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miércoles, 10 de agosto de 2016
Día de Pre-Estreno. Ser consciente de Star Trek: Más Allá.
Cuando uno va a ver una película de Star Trek sabe a lo que va, pasa lo mismo con el amigo Bond o Jones. No existen pretensiones. Es lo bueno y también lo malo del asunto. La previsibilidad acabó con la antigua franquicia cinematográfica y esta nueva generada por, entre otros, J. J. Abrams parece seguir por los mismos derroteros. Empezó bien con su Star Trek (2009) transformándolo en un original reboot que no partía de una copia sino de un paralelismo a la antigua saga. Había un momento en un planeta de hielo donde va a parar el capitán Kirk y donde se encuentra con el Spock originario (Leonard Nimoy), que nos hacía replantearnos todo lo visto hasta el momento para darle otro giro narrativo. Funcionó. Con En la Oscuridad (2013) las cosas se fueron formalizando aunque también contenía algún que otro secreto. La presencia de la némesis de Kirk, Khan que lo llegaba a ensombrecer por momentos. Bien, nos encontramos en el 2016 y aparece la segunda secuela. El subtítulo nos recuerda el espíritu originario de la serie de televisión (1966-1969) creada por Gene Roddenberry, la exploración, la aventura, el mito de la frontera, lo desconocido metaforizado en ese Más Allá. El objetivo del Enterprise, la búsqueda de nuevos planetas y nuevas razas con los que poder convivir en paz y armonía. ¿Nos ha sorprendido? Pues sinceramente no. Tampoco es algo negativo. Es más de lo mismo pero eso sí, fabricando el producto perfecto para los Trekkies y los que no lo somos. Diversión garantizada, entretenimiento conseguido y algún que otro mensajito filosófico, que no queda mal del todo. La eterna lucha del individuo contra el grupo y aunque suene extraño, el rebelde capitán Kirk no es ese individuo que nos quiso vender el primer film renovado de Abrams. Es más, el personaje es consciente de su posición dentro del organigrama de la Federación y dentro de su nave. Pareciese más que evolucionado, civilizado por lo tanto tendremos que buscar ese signo “antisistema” en otro personaje, un outcast, el villano de la función, el general Krall (Idris Elba).
Personaje que encierra secretos como los mejores villanos de la saga pero que se convierte en un héroe destronado cuando se le vacía de su propósito final, la venganza. Persigue todo símbolo de la Federación y a sus integrantes porque piensa que están equivocados al hacer creer al universo que la fuerza viene de la unión. No existe mayor poder que la lucha y solamente puede ser representada mediante un carácter fuerte y totalitario, es decir, un dictador. Por aquí se filtraría el interesante choque entre democracia, o lo que creen los creadores que es la mejor forma de gobierno, frente al control totalitario que recae en una sola persona. Quitando los típicos enfrentamientos espectaculares, no podemos quejarnos del ritmo orgiástico que Justin Lin imprime a esta secuela y de aquellos momentos donde el humor generado en conversaciones arrincona a esa velocidad rítmica del montaje absorbente. Como curiosidad dentro del contexto narrativo, destacar la presencia de un nuevo personaje, Jaylah (Sofia Boutella), que refresca la trama aunque también se va diluyendo rápidamente. Pareciese al principio que podría convertirse en el alter ego de Kirk pero que después se va apartando, a medida que la trama avanza, irónicamente gracias a ella y sus conocimientos del planeta donde van a parar los protagonistas de esta gran evasión. Otro elemento que acompaña a la historia es el macguffin que siempre prologa cada comienzo y que normalmente es solamente eso, un divertimento sin más que aquí se extiende hasta dar sentido a la misión. Conseguir un objeto (el abronath), un bioarma que al principio protagoniza un delirante comienzo pero que después se transforma en un objetivo nuclear para el guion. Seamos conscientes de que existen diferentes maneras de disfrutar una película, Star Trek: Más Allá es una de ellas. Una que propone los mismos conceptos y las mismas resoluciones garantizándote pasar un buen rato. Es como aquel recorrido que haces subido en una montaña rusa. El primer viaje te sorprende pero el resto no tanto. Incluso Kirk al principio se muestra desilusionado. Empieza describiendo la vida cotidiana de la Enterprise y a sus integrantes, replanteándose dejar su nave y a su tripulación por el tedio, gracias al cosmos que sólo le dura esta película.
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