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domingo, 28 de febrero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. Intersticio enigmático. A propósito de Bone. Libro primero. II. Thorn.

    


Seguimos (re)conociendo la obra de Bone de Jeff Smith con este segundo capítulo. Recordemos que en el primero, los primos Bone escapando de un escándalo en su Boneville natal acaban en un desierto. Perdidos y separados, Fone Bone encontrará un extraño valle donde decidirá buscar a sus primos, pero una elipsis en forma de cambio de estación arruinará sus planes, abocándolo a quedarse mucho más tiempo del que esperaba.


                             (Página 36 del libro primero de Bone, edición Astiberri).

Y de manera directa, sin concesiones, agarrados a esa herramienta literaria, que por otra parte es bien sabida y mejor utilizada por su creador, iremos descubriendo algo maravilloso, ¿qué es lo que se oculta entre las viñetas de un cómic? La pregunta es todo un catalizador que podríamos trasladar a otros medios y otras artes, por ejemplo, ¿qué es lo que se esconde entre los fotogramas de una película?
Solamente podemos hacer unas cosa y es mirar, o mejor dicho, contemplar.


                                                  (Viñeta 2, página 42).

Es lo que hace Fone Bone, siguiendo las pisadas de su responsabilidad, arbitraria todo hay que decirlo, mutada en el cuidado de unos bebés zarigüeyas que se han escapado de su guarida para adentrarse en esa ominosa negrura en la que se ha convertido la linde del bosque. Lo deja claro el propio actante contemplando el problema, ¡Ya vale de tonterías! Hasta ese momento no dejaba de ser un mero juego circense, rozando lo teatral, el cuidar de unos pequeñuelos pero una vez que se aventuran a la espesura, el control forzosamente cambia de manos, pasa a las de la narratividad, al qué pasará y Fone Bone es consciente al observar esa senda que se pierde en la oscuridad. Otro juego ha comenzado, el de la supervivencia en la naturaleza para unas crías y el del lector para motivar su imaginación que irá más allá de ese plano congelado del personaje mirando en la lejanía los escuálidos troncos de los árboles.


                                     (Viñetas 7 y 8, página 51).

La inquietud puede aguardar entre viñeta y viñeta, pero también hay cabida para el misterio, la sospecha, la incertidumbre. No tenemos que olvidar el título del episodio, Thorn, como si fuese un imán que nos magnetiza, no sólo los personajes sino el relato irá avanzando en esa dirección hasta resolver la pesquisa. Ya Ted puso la primera pista sobre la mesa cuando en el primer capítulo le dijo a Fone Bone que la única que podía ayudarlo a encontrar a sus primos era Thorn, pero vicisitudes narrativas aparte, ese encuentro se fue postergando en detrimento de otras presentaciones como la del Dragón por ejemplo, y ahora pareciese regresar como brújula por donde dirigirse la historia. La indumentaria del personaje ha cambiado, parece que le ha sucedido algún percance pero no es óbice para que pueda descubrir algo más allá de las viñetas: su destino. Puede que su búsqueda haya acabado o puede que otra comience, lo que es  innegable es que parte de un temor, el miedo como escondite seguro donde parapetar todas nuestras inseguridades, pero al mismo tiempo prosigue y muta en curiosidad, en esa boca abierta y en ese alzamiento de su cabeza. La sutileza es otra compañera de viaje de Smith en toda su obra, las grandes transformaciones que vemos en sus historias nacen de lo minúsculo, de lo imperceptible, de lo anodino para encauzarse después, en auténticos timones narrativos que hacen avanzar la trama. Este momento encapsulado entre estas dos viñetas lo escenifica a la perfección.


                                     (Viñetas 6 y 7, página 45).

El gag también se cuela  entre las viñetas y la diégesis de Bone, no tenemos que olvidar que su matriz inicial son las comic strip (tiras dominicales) de los Peanuts (Carlitos y Snoopy) de Charles Schulz o el Pogo de Walt Kelly, lecturas referentes y referenciales de Smith, por lo tanto el humor también tiene su hueco entre los intersticios viñeteros. De hecho, este momento se ha convertido en todo un himno a la inoperancia famosísimo.



domingo, 21 de febrero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El entrelazado.

