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martes, 22 de enero de 2019

CODA: LA MUERTE DE LA CRÍTICA, 1989.


"Termina uno envejecido y negando el presente, diciendo cositas como que la novela ha muerto, que ya nadie lee poesía, esa melancolía del hombre que se va agostando..."
                                                                                                      Fernando Aramburu.

Se terminó el primer trimestre del Máster de Crítica Cinematográfica, Caimán Cuadernos de Cine / ECAM, y me gustaría escribir una pequeña coda sustentada en variaciones.

                         Plaza de Tiananmén. Pekín. China. 4 de Junio.

1. Hacia el tanque. 

Un hombre armado, con lo que parecen dos bolsas, camina decidido hacia un tanque. El vehículo de guerra intenta amagar al hombre pero éste lo sigue.

Con asombro y pesar me enfrenté al segundo día de clase (02/10/18) cuando, de entrada, el profesor correspondiente dijo que la crítica estaba muerta, o más concretamente, la cinematográfica. No está mal empezar desde las cenizas. Si bien es cierto que después de semejante exclusiva, a más de uno se nos quedó la sonrisa congelada, después vino la explicación, eso sí, auspiciada bajo el contexto laboral. Lo que quiso decir, qué duda cabe, fue que dedicarse a esto de opinar sobre las películas estaba devaluado. O sea que la amenaza se tornó en advertencia pero la sonrisa nerviosa se mantuvo. Y lo cierto es que, pasados los días y los meses, se volvió a incidir, quizá con menor intensidad y formulada de otra manera, la misma cuestión. Y siempre desde el púlpito, demandando un porqué, una razón a los que conformábamos el Máster de asistir al mismo. ¿Autocrítica en la génesis de un proceso educativo? O más bien, no estaremos ante una ¿cierta insensatez promiscua docente? No es una buena manera de establecer un punto de partida, o quizás sí, pero uno nefasto. Si no se pudiese ejercer la crítica, ¿qué sentido tendría ser crítico?

2. Posicionamiento.



El hombre, imperturbable, frente a la hilera de tanques.

Habría que matizar algunas cosas e intentaré no excusarme, en la medida que pueda, intentando no convertir este texto en uno plañidero. En primer lugar, aquellos que defendían la defunción de la crítica en términos laborales, eran los que después, curiosamente, ponían el ejemplo de un "tipo" que parecía ser el único crítico que podía vivir de ello en nuestro país. Y en segundo, podría afirmar que, efectivamente, el trabajo crítico estuviese muerto. Ya, desde el comienzo, surgiría un problema de carácter cronológico. Exactamente, ¿cuándo sucedió? Si me pusiese categórico podría sentenciar que la crítica (y todo lo que conlleva, sujeto y predicado) está muerta. Si es así entonces, ¿qué es lo queda? Cuando algo desaparece o alguien muere, racionalmente, permanece un vacío o una ausencia. En nuestro caso, ¿qué sería? Podría presumir dos respuestas. Una, que se sepa lo que es remanente, es decir, que se defina lo que hay, lo que ha quedado o sobrado, después de la crítica. O dos, que no se sepa, y por tanto, se desautorice la defunción de la crítica para hacerla resucitar con otro sentido. Se diría que la crítica ha evolucionado o ha mutado en ese caso.

3. ¿Diálogo?



El hombre consigue avanzar y, encaramándose al tanque, logra subir a su cumbre y se inclina para ¿parlamentar?

Asumir que la crítica está muerta es llegar a una conclusión vespertina. Pareciese que aquellos que defienden tal pensamiento lo hiciesen amparados, resguardados bajo una cierta "hybris", sabiéndose intocables de que el trajín laboral no les afectará lo más mínimo. Puede que en su pretérito fuese un elemento condicionante de sus vidas pero ahora, esa preocupación no les salpica lo más mínimo. Podrían erigirse como personificaciones, o mejor dicho, ramificaciones de las que se nutriría el Imperio de la conformidad. Y es que al decir que ya no es posible trabajar haciendo crítica, no solamente estamos cuestionando una opción laboral en decadencia sino que el mero hecho de pensarlo, constata su proceso inane sentenciándolo casi, a un acto de fe. ¿Qué sentido tendría mirar una imagen y no opinar al respecto? Por lo tanto, frente a la idea tóxica de la muerte súbita de la crítica, se podría utilizar un pensamiento antitético haciéndola resucitar bajo el parámetro de una yuxtaposición conceptual. Una clave que nos permitiese arrogarnos cierta seguridad en nuestro razonamiento, validándolo como herramienta fundamental de un análisis. ¿Y dónde podríamos encontrarla? No hay que rascar mucho. Del mismo sujeto de estudio, de las películas.


Existe una secuencia en Ben-Hur (William Wyler, USA, 1959) donde Messala (Stephen Boyd) habla con Sextus (André Morell), el comandante de Jerusalén al que va a relevar, de cómo luchar contra una idea. La  conversación se torna reveladora en su intención. Messala le responderá que con otra idea, es decir, combatiendo ya no en un mismo plano físico sino psicológico. Ese enfrentamiento metafísico de las ideas nos podría servir como apoyatura referencial para explicar lo complejo de "sacudir" tu cabeza y lo imposible de eliminar su proceso mental. Hasta ese momento, Roma había destruido las diferentes rebeliones haciendo muy bien lo único que sabía hacer un Imperio de turno, torturar, destruir, arrasar, el cuerpo del enemigo. Generando más odio si cabe que, como muy bien dice Timónides (James Mason) en La caída del Imperio Romano (The Fall of the Roman Empire, Anthony Mann, USA, 1964), es lo único que perdurará. Esa nomenclatura nihilista enclaustrada en la sentenciosa "la crítica está muerta" bien podría representar ese odio exacerbado del que habla el actante en la ficción bronstoniana.


Tenía que ser un esclavo, que ganó su libertad; un griego, que ganó su ciudadanía romana, quien ponga en su sitio a los "padres" de Roma en una ejemplar secuencia donde el maestro se pregunta, realizando un proceso de autocrítica hermosísimo, el porqué de los fallos en sus lecciones cuando se las tiene que explicar repetidamente a sus alumnos. Y llega a una conclusión lógica: o bien es la propia lección, por lo tanto habrá que modificar su contenido, o bien es el propio maestro el que tiene que cambiar su modo de exposición. Como se percibe el debate de fondo vs forma es uno milenario. El Imperio no puede hacer frente a la idea, no tiene la más mínima oportunidad frente a la innovación de la misma. El mundo de las ideas es uno inquieto. Timónides lo sabe pero está en inferioridad de condiciones, por tanto, no llegará a convencer pero su pensamiento quedará sellado a fuego en ese senado romano. Y el esquema se nos hace realidad, la semilla se ha sembrado: alguien de otra esfera, otro modo de ver las cosas, diferente punto de vista, será capaz de ir más allá proponiendo preguntas desafiantes, suplantándolas por contundentes respuestas. El legado es brutal, la filosofía es copartícipe de tal desafío.

                          Bethaniendamm. Berlín. Alemania. 9 de Noviembre.

4. Desde un lado. Primer giro.


Las ganas de un hombre, alzando su martillo, a punto de impactar contra un muro de hormigón armado.


Por supuesto, y me gustaría ser orgullosamente tajante en afirmar que la crítica no está muerta, porque su antítesis sería condenar al ser humano. Sería afirmar que el pensamiento no tendría cabida en la especie. El concepto antropológico es importante porque "algunos" han intentado usurparlo en su nombre, estableciendo exterminios. ¿Lo consiguieron? No se puede acabar con una civilización, salvo que ella misma vaya cambiando. Y sobre todo, ¿quiénes eran los que se atrevieron? Lo explica Jared Diamondbrillantemente en Colapso (Collapse, DeBolsillo, 2007): “Los pueblos del pasado no eran ni malos gestores ignorantes que merecieran ser exterminados o desposeídos, ni concienzudos ecologistas bien informados que resolvieran problemas que no sabemos resolver en la actualidad. Eran gentes como nosotros, que se enfrentaban a problemas en líneas generales similares a los que nos enfrentamos nosotros hoy día. Tuvieron tendencia a triunfar o a fracasar en función de circunstancias similares a las que nos hacen triunfar o fracasar a nosotros en la actualidad. Sí, hay diferencias entre la situación a que nos enfrentamos nosotros hoy en día y la que afrontaron los pueblos del pasado; pero, no obstante, sigue habiendo las suficientes semejanzas como para que podamos aprender del pasado." (Prólogo, página 32).

5. Desde el otro lado. Segundo giro.



Otro hombre, alimentado por las mismas ganas, hace huecos en el mismo muro.

Ya no sólo cuando te enfrentas a una película, puede ser un libro, una obra de teatro, una partitura, una pintura, un cómic, una escultura, un edificio, todo genera una especie de “arjé” donde se incuba un pensamiento primigenio. Una especie de punzada interior que sólo siente uno, específicamente. Algo que ha despertado y ya no puede ser silenciado. Suele empezar sonando muy bajito pero es persistente, va aumentando en volumen y ritmo, transformándose en un interés creciente referido a lo que has visto, oído o sentido. ¿Cómo se puede eliminar eso? ¿Cómo se puede destruir ese complejo proceso de interconexión neuronal? Seamos sinceros, no se puede. A lo más que se puede llegar es a un camino a la inversa, es decir, a una deconstrucción pero incluso ese proceso, es uno constructivo donde una idea pervierte a otra. Se podría decir que es un proceso simbiótico que al final del mismo, generará otro pensamiento, otra idea.

6. Lo que queda.



Tendría doce años cuando vi esta imagen por televisión. No llegué a entender nada de lo que estaba sucediendo. Observaba a gente subirse a un muro, sentarse sobre él y alzar los brazos en señal de no sé qué. Parecían contentos, a gusto y juntos, por primera vez.


En el año 2005, Morgan Freeman era entrevistado por el gurú periodístico, Mike Wallace, en uno de los programas más populares de la CBS, 60 Minutes. El veterano periodista se asombraba de que al actor no le gustase que hubiese un mes de historia negra establecido en su país. No solamente no le gustaba sino que le parecía ridículo, relegar parte de su historia a un mes concreto. La entrevista fue calentándose. Le tocaba mover ficha a Morgan, preguntando al entrevistador si le gustaría que hubiese un mes dedicado a la historia blanca. Mike tardó unos segundos en contestar y, viéndose acorralado, se defendió atacando al actor, excusándose de que él era judío. Freeman insistía, preguntándole si le gustaría que hubiese un mes de historia judía, a lo que Wallace negó contundentemente. El actor  tampoco quería un mes de historia negra. Para él la historia de sus descendientes era también la historia americana. En ese momento el periodista, le puso una pica en Flandes, preguntándole que cómo iban a combatir entonces al racismo y el actor le respondió, lacónicamente, que dejando de hablar del mismo.



                                 Parla. Madrid. España. 22 de Enero, 2019.

Y si nosotros también dejásemos de hablar de la muerte de la crítica, aunque sea laboralmente, y nos pusiéramos a trabajar en favor de la misma. Ya sé cómo está el panorama y no estoy hablando solamente de la gente joven que viene presionando, con razón, fuertemente, no, no soy tan inocente. Y si dejase de perder tiempo en lamentos pueriles, y  me enfocase en lo que de verdad me apasiona, lo que realmente me hace moverme, aquello que me sacude, que me incomoda y escribiese sobre ello.
Jamás pensemos que la praxis de la crítica está muerta porque tendríamos que enterrar su efecto teórico, su forma de pensar. No podemos dejar de malgastar nuestro tiempo en ese tipo de conclusiones. ¡Tenemos tanto qué hacer con nuestra vida! que sería irresponsablemente injusto concluirla en un "cul de sac" vacío. Por esa razón, cuando alguien vuelva a decir que la crítica está muerta, le diré que deje de mentir, que deje de despistar. El ejercicio crítico antes que un trabajo, un empeño, es sobre todo una actitud, un posicionamiento ante la vida. No me importa enfrentarme con paredes de granito, las romperé. No me importa que haya un agujero, lo saltaré. No me importa que exista un gigante, lo pisaré. La crítica pervive entre nosotros.


                                                                     



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