ante el asombro de todo el mundo. El oficial los mira a todos y justifica su vil acción diciéndoles que quién se atreverá a detenerle mientras come uno de los frutos del anciano preso. El Imperio no es reflejo de un nuevo orden sino más bien de su ausencia, es la representación del caos y los Sith son su ejemplo frente a los caballeros Jedi y su idea de orden. Son días oscuros para la galaxia pero no todos están dispuestos a bajar la cabeza o a mirar a otra parte cuando ocurran las injusticias. Existe un aguerrido grupo de personajes que por razones muy dispares y cuyo núcleo vengativo recae sobre el Imperio, hará todo lo posible para si por lo menos, no vencerlos, hacerles la vida un poco más difícil y convertirse en el germen de una rebelión que como muy bien dice el agente imperial Kallus siempre empieza con una pequeña chispa.
En primer lugar habría que presentar a los ojos y los oídos del espectador en la ficción. A través del ladronzuela EZRA veremos cómo el Imperio actúa y cómo se da cuenta de que es hora de despertar físicamente (ayudando a los más necesitados) y psíquicamente (empezando a entrenarse en los caminos de los Jedi).


Como vemos la construcción del punto de vista narrativo es totalmente subjetiva y es que no nos encontramos ante una tesis doctoral sobre el bien y el mal, ¡esto es Star Wars! Ezra es huérfano y la calle ha sido su escuela. Las circunstancias lo han llevado a la deriva delictiva con un único propósito: la supervivencia. Lo deja claro cuando después de ayudar al viejo comerciante liberándolo, se lleva unos cuantos alimentos y éste le increpa. El muchacho se justifica diciéndole que lo hace porque tiene que sobrevivir. Pero a todo héroe le llega su oportunidad tarde o temprano y la aparición de la nave Espíritu será el detonante. Cuando conoce a Kanan y a su grupo será una oportunidad  de oro para sentirse parte de un grupo, quizás de una familia (aquí entraría el elemento ñoño de la serie, sobre todo de la trilogía nueva). De este modo se establece una relación entre nuestro pequeño protagonista y el grupo, o más concretamente, Kanan. Este intercambio será importante para él y para el propio Kanan; sin él no podrá llegar a ser un Jedi y Kanan nunca volverá a ser un caballero Jedi. KANAN es el cowboy Jedi (descrito así por uno de los productores ejecutivos de la serie, Dave Filoni). Aquí reside uno de los elementos formales de la propuesta, su heterodoxia. Romper los vínculos formales y temáticos que teníamos con respecto a los Jedi. Él es uno de ellos pero no en el modo tradicional que hemos conocido en las Guerras Clon y en los films (aunque existan precedentes como el esperpéntico Quinlan Vos en Las Guerras Clon, tercera temporada, capítulo nueve o el desequilibrado General Pong Krell en la cuarta temporada, capítulo siete, o en el bando contrario, Asajj Ventress que no es una Sith al uso, entre otras cosas fue una buena aprendiz del Conde Dooku).


Se podría decir que es un buen tipo, laxo en seguir las reglas y bastante sarcástico que ha perdido la fe en aquello por lo que le habían preparado. Fue testigo de cómo la orden Jedi fue masacrada por Darth Vader y ahora no sabe cómo vivir en este nuevo sistema dictaminado por el emperador Palpatine. El personaje empezará a crecer a medida que empiece a utilizar aquellos poderes que creía perdidos por su desconfianza. La representación de este hecho esta mostrada en una secuencia brillante, momento visual heredero de los mejores momentos de Star Wars. Con el paso del tiempo se ha convertido en un pistolero y necesita dejar la pistola y volver a empuñar el sable de luz que tiene escondido en su nave. Ante un grupo de imperiales decide hacer su acto de presentación como Jedi, blandiendo otra vez el sable de luz, no solo ante el asombro de su enemigo sino también ante sus compañeros.


La tercera integrante del grupo es la piloto del Espíritu HERA, perteneciente a la raza de los Twi’lek. Guía y dirige a la banda de rebeldes representando su decisión y determinación convirtiéndose en su corazón y manteniéndoles juntos. Una de sus características primordiales es que sabe cómo sacar lo mejor de cada integrante por eso es una buena comandante.


El cuarto en discordia será otra raza alienígena, una nueva en el universo lucasiano, ZEB. Es el gran hermano del grupo aunque más que eso, es su Chewei particular, todo musculo que al principio se mostrará reticente en la incorporación de Ezra pero que a medida que se desarrolle la acción se convertirán en inseparables.