   


Regresamos al antropomorfismo que tan buenos momentos nos han dado en el universo viñetero, sin ir más lejos, De capa y colmillos (Alain Ayroles y Jean-Luc Masbou) era un magistral ejemplo, como ya dimos buena cuenta de ello en Más allá del "valle inquietante" y como esperemos hacerlo en un futuro. Hoy hablaremos de La Saga de Atlas y Axis por Pau, editado originalmente en el país vecino, la misma historia de siempre, por Ankama Editions y aquí por Dibbuks.

El volumen 1 es el prototípico de toda estructura narrativa que se precie, al menos ortodoxamente hablando, donde el lector es testigo de la presentación de los héroes y de alguna que otra aventurilla que irá entrelazando a otros personajes. ¿Aventura en diminutivo? Porque no ahí tenemos a la maravillosa y clásica Bd, Los hombrecitos (Seron)  para demostrar que no solamente hace falta saber dibujar en un cómic, sino que su estructura, su guion, son igual de importante. El tildar de "aventurilla" la búsqueda de Atlas y Axis a unos Norcandos que han masacrado su pueblo, no es menospreciarla, es (re)situarla en un orden narrativo preponderante, situándola en una especie de Sidequest, en una búsqueda alternativa de la principal, porque nos daremos cuenta que el destino de nuestros héroes no son los normandos canizados sino el periplo desde su devastada Kanina hasta las tierras del Norte y lo que vivan durante la misma.

La primera herramienta que demuestra utilizar Pau es la elipsis, de una sencillez apabullante con la que poder  ahorrar cientos de viñetas y páginas que pueden acabar en tediosos circunloquios que no llevan a ninguna parte, la página 16 y sus viñetas 2, 3, 5 y 6, respectivamente, lo representan a la perfección. En cómo caminan, en cómo comparten el viaje intercambiando miradas, confrontándose con la geografía y sus elementos es, cuanto menos de agradecer, haciéndonos partícipes de uno de los secretos internos de cualquier relato. No hay nada como una buena elipsis para demostrar el ritmo de una aventura.

Pero insistimos en el entrelazado narrativo que hemos mencionado hace un rato, en la capacidad de estructura que desempeña cada historia delante del lector, en cómo los personajes, inconscientemente, son zarandeados por ese destino incierto de su creador para disponerlos nuevos horizontes que atravesar llenos de desafíos por solucionar. Uno puede ir pasando las páginas, deslumbrarse con sus dibujos, pero si no están sostenidos, entrelazados, por una buena historia caen por su propio peso quedándose en promesas rotas o en juguetes rotos, o en nuestro caso, cómics defectuosos. ¡Ojo! el término defectuoso implica una posibilidad, la de la recuperación aunque no será nuestro caso concreto.                              Si observamos la página 64 de más arriba quizá no entendamos nada en su individualidad, habría que introducirla en su totalidad, es decir, haber leído el cómic, pero la propia viñeta 2 se encargará de recordarnos la acción que en páginas anteriores había comenzado. Atlas y Axis están en peligro por el ataque de un oso polar y, milagrosamente, son salvados por un árbol caído. Bueno no existe tal milagro, como nos lo ha hecho recordar Axis en esa viñeta. Es maravilloso comprobar como una acción se queda en suspenso frente a otra, más importante, el ataque a los Norcandos, y como gracias al ritmo, otra vez, narrativo, se vuelve a recuperar transformándola en un milagro, cuando no pasa de ser una herramienta para contar historias. El cómo cae un árbol salvando a unos perros nunca ha estado mejor justificado que aquí.


Y tenemos que retornar al antropomorfismo, efectivamente, nuestros actantes son animales, en este caso perros y Pau no deja de decírnoslo. Por mucho que hablen, por mucho que combaten al enemigo, sobresale una honestidad creativa con el elemento narrativo en sí, el relato. En la página 9 somos testigos en sus viñetas de esa lógica que desafía a cualquier "valle inquietante". Tendremos más noticias de estos canes. 



domingo, 14 de febrero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. Construyendo puentes.

