Buscar este blog

miércoles, 23 de mayo de 2018

PASANDO EL LUDOMINGO CON THE WORLD OF SMOG. RISE OF MOLOCH. PRESENTACIÓN.



Regresamos al fascinante mundo de los juegos de mesa con un universo rolero muy "Steampunk". Nos adentraremos en el misterioso mundo de Smog y de paso, construiremos el Segundo Taller Narrativo de Incitar a Escribir, que ya iba siendo hora!!!!


Un lugar y una fecha, adornados con imágenes de logros hechos por el ser humano. El vuelo en Globo y la construcción del zeppelin. Puede que a simple vista pareciese que nuestras aventuras van a tomar un fuerte calado realista, cuasi romántico pero no. Este Londres del siglo XIX pertenece a la ficción, a una alteridad trastocada genéricamente. Nos encontramos en pleno apogeo de la revolución industrial e, independientemente de los éxitos obtenidos de las diversas y nuevas fuentes de energía, la metrópoli inglesa pertenece al reino de la fantasía. Una en la que la magia y el mundo feérico se dan la mano con el carbón, la niebla, el vapor y el éter para conformar un mundo en crisis. La reina madre y su imperio dominan el mundo pero en su interior se está incubando el huevo de la serpiente. Desde los gitanos de la secta "La Rueda" hasta los Mekamancers, pasando por los incomprendidos freaks del "Pozo" o los integrantes orientales de "El Dragón", conforman una panoplia desconcertante de facciones encontradas con un único objetivo: minar la estabilidad de la corona. De todos ellos quizás "El Culto" sea la organización más poderosa y ominosa para su majestad y sus ciudadanos. ¿Y quién puede hacerles frente a tal desigual combate? Solamente se encuentra "El Club Unicornio", compuesto por Caballeros y Damas de dispar orígenes, dispuestos a todo con tal de defender el "status quo" imperante. ¿Lo conseguirán?

LA ESCENA.


El juego lo llama así al tablero conformado por varias losetas y capas de lugares que compondrán la geografía de cada capítulo de un modo campaña de seis. Aunque también tienes la elección de jugar cada uno de manera independiente, no cabe la menor duda que elegir la opción de campaña, es la más adecuada para sacar todo el jugo a este juego aparecido en un Kickstarter el año pasado por parte de CMOM (la compañía que está detrás de los Zombicide). El hecho de jugar los diversos capítulos propone una característica muy rolera a la mecánica del propio juego que lo hacen muy interesante. Si no te atrapa, lo hará su temática innegablemente. Si observamos los lugares con detenimiento comprobaremos el lujo de detalles que incorporan su despliegue y no solamente me refiero a los interiores, el exterior neblinoso y marcado por un eterno aguacero nos deja entrever diferentes alcantarillas diseminadas por el húmedo suelo, de las cuales algunas poseen singulares habitantes peculiares. Y es que la importancia de un escenario en una narración es nuclear y en este primer capítulo, y a modo de introducción, tenemos cuatro ubicaciones interiores y las calles del barrio de Whitechapel. ¡Veámoslos!

 I. CALLEJÓN INTERIOR:


Antes de introducirnos en él, nos llama la atención el detalle del exterior, como ya he citado antes. Una alcantarilla semi abierta y de la cual se deslizan diferentes ciempiés de dimensiones  anormales. Primer aviso, la fantasía está adentrándose en la ficción. En  este primer espacio seremos testigos del nacimiento de los caballeros del Club Unicornio, o de su presencia,  parapetados por unos ruidos extraños y preparándose para la confrontación con su misión. Otro detalle del atrezzo, existen unos toneles apilados en las esquinas izquierdas del callejón, regalándonos una pista situacional del lugar que conecta ese callejón con el espacio anexo. ¿Uno de tinte(o)s alcohólicos tal vez?

II. PUB:

Efectivamente, el callejón da a un "public house" típico británico de siglo XIX. Tenemos la barra, las mesas circulares y una ficha de objetivo que nos será de gran ayuda en nuestra aventura. Todas las historias tendrían que empezar en una taberna, confluencia de géneros, útero narrativo "in media res" inmejorable donde los héroes buscan algo y encuentran pistas que les darán claves para empujar el relato a otras geografías.

 III. COMISARÍA DE WHITECHAPEL.


Como por ejemplo el destino final de la historia del primer capítulo. Uno peligroso, empieza  ardiendo y como no tengamos cuidado puede acabar siendo pasto de las llamas. En su interior se encuentra un extraño personaje, en espera de ser salvado por el Club Unicornio. Pareciera que se encuentra en el lugar más seguro, rodeado de bobbies y esperando a los héroes, pero las cosas no son lo que parecen en el mundo de Smog. Así pues, ¡habitemos esos escenarios y démosle vida con los actantes de nuestro relato lúdico!


Y bien, una vez resucitada la escena, observemos con más detenimientos a la troupe de esta historia. Por un lado tenemos a los integrantes del Club Unicornio:


Una dama muy sui géneris con todos sus atributos y características preparada para la acción. Abigail Sutherland, como buena Arcanista, a través de su conocimiento mágico podrá llegar a sernos de gran utilidad en la partida. Además lleva el role de Samaritana para poder ayudar a sus compañeros en sus aventuras.


El líder del grupo es el doctor Cavendish, un hombre con mucha experiencia a sus espaldas. Es un mítico Mekamancer y puede depararnos más de una sorpresa, como sus guantes de Tesla.


Y por último, ¡la bestia! Pareciera un ser infernal, pero esa chistera lo delata. Drago pertenece a una clase aristocrática de la vieja Europa con poca paciencia y menos aún, nada de disciplina. Es nuestro Hulk particular y está sediento de sangre más que de saber. ¡Ya veremos!

Acompañándolos se encuentran los aliados.


Como personajes episódicos, están los Bobbies...


...Y como secundaria, una damisela en apuros, perseguida y poseedora de un objeto de gran valor que guarda un gran misterio.

En el otro lado, la némesis del juego. Tenemos dos agentes del Culto: Tobias y Emerson. Desenterradores profesionales que trabajan para los Tanocrátas. Elegidos entre la chusma más arrabalera y convirtiéndose en su mano ejecutora a la hora de obtener carne putrefacta de las morgues y cementerios varios. Hermanos de sangre que esconden su alma tras una máscara. ¡Cuidadito!



Y si nos os pareciera sobrenatural su aspecto esperad a ver las hordas de zombies desplegados por toda la escena en dos tipos. Los que están muertos, digamos que en estado sólido y los que están rodeados, en llamas. Son los proletarios del templo de Seth. El futuro de una sociedad en crisis, donde la mano de obra barata ya no existe, solamente la mortuoria.

                                             

  

Bien, escrito esto. Señores y señoras, prepárense para la fantasía, la aventura y el romanticismo más irrefrenable, ante ustedes se abre el telón lentamente.



                                                                 
                                                                   PRÓLOGO.
                                                           ALEJANDRÍA - 1818.

El sol estaba situado en su cénit y debajo el reino de arena. Unas huellas de pisadas tímidas surcaban las dunas cristalinas, siguiendo un rectilíneo recorrido. Empezaron siendo solamente un par pero después aparecieron más y al final, se transformaron en un ejército de pisadas. Y no aparecieron solas. Las voces empezaron a subir de tono y la exaltación secuestro al silencio. Desde su improvisado rincón, una figura de mediana edad y contextura delgada intentaba ser testigo de excepción. Lord Petrie vigilaba con mucha atención, parapetado detrás de un gran rostro de roca caliza semienterrado, en el interior de una sala hipóstila. Bien podría ser la representación  del propio Faraón Negro Imhotep II pensó, pero en seguida su atención fue a parar a lo que sus ojos estaban a punto de contemplar. La ceremonia iba a empezar. La masa enfervorecida  se concentraba diseminada alrededor del bosque de columnas que conformaban su geografía. El techo adintelado retumbaba a cada grito haciendo que se derramase pequeños hilos de arena, que invadían el suelo cubriéndolo. Los integrantes iban todos cubiertos con túnicas blancas acabados con un turbante en sus cabezas. Una ligera máscara de lino blanco cubría su rostro escondiéndose de una gratuita delación. El inglés se mojó sus labios humedeciéndolos con su saliva, indicando su grado de excitación que lentamente iba extendiéndose por todo su cuerpo. Habían pasado unos meses desde su hallazgo improbable e inverosímil: el descubrimiento de una momia viva en un complejo funerario cerca de la Pirámide de Meidum, al sur de El Cairo. La primera reacción fue la del desconcierto, sobre todo entre sus colegas, y después la expectación en la opinión pública por su revelación. Ambas duraron poco debido a la misteriosa desaparición del espécimen que lo transportó al callejón del fraude. Pero Lord Petrie era un hombre perseverante y continúo una búsqueda que lo trajo hasta Alejandría y hasta este justo momento.


          —¡SOLTADME!
          —¿Qué diablos es eso? —Giró su cabeza buscando la procedencia del grito.

No era un grito , más bien un desgarro de una mujer ahogado por el canto fúnebre de los asistentes.
         
         —¡IMHOTEP!, ¡IMHOTEP!, ¡IMHOTEP!


Dos hombres vestidos igual que la mayoría, depositaron a la mujer sobre una mesa situada sobre una férrea estructura metálica. Debajo había una especie de sarcófago de madera policromada. Les costó atarla de pies y manos pero eran dos fornidos hombres frente a una mujer. El cuerpo enclenque mostraba resistencia a cada segundo que pasaba, retorciéndose rítmicamente sin desfallecer. Repentinamente el canto cesó y los movimientos nerviosos de la víctima. No se sabe cómo pero a su lado apareció un hombre muy alto, vestido con una túnica marrón y con una máscara de oro fulgurante. Fue lo primero que atrajo la atención del arqueólogo. El objeto dorado mezclaba extrañamente diferentes motivos animales y humanos. Por un lado, dos cuernos de carnero de un tono marfilado sobresalían de la máscara y por otro, dos grandes ojos oscuros protagonizando toda la superficie. El extraño levantó su mano derecha y puso una estela de gran tamaño junto a la mujer.

         —Parece de granodiorita—habló el arqueólogo forzando su vista, intentando ver más allá de la tercera fila de columnas.
         —¿Otra piedra Rosetta, milord?

El inglés miró el origen de la voz que había realizado la impertinente pregunta. Había salido de un cuerpo delgadísimo, capitaneado por una poblada barba negra como la noche.

          —Anpoù, Anpoù, dejad de reíros de la arqueología. Nos encontramos ante lo que puede ser el descubrimiento del siglo y vos os lo tomáis a guasa.
           —¿Qué Guarra?
           —¡A broma!
           —¿Qué? —Ofendido—. Estas cosas son muy serias para mí, milord. Os tengo que recordar que si no fuese por mi antepasado el gran arquitecto real de Imhotep II y su sabiduría, jamás hubiéramos encontrado su santuario. Esto pertenece a mi país, pertenece a mi raza, y demuestra una cultura…
           —…a punto de ser expoliada. —Interrumpió el inglés, siendo tajantemente irónico.
           —Por una suma de dinero interesante, —acabó con una gran sonrisa—. ¿Verdad?

El hombre alzó su mano y Lord Petrie rebuscó en el interior de su chalequillo, sacando a la luz un bulto pequeño pero pesado, acompañado de un tintineo al balancearlo.

         —Bueno, bueno. Uno no ve todos los días una ceremonia tanocrática, ¿no es cierto?
         —Sin duda, milord.

Anpoù cogió el bulto y mantuvo su sonrisa poco tiempo. La mujer volvió a chillar pero solamente una vez más. Un último grito arrebatado a la vida. Los dos testigos miraron de frente sin poder ver nada. Cuando el enmascarado se apartó incorporándose, miraron asombrados como la mujer parecía yacer con los ojos cerrados y completamente estática. Lord Petrie miró encorvado su vista y no dudó ni un segundo en adentrarse mucho más en la sala, amparándose en la ubicación de las columnas. La sorpresa de Anpoù iba pareja al tímido avance del británico.
   
         —Pe…Pero, ¿Qué estáis haciendo milord? —Escondiéndose rápidamente la bolsa entre su túnica y parapetando su rostro.

Lord Petrie se acercaba peligrosamente al inicio de la congregación pero optó por escabullirse por el pasillo más a su izquierda y el más despejado de poblamiento humano. A medida que caminaba, el sudor frío empezaba a deslizarse por su rostro, pasando de largo las espaldas de los integrantes al culto, que no se habían percatado de su presencia. Anpoù sí que se percató entrando en pánico.


          —¡Por Alá!


Ahora más cerca, el británico podía ver que la mujer era una adolescente, y además una que no pertenecía al lugar, su tez blanquecina y sus ojos azules podría delatar un posible origen caucásico. Y otro detalle, más siniestro si cabe. Por sus pálidos brazos se iba desangrándose rápidamente. También constató unos senderos tallados sobre la superficie de la mesa, por donde se derramaba ordenadamente la sangre hasta caer limpiamente sobre varios orificios del sarcófago. Inesperadamente recordó el significado de la palabra de origen griego: "que come carne" y la situación le recordaba  a eso. Parecía que el sarcófago se alimentaba de la joven.

El hombre con la extraña máscara dejó de contemplar a su víctima y, alzando su cabeza al techo y blandiendo un puñal ensortijado cuyo filo aún estaba manchado de rojo, se dispuso a recitar otro canto pero algo lo detuvo. Fue cuestión de un par de segundos pero fueron suficientes para que, ya no solamente el extraño sino toda la congregación, se diese la vuelta y contemplasen a Lord Petrie paralizado. A plena luz del día, lo único que había traicionado al inglés fue su propia sombra ampliándose sobre la pared del pasillo. Anpoù vio todo desde un silencio comprometedor con su propia vida, estaba de alguna manera salvándose a sí mismo y sabía que no era la primera vez que lo hacía. Solamente tenía que cerrar sus ojos y salir por donde había entrado pero un fusil enfrente de su rostro, le hizo cambiar de opinión, y esta vez, si que era la primera vez que le ocurría.
Lentamente la masa se fue acercando al inglés rodeándolo violentamente, escupiendo al arenoso suelo del templo y gritando en un idioma que no entendía. El enmascarado con puñal en ristre intentó acercarse al arqueólogo pero varios disparos le alertaron de no hacerlo, volviendo a reaccionar con suma celeridad. Retrocedió sobre sus propios pasos acercándose al sarcófago mientras sus acólitos caían uno a uno frente a la tormenta de fuego y pólvora que iba inundando el interior del templo. Miró algo que lo paralizó durante unos segundos. Los disparos no le habían alcanzado pero  a la estela de piedra que depositó cerca de la joven. Se agachó observando los cuatro trozos en los que se había dividido el objeto. Intentó rápidamente cogerlos pero un soldado se abalanzó sobre él, desperdigándolos. El enmascarado parecía fuera de control y empezó a utilizar su puñal repetidamente sobre el estómago del militar. Lord Petrie reaccionó con los disparos y se agachó mientras los cuerpos más próximos caían muertos como peleles.

          —¡Dios salve a la reina! —Gritó Anpoù aliviado, deslizándose de su escondite.


Ante él tenía a un hombre que le sonreía exageradamente con una barba refinada y bien peinada, que llegaba a fusionarse con unas esplendorosas patillas. Lord Gladstone miraba impertérrito como sus hombres ya no ejercían de soldados sino de carniceros ante la masa allí congregada y eso, para él, no tenía precio. Cerró sus ojos y alzó su ganchuda nariz oliendo la sangre y la pólvora de la sala. Le reconfortaba saberse victorioso y también le excitaba en sumo grado. En poco tiempo la sala fue conquistada por la humareda de la pólvora que hacía impracticable el visionado de su geografía. Lord Petrie creyó ver al enmascarado levantarse y abrir el sarcófago pero una cimitarra le negó más. El filo curvo estuvo a punto de cercenar su cabeza pero Anpoù llegó a tiempo, cargado con una piedra que tiró al rostro del atacante, partiéndoselo en dos. El inglés tuvo que darse la vuelta para no tener que contemplar tan desagradable momento.


           —Lord Gladstone ha llegado, milord.

Lord Petrie se giró y miró a Anpoù y después sonrió la presencia del militar. El cruce de miradas entre ambos caballeros demostraba una cortesía y camaradería que se contrastaba con el horror del templo. Ambos se frotaron sus manos en señal de agradecimiento.


          —No se os puede dejar solos, Lord Petrie. —Sonó prepotente el militar.

          —¡Hombre! Sólo, sólo. Interrumpió Anpoù, haciendo reír a los dos.

Lord Petrie dejó de sonreír y empezó a desplazarse hacia el sarcófago siendo acompañado por los dos hombres.

          —¿Habéis encontrado lo que buscabais? —Inquirió Lord Gladstone.  

Lord Petrie dudó en contestar mirando a la joven muerta y sin pistas del enmascarado.

          —¡Salvajes! —Despotricó el militar.
          —¿Qué hacéis milord? —Se alarmó Anpoù al ver que el inglés abría el sarcófago. 

Al principio encontró resistencia pero después consiguió deslizar la tapa ligeramente hacia un lado. Los tres hombres contemplaban el interior vacío.

          —Parece que no, Lord Gladstone.

El inglés retrocedió apenado golpeándose con el cuerpo del soldado que luchó contra el enmascarado. Al principio no le dio importancia, evitando no pisar su mano pero observó algo que sujetaba con fuerza. Se agachó y, no sin esfuerzo, quitó un trozo de piedra al muerto. Lo estuvo mirando con mucho detenimiento ante la atenta mirada de los otros dos hombres.

           —O quizás sí.

Una sonrisa regresó al rostro cansado de Lord Petrie, quizás al fin y al cabo, la jornada había sido de gran provecho.

                                                                                        
                                                                                                CONTINUARÁ...





















No hay comentarios:

Publicar un comentario