“Es vasallo de
tu padre.”
“Hay hombres
que se toman sus juramentos más en serio que otros, Robb.”
“Para ser
sincera —contestó Catelyn con un suspiro—, dudo que el propio lord Frey sepa cuáles son las intenciones de lord
Frey. Tiene la cautela de un anciano y la ambición de un joven, y astucia nunca
le ha faltado.”
Casi se puede vislumbrar que de lo que realmente
están hablando es de un contrato feudal y más concretamente de un pacto de
vasallaje. La Guerra de las dos Rosas no está muy lejos. La Historia vuelve a ser compañera de viaje de la historia. La narración se enriquece de este proceso retroalimentando sus expectativas o, más bien, su potencial. Y aunque el conflicto medieval inglés se encuentra en la mente de Martin, por lo tanto en su origen, lo que a él le atrae es su interpretación de los hechos (ahí entra en escena el condicional indicativo: "me gustaría creer que así fueron las cosas") apoyados en la fantasía, o en una serie de elementos fantásticos, por los cuales su relato, se filtra y nos ayuda a comprenderla mejor.
CAPÍTULO IX. (De la página 611 hasta la 697).
Lo acontecido en los Gemelos entre Lady Stark y Lord
Frey reverberará en el futuro y tendrá sus nefastas conclusiones parejas al destino
del Guardián del Norte. Podríamos recurrir al consabido dicho de quién a hierro
mata, a hierro muere para demostrar su significación.
El papel, y nunca mejor
expuesto en esta Hoja Apergaminada, que se desempeña en este teatro narrativo
es el de la adquisición de una responsabilidad y su consecución venidera.
Podríamos establecer estas “idas” y “venidas” metanarrativas como ejes que nos
descubran valiosas claves que encierra el relato. Lo original, o quizás no
tanto entre los señores feudales, vasallos del rey, con su monarca, no sean
precisamente su honorabilidad a la hora de poner en práctica ciertos votos. Ya
hemos sido testigos en Westeros que quien sigue el código a rajatabla está más
cerca del filo que aquel que lo corrompe. No nos olvidemos de que estamos
hablando de seres humanos y su lucha por sobrevivir es su característica fundamental aunque
algunos nos hayan querido creer otra cosa (“el eterno caballero fiel a su
damisela y leal a su rey”). Hablemos del voto. La deuda va pareja a su
acatamiento y su quiebro solamente puede acabar en un castigo. Se establece un
cargo y su disfuncionalidad sólo significa su cese, a veces trágico. Ya no nos
encontramos en Invernalia divirtiéndonos con las exhibiciones de tiro con arco
como si fuésemos o fueran roles peterpanescos
eternos. La responsabilidad de los actantes va sellada a su evolución biológica
pero también a su psicológica. El niño forzado a ser adulto en un mundo hostil
y salvaje como el descrito en Canción de Hielo y Fuego, aunque bien podría
tratarse de nuestra Edad Media, donde nuestros derechos se irán
desarrollando en desigual lucha. La concomitancia de la responsabilidad teórica
y su orden práctico puede estar ligada a la parca como somos testigos
gráficamente en el show y literariamente en las páginas pero eso no significa
su final, ni mucho menos como saben muy bien Snow y sus colegas, sino más bien una
continuación, otra diferente. La irresponsabilidad pulula por todas partes,
sobre todo la inconsciente y algo de eso hay bajo la torpe herida del Khal
Drogo. Una infección como símbolo del caos, su efecto mariposa nombrado por el
propio escritor cuando describe la progresiva enfermedad del líder de los
dothrakis. Como el batir de unas alas puede llegar a provocar maremotos en el
universo “Martiniano”. Al final del Libro I y de la conclusión de la primera
temporada, y ya me estoy adelantando, seremos partícipes de ese movimiento,
sutilmente oscilatorio. Las alas de los dragoncitos serán su máxima expresión.
Un pequeño movimiento al principio que se transformará en auténtico huracán al
final. Aquí tenemos otro elemento que une diferentes medios: el detallismo de
la narrativa se fusiona con el del espectáculo. La literatura predispone y la televisión elige. No obstante la novela genera mientras que la serie muestra. Dentro del tramo que encierra este capítulo, en el libro existe una parte sobre Catelyn (págs 664-671) que nos avisa del verdadero peligro que encierra una adaptación, sea de la índole que sea: el tiempo.
El tiempo genera ritmo en un contexto visual. Cuántas veces habré oído que el tiempo es oro, pues bien a la hora de crear una ficción visual, y más en su práctica esencial, es decir en el rodaje, es valiosísimo. En cambio cuando uno empieza a leer un libro, su mente atraviesa los campos mentales para adentrarse en la imaginación de las diversas posibilidades. En esa fase de lectura, la única tensión que podemos llegar a sentir es una que tenga relación con el suspense, el famoso qué pasará. Si una novela te atrapa, el autor ha conseguido su objetivo, que no su éxito, y por tanto te dejas llevar por su mano hacia otro mundo, otro espacio y otro tiempo. En el capítulo literario dedicado a Catelyn, nos introducimos en su mente. La señora de Invernalia está rodeada de sus más leales caballeros junto a su primogénito y empieza a rememorar su pasado. Uno de esperas por su padre, por su marido y ahora por su hijo. La mujer como símbolo de cautela y paciencia. Este recuerdo nos hace volar hacia el pasado de Westeros en unas solas líneas y al pasado del linaje de la familia Tully en Aguasdulces. Aquí reside uno de los valores de la narrativa que no puede ser adaptado jamás, aunque también tenemos que decir, a favor del show catódico, que su reproductibilidad hacia la novela es inmejorable. Sabemos que el propio escritor está con los creadores de la serie y eso ayuda me imagino a una adaptación más fiel que otras. En el mismo capítulo literario, Martin describe sobre el rostro de Catelyn la contienda de su hijo contra el Matarreyes, escuchando los gritos y ruidos de confrontación de las armas. No realiza una descripción detallada del enfrentamiento sino que deposita la atención sobre el rostro de Catelyn. En la serie pasamos a un fundido al negro. Esa es la diferencia.
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