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viernes, 23 de enero de 2015

DÍA DE PRE-ESTRENO. INTO THE WOODS O INTO THE BUSHES. HISTORIA DE UNA ANTÍTESIS.


La antítesis que encierra el título no es aleatoria es completamente intencionada como lo es también el musical de Sondheim y Lapine. Todo el mundo entiende, o al menos de esta parte del  mundo la occidental quiero decir, que el cuento es un relato de adultos contado a los niños  y que con el paso del tiempo su contenido ha ido degenerando en algo “suave”, estéticamente didáctico enclaustrado en una moraleja. Es más, siempre se le ha adjetivado el componente feérico para proporcionarle más encanto si cabe. Por poner un ejemplo oriental, Las Mil y una Noches es totalmente diferente a la percepción que tenemos del cuento. Su laberíntica estructura se aleja de la simpleza de nuestros relatos infantiles; su numerosa población actante desborda a los individuales protagonistas de nuestros relatos y en lo único en lo que pueden llegar a estar de acuerdo es en su misteriosa génesis, perdida en el albor del pretérito. Por lo tanto podríamos decir que nuestros cuentos son narraciones bonitas que cuentan algo terrible pero que al final la crueldad de su contenido es transformada en un final feliz. Bueno, la verdad es que eso no fue así hasta que esos cuentos murieron sobre el papel. Antes fueron composiciones orales que se trasmitían de generación en generación, viajando de un sitio a otro y no tenían por qué ser tan políticamente correctas como lo son ahora. En cualquier caso tendríamos que agradecérselo a los hermanos Grimm o a Charles Perrault su corrupta conservación a nivel literario y al tío Walt a nivel cinematográfico. El origen de los cuentos es tan neblinoso como sus traducciones que con el paso del tiempo, en una escala menor pero igual que le ha podido pasar al gran cuento que es la Biblia, han ido reinterpretando sus significados hasta quién sabe qué final. Lo que es evidente es el proceso manipulador sufrido que podríamos emparentarlo con la creación de una película o un musical. Bien, con Into the Woods sus creadores han querido realizar una operación un tanto curiosa: experimentar, o más bien jugar con la idea, el concepto del cuento occidental pero apoyándose en elementos orientales como ya hemos señalado. Y lo hacen otorgándolo consciencia, o mejor, autoconsciencia a los mismos. Como si de una “muñeca Matrioska” se tratase se van presentando los cuentos en forma de sus personajes, uno a uno para entrelazarlos y unir sus desarrollos encauzándolos a un bosque de tintes “buñuelianos” (vertiente Ángel exterminador, 1962) del que es fácil entrar pero que jamás saldrán.
Prueba de ello es el primer número musical de la función. Matemáticamente se van enhebrando los hilos para acabar en una diégesis de cierto cariz irónico. Esto es otro elemento importante, otra herramienta postmoderna que se operará en el universo del show. La ironía está presente en muchos momentos. Cuando el Príncipe Encantador (Chris Pine) le dice a Cenicienta (Anna Kendrick) que a él le enseñaron a ser encantador pero no sincero, después de serla infiel con la mujer del panadero (Emily Blunt), ahí está reforzando el componente postmoderno. Y es que la génesis de Into the Woods es una muy “Brechtiana”. La autoevaluación constante  de ser consciente, en este caso, de pedir un deseo. Los protagonistas de este musical no lo son. El relato comienza con un “Yo deseo…” y todo el relato del mismo versará sobre esa plegaria dividiéndose en dos partes bien diferenciadas por su tonalidad, su duración milimétricamente coreografiada en el musical menos coreografiado de la historia, y en sus estructuras. La primera hora podría ser la del relato ortodoxo, lo que se entiende por un cuento, presentación de los diversos personajes que lo habitan deseando algo y