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viernes, 2 de noviembre de 2012

PREPARANDO EL FIN DE SEMANA.

Me encuentro en pleno proceso formativo para obsequiaros con una sección nueva en mi blog, todos los fines de semana. Se llamará Sesión Continua y aunque comparte características con las sesiones dobles de los cines de barrio de antaño, he preferido llamarla así porque forma parte de mi formación cinematográfica en mi niñez y mi adolescencia. Esas palabras me traen unos recuerdos imborrables de mi época pretérita en mi acercamiento a las salas de cine. Lógicamente no hablaré de una misma película dos o tres veces, como si mi blog fuera una sesión continua cinematográfica, sino más bien elegiré dos películas para analizarlas.

Como un pequeño anticipo, os dejo con la primera crítica cinematográfica que me publicaron en ScifiWorld hace un tiempo. El film en cuestión fue En tiempos de Brujas y nos leemos mañana en plena Sesión Continua del Sueño de Los.



Anamnesis medieval.  Apostilla a En tiempo de brujas.


La libertad no siempre supone la posibilidad.
                                                                                                         Moebius.

Certeras palabras de Jean Giraud, autor de cómics e ilustrador francés y cuya cita no es baladí en esta crítica como veremos más adelante, que posicionando el poder económico frente a la creatividad, ésta última, a veces, no sale bien parado del proceso creativo. Podíamos trasladar ése pensamiento al film de Dominic Sena, donde la inversión mercantil, coproducción estadounidense con varios países europeos, y como consecuencia elevando montante, no sólo se muestra fútil sino inútil al relato de los dos cruzados (Nicholas Cage y Ron Perlman) en busca de redención en la Centroeuropa del siglo XIV,  pero si efectiva en su aproximación visual. El final de la odisea medieval del transporte de una joven, presuntamente bruja, hacía una remota abadía en las montañas, para ejercitarla en un ritual con la ayuda de un misterioso códice, es representativo de tal aseveración. Cuando los cruzados llegan al edificio eclesiástico lo encuentran vacío, como el guión de la película. Por citar dos ejemplos representativos de la inanidad del proyecto, uno la desvergonzada desaparición de un personaje en mitad de una persecución, el del guía, actante nimio en su significación narrativa. No es que sea eliminado, sino que se desvanece y después regresa por arte de magia. Y dos el giro final de 360º tan característico de los sustos cinematográficos, dándole un vuelco a todo el relato. Pero esta reseña lo que quiere ser es una acotación que complemente al film, por lo tanto dejaremos a un lado la vacuidad del guión, para adentrarnos en el fascinante mundo icónico que nos presenta, una autentica reminiscencia a la Edad Media pasada por el tamiz de la iconografía de la bande dessinée (abreviado, BD), esto es, la historieta belga y francesa, en definitiva el cómic propiamente dicho. El cine es un elemento visual como lo es el cómic y cada vez con más precisión, se establecen vasos comunicantes entre el séptimo y el noveno arte, hasta tal punto que no sabes si la narración de un álbum es puramente cinematográfica en su base, o si la de una película, lo es del cómic. No obstante el storyboard de un film, además de convertirse en una herramienta valiosísima de puesta en escena, es a su vez, dividido en viñetas, una autentica novela gráfica fílmica.
La historia de la película se centra en el regreso de dos caballeros que juraron lealtad a la iglesia, defendiéndola del infiel, y de cómo la perdieron con el paso de los años. Su repatriación forzosa, convirtiéndose en proscritos de la cruz, no sólo presenta un tiempo, el siglo XIV, sino un espacio, la Europa devastada por la peste bubónica, representando una crisis decisiva en el exterior, la unidad espiritual se fragmenta (que terminará por dividirse con Lutero), el hombre no es nada frente a la muerte, y en el interior, los personajes se cuestionan sus comportamientos. La peste negra aceleró la gestación de un nuevo pensamiento, poniendo en solfa la finitud del hombre.
En este tiempo de enfermedad, la cosmovisión del culto al cuerpo en su vertiente estética, exaltada en la antigüedad y sacralizada en la Edad Media es aplastada con horror, frente a los sinnúmeros de cadáveres putrefactos en descomposición, incluso antes de morir. La peste cuestiona los ideales de belleza medievales y la santidad del cuerpo, observa con espanto lo que verdaderamente nos constituye: fluidos y carne que están expuestas a cualquier evento de la naturaleza. Los paisajes por donde pululan los héroes del film, sobre todo en núcleos de asentamientos humanos pequeños, la granja infestadas de campesinos que tienen por todo su cuerpo el estigma cutáneo, los tumores pequeños de pus, o grandes, las ciudades, autenticas metáforas bubosas putrefactas, donde la población vive hacinada en diminutos rincones, intentando salvarse de la enfermedad venérea, pero adentrándose en la misma, sin remisión. El ejemplo visual que representa este desasosiego, es el del cuerpo del  arzobispo que encomienda la misión a los dos cruzados, cuyo rostro esta plagado de bubones, deformando las facciones del personaje. Este personaje afligido enlaza perfectamente con los personajes atormentados del cómic de Serge Le Tendre y Régis Loisel, La búsqueda del pájaro del tiempo. Magna obra fantástica, ambientada en una Edad Media fabulosa, donde un caballero tendrá que custodiar a una joven en su periplo en busca del mítico pájaro. Además de compartir elementos narrativos con la película de Sena, mezcla imaginarios paisajes sacados de las páginas de la novela gráfica, describiendo plásticamente los ambientes, ayudándose, por ejemplo, de la presencia de la porosa niebla en el bosque, que rodea a los personajes, humedeciendo sus armaduras y monturas, preparándolos para el asedio lobuno ante el inminente aullido animal, presagio de la proximidad de la Parca. En la BD, el elemento atmosférico contornea los límites de la viñeta, casi haciéndolos desaparecer y esbozando los contornos humanos de los personajes.
La presencia de la foresta también nos remite a un lugar mítico en el imaginario medieval. El bosque, símil a lo prohibido por desconocido, es protagonista en la obra del guionista Arleston, cuyo Los bosques de Ópalo dibujado por Pellet, señala paralelismos con En tiempo de brujas. La frondosidad como antesala a lo ignoto, a lo que no se sabe, a lo que no está limitado, al caos. Espacio habitado por los monstruos creados por los Bestiarios más surrealistas, protagonizan momentos de acción en el cómic, que se expandirán en el film, como la persecución de los lobos satanizados al convoy que lleva a la joven bruja a la abadía.
Un tercer espacio indispensable en esta remembranza bajo medieval, sería la presencia de la biblioteca, lugar de recogimiento y sabiduría, que la película se encarga de desarticular, convirtiéndola en humus y torpeza. No obstante nos queda el recordatoria de que esta biblioteca se parece a una que emerge al comienzo de otra espectacular BD, El Tercer Testamento de Xavier Dorison y Alex Alice. En el cómic el uso del escenario está utilizado correctamente, siendo el motor de la narración, el encuentro de un extraño relicario. Entre el silencio nace la incógnita; entre la tranquilidad, resurge el enigma. Elementos que harán construir el suspense y hacer seguir al lector, con suma atención la trama. En el film, ése mismo espacio se transforma en una sesión de lucha libre.
Bosques guardados por la niebla, bibliotecas que contienen secretos, paisajes desolados por cadáveres putrefactos que señalan el alma humana. Auténticas “terras incognitas” de una época, que oscureció al mundo y que sólo pudo ser combatida con la ayuda de la luz que desprendían los códices antiguos, miniaturas magistrales, génesis del cómic y del film, Grimorios representativos de un imaginario fantástico medieval.



                                                                                          

                                                                                          







 

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