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martes, 2 de agosto de 2016

LOS TRABAJOS PERDIDOS. (Y VAN DOS). ZAYA. SIMULACRUM ARTIS.


Una nueva revista de cómic salía hace tiempo (NinthComic) y con ella, agarrado de sus manos, un montón de ilusiones y proyectos que tan rápido como aparecieron, se fueron esfumando. Otra derrota más de la que aprender. Llegó a editar línea clara con una calidad sorprendente (Elías el Maldito por ejemplo). Y un amante de la animación dispuesto a "colaborar" con el equipo que hacía posible ese milagro. Mandé algún trabajo, creo incluso que de esta Fortaleza de Nintes, y me contestó el editor en jefe, Sandro Mena que estaban preparando un número donde se hablaría de Zaya. Que si estaba interesado en "colaborar" que podría hacerlo con un análisis de los tres tomos. Con mi corta experiencia en esto del mamoneo creativo, por supuesto que accedí, pero claro, esta vez no haría el ganso como en otras propuestas (Los Trabajos Perdidos. La vida es una cárcel), y me cubrí las espaldas. Realicé el siguiente análisis de Zaya sin comprar los tomos, por supuesto, dejándome simplemente la piel en una librería conocida de la capital y haciendo tránsfugas fotos mientras leía el cómic de pie, y sin que el miembro de seguridad me viese en pose sospechosa. Pues bien ahí os lo dejo dedicándoselo al señor Mena, con humildad.

ZAYA. SIMULACRUM ARTIS.


Una de las principales ideas básicas de la física es que la información nunca se destruye. Todo el universo está hecho de partículas y la información codificada incluida en esas partículas nunca puede ser eliminada.”
                                                                                                                Leonard Susskind

INTRODUCCIÓN.
Las palabras del físico norteamericano explican la pervivencia informativa eternamente. Si entendemos por información todo aquello que es energía, entenderemos que de lo que realmente está hablando es de algo muy conocido por todos: la energía no se crea ni se destruye sino que se transforma. Lo original de la propuesta no es el texto por tanto, sino su contexto ya que lo hace incluir en la temática de los agujeros negros, uno de los mayores enigmas universales y que más debate genera. En su contra estará la paradoja de Stephen Hawking acerca de la información almacenada en los agujeros negros, tendiendo a desaparecer con éstos. Como consecuencia las palabras de Susskind reabren el debate e insisten en su aportación.


En muchas de sus master-class llega a representar a los agujeros negros dibujándolos como agujeros de drenaje en el interior del mar. Auténticos coladores que funcionan como espirales succionadoras de materia. Bien, las palabras y hechos del señor Susskind me permiten realizar un ejercicio mimético sin igual. La figura geométrica de la espiral me recuerda a un dibujo de la última aventura de Estela en nuestro país. Obra del mismo guionista que Zaya, Jean Louis Morvan y del dibujante Philippe Buchet. Es la representación de un psicoportal al comienzo del capítulo 14 (Liquidación total) por donde se filtra el letal asesino que pondrá en serios aprietos a Navis.



Esta figura es una constante en todo el universo de esta serie de ciencia ficción que está arrasando en el país vecino. La forma de la nave de la Constituyente tiene forma de espiral, igual que los portales espacio-temporales que utilizan sus pobladores para desplazarse de un lugar a otro. Así que no estamos tan lejos de las propuestas fantacientíficas que abundan en la biografía del guionista francés pero tampoco damos palos de ciego con respecto a las características formales del dibujante de mahua, Huangjiaweig. Ambos portentos confluyen en un punto del universo creativo, uniendo sus talentos para expandirlos de forma espiral, mostrándonos un curioso cruce de culturas y temáticas genéricas que es Zaya. ¿Estamos ante un mahua o un ejemplo de línea clara? O ambas cosas, generando una especie de postmodernidad donde ya no solamente confluyen elementos del noveno sino también del séptimo arte.
La espiral es la curva plana que da indefinidamente vueltas alrededor de un punto, alejándose de él más en cada una de ellas. También es el nombre de una organización secreta terrestre que opera en cada rincón del universo conocido en Zaya. La elección de la espiral es una constante en la creación nuclear del propio dibujo del chino Wie, sobre todo cuando Zaya se aventura en el Hiperespacio pero también se muestra pertinaz característica del guion del francés Morvan, convirtiéndose en metáfora del enrevesamiento narrativo del mismo.



La línea aboceta la historia marcando un camino a seguir, convirtiendo al lector en peregrino de una escenificación. Una cuyo maestro de ceremonias es la organización secreta. Su objetivo es el poder y su máxima es su manipulación de una manera efectiva y directa, sin miramientos. Posee un ejército de agentes bien entrenados, listos para la lucha y las misiones más arriesgadas. A este mundo pertenecía Zaya Oblidine pero hace seis años que la jubilaron o eso creía ella. Ahora vive de sus holoesculturas exponiéndolas. La  irónica metáfora acerca de cómo el arte amansa a las fieras bien valdría como preámbulo de nuestra historia. La vida de Zaya es una sosegada y acomodada, muy diferente a la de casi el resto de la población como muy bien representa el trazo centelleante de Wei, cuando la narración es empujada al exterior y la acción vibrante inunda cada viñeta del tomo primero, despojándola de todo sentido y proporcionándola solamente aquel del que se retroalimenta, el movimiento. Las calles están conquistadas por gente apelotonada frente al solitario paraje de las dependencias que contiene la casa-palacio de la protagonista.



Líneas sinuosas conquistando espacios abigarrados de detallados objetos que hacen que los límites de las viñetas produzcan una cierta claustrofobia, no por su continente sino por el contenido que poseen, buscando un único fin: representar la vida misma aunque sea en un futuro lejano, persiguiendo la realidad. Ya se sabe que una de las cosas más difíciles de realizar en animación es la imitación del medio acuoso, entre otras cosas porque siempre está en perpetuo movimiento, incluso si viésemos un estanque y nos pudiésemos sumergir, podríamos observar que la sustancia se mueve porque está viva. Como vivas están por ejemplo las persecuciones pantagruélicas de la trama, donde se puede percibir el caos reinante en las calles o la escena del crucero placentero que se tornará arrebatadoramente infernal del tomo segundo. Donde el agua del océano y el de una piscina jugará un importante papel bautismal: desenmascarar la mascarada organizada por los agentes del gobierno y hacer partícipe a la protagonista de la acción, envolviéndola en su entramado y convirtiéndola en ser activo de la historia dejando su pasividad hasta hora adormecida. La diégesis también se verá empañada por estos rocambolescos momentos, no sólo entroncándola en esos movimientos expresivos, violentando nerviosamente su estructura, sino como cebo para capturar a Zaya en una red de engaños y mentiras. Es el arte del simulacro. Adentrémonos en el interior de la espiral.


ENTRE LA REPRESENTACIÓN Y EL CONOCIMIENTO.
Un simulacro es una imagen hecha a semejanza de alguien o algo, aunque también es una idea que forma la fantasía. Ambos conceptos Imagen/idea, funcionan a la perfección en Zaya. Por un lado tenemos la representación subconsciente de la materia de donde se crean todas las cosas, el dibujo. Desde las milenarias pinturas rupestres hasta la digitalización, es la representación del concepto. Animándolo proporcionamos las características primarias subjetivas de cada animador, de cada dibujante diseñando los parámetros por los que el sentido se filtra, bien bosquejando (storyboard) o bien planificando el folio (cómic) multiplicando su sentido y mutándolo en una especie de montaje mental, donde el orden gana la partida al caos. Las viñetas obviando la individualidad del plano en detrimento del conjunto. Una sola viñeta carecería de signo pero un grupo de ellas lo definiría. Podemos contemplar individualmente alguna de las viñetas de Zaya pero cuidado, mirar al abismo es tanto o más peligroso que caer en sus profundidades. El abigarrado mundo que se nos presenta en cada viñeta bien podría ser un mundo propio, donde sus elementos decorativos, narrativos serían suficientes para proporcionar la información requerida en cada momento pero es que además, impulsa la perspectiva metanarrativa de sus márgenes. La primera vez que vemos un Battle suit en el primer tomo, enseguida nos viene a la memoria el maestro Masamune Shirow y sus trajes de la Patrulla Especial Ghost o quizás mucho antes, el cuerpo de Briareos Hecatonchiros y las armaduras de la policía de Appleseed.


El talento de Wie no sólo orbita alrededor de su cultural oriental, sino que su dibujo nos puede llegar a recordar al de un suizo. Cuando Zaya navega por el Hiperespacio o cuando represente a su inteligencia artificial (L.I.A), muestra una rugosidad  insultante. Es un dibujo orgánico, sucio de tonalidades carbonizadas en grises y tonos fríos, opacos como los utilizados por H. R. Giger en sus ilustraciones y diseños conceptuales para sus incursiones cinematográficas. Es como si siguiese el concepto seguido por Zaya cuando se enfrenta a la construcción de sus holoesculturas. Sin ir más lejos, el comienzo del tomo primero es una viñeta donde todo su significado gira alrededor de una de estas esculturas y salvo la intromisión de un escueto bocadillo narrativo, pareciese que la figura nos abriese las puertas del universo gráfico al que vamos a ser testigos: un mundo abigarrado de estructuras multiformes donde su sentido estético deja de ser prioritario en función de una forma estática contemplativa. A partir del momento del asesinato de uno de los miembros de la Espiral, todo se irá desenredando frenéticamente.


De igual manera podríamos escoger otro momento para resaltar la otra parte del binomio, el componente dramático cuya arma de destrucción masiva es la palabra y su hueste, la historia creando la génesis narrativa. Podríamos llamarlo, blasfemando,  la secuencia en la que somos testigos de cómo Zaya ingresó en la Espiral. Son las viñetas que actúan como mecanismo de recuerdo de la protagonista en el tomo segundo. No existe diálogo salvo al final del mismo, quizás cuando ella empieza a ser consciente del recuerdo, de su papel. Es un momento clave de la historia porque a partir de ahí, se pliega abriendo las posibilidades narrativas a un paralelismo desestructurado de Zaya y de su mundo. Es la herramienta por la cual el guionista la disfraza de ser humano. Zaya recuerda. Es un momento magistralmente dibujado donde la palabra no tiene cabida y el dibujo se muestra desnudo explicando la vida de la protagonista. No es baladí que este pliegue se produzca en la mitad del tomo, justamente en el ecuador de la historia zurciendo los tres tomos en un arco argumental ejemplar. Sin dejar de desmerecer la sinuosidad explicativa de los términos científicos empleados en la historia, y que de algún modo van acompañando al guionista desde sus comienzos, el poder del relato teje su tela enredando lo máximo posible. Es el hechizo del guionista. Una especie de encantamiento por el cual se desliza la historia y su poder. Zaya podía haberse quedado siendo una artista el resto de su vida. Podría haber seguido alimentando su vida aburguesada, aislándose de la propia realidad criando una familia y olvidándose de su pasado pero es presa del mismo. Pagar el precio del olvido es muy caro y para poder realizarlo, primero tienes que hacer un reseteo integral. Somos testigos de eso cuando Zaya reprograma a L.I.A para comenzar con la misión asignada. La vida de Zaya ha llegado a un punto en el que es preciso ese borrado, incluso si se produce inconscientemente para ella. Este proceso de muerte y renacimiento se genera desde un punto de vista omnisciente. No son la serie de asesinatos de los ex compañeros de Zaya lo que provocan su reenganche, sino la historia trazada de una manera desordenada. Una espiral narrativa por tanto que no distingue el pasado del presente (el momento del recuerdo de la protagonista es un buen ejemplo) y que incentiva la creación de un futuro poblado de incertidumbres (existe una sonrisa final que ejemplifica la rotundidad de la inseguridad más absoluta, se podría decir que es una sonrisa monalisa, no sabiendo muy bien si se está riendo o no). Y es que todo este entramado se crea en el Antiespacio, conformando la singularidad de la vida de Zaya en varias posibilidades. Pasando de ser ex agente de la Espiral a transformarse en uno de ellos otra vez, para acto seguido convertirse en la enemiga número una de la organización y ser perseguida, no ya sólo por ella misma sino por la policía. Esa es la clave de Zaya: encontrarnos de frente con el relato desperdigado de una sucesión de hechos que se entrelazan sin distinción temporal ni espacial, donde sus protagonistas son meros dígitos de un mundo virtual que nos enseña que no existe la verdad sino las verdades y que el único vínculo que define a la humanidad por encima de entelequias de organizaciones secretas, viajes en el hiperespacio o identidades tránsfugas es el poder de poder narrarlo todo aunque sea de manera atrozmente fragmentada.

ANATOMÍA DE UN SIMULACRO.
Hablemos de hechos, de ejemplos. La captura del sospechoso homicida de agentes de la Espiral encierra otras claves de este complejo cómic. Sucede en el tomo segundo, justamente al principio y tiene su lógica. Después de la clásica presentación de los actantes, toca ahora el turno a la acción propiamente dicha. La Espiral requiere de los servicios de Zaya. El simulacro orquesta el contexto. Un yate lujoso navegando por unas aguas paradisíacas.
El engaño nos transporta al paraíso desde su realidad contraria. La antítesis de conceptos explota. El mundo descrito anteriormente choca con el edén turístico. Un mundo frío, metalizado, mecanizado se enfrenta a uno soleado, caliente, vivo. No obstante ambos tienen algo en común, un núcleo de unión donde conectarse: el bullicio humano. Tanto en uno como en otro existe sobreexplotación humana. Hay gente por todas partes. En uno actúa de manera determinada y en otro predeterminada. Todos en el yate están haciendo un papel. Zaya es una más rodeada de compañeros de la Espiral dispuestos  a eliminar al asesino de sus camaradas. El objetivo de la misión es detonado cuando entra en juego la seguridad nacional. El universo pícaro ficcional se transforma en uno realmente pesadillesco. El horror de agentes desmembrados, de sangre por doquier refleja un montaje sincopado al que ya hemos aludido en la introducción. El momento es procreador del desconcierto que se irá construyendo alrededor de Zaya y de su misión, o lo que es lo mismo de su identidad. El mundo maravilloso del yate es el símbolo por el cual Zaya se aventurará a buscar una salida, sin saber que el laberinto no tiene porque ser siempre uno físico. El final del segundo tomo y prácticamente todo el tercero intentará resolver el misterio de la identidad de la protagonista. Se posicionarán otras fichas en el tablero narrativo, o quizás sean las mismas desde otro punto de vista, generando en Zaya y también en el lector una sensación desasosegante por saber la verdad. El simulacro ha sido capaz de despertar en nuestra cabeza los pasos a seguir: ¿es verdad o mentira lo que le ocurre a Zaya? Un espléndido y complejo juego de muñecas rusas perpetrado por la mente de un francés y el dibujo de un chino para presentar el simulacro y al mismo tiempo, reconstruir su mecanismo con el único fin de descubrir su secreto: el arte es la imitación de la vida y la holoescultura de la primera viñeta del relato, nos da la bienvenida para poder desentrañarla aunque hay que tener paciencia, ya que mirarla atentamente, igual que a una espiral, crea vértigo.


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