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domingo, 3 de octubre de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. Un cómic abstracto. A propósito de BONE. Libro primero. V. Barrelhaven.



Las cosas parecen estar cambiando en El Valle, como si el propio Jeff Smith nos fuese empujando suavemente hacia un pasillo oscuro, invitándonos a explorarlo. Atrás han quedado las bellas estampas de los animales "disneyanos" parlanchines y las persecuciones "texaverianas" para adentrarnos en otros escenarios más abstractos, donde no sabemos muy bien lo que descubrir en sus interiores.

                      (Página 104, viñeta 3. Edición integral de Bone I. Astiberri).

El autor ya nos fue advirtiendo de la mutación cuando en el capítulo anterior (IV. Kingdok) a la Abuela Ben le daban pequeños pasmos delante de Fon Bone y éste se preocupaba por el estado de su anciana anfitriona. Decía la Abuela Ben que eran "Augurios de que algo malo iba a pasar" y cuando Thorn tiene su primera presencia en el Sueño, cuando parece estar teniendo una pesadilla de su pasado, ya no tan remoto desde que ha conocido a su pequeño y extranjero visitante. El capítulo acababa con el cliffhanger que vemos más arriba, una viñeta certificaba que la pesadilla de la joven se hacía realidad. Pues bien, aquí nos encontramos y estos elementos que hemos citado, la extrañeza del Pasmo de la Abuela Ben y el cortocircuito despertador de Thorn, nos ayudarán a perpetrar un asalto a la abstracción con este Barrelhaven.

El título ya de por sí descoloca, no es uno que podamos decir alumbre sentido a lo que vamos a leer, más bien desorienta. Si mirásemos el mapa de El Valle veríamos que dicho Barrelhaven corresponde a un lugar, es un topónimo donde está ubicado un pueblo o una aldea que jamás veremos en Bone. Seremos testigos de algunos lugares del mismo como por ejemplo la Taberna de Lucius Down o los alrededores donde se organiza la famosa Gran carrera de vacas, pero poco más. Como si se tratase de algo indefinible el propio lugar parece escondido, oculto en una especie de abstracción de la que la historia se va alimentando sutilmente.


                               (Página 106, viñeta 4 de la misma edición de Bone).

Quedémonos en la granja de la Abuela Ben, su interior ya ha sido conquistado por esa abstracción donde como si se tratase de la Nada de La Historia Interminable (Die unendliche Geschichte, Michael Ende, 1979), todo lo engulle para su desaparición. En la Fantasía cuando ocurre eso, cuando se produce un sistema de borrado, la credibilidad sufre la primera de sus consecuencias pero sin embargo a Jeff Smith no parece preocuparlo el ataque, es más contraataca, respondiendo con cargas de mayor verosimilitud sin que afecte  a su dibujo, alimentando su estilo depurado. La viñeta anterior, el despertar de Thorn sobresaltada, nos vaticinaba algo parecido. Una habitación que no es una habitación, unos personajes enclaustrados en un interior indefinido pero un par de elementos "realistas" que justifican el borrado, el candil sujeto por Fone Bone, temblando y expandiendo su haz de luz, rodeando a casi todo el interior y tapando su geografía, y la cama donde se supone  ha estado Thorn. Bien si no fuese por esos elementos, y por supuesto la continuidad narrativa de la diégesis, no podríamos constatar exactamente el lugar del despertar. Páginas más adelante, seguimos arrastrando esa abstracción que se va engullendo todo a su paso. Los tres personajes están reunidos para establecer su propia estrategia de supervivencia, recordemos que Thorn soñó con unas Mostrorratas y que las mismas bestias parecen estar rodeando la granja. Fone Bone sigue sosteniendo la vela y su haz de luz invade todo la viñeta, incluso pareciera que es de día en el interior de una noche eterna. Podría ser que tanto disparate locacional nos molestase y sin embargo no surte ningún efecto dañino en el lector porque existe algo que sabe muy bien utilizar Smith, la administración del suspense. El peligro, la incertidumbre de ser atacado, es lo que de verdad rentabiliza la credibilidad  del momento, le otorga su "realidad" pertinente para salir del atolladero donde se ha metido.


                                                (Página 111, viñetas 5 y 6).

Pero es que hay más, Thorn y Fone Bone salen al bosque y su geografía no existe, como se puede apreciar en las viñetas de más arriba. Como si la abstracción, aliándose con el color negro, expandiera nuestros miedos aún más lejos que si el propio autor se hubiese puesto a describir un follaje a la luz de la luna. Como si diese protagonismo no ya a los héroes, brindándoles una oportunidad de huir, sino de invitar al lector a imaginarse ese momento, ese bosque abstracto donde puede ser lo que el lector quiere que sea.


                                                        (Página 113, viñeta 3).

Seguimos, cuando Phoney Bone llegue a la Taberna de Barrelhaven su interior estará definido a la mitad. Profusamente ilustrado esta vez, numerosos rostros miran asombrados la llegada del pequeño y el momento se adjetivase con la enumeración de una serie de objetos que ayudan a la descripción del lugar, pero no a su conjunto porque su techo es inexistente. Una plomiza nube de humo vuelve a detonar la operación imaginaria en el lector. Una capa que nos ciega la realidad narrativa de lo que estamos viendo, pero que al mismo tiempo nos abre la fantasía de una posibilidad constructiva sobre su artesonado. Es como si Jeff Smith nos mostrase el origen real de esa abstracción, el humo generado por las pipas de los habitantes de la taberna, y a la vez nos desafiara a poder diseñar lo que hay más allá de esa nube.


                                                          (Página  115, viñeta 6).

¿Dónde ha quedado la geografía de la taberna? Solo en un sitio donde ni siquiera el propio autor puede llegar, en nuestra imaginación, la cosa más abstracta que existe.