SABINE, es la quinta integrante, una auténtica artista explosiva. Es una mandaloreana y todo aquel fan de Mandalore estará contento de su incorporación y sabrá en algunos momentos por donde tirará su actitud. Le gusta hacer explotar cosas, sobre todo si tienen alguna relación con el Imperio. Se expresa a través del arte, su arte, dejando pintadas sus huellas destructivas. El último de los integrantes no es humano ni alienígena, es un robot pero uno que es un compendio de muchos pero de ninguno en particular. Como hemos dicho son tiempos difíciles y permitirse un droide astromécanico es muy caro por lo tanto si puedes fabricarlo tú mismo, mejor. Los integrantes del Espíritu lo han ido construyendo con piezas de otros robots. Es CHOPPER, un gruñón. No tiene maneras, va a su bola, es como si nunca hubiera estado programado para hacer algo.


¿Y los malos? ¿Qué sería de Star Wars sin sus villanos? Simplemente la saga esta edificada sobre la efigie de Darth Vader. Si intentáis eliminarlo de la historia, cosa no muy recomendable, no queda mucho que contar. La incorporación del antihéroe es tan importante como la del propio héroe, es más sin él no habría protagonismo y sin protagonismo no habría historia. En Star Wars Rebels, por lo que sabemos hasta ahora aparecerán dos. El primero es nombrado por su cargo, no tiene nombre: el INQUISIDOR. Es un cazador de Jedi y de gente sensible a despertar la fuerza en su interior como es el caso de Ezra. Hay que dejar claro que no es Sith todavía aunque ha camino por el lado oscuro como le pasase a la asesina Ventress. Es frío y analítico y está familiarizado con el entrenamiento jedi. No cabe duda, cuando aparezca el Inquisidor será algo significante para la historia y un verdadero obstáculo para nuestros héroes.


El segundo es un profesional del Imperio, el agente KALLUS. Es como un agente del FBI. Su principal trabajo es que todo el mundo piense de igual manera a favor del Imperio. Ambos villanos son cazadores pero cada uno en su especialidad.


Bien dicho esto, la sensación que uno tiene al ver este avance es que es más de lo mismo. El peculiar grupo de rebeldes nos recuerdan a otros actantes de Star Wars. Ezra bien podía ser al mismo tiempo el joven Luke o el niño Anakin, potencialmente preparado para su bautismo de fuego en la fuerza junto con su mentor, Kanan. Este personaje podría recordarnos a Obi-Wan Kenobi por el componente didáctico o a Han Solo por su manera de afrontar la vida a modo de pistolero arrabalero, sin olvidarnos de la osadía que presenta cuando en un posicionamiento chulesco se enfrente a los soldados imperiales con su sable de luz, a la manera del Anakin adolescente. En cuanto a Zeb, ya ha quedado claro su origen teórico wookiee y Chopper, no cabe duda sería un trasunto de R2-D2, aunque los creadores de la serie han intentado diferenciarlos argumentando que si éste último era como un perro fiel, Chopper es un gato impredecible. El mero hecho de estar construido por los protagonistas también nos recuerda el origen de C-3PO. Pero no obstante, hay que decir gratamente que existen momentos, como los descritos anteriormente que poseen cierta gracia con otros más previsibles, mezclados con otros que ni siquiera te los esperas (uno que tiene que ver con Ezra y Zeb). En cualquier caso no será este el lugar de analizar un “work in progress” que se irá desarrollando. No cabe duda que le daremos un voto de confianza desde aquí.

martes, 16 de septiembre de 2014

LA CAÍDA DE DUNDEE. (XXIII). HOJA DE PERSONAJES. CASANDRA Y HEADS.


La construcción de una idea puede abocar a uno a un estado esquizoide y los dos ejemplos de portadas de mi novela pueden ser un buen ejemplo de esta disfunción Jekylliana. Esta especie de dualidad también se presenta  entre mis personajes y sus interrelaciones que podrían tildarse de antitéticas. Por ejemplo, la de los militares Casandra y Heads frente a la de los civiles Lagasca y Lepanto. Son dos puntos de vista sobre un mismo aspecto romántico: la sempiterna historia de amor. Una representa su génesis y otra su final. En algún momento de la historia se podrán mirar una a la otra, pero lo que una refleje será muy diferente a la otra. La de la comandante y su capitán es un cúmulo de buenas intenciones, sobre todo por parte de ella, frente a la relación del piloto y la controladora jefe del aeropuerto de Dundee, que es, o ha sido nociva. El desarrollo narrativo, como temporal juegan papeles importantes en dichas relaciones sociales y personales. El encuentro de Lagasca con Lepanto en la torre de control del aeropuerto, es un recuerdo de una relación pasada frente a la presentación de la los dos militares, donde les vemos trabajar como compañeros. La relación más veterana caducó entre sus integrantes por lo tanto cuando se vuelven a encontrar súbitamente, lo primero que se produce es un hiato en la narración, se describe como si el tiempo y el espacio fueran a cámara lenta, se crea una distorsión narrativa. Mientras que con la pareja más joven hay un cierto feeling entre ambos, por lo tanto la narración no necesita de fisuras simplemente necesita continuar, construyéndose sobre dicha continuación un cierto misterio. Existe algo entre ellos pero no sabemos nada, quizás se conocieron en Andrús o compartieron misiones en La Comandancia de la Oficina del Norte. En cualquier caso son sólo hipótesis que me ayudan a alimentar la curiosidad del lector y a desarrollar aún más la riqueza de un personaje, construyéndolo una vida paralela, que en algunos casos huele incierta hasta para su creador. A veces la riqueza de un actante no descansa en su propio ser sino que es multiplicada por su relación con otro o por su comparación. Estas variaciones me valen también para presentar un juego de espejos entre los diferentes roles que intervienen. Entre la artillera Casandra y la administradora Lepanto y entre el capitán Heads y el piloto Lagasca. Mujeres y hombres que muestran o esconden sus sentimientos como cualquier ser humano. Personajes principales y secundarios que en determinados momentos de la novela intercambian sus posiciones para descartar cualquier tipo de protagonismo abocándolo al único posible dentro del relato: al del grupo, siendo todos importantes en un grado o en otro. Pero quedémonos con la pareja militar, a los otros dos los conocemos un poco mejor (Hoja de personajes. XVIII. Lagasca y Hoja de personajes. XIX. Lepanto).
Casandra es la portadora de la extroversión sentimental, es más a través de su pensamiento observamos a Heads por primera vez. Antes había sido presentado de una manera "fuera de campo", si se me permite el símil cinematográfico, en un dialogo con el profesor Antónimus (Hoja de personajes. XXII. Antónimus y Horacio). Se podría decir, siguiendo con la comparación cinéfila, que sólo le habíamos oído su jovial voz pero con la presentación de la artillera se hace realidad esa voz. Es como si Casandra estuviera describiéndolo mentalmente mientras lo mira como acata unas órdenes del Convenio, por las cuales no está muy de acuerdo. A través de este ejercicio de definición podemos compartir ese sentimiento de Casandra con relación a lo que puede sentir hacia su capitán, sino en ese mismo momento y como veremos más adelante, si a lo largo del desarrollo narrativo de los acontecimientos. Por lo tanto podríamos decir que el personaje femenino es más
proclive al sentimiento, contrastándolo con el de Lepanto, la otra mujer de la otra relación comentada, que prácticamente ha perdido su afecto hacia su expareja, Lagasa. Heads es el representante de cierta introversión aunque a medida que avance la diégesis, se irá dando cuenta de que algo está creciendo en su interior hacia su lugarteniente. Él necesita de hechos que le hagan ver por sus propios ojos la representación de ese sentimiento frente a la total despreocupación de datos de Casandra. A ella no le hace falta ese tipo de comprobaciones, ella siente desde el primer momento lo que su corazón la está dictando. Estamos hablando más bien de un flechazo,  algo que va parejo con su espíritu aventurero, dinámico, directo contra la burocracia sentimental del capitán Heads, encerrado en su pragmatismo acervado, más acostumbrado al pensamiento, a darle vueltas a todo hasta llegar a una conclusión. Estos elementos me ayudaron a la gestación de ambos y a su resolución, pensando tal vez que la diferencia entre los dos sea una de las mejores fórmulas para entablar una relación íntima en el futuro.
Como ya he dicho al principio, los militares forman parte del universo actante secundario de La Caída de Dundee pero ese orden no para de girar y al final la escala protagónica se desestabiliza en muchos momentos de la historia. Por ejemplo los militares pertenecen al Convenio y por lo tanto dentro de la trama, son poseedores de cierta información que desconocen los personajes protagonistas, Lagasca o Voyage. Eso les da una cierta ventaja ubicándolos por encima de una escala de valores y me ayudan a seguir construyendo un suspense. Pero su importancia no sólo radica en esa reestructuración piramidal protagonista, tanto Casandra como Heads se muestran altamente autónomos representando ciertos valores. Tanto la comandante artillera como su capitán son ejemplos de una cierta ilusión por vivir frente a la extinta relación de Lagasca y Lepanto. La juventud tiene mucha culpa en ese tipo de percepción. Cuando uno es joven quiere comerse el mundo y al llegar a una cierta maduración tanto a nivel social como individual, te das cuenta que es demasiado grande para atiborrarse de él, y vas pasando platos y platos hasta llegar al postre. Es un proceso conceptual donde pasas de un universo a su más ínfimo detalle. Descriptivamente hablando tanto Heads como Casandra parecen iguales (la idea de la uniformidad militar sobrevuela por aquí) aunque, y no sé el porqué, siempre que veo a Casandra me imagino el rostro de la actriz Carla Pérez en la película Guerreros (2002) de Daniel Calparsoro, frente a la sequía creativa a la hora de imaginarme el de Heads, aunque últimamente el subconsciente me ha jugado malas pasadas, viniéndome a la memoria el rostro de un atolondrado Tom Cruise en Top Gun (1986) del fallecido Tony Scott. Pero después lo niego y empiezo a hablar solo argumentando contra mí mismo que esa relación es imposible porque el capitán Heads es mucho más inocente, noble y desprotegido que su homólogo físico cienciólogo. Para eso tiene a Casandra, que no sólo es su artillera sino que también representa un poco a ese ángel de la guarda que todos podemos tener algún día cerca de nosotros. No es gratuito que haya puesto el nombre de la comandante primero en el título del artículo. Como ya sabréis los que hayáis leído la novela, en más de una ocasión le salvará el culo castrense.
Al final lo que tenemos entre manos es un proceso de anagnórisis sentimental que sufrirá Heads hacia Casandra y que va relacionado con el desarrollo de los acontecimientos, produciéndose otro tipo de reconocimiento, ya no sólo dentro de la historia, sino en el interior del personaje abocándole a la rebeldía. A infligir unas reglas por las cuales juró llegar a ser lo que es ahora. No es casualidad que coincida con su despertar, es que lo que vemos es su crecimiento como elemento indispensable dentro de la trama, a la cual se unirá Casandra y más actantes. Crear personajes, indefectiblemente de su importancia en la historia que queramos contar, no es paradigma de una escala aristocrática planificada para darle mayor o menor importancia a sus acciones y de esta manera definirlo, es más bien una construcción narrativa revolucionaria donde la valía del actante no se posa en la trama sino en cómo se relaciona con otros personajes. No deja de ser un proceso social el construir un personaje por muy pequeño que sea.



viernes, 5 de septiembre de 2014

CONSTRUYENDO UN LEGADO.


Madrid, ocho y media de la mañana del dos de septiembre de dos mil catorce. La gente empieza a desperezarse de los asientos del cercanías. Torpemente se ponen en pie y escupiendo bostezos esperan a que se abran las puertas del tren. El pitido da la bienvenida a los nuevos pasajeros y se despide de los antiguos. Camino hacia la escalera con un propósito, buscar a un hombre o mejor, su nombre. Buscar la obra no a la persona, entre otras muchas cosas porque esa persona forma parte del panteón subliminal de la maestría cómica de este país, tanto literaria como cinematográficamente. Quizás lo más difícil de mi búsqueda es la consciencia de buscar algo que no se puede encontrar, voy dando palos de ciego en busca de un fantasma.
Ocho y cuarenta de la mañana. Continuo y me pierdo entre la multitud pero existe algo que me hace desenredarme de la masa. Las cejas de un niño, de no más de nueve años, se desploman sobre las páginas de un libro. No me paro a saber de cuál en concreto pero me fijo en su rostro implacablemente atento. Se encuentra en la marquesina esperando su autobús. ¡Qué envidia me transmite! ¡Qué independencia frente a la realidad que lo circunda! ¡Qué poder tiene aquello que está leyendo para aislarle de gritos, pitidos y demás ruidos pertenecientes a la fauna urbana! Sigo caminando, buscando al señor Neville. Paso de largo por una de las múltiples entradas que posee un centro comercial famoso en este país. La gente sale de la boca del metro más cercana y se agolpa delante del lugar. Empiezan a empujarse sutilmente. Se sienten impacientes dispuestos a conquistar el interior del lupanar comercial. Una persona, ¿un valiente? se desgaja del grupo e intenta abrir una de las mil puertas que tiene la entrada. No puede todavía quedan dos minutos para la apertura consumista. Un instante para mí y una eternidad para él. Cabizbajo regresa al nido y se integra en el engranaje grupal mientras que un compañero deja escapar una sonrisa maliciosa a su incorporación. Prosigo mi camino y llego a una columna de humo humana. Grupos de estos seres se encuentran fumando sin parar. Algunos sedientos de nicotina empiezan a encender alegremente sus cigarrillos frente a la tristeza de otros, que tienen que tirarlos porque su receso ha finiquitado. Un ejército de colillas se desparraman por el espacio, consumidas algunas arrugadas y pisoteadas otras, dibujando sobre el cemento su sello de sangre negra. ¡SE PUEDE APARTAR! Miro a una mujer de mediana edad intentar barrer la zona donde estoy. Como no, le respondo y huyo del sitio, siendo engullido por una de las puertas del titán comercial. Entro ilusionado por encontrar lo que quiero buscar pero tras explorar estantería por estantería, ni rastro del señor Neville. Me siento vacío y eso es peligroso para mi bolsillo. Salgo del centro comercial y miro mi reloj. Han pasado un par de horas pero no desfallezco. Como si leyese mi pensamiento, otro centro de diferente cadena comercial se anuncia ante mi abatido rostro. No tardo en adentrarme en su interior y enseguida pienso en esa primera persona que quería entrar en el otro centro y pienso, ¡esa persona era yo! Deambulo por los pasillos y pronto me encandilo con otro señor, uno norteamericano del cual también quería saber algo hace tiempo, Mr. Anderson. Su obra me hipnotiza o más bien a mi paupérrima economía haciéndome comprar tres de sus obras cinematográficas, las más recientes. ¡Qué traición al señor Neville! No desfallezco, y aunque muestro signos de debilidad con otros autores, ya no solo del mundo del cine sino de la literatura o del cómic, me alejo del lugar. Me adentro en el metro y prosigo mi búsqueda. Un joven acordeonista con perilla me da la bienvenida con un tango de Astor Piazzolla. ¡MENTIRA! ¡Más quisiera yo! Los cuerpos de seguridad privada del transporte público madrileño se han encargado de eliminar al ejercito musical nómada de sus dependencias. Me viene el poder del símil. ¡Cuánta creatividad desperdiciada! Mientras me pierdo en las tripas de la capital, pienso en la cantidad de gente potencial que tiene que exiliarse de este navío que naufraga culturalmente llamado España. Si, la primera víctima de esta crisis fue y es la cultura y no empezó en la década anterior, lleva mucho tiempo con nosotros, el tema económico es una de sus causas.
Termina mi periplo en el metro y una oleada de calor me golpea la cara impunemente al salir. Estoy cansado y con ese sentimiento me adentro en el último centro comercial. Nada, ni rastro del señor Neville. Pienso en mi último cartucho mental y pregunto a una de las "señoritas" dependientas si existen obras de Neville en otros centros próximos a donde me encuentro. ¡Eureka! Existen varias en el de Princesa. Solo se me ve la estela de mi presencia porque salgo disparado de allí. Termino la jornada con dos films de Edgar Neville (La vida en un hilo, 1945 y El crimen de la calle de Bordadores, 1946) y tres de Wes Anderson (Viaje a Darjeeling, 2007, Moonrise Kingdom, 2012 y El gran hotel Budapest, 2014). Al final he tenido éxito pero desplazo mi mirada hacia un niño que dirige su biberón, de dos asas hacia su boca y bebe sediento el preciado líquido a la una del mediodía de un verano caluroso. Me acuerdo de mi hijo y me pregunto qué le contaré de este día y enseguida pienso que he fracasado, el consumismo ha vencido en una tórrida mañana. No he encontrado a Edgar ni a Wes, sino unas copias de sus obras que alimentaran mi ego coleccionista. Con el paso del tiempo irán siendo rodeadas por mantos de polvo y lentamente se quedaran olvidadas en algún rincón de mi enciclopedia cinéfila. El verdadero lugar donde uno puede encontrar a estos señores es en los cines o en los museos cinematográficos llamados filmotecas. Es ahí donde uno aprende a mirar y ver el séptimo arte. El cómo hacerlo es otra cosa. Siempre que persistan estos lugares, habrá alguien como yo que ande buscando fantasmas en los lugares equivocados y describa un pedazo de vida a su alrededor. Mañana seguiré buscando y pasado se lo contaré a mi descendencia. Ese será mi legado.

lunes, 1 de septiembre de 2014

MIGAJAS DE INSPIRACIÓN 11.

La lejana Sesión Continúa de Marzo nos dejó un tributo a la mirada primigenia. Pues bien los dos traileres también son habitantes de ese primer momento donde todo empieza a tener sentido, donde la fantasía empieza a ser creada y donde todo es posible.

Scaramouche. (1952). George Sydney.



La Princesa Prometida. (1987). Rob Reiner.