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miércoles, 16 de septiembre de 2015

PASANDO EL LUDOMINGO CON EL SÍMBOLO ARCANO. CAPÍTULO 7. EXTRAÑAS VISIONES... EN LAS SOMBRAS QUE ACECHAN.


"Podréis acabar con mi cuerpo, quemad mis ropas y despojadme a los rincones más inhóspitos del planeta pero cómo acabar con una idea, cómo olvidarla si ha estado tanto tiempo entre vosotros que su sola desaparición os destruiría. El pensamiento de mi existencia, la eterna idea de la destrucción ha estado en todas vuestras religiones y culturas. ¿Qué es el génesis sin su Apocalipsis? ¿Existiría el Alfa sin su Omega? Por mucho que avancéis, por mucho que descubráis, jamás lograreis erradicar la destrucción en vosotros mismos. ¡Es normal solamente sois humanos!"

Puede que penséis que estamos cada vez más cerca de la victoria (¡poseemos ya 11 símbolos arcanos!), de hecho el derrotar a un sacerdote de Hastur tiene su mérito (ver capítulo 6), pero no hay que subestimar a las fuerzas contra las que nos enfrentamos. Son todopoderosas y sobre todo... sobrenaturales. Bien, dos de nuestros investigadores se han juntado en la Meseta de Leng y después de salir airosos de un enfrentamiento con una araña y un Sumo Sacerdote han descubierto un Templo de Hastur. ¡Cuidado! Porque si bien están juntos no tardaran en separarse y vivir experiencias diferentes y sobrecogedoras.

"Caminaban a la vez, mostrando sus pies una perfecta sincronía. El pequeño pasillo había quedado atrás y ante ellos se mostraba un gran peristilo. Un gran árbol retorcido en sus extremidades y su tronco les daba la bienvenida a los intrusos. Ya era de noche y las llamas de las antorchas diseminadas alrededor del pórtico alumbraban titilantes el perímetro de columnas. Monterey estaba a punto de ir al centro del jardín cuando algo le hizo detenerse bruscamente. Su pie derecho quedó en el aire unos segundos antes de girarse y dirigirse hacia su destino. El arqueólogo vio algo en la pared derecha que le mantuvo hipnotizado hasta que llegó a su destino. Amanda se mantuvo expectante mirando la dirección de su acompañante. Duque, ninguneándolos continuó adentrándose hacia el árbol, olisqueando su perímetro. La joven se acercó  a donde se encontraba Monterey en una especie de trance.
     —Yo ya he estado aquí. —Dijo el arqueólogo asombradísimo.
El arqueólogo se separó del muro mientras Amanda no dejaba de mirarlo.
     —¿Có… cómo lo sabéis?
La estudiante intentaba resolver el enigma de la pared sin encontrar solución alguna, solo un desconcierto progresivo. Ante ella había una representación pictórica. Parecía una especie de reunión, un cónclave de personas ataviadas como las que habían secuestrado a Montery y la pintura describía un lugar, sino el mismo, muy parecido en el que había estado preso. Un pozo en una caverna rodeado de sirvientes del rey Amarillo claudicando y rezando al mismo tiempo. También se podía vislumbrar la llave que abría el portal a otra dimensión y como el rayo de luz del Vigía Azul de la Pirámide impactaba en la bóveda de piedra. Y mientras seguía concentrada en el dibujo, no se percató de una cosa: volvía a estar sola."


Montery Jack será el primero y puede que lo que descubra no le guste mucho. Una buena tirada le ha permitido obtener un preciado Símbolo Arcano y una extraña piedra rosácea. ¡Veámoslo!




"Monterey caminaba por el pórtico izquierdo, adentrándose en una geografía más oscura que la anterior. Tampoco él se dio cuenta de su propia soledad y a cada zancada que daba, iba conquistando un misterioso suelo arenoso. Al principio ni se enteró pero cuando la arena empezó a frenar su caminar miró al suelo y comprobó, sorprendido que ya no había cemento sobre sus pies sino arena. Se detuvo y observó a su alrededor como el pasillo había desaparecido y se encontraba en el centro de un mar de arena. Inesperadamente su mente realizó un viaje a su pasado, aquel donde devoraba  las obras de uno de sus escritores favoritos, Julio Verne y su Viaje al Centro de la Tierra. El Mar de Lindebrock no estaba tan lejano pensó. De pronto, una luz rosada empezó a parpadear en un extremo y el hombre hipnotizado empezó a andar hacia ella. Cada vez se hundía más y más. No había ninguna duda, el Templo tendría muchas trampas y una de ellas sería un pasadizo de arenas movedizas. Como siempre la suerte le acompañaba se dijo irónicamente. La luz se desvaneció repentinamente y empezaron a verse fogonazos de pocos segundos de duración. El último de ellos impactó en el rostro de Monterey causándole un gran miedo en su interior. Ante el hombre de ciencia se empezaron a amontonar Horribles Visiones. Al principio dudó, no parecían reales, sobre todo aquellas que acontecían en su juventud pero a media que fueron apareciendo gente que él conocía y familiares cercanos, empezó a estremecerse. ¿Qué eran esas visiones? ¿De dónde procedían? No podía saberlo porque la angustia lo atoraba de una manera frenética. Aparecieron sus padres muertos en la Frontera Mexicana. También vio a su tío que lo portaba en brazos escapándose de los disparos de los Green go!!! Esa huida tenía un momento sumamente revelador. Un pequeño detalle que fue muy sintomático para él. La manera en que su propia madre lo depositaba en brazos de su cuñado. Su dolorida mano ensangrentada no buscaba consuela en la de su padre sino, sorpresivamente en la del hermano. Fueron varios segundos de contacto capilar piel con piel pero muy significativos. Después antes de morir su madre echo un último vistazo a su cuñado. En esa mirada iba cargada todo el amor y cariño que necesitaría ese niño al crecer sin sus padres. Monterey comprendió, mucho más tarde por mediación de su propio tío, la verdad: que él era su propio padre y que siempre estuvo enamorada de su cuñada, su madre. Algo tan íntimo, tan personal, lo dejaba completamente desnudo ante el universo. Esas visiones le traían recuerdos que le proporcionaban escalofríos. Seguía paralizado cuando regresó la luz rosácea. Miró detenidamente a la fuente luminosa y repentinamente las visiones desaparecieron y frente a él se encontraba un pedestal de piedra. El arqueólogo miró al suelo y comprobó que la arena había desaparecido y, otra vez, sus pies estaban sobre suelo de granito. Imitaba la figura de una especie de animal, un simio de proporciones exageradas con una gran boca abierta de par en par. El simio de piedra parecía tragarse a Monterey a medida que avanzaba hacía la estatua. Del interior de sus fauces había un rubí desprendiendo esa luz rosácea del principio y la que le hizo despertar del sueño o la pesadilla. Algo, algún poder lo incitaba a coger la piedra preciosa pero el hombre se resistía hasta que no pudo más y escondió el rubí en el interior de su bandolera. Cuando lo hizo la boca del simio se cerró bruscamente, asustando al arqueólogo que miraba como había una inscripción sobre las fauces ya selladas. R’lyeh era lo que pudo llegar a leer. Tenía pues entre sus manos el Rubí de R’lyeh."

Amanda busca la verdad. Es lo que ha estado haciendo toda su vida y lo que mejor sabe hacer, sin ningún tipo de duda.  Ahora, cuando cree encontrarla, se asusta y se la quitan las ganas de saber más. Y es que la verdad siempre hace daño y más si vas en su busca. Te libera pero al mismo tiempo te puede atrapar para el resto de tu vida. La estudiante también obtendrá un importante triunfo: dos pistas más y un codiciosa símbolo arcano pero… ¿A qué precio?



"Se despertó de la inopia del dibujo y buscó a su compañero con la mirada, sin tener éxito.
     —¡MONTEREY!
Se dio la vuelta y se adentró en el jardín. Caminó hasta el gran árbol y tampoco vio a Duque.
     —¡Genial!, otra vez sola.
Desde el centro del peristilo pudo comprobar una cosa. El dibujo de la pared no era el único que había. Rodeando el jardín, ocultos detrás del mar de columnas porticadas  se encontraban más. Desde la posición donde se encontraba solo podía percibir la cantidad de representaciones pictóricas pero no las podía contemplar muy bien. Tenía que encontrar un centro perfecto para poder visionarlas todas y ¿cómo poder llegar a hacerlo? Mientras pensaba, su cuerpo empezó un ligero vagabundeo hasta que chocó con el tronco del árbol. Repentinamente le vino la inspiración. Se dio la vuelta y contempló el árbol y su gran dimensión y se le ocurrió algo, a medida que su vista se perdía entre sus copas. ¿Y sí subía a lo más alto de una de ellas? Y sobre todo, ¿qué sentido tenía el verlas todas juntas? Enseguida llegó a una conclusión al mismo tiempo que se encaramaba por el tronco retorcido para alzarse hacia los cielos arbóreos. Puede que sólo un dibujo no la dijese nada pero quizás vistos en conjunto, la explicarían muchas cosas. Era la manera como se hacían en Hollywood las cosas, es decir, las películas. Un fotograma suelto no significaba gran cosa pero una docena podía representar una secuencia. Y mientras llegaba a la cumbre pensaba en lo mucho que la gustaba imaginar y en los dos únicos mecanismos que la proporcionaban ese placer, los libros y el cine, e indudablemente el segundo era mucho más atrayente que el primero. ¿Cómo no lo había pensado antes? Amanda se encumbró en una de las copas del árbol y miró alrededor. La joven empezó a mover su cabeza exageradamente de izquierda a derecha y de arriba abajo intentando buscar el significado pertinente.  Veía los dibujos y algo más. Los marcos que limitaban las representaciones formaban misteriosas letras. Con una disposición diferente cada uno y realizados de manera disímil, podía ver consonantes y vocales rodeándola. Ahí estaban la R, la E, la L, otra E y por último una… H.
     —Re… Releh —leyó con dificultad.
Había oído ese nombre antes y recordó donde. En el Viejo Diario, antes de que el sacerdote de Hastur lo convirtiera en cenizas. Y los recuerdos abrieron Un Terrible Descubrimiento. La raza de los Primigenios reinó hace mucho tiempo en el universo y en este planeta, incluso mucho antes de la aparición del hombre. Eran seres ancestrales y entre ellos combatían para ganar poder. Una vez que el ser humano pisó la faz de la Tierra no vieron mejor títere para poder manipularlo a su antojo. Pero su desenfrenada lucha intestina los destruyó. No se sabe de dónde vinieron pero tampoco cómo desparecieron y el misterio quedó sin resolverse alimentando las mentes del hombre hasta nuestros días. ¿Y sí ese Hastur fuese uno de ellos? ¿Quizás el último? Había algo que se la escapaba. ¿Por qué existía un lugar dentro de los dominios de Hastur donde se citaba el lugar de otro Primigenio? ¿Qué interés tendría para el Rey Amarillo la ciudad de Releh, hogar del poderosísimo Cthulhu? Volvió a mirar todos los cuadros y comprobó que tenían algo en común. En ellos había Cultistas y todos parecían ir en procesión hacia una luz. ¿Qué significaría eso? Regresó a un callejón sin salida pensó. La desilusión regresaba a su interior mientras bajaba parsimoniosamente por el tronco. Cuando su zapato llegó al suelo vio como un desfile de hormigas se perdía por las raíces del árbol y algo volvió a iluminarse en su interior. ¿Y sí lo que querían los Cultistas es llegar a Releh para…? ¿Para qué? De pronto se percató de la existencia del Libro de Dzyan. Quizás el milenario manuscrito podría ayudarla y rápidamente lo cogió del interior de su mochila. La joven apoyó su cuerpo en el tronco del árbol y empezó a hojear el manuscrito. Leyó y leyó sin poder relacionar el tema que estaba buscando: el conflicto entre Primigenios y, más concretamente entre Hastur y Cthulhu. Su dedo tembloroso iba guiando cada párrafo leído hasta que se detuvo en un punto. Había un dibujo. Amanda lo vio detenidamente. Parecía un amuleto construido en hierro. Representaba el rostro de una mujer gritando. Se dio cuenta de ello porque el rostro estaba rodeado de una arremolinada melena pero algo llamó su atención. Se acercó más al dibujo y observó que no era pelo lo que rodeaba el rostro sino serpientes. Parecía encontrarse ante la figura mítica de una Gorgona. Y mientras seguía extrañada continúo leyendo, esta vez en voz alta: Solo el mal podrá ser destruido con el mal."

Jenny posee algo muy valioso, un objeto que la puede consumir en su potencial avaricia. Con ayuda de dicho objeto resolvió la carta de investigación/aventura. El Necronomicón la proporcionó un dado rojo extra más y, conjuntamente con su colección de pistas, pudo superar el reto. Además en su camino consiguió otro Símbolo Arcano. El Rey Amarillo tiene los días contados... ¡o no!



"No, no había perdido la cabeza. Se había pellizcado reiteradamente en su brazo derecho y cada vez la dolía más. Jenny contemplaba con estupor como las estatuas, alimentadas por la niebla rompían su cárcel de cristal y empezaban a desfilar marchando hacia la puerta de salida. Tampoco le resultaba extraño a estas alturas de la noche, después de todo lo que había visto. Curiosamente la niebla desapareció y cuando la última de las estatuas dejó la sala, la mujer bajó por la escalera y decidió marcharse del lugar. Cuál  fue su sorpresa al encontrarse en el interior de una sala repleta de gente mirándola. No había restos de estatuillas, ni de pasillos con niebla. Ahora solo había un gran salón decorado hasta el último rincón con gente muy bien emperifollada. No existía vacío posible todo se encontraba decorado con guirnaldas y una cantidad ingente de valiosísimos cuadros. No cabía ninguna duda se encontraba  en una Fiesta en el gran salón.
     —Gracias, querida. —Le dijo una dama, elegantemente vestida con un traje de noche negro que poseía  gran cantidad de pequeños diamantes explotando por todo su perímetro, al mismo tiempo que le quitaba el Necronomicón de sus manos.
Jenny se sentía totalmente desubicada y desorientada y no pudo reaccionar a tiempo de su hurto.
     —Lo estábamos esperando. —Dijo la dama alejándose con una gran sonrisa.
La mujer se encontraba estupefacta viendo a todos como la saludaban, elevando sus copas y sonriéndola como si hubiese hecho un trabajo impoluto.
     —Gracias al trabajo de nuestra amiga, por fin podremos conseguir nuestro objetivo.
Al grito de la dama se sumaron el de todos los asistentes que empezaron a vociferar. Jenny seguía sin entender nada mientras miraba a todos lados. ¿Había conseguido para este grupo de gente el Necronomicón? Y ¿quién era toda esta gente? ¿Se trataría de alguna secta? ¿Y qué harían con el libro de los muertos?
Un hombre se tropezó con ella e interrumpió sus pensamientos, acercándose efusivamente.
      —¡Bien hecho! ¿Habrá supuesto un reto para vos, me imagino?
      —No, no lo crea. —Regresó a la calma—. Por cierto… ¿Qué estamos celebrando?
      —¡Qué cachonda! —Río el hombre regresando al tumulto del gentío.
¿Qué le había dicho? No entendía absolutamente nada de la situación. Mantuvo la calma y decidió explorar el salón para intentar saber más de lo que estaba sucediendo y, porque no, intentar recuperar lo que era suyo. Los ojos de la diletante no dejaban pasar ningún tipo de detalle; en las cosas pequeñas estaban los secretos de este mundo decía su colega McGlen. Algo detuvo su mirada, helándosela por completo. La gente estaba eufórica y se chocaban entre ellos y en uno de esos golpes inconscientes, un hombre levantó minúsculamente la falda de una mujer. Jenny se quedó alucinada. La pierna de  la mujer era de piedra completamente. Al acercarse al resto de damas con sus vestidos de noche corroboró el origen geológico de sus seres. ¿Eran las estatuas de piedra que había visto en el almacén? Si era cierto, no sabía cómo unas figuras grotescas se habían transformado en moldes humanos. No pudo evitarlo y decidió escapar del lugar. Iba caminando hacia atrás cuando se chocó con un gran espejo. Al darse la vuelta comprobó aterrada que ella también era de piedra. ¿Qué le había pasado a su bello cutis? ¿Su espléndido color cutáneo donde estaba? Jenny empezó a chillar y apagó todo el alboroto de la fiesta. Todo el mundo la miró extrañado.
     —Tranquila, querida. —Intentó consolarla la dama que le sustrajo el Necronomicón—. Ya sé que estas nerviosa por marchar, como el resto de nosotros pero todo a su tiempo.
De pronto se oyó unas campanas y todos explotaron de júbilo, empezando a tirar confeti por todos lados.
     —Lo ves, llegó el momento. ¡Vamos a por el Gorgoneion!"

CONTINUARÁ...

viernes, 11 de septiembre de 2015

DONDE ACABAN LAS CALLES...


                                    ...iremos algún día para volver a contarlo,

                     ...encontraremos aquello que perdimos para después olvidarlo

                     ...y veremos con el corazón lo que no pudimos con nuestros ojos.

                                                         Donde acaban las calles...

                                                  ...se encuentra el paraíso infernal,

                                           ...se establecen los despropósitos de la lógica

                        ...y los designios divinos no son más que caprichos de fe humanos.

                                                              Donde acaban las calles...

                                                        ...la risa reinará por siempre,

                                               ...la nostalgia la perseguirá incómodamente

                                              ...y la incertidumbre será testigo de tal acechanza.

                                                              ¿A dónde te gustaría ir?

                                                        Pues, a donde acaban las calles.