sus desarrollos por todos conocidos. La segunda hora correspondería a la parte más heterodoxa, donde los personajes se enfrentan a sus responsabilidades del deseo adquirido. El soñador Jack (Daniel Huttlestone) y su represiva madre (Tracey Ullman) tomarán ventaja de los suyos, convirtiéndose él en un ladrón y ella en una pomposa ricachona; la inocencia de Caperucita Roja (Lilla Crawford) se transformará cuando conozca al Lobo (Johnny Depp) en un pragmatismo sanguinario representado por esa nueva caperuza lobuna; Cenicienta descubrirá que quizás su príncipe no es tan ejemplar como hemos visto al comienzo. Aunque parezca mentira el único personaje íntegro y honrado es el de la Bruja (Meryl Streep), que haciendo lo que hace (retener a una niña durante más de veinte años, encerrándola en una torre), es consciente de su maldad y se enfrenta a la hipocresía del resto con sus principios inalterados.
Pero existe una novedad en la propuesta. Es la incorporación del testigo dentro de la fábula, y no estoy hablando del narrador que también existe de una manera extradiegética, sino de uno diegético, bueno en este caso se trata de dos, una pareja, el Panadero (James Corden) y su desleal esposa que ya hemos mencionado. Son personajes que no son originariamente de ningún cuento y proporcionan el punto de vista del espectador guiándole por la trama. Es el aliado postmoderno de la narración, emparentándolo con el espectador contemporáneo. Ellos tendrán que conseguir una serie de objetos para poder engendrar después de haber pactado con la Bruja su obtención. Dicho esto y sin olvidar la forma, un musical, dentro del contenido, una película podríamos ir directamente al Into the Bushes de la crítica.
Os preguntareis si lo anteriormente redactado podría perfectamente encajar en cualquier versión de Broadway  y si es así, que lo es, ¿qué tendría de nuevo la versión cinéfila? o mejor ¿qué intención tendría una nueva versión de la misma? Para la primera pregunta tengo un NADA y para la segunda, la respuesta iría a parar al callejón oscuro de la rentabilidad económica construido por los buenos productores, aquellos dispuestos a arriesgar absolutamente nada para obtener el máximo de los beneficios. Pero ensuciémonos que para eso estamos. Analizar un cuento hoy en día es mancharse las manos. Es realizar un viaje al otro lado del espejo “carrolliano” para encontrar que la moraleja inherente en toda fábula está bañada por una pátina de conservadurismo (y todo lo que implica el termino social, económico y existencial) al que hay que combatir. El tema principal de Into the Woods es la responsabilidad comunal (en palabras de Sondheim). Al principio los personajes actúan por sí mismos desembocando el caos y solamente serán capaces de desenredarlo si trabajan juntos en equipo para enmendar los errores de pedir sus deseos. Pues bien, dentro del discurso liberal siempre se esconde pequeños resquicios de su contrario. Lo podemos rastrear en el personaje de la mujer del Panadero. Muere porque le ha sido infiel, ni más ni menos. Al Príncipe no le pasará nada, seguirá desflorando damiselas que es lo que suelen hacer los príncipes encantadores pero el personaje femenino ha recibido su castigo narrativo. Ni Walt Disney en sus mejores momentos lo hubiera hecho mejor. A veces mirar de cerca no es lo más satisfactorio, lo mejor es contemplar las cosas de lejos para poder tener una perspectiva que te permita un mejor análisis de los hechos. Sondheim y Lapine han querido reunir a los cuentos a la luz de una fogata en un bosque surrealista conscientes de su inutilidad como moralistas, ejerciendo mejor como herramientas de un entretenimiento que proporciona goce. De ahí lo de Into the Bushes y de ahí la formación de la retórica antítesis. Dos frases de igual número de palabras pero de significando distinto en sus finales. 



lunes, 19 de enero de 2015

PASANDO EL LUDOMINGO CON EL SÍMBOLO ARCANO. CAPÍTULO 4. CONOCIMIENTOS EXTRAÑOS... EN UNA MENTE PERTURBADA.



"Y aquí nos encontrarás, no importa si llueve, nieve o diluvie. Esperaremos justamente aquí tu llegada. Dándote la bienvenida que te mereces, sacrificando a los infieles prometidos e ingresando entre nuestras huestes a los nuevos adictos. ¡Salve al Rey Amarillo! ¡Vive Primigenio Hastur!"


¿Demasiados Símbolos Arcanos? No, no os habéis perdido nada, lo que pasa es que la instantánea es una recolección de dichos objetos conseguidos en una partida doble que me supuso un cierto caos organizativo para este taller narrativo. Pero bueno, eso no impide seguir adelante y ya veréis que en este capítulo se conseguirán muchos símbolos arcanos, no tantos como los mostrados más arriba pero los suficientes para enseñaros que nuestros tres investigadores van por el buen camino en su confrontación con Hastur. ¡Adelante, con errores o sin ellos, siempre en la brecha!



Monterey Jack parece encontrarse en una aventura difícil pero su emblemático Cultos Inconfesables y un Cuchillo le han servido para obtener preciadas recompensas y alguna que otra maldición en forma de monstruito.

"Se despertó súbitamente regresando a una especie de Cónclave Secreto donde él parecía ser la atracción principal. Volvió a mirar a los congregados que lo rodeaban. Los Cultistas de Hastur orando sin parar, cabizbajando sus rostros, estaban concentrados en su rezo. Decidió mirar a  su alrededor comprobando que su posición se encontraba en serio peligro. A escasos centímetros existía un agujero subterráneo en el centro de una sala circular. Miró por encima de su cabeza, sin dejar de observar el pozo que se encontraba a sus pies, y descubrió que se encontraba en el interior de una caverna, decorada con unos candiles ubicados en las paredes. Monterey observó también que a su derecha se encontraba el Conservador  y su bigotillo sonriente seguido por Duque. Bajando una pequeña escalinata se encontraba una serie de compuertas que daban a unos pasillos que confluían en esa misma sala. Al final del que estaba situado enfrente de él, se encontraba un pequeño altar donde la Vigía Azul de la Pirámide reposaba. El arqueólogo regresó a observar el suelo a sus pies descubriendo que su bandolera estaba abierta, sobresaliendo la punta de su emblemático libro Cultos Inconfesables y que un poco más lejos se encontraba el Cuchillo del Conservador. Pensó que serían dos buenas herramientas para una posible huida. De pronto un rayo turquesa salió despedido del espejo y se incrustó en la bóveda de la caverna. Los fieles dejaron de orar y dirigieron sus miradas hacia el techo. El rayo seguía apuntando el centro de la bóveda de arcilla. El arqueólogo miró atentamente como el rayo concentraba su poder en un punto e iba erosionando la superficie. Hilillos de terracota empezaron a caer sobre las capuchas de los Cultistas al mismo tiempo que empezaban a gritar como posesos. Todos miraron atentos el efecto destructor del rayo que salía del objeto. Monterey pensó que podría ser una oportunidad de oro para poder escapar de sus captores pero cuando se decidió a empezar su fuga, el techo terminó de ceder y la bóveda cayó, desintegrándose sus componentes, y dejando entrever un haz verdoso que iba descendiendo hasta posicionarse justamente delante del arqueólogo. Pe… pero ¿qué diablos…? Pensó enseguida llegando a la misma conclusión que la del Conservador cuando le dijo que eso no era un espejo, sino que era una llave. La luz empezó  a expandirse hasta llegar una circunferencia que emitía ondas desde su epicentro, expulsándolas por todo su diámetro. Bajó la circunferencia esmeralda y desapareció en el interior del pozo a los pies de Monterey. Todos los congregados dejaron de mirar el haz para dirigir sus miradas a su prisionero, incluido el Conservador y Duque. Los Cultistas no tardaron mucho tiempo en sacar del interior de sus ropas unos cuchillos y apuntar el rostro del arqueólogo.
 —Creo que me toca hacer los honores. —Se dirigió el Conservador a Monterey, blandiendo su puñal.
Éste no dejaba de sonreír mirando los ojos del arqueólogo. Monterey había estado en situaciones muy peligrosas pero ésta sobrepasaba al resto. Delante tenía la hoja afiladísima de un puñal plateado acercándose a hacia sus ojos y detrás se encontraba con un ejército de puñales esperándole para hacerle picadillo. No tenía escapatoria. De repente la luz verdosa regresó a la caverna desde el pozo iluminando la única vía libre a Monterey. Miró al Conservador y después a Duque y no se lo pensó dos veces, sobre todo teniendo el reflejo de su rostro sobre la daga de su verdugo. Éste alzó su arma dispuesta a clavársela en el rostro del prisionero, pero Monterey bajó su cuerpo haciendo que su cabeza golpease el estómago de su adversario. El Conservador cayó al suelo ante la irritada muchedumbre que empezó a dirigirse hacia el arqueólogo. Éste consiguió coger el Cuchillo y rápidamente se deshizo de las cuerdas que lo tenía aprisionado y antes de saltar al pozo, pudo placar otro ataque de un puñal lanzado furtivamente hacia su persona, poniendo el tomo de Cultos Inconfesables sobre su cuerpo. El puñal se clavó en el centro del libro, salvando al hombre que ya caía hacia lo desconocido. Inesperadamente Duque siguió a Monterey, saltando por encima del Conservador que se erguía del golpe sufrido. El animal y el humano desaparecieron de la vista de los Cultistas igual que el fulgor esmeralda del pozo. Todos se quedaron callados mirando al Conservador.




Amanda pasito a pasito va descubriendo cosas a medida que encuentra pistas y algún que otro portal a otros mundos.

"El cuerpo de la estudiante vaciló al llegar al final del pasillo. No sabía cómo pero había llegado hasta el punto donde se  había oído más cercano el ruido de una metralleta. Lo más significativo de todo esto es que al llegar se dejó de oír los disparos, regresando un silencio sospechoso. Amanda aprovechó para recapitular su odisea. Se encontraba en el Museo para poder acabar su tesis sobre la teosófica Helena Petrovna Blavatsky y había terminado de caerse dormida y encerrada tras sus muros, descubriendo que en el edificio se escondían los objetos más fabulosos que ella no habría podido imaginarse nunca, entre ellos dos que llevaba consigo. Uno era la legendaria Lámpara de Alhazred y el otro, la Espada de Gloria. Los disparos volvieron a oírse pero con diferente intensidad, pareciendo que era otra arma la que chillaba. Amanda miró la puerta del almacén del Museo. En su interior había poca luz y los fogonazos de un arma automática ayudaban a describir el lugar, prendado de un olor a pólvora. No sabía el porqué, pero se aventuró al interior pensando tal vez que podría tratarse de su única vía de escape. Sobre una pila de cajas se encontraba una dama disparando sin cuartel hacia un agujero en el techo del almacén. Desde arriba parecía sobresalir un brazo azulado que se dirigía perezoso hacia la mujer. Su piel arrugada y bulbosa daba más asco que temor. De repente salió disparado un haz verdoso que impactó en la mujer. Amanda se acercó más y pudo comprobar que se encontraba ante un Portal a otra dimensión. Su luz esmeralda y su formación líquida la pusieron sobre aviso, además de que ella ya había investigado ese tipo de fenómenos en su tesis, buceando en el Libro de Dzyan. No tenía la menor duda se encontraba ante un Portal a Cualquier otra Parte. Jenny la miró asombrada mientras Amanda la sonrió.

 —Os encontráis ante un portal a lo desconocido.
 —No me digas, guapa. Pues te puedo asegurar que hay algo más físico que un portal ahí arriba.

Ambas miraron a la luz y algo se movió al mismo tiempo que emitía unos gruñidos, aproximándose a ellas."





Jenny Barnes no se relaja ni un segundo, desempolvando su Automática del. 45 consigue otro Símbolo Arcano y el encontronazo con un monstruo.

"Sobre el rostro de la señorita Barnes disparaba el haz esmeralda, mapeando su físico. Era como si esa extraña luz la estuviera poseyendo, eliminando sus decisiones, que ahora mismo pasaban por eliminar a la extraña presencia de arriba. Amanda se acercó más a Jenny intentando explicarla algo cuando del agujero del techo, arropado por la luz, cayó un ser orondo. No era humano pero tampoco animal. Era un híbrido de ambas especie pero ninguna concretando. Su carnoso brazo tocó al de Jenny y en ese mismo instante la mujer sintió como si toda su vida pasara en un segundo. Enseguida volvió  a ese pueblo de mala muerte donde había nacido y se había criado. A ese tiempo infame donde había aprendido a sobrevivir en las calles de Arkham y de repente se encontró en un callejón sin salida. Una presencia la perseguía y Jenny no sabía quién podría ser. Sacó su pistola pero no la llevaba con ella. La sombra la acarició su rostro y ella pegó un grito al comprobar que era el rostro de su padre quien la perseguía por las tinieblas. Jenny se zafó de su agresor y salió corriendo calle abajo. Volvió a recordar pasajes de su adolescencia cuando su progenitor la maltrataba a ella y a su madre delante de su hermano mayor, sin que éste pudiera hacer nada. Era como los disparos de su Automática del. 45. Eran precisos y muy rápidos y podían llegar a matar la conciencia de la libertad, de su libración. Algo salió de su conciencia, algo que mantenía guardado por mucho tiempo. La verdad. No lo había dudado ni por un instante. Para poder crecer tuvo que hacerlo, tuvo que matar al padre acosador y lo hizo antes de huir de ese pueblo. Empezó a llover a cántaros y la señorita Barnes cansada de correr se detuvo en una esquina. Al principio no se percató de la acumulación de agua, pero rápidamente de creó un charco delante de la mujer. Jenny descansando miró el fondo del mismo, descubriendo con terror como se reflejaba un rostro y no era el suyo. Era el de su padre. Pensó enseguida que a veces Te Conviertes en los que Más Temes. El ser orondo sonrió a Amanda a la vez que se acercaba al cuerpo de la paraliza Jenny. En seguida supo la estudiante de que ser se trataba. Era un Gul. Habitante de otras dimensiones, contaminando la nuestra. Con solo su tacto podría hacer morir del miedo más atávico a quién tuviese tan mala suerte de encontrarse en su camino.

 —¡DESPIERTE!, ¡DESPIERTE!


Los gritos de Amanda surtieron efecto porque Jenny se desperezó y empezó a disparar su arma sobre la presencia del Gul. Éste se hizo añicos saltando por los aires. La estudiante se apartó para librarse de la explosión pero no lo hizo de la luz verdosa del Portal. El haz engulló a la joven haciéndola desaparecer en el acto. Cuando Jenny quiso buscarla para agradecerla su gesto, no encontró a nadie. Bajó de las cajas y miró a su alrededor. Volvía a estar sola. Algo captó su atención. La mujer se agachó mirando un libro que sobresalía de una de las cajas afectadas por la explosión.


 —Vaya, vaya. Qué tenemos aquí. —Habló para ella mientras levantaba el Necronomicón
entre sus manos."

CONTINUARÁ...

viernes, 9 de enero de 2015

PASANDO EL LUDOMINGO CON EL SÍMBOLO ARCANO. CAPÍTULO 3. MONSTRUOS HORRIBLES... REVELAN UN SECRETO.



"El ansia me corroe rápidamente. Deseo invadir vuestro mundo para hacerlo mío. Aquellos que me estéis esperando lo agradeceréis infinitamente y los que se muestren escépticos o en contra, pereceréis pero no lo haréis fácilmente. Os cubriere con una muerte que serán mil. Sufriréis lo indecible eternamente y solamente, después moriréis pero antes veréis caer a vuestros seres queridos en esa orgía de sangre y dolor."

Siguiendo las directrices de la carta de Mitos, preferimos colocar una ficha de perdición en el medidor y comenzar la aventura, a sabiendas de que cuando pase la medianoche, ¡sí es que sobrevivimos otra más! ganaremos una pista. Veremos...

Bueno, empezamos bailando con la más fea menos mal que Jenny posee a su "picola", pudiendo resolver sin apenas dificultad la carta de aventura que eligió.



Obteniendo de esta manera, nuestro primer Símbolo Arcano, que aparece al principio en la carta del Primigenio Hastur, y ganándose una pista y otra arma. Y es que la señorita Barnes es una mujer de armas tomar.


"La sintió cuando llegó a rozar su rodilla. Detuvo su lectura y miró a la niebla de una forma extraña. Aquello no la parecía muy normal. El clima había sido un lastre para su periodo de aclimatación en Arkham. No soportaba los bancos de niebla en el exterior pero era la primera vez que sufría un ataque de éstos en un interior. Jenny cerró bruscamente el libro y salió del rincón dispuesta a seguir con su rapiña profesional. La presencia gaseosa se quedó embalsamada iniciando un trayecto ascendente hasta invadir el fulgor de la lámpara, empezando a alimentarse del mismo. Al mismo tiempo que devoraba el haz de luz amarillento, sumía la cercanía en oscuridad. Al dar el tercer paso para adentrarse en el interior de otra de las cajas, Jenny resbaló hasta caer sentada delante de una. La joven maldijo en voz baja hasta erguirse completamente y comprobar con sus ojos qué había sido el causante de la caída. Sus ojos se volvieron a extrañar. La poca luz que emitía la lámpara de queroseno, conquistada por la niebla dejaba poco que contemplar, pero Jenny se esforzó por ver una especie de mancha oscura al principio que lentamente, a medida que se acercaba, cambiaba la tonalidad de la sustancia a un color rojizo pastoso. ¡Era sangre! Había Sangre en el Suelo. Rápidamente dejó el libro apoyado sobre una caja y sacó su "picola" dispuesta a hacerla hablar. Expandió su mirada hasta donde pudo y regresó al cero sanguinolento descubriendo que iba expandiéndose muy sutilmente. Al no ver nada de frente ni detrás ni a sus lados, optó por la única opción que la quedaba. Su cabeza se alzó hacia el techo del almacén. ¡DIOS! Pensó en el creador ante algo que no había sido creación del todopoderoso. Colgando de unas fauces había un brazo y de su mano colgaba una pistola. El sonido tamborileante de un mordisco hizo que el arma cayese a los pies de la joven mientras un rostro animal de rasgos esqueléticos hacía acto de presencia. La sangre seguía manando, gota a gota mientras la bestia continuaba con su comida. Jenny pudo observar con más detenimiento mientras la apuntaba, que poseía alas y una columna que sobresalía de su estructura afilados huesos puntiagudos. No perdió más el tiempo. La bestia la vio y en cuestión de segundos se abalanzó sobre la joven. Ésta, en un acto reflejo, fruto de su vida o de su supervivencia se dejó caer al suelo empezando a disparar con su metralleta. Las balas de la "picola" encontraron a su diana sobre la piel dura de la bestia alada. Una o un par de balas no le hubiesen hecho nada, pero la mecánica de la metralleta y sus disparos a doquier hicieron que Jenny descargase todo el cargado de su "picola" sobre el vientre de la bestia. Su cuerpo cayó encima de la mujer tapándolo completamente. La metralleta no la serviría más pero la Automática del .45 la cogería con gusto, sobre todo cuando empezó a oír voces del interior del agujero que había hecho su amigo en el techo del almacén. Parecía que no estaba sola."



Amanda se enfrenta a lo desconocido con una espada y una lámpara, consiguiendo dos pistas en su aventura.



"Al cruzar el umbral del Archivo, algo atrajo la atención de Amanda. En la zona baja de la última estantería, en un rincón sepultado por el polvo se encontraba el lomo de un libro. Era el único objeto de su especie que descansaba en la tumba de madera que acogía otros singulares objetos. La joven tenía ante ella el oscuro pasillo de salida pero decidió coger el libro antes de marcharse. Algo la decía que tenía que hacerlo. Las manos de la estudiante cogieron el voluminoso libro y antes de aventurarse por sus páginas decidió dar un soplido para no invadirse del mar de polvo que recubría el objeto. Al hacer desaparecer el manto de polvo apareció el título del libro: Los Registros Perdidos. ¡Vaya! Así que había alguien en el museo que sabía lo que hacía pensó mientras empezó a pasar sus páginas. Ante los ojos de Amanda iban pasando artículos e imágenes de la colección de cosas y objetos más curiosos que jamás se habría encontrado en toda su vida. Entre ellos pudo descubrir los que poseía ella: el Libro de Dzyan, la Lámpara de Alhazred o la Espada de Gloria entre otros. Volvió a ejercitar su mente. Sabían lo que tenían aquí, y desde hace mucho tiempo por lo tanto no sería trabajo de una sola persona sino de un grupo. Un conjunto de personas salvaguardando estos objetos tan antiguos y tan desconocidos. ¿Y con qué propósito? Repentinamente se oyeron disparos muy cerca de donde estaba. Parecía el sonido de una metralleta. Los escalofríos volvieron a recorrer el cuerpo de la joven. Dejó el libro en el suelo y se marchó del lugar con muchas dudas y alguna que otra pista."


Las cosas se complicando para todos, incluido nuestro arqueólogo favorito. La Vigía azul de la Pirámide le será de gran ayuda para la tirada de dados y conseguir un valioso pergamino que le permitirá obtener otro codiciado Símbolo Arcano.



Y la suerte estuvo de parte del amigo Jack porque además de utilizar su Revólver del .38 consiguió todos los premios de su carta de aventura. Interesante, sí señor.




"Tranquilo Duque. Calmó Monterey al animal al mismo tiempo que intentaba apartar su viscosa lengua canina. ¡Vaya, por fin alguien ha encontrado a mi perro! Unos pies trajeados entraron en la oficina de seguridad dejando entrever la figura de un corpulento hombre. El arqueólogo se levantó y miró al bien vestido y fornido ser. El hombre le sonrió y le lanzó su mano derecha como símbolo de fraternidad y diplomacia para saludarle. Monterey podía haber estado en las cloacas más inmundas del planeta, cosa que le gustaba, pero también conocía las reglas del juego y no se mostraría descortés con el extraño individuo. El arqueólogo lanzó su mano ante la atenta mirada de Duque olisqueando la confrontación de las dos extremidades. Usted debe ser el señor Monterey Jack, ¿no es cierto? El arqueólogo asintió en un noventa y nueve por ciento de la seguridad mostrada por aquel hombre. Tenía un pelo demasiado engominado para Jack y demasiado bien peinado y ordenado, además su bigotillo mejor poblado que el suyo, incitó alguna que otra envidia. Soy El Conservador dictaminó manteniendo una sonrisa falsa. Enseguida los ánimos se calmaron, sobre todo los del arqueólogo. Por fin estaba ante alguien del Museo y por fin alguien le explicaría lo que estaba pasando y saber más acerca del extraño objeto que descubrió en el pasado. El conservador le invitó a que se sentase en la silla de la oficina mientras él se ponía cómodo enfrente.

 -Así que lo consiguió señor Jack.
 -¿El qué señor...?
 -La Vigía Azul de la Pirámide. -Contestó rápidamente sin dejar de respirar a Monterey.
 -¿La qué? -Desconociéndolo por completo.

Escupió una risotada ante el rostro del arqueólogo, que no dejaba de mirarlo sorprendido, y del asustadizo Duque, desperezándose debajo de la mesa.

 -Lo que usted encontró en Egipto, es algo muy valioso.
 -Me hago una ligera idea, sobre todo desde hace unos meses.
 -Teníamos que conseguirla sea como fuese, señor Jack. -Entrelazó todos sus dedos, enmarañándose su rostro, que aún conservaba restos de la risita demoníaca.
 -¿Conseguirla? -Se volvió a extrañar sacando el objeto de su bandolera de cuero- Se refiere a este espejo.
 -Exacto. -La miró adorándola-. Y no es un espejo. Es una llave.
 -¿Una llave?

Esta vez Monterey miró el reflejo del cristal sorprendiéndose de la revelación. ¿Una llave? Un simple espejo, aunque algo raro pero espejo al fin y al cabo. ¿Y si fuera cierto? ¿Qué clase de puerta abriría?

 -Creo que ya le he dicho demasiado señor Jack.
 -No ha llegado ni al principio, amigo.

El conservador se levantó bruscamente y con él Duque, pero no fueron lo suficientemente rápidos porque Monterey ya los tenía encañonados con su Revólver del. 38.

 -Y ahora es cuando me va a explicar lo que está pasando aquí, ¿quiere?

El arqueólogo no se dio cuenta de la intromisión de la niebla en la oficina pero echando un ligero vistazo a Duque, el animal empezó a gruñirla. Monterey intentó eludirla pero en ese momento el conservador se lanzó sobre su cuerpo. Los dos hombres se revolcaron en el suelo de la oficina mientras que el manto gaseoso los engullía y Duque no dejaba de ladrarlo. El primero que golpeó fue Monterey con un codazo en la ingle del conservador. Éste se revolvió alejándose del arqueólogo. En su huida dejó caer un objeto: un Cuchillo. El arqueólogo se levantó dispuesto a disparar al conservador pero la niebla cegó el tiro. Monterey intentó salir fuera de la oficina al mismo tiempo que seguía oyendo los ladridos de Duque y ahora una presencia sonora nueva, los sonidos de una metralleta, pero no llegó muy lejos. El conservador parapetado detrás suyo pudo golpearle fuertemente por la espalda haciendo que Monterey cayese inconsciente al suelo, perdiendo su Revólver del .38 y agarrando de su mano el Cuchillo del conservador mientras éste sonriendo, teniendo en su derecha la Vigía Azul de la Pirámide."

CONTINUARÁ...