 

                                    (Viñeta 1, página 33. Más allá de las sombras).

Hoy continuamos desmadejando el ovillo de Thorgal con los que algunos han llamado el comienzo de su madurez artística, el ciclo o trilogía, Los Maestros de Brek Zarith. Digamos que la obra de J. Van Hamme y G. Rosinski está entrando en una consciencia creativa importante y que El ciclo de Qa será su eclosión, pero no adelantemos acontecimientos, hoy como digo, toca pagar peaje a Shardar.

Esa telaraña donde están atrapados Shaniah y Thorgal nos va a ayudar a entrelazar una serie de uniones, vínculos si se quiere, entre diferentes momentos de los álbumes que, sobre todo, lo que evidenciará  es su conglomerado narrativo. Y es que esta serie es un perfecto maridaje entre diseño y gramática, entre imaginación y realidad. El ciclo, como prefiero llamarlo, consta de tres álbumes, a saber, La galera negra (La galère noire, 1982), Más allá de las sombras (Au-delà des ombres, 1983) y La caída de Brek Zarith (La chute de Brek Zarith, 1984). En ellos Thorgal pasará de una vida campesina apacible a una frenética "montaña rusa" en busca de su amada Aaricia por el reino de Brek Zarith. Empecemos uniendo puntos, construyendo puentes.

Y nada más empezar, desde la primera página de La galera negra los autores establecen vínculos con el ciclo anterior, concretamente con Los tres ancianos del país de Arán (Les trois vieillards du Pays d'Aran, 1979),  cuando entre bocadillos y paisanaje acompasados de una tonalidad casi mediterránea contrastando con la climatología nórdica, vemos en la segunda viñeta del mencionado álbum la llave de plomo que le entregó la Guardiana de las llaves a Thorgal en su anterior aventura. Existe algo poderosamente que llama la atención en esta viñeta y no es el cuerpo del héroe sino ese objeto que lleva colgando. Ese será el preámbulo a un  primer engarce narrativo, si se quiere, de la saga pero no el único. Si continuamos leyendo un poquito más, veremos cómo los autores establecen su estrategia a la hora de posicionar el relato en el "ojo de la tormenta" discursivo, estableciendo un diálogo entre viñetas prodigioso que se irá repitiendo en todo el ciclo. Este sería nuestro primer puente:

       

              (Viñeta 7, página 11).                                (Viñeta 6, página 16).

No sólo significa una comunicación entre viñetas, sino el detonante de la aventura mostrándonos su complejidad visual y narrativa, compartiendo elementos de una técnica con la otra. El horizonte o el punto de fuga de la imagen como amenaza, por desconocimiento, por no poder verlo claramente, alimentando las hipótesis del campesino, la incertidumbre ya no sólo de los personajes sino también del relato, cabalgan juntas. Veremos que ese esquema se irá amplificando con los otros álbumes. En el segundo álbum del ciclo, Más allá de las sombras, veremos algo parecido, ya ubicado desde otra perspectiva y ampliando su radio de acción, ya no afectará a unas páginas del comienzo sino prácticamente a todo el álbum. Nuestro segundo puente:

       
              (Viñeta 1, página 11).                                 (Viñeta 1, página 48).

La matemática es avasalladora, ambas son viñetas primeras y están situadas en la presentación y en el final del relato, respectivamente, anudando un arco narrativo donde el héroe se dispone a partir en busca de su Aaricia y donde el personaje acaba, más o menos, de igual manera en su conclusión. Sentado en una escalinata, primero expectante con la cabeza en alza, posibilitando la ilusión de poder encontrar a su amada, y después cabizbajo, derrotado por sus consecuencias. El clima ayuda con esa tonalidad neblinosa, opaca, a invitarnos a la desazón pero nos encontramos en el nudo de la trama y esto nos conducirá al último puente: La caída de Brek Zarith.

         
           (Viñeta 3, página 13).                                        (Viñeta 1, página 47).

Curiosamente regresamos a mirar al fondo, al más allá de la viñeta, a su horizonte, como si regresásemos a la aldea de acogida de Thorgal y Aaricia en La galera negra, pero lo que antes era recelo se ha convertido en constatación, se ha hecho realidad. Shardar desde su palacio mira a la flota vikinga de Jorund aproximarse y después es Galathorn, junto a los protagonistas, quien contempla los mismos drakkars marcharse. Cambio de planes, los actantes han mutado pero una misma localización los acoge. El discurso político reverbera al final del ciclo, la crítica del poder como cáncer devorándolo todo, representada en ese rostro de Shardar casi cadavérico.

                                            
                                                            (Viñeta 5, página 13).

Nos vaticina que por mucho que un monarca haya desaparecido, el recambio será igual o peor que el anterior, la propia institución está en entredicho en las últimas páginas del álbum, cuando el príncipe heredero mira solitario el horizonte, su rostro pareciese que no fuese golpeado por la brisa del mar sino por la zozobra de la duda de sus consecuencias en el futuro, unas que ya se las vaticinó el propio Shardar.


                                                           (Viñeta 5, página 33).

Estos puentes narrativos también nos podrían ayudar a comprender la situación de uno de los creadores de Thorgal, de su dibujante que fue testigo del otro lado del puente, su Polonia natal y como desde el otro lado, veían las cosas de otra manera. Por suerte para Rosinski estuvo su arma de destrucción masiva, su lápiz, en este caso sí que podríamos decir que "la pluma vence a la espada" como recordaba Marcus Brody (Denholm Elliott) a Henry Jones (Sean Connery) en Indiana Jones y la Última Cruzada (Indiana Jones and The Last Crusade, Steven Spielberg, USA, 1989), para llevar a cabo un ejercicio de estilo "cinematográfico" exultante.


                                                          (Página 6, La galera negra).

Ese sería otro puente a seguir, uno que como señala Jorge García en su análisis en el primer integral de Thorgal por Norma Editorial sobre Van Hamme resaltaba su "agilidad casi cinematográfica de sus ficciones", aunque más que eso, que también, el poderoso dibujo de Rosinski rompe la página sexta como si se tratase de una supuesta cuarta pared, para mostrar ya no solamente su poderío artístico sino para revelar el sentimiento de Thorgal cabalgando en esa noche aciaga, quizá pensando que su vida iba a convertirse en una relajada, también los héroes pueden llegar a ser unos ilusos y también por eso puede que Thorgal se siga editando actualmente, gracias a este tipo de puentes que nos van desvelando sus pequeños enigmas.


  

domingo, 7 de febrero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. La estructura lo salva todo.

 

Hoy daremos un pequeño repaso a un cómic patrio llamado Entre tinieblas (Aleta Ediciones) guionizado, dibujado y coloreado, todo siguiendo ese riguroso proceso creativo, por el alborayense Jordi Bayarri centrándonos en sus cuatro primeros tomos, que se pueden comprar sueltos o en un único volumen, en vuestras tiendas de cómics favoritas o en la tienda online anillodesirio.com de su creador. Antes de nada, un poco de autobombo, ya tuve la oportunidad de compartir algunas palabrejas con Jordi en mi sección de Hoja Apergaminada (III). Cuadraditos, y de hablar de su precuela de la serie llamada Piel de Dragón, hace ya eones.

Bien, Entre tinieblas sigue las andanzas de Beryl Mediodragon en el mundo de Anthaggar ganándose la vida como cazador de monstruos, faltaría más en un mundo de fantasía. Durante estas cuatro primeras aventuras de un total de nueve hasta la fecha, seremos testigos de la presentación de sus compañeros de acechanzas. Con Cazador de medianoche (1), conoceremos a Dsedraj, un vampiro, en Dama del cielo 2) será Eilyrn, una Isewyn, y por último nos queda por conocer a Teela, una novicia con poderes ígneos en Doncella de fuego (3). En cuanto al último tomo Portal al Abismo (4), de alguna manera aglutina a todos los héroes para hacer frente a una amenaza que durante las otras aventuras se ha ido formando lentamente. Por tanto, sobresale un nexo de unión escenificado en ese Portal del que hemos oído hablar hasta poder llegar a conocerlo en el último número de la serie. Esto es importante porque sobresale la idea, como si fuese la punta de un iceberg narrativo, que Entre tinieblas, entre otras muchas cosas buenas y malas, es pura estructura. La viñeta que abre este post corresponde a la número seis de la página cinco de Cazador de medianoche y refleja perfectamente la unión entre el guion y el dibujo de esta historia. Un elemento sin el otro destruiría Entre tinieblas abocándola o a un amasijo de dibujos, la mayoría de ellos de cariz ripio en su diseño, o a unas galeradas redundantes y superfluas.

                           
                            (Viñetas 1, 2, 3 y 4, página 38. Portal al Abismo).

Aquí descansa un ejemplo de lo anteriormente descrito, los bocadillos se muestran reincidentes en su exposición, uno tiene la sensación que al leerlos se encuentra con esos bocadillos de El Capitán Trueno (Mora y Ambrós) o El Jabato (Mora y Darnís), por citar una manera de narrar clásica que se erigía como aplanadora del significado, explicando hasta el más mínimo detalle cualquier cosa, y en cuanto al dibujo vemos que los rostros de Teela o de Dsedraj varían poco, quizá alguna línea más geométrica que otra pero poco más, no obstante existe algo en Entre tinieblas que nos debería alegrar y es su loa a la estructura narrativa, su condición por encima de todo, de relato, de historia.

En Cazador de medianoche aparecen dos momentos que representan dos hiatos narrativos que nos hacen (re)pensar en esa estructura.


                                                           (Página 36).

La primera vez que tenemos conciencia del Portal, del verdadero objetivo de los personajes aunque camuflado en subtramas, es esta página que corresponde a la primera explicación de la meta de los villanos también. Hay algo de intersticio en estas viñetas, como si se tratase de esa parte del Portal que se está abriendo, se está rompiendo, el lector es consciente que algo está sucediendo, que por muchas búsquedas alternativas, la central de Beryl y sus amigos les llevará hasta esta misteriosa localización. Pero habrá más momentos como este, que anuncian una continuación en la descripción de personajes y que seguirá en las otras aventuras.


                                                 (Doble página 44 y 45).

A poco de acabar Cazador de medianoche, Jordi nos posiciona en otra geografía y con otros actantes, la sensación de derrumbe es brutal, el punto de vista del lector en estos momentos es de pura desorientación. Asombro y desconcierto que se convertirán en compañeros de viaje en las siguientes viñetas y páginas que, cada una en su tomo, irán anunciando la direccionalidad de los protagonistas, es como si siguiéramos un hilo de Ariadna que nos ayudará a salir del laberinto del minotauro.


                                                         (Página 32, Dama del cielo).

El segundo número de la serie se podría también haber llamado retornos, porque además de regresar al primer escenario de las aventuras de Beryl en Piel de Dragón, volviendo a ver a personajes de la misma, como el juguetón y amoral elfo Ávalar, retornamos a ese espacio enigmático del Portal con esas extrañas viñetas que nos muestran a un singular personaje en el interior de alguna mazmorra contemplándolo.


                                                       (Página 4, Doncella de fuego).

Las viñetas de esta página del tercer tomo de la saga representan un contraplano de las anteriores de Dama del cielo, otorgándonos perspectiva de la trama, ayudándonos a edificar una posible meta de los protagonistas. Independientemente de las tramas que haya en esta aventura y que tengan a Teela como protagonista, de igual manera que Eilyrn lo tenía en la anterior, estas páginas muestran una cesura en la manera de contar el relato que nos posiciona en una especie de recelo metanarrativo tensionando la lectura de tal manera que incluso el propio Bayarri nos lo recuerda, de vez en cuando con momentos de acción tan bien coreografiados como éste, que incluso homenajean al séptimo arte.


                                                    (Página 39, Doncella de fuego).

Uno puede llegar a cansarse de algunos dibujos, sonrojarