“Desde el principio, el público quiso a Mickey Mouse. Posiblemente porque estaba dibujado a partir de círculos, una forma que es un perfecto reclamo psicológico y que crea en el espectador una sensación, un gran sentimiento de seguridad y entereza.”
Frank Thomas y Ollie Johnston. Too Funny for Words, 1987.
Cuando me acerco al entrevistado, me gusta que se produzcan un choque con el entrevistador. Que se produzca un intercambio de ideas, estructuras, esquemas porque creo, sinceramente, que es una de las maneras más directas de aprender del otro. En este caso, y tengo que ser sincero, me arrope con mi dvd portátil para enseñarles dos momentos de dos películas míticas para mí y poder discutir sus secretos a Christian Dan y a Borja Montoro. No lo hice con David Míguez, porque no sabía muy bien en qué consistía su trabajo, así que en ese trasvase de saber fui en desigualdad pero no me importó (¡sagrada inferioridad!), aprendí muchísimo en su valiosa media hora. El Jorobado de Notre Dame (Kirk Wise y Gary Trousdale, 1996) fue mi opción con Christian y la secuencia del rescate de Esmeralda por parte de Quasimodo, nuestro objeto de estudio.
Le pregunté que cómo hubiera sido su trabajo si se lo hubieran propuesto a él. Me explicó pormenorizadamente cada paso dado y ante mí vi una claridad que me hizo ver la secuencia con otros ojos, empezando por su base misma con el proceso de layout en 2d y en 3d por ejemplo. Hablamos de esa conceptualidad acerca de la figura del círculo, o en este caso de la elipsis simbolizada en el trayecto que realiza Quasimodo desde que va soltando la cuerda hasta levantar en brazos el cuerpo desfallecido de la zíngara. El plano comienza con un paneo de arriba, mostrándonos un cielo plomizo anaranjado, a abajo, representando el París infernal del juez Frollo, y evidenciando el protagonismo geométrico del círculo sobre el rosetón de Notre Dame.
Con Borja Montoro fue diferente. Pero es que él es diferente. Proyecta una cosa y después es otra. Al dibujante le puse una secuencia del Libro de la Selva (Wolfgang Reitherman, 1967), donde Baloo y Bagheera discuten el destino de Mowgli en una impagable y preciosa noche en la jungla. Para el que suscribe una de las transiciones mejor realizadas, no ya de la animación sino de la ficción en general. Es un momento difícil porque no paran de hablar los personajes, si he dicho bien, personajes como me decía Borja porque no tenemos que olvidarnos que no estamos ante un oso y una pantera sino que son actores disfrazados (en este caso serían Phil Harris y Sebastian Cabot). Lo que discuten es muy importante para la supervivencia del chico pero algo pasa, muy disimuladamente, delante del espectador. Algo mágico, sutilmente hablando, (otra vez estamos con los detalles). Una prueba de fuego animado. Somos testigos de un amanecer. La conversación entre los personajes adquiere el viso clásico de plano- contraplano, pero en uno de ellos se filtra una punzada de claridad que lentamente inundará todo el plano en el siguiente momento. La luz nacida en un rincón aparece en todo su esplendor. Ha nacido el día en la jungla y también la decisión de Baloo y Bagheera de proteger al niño. Un momento importante capturado por la estética más pulcra. Una decisión narrativa impagable.
CONTINUARÁ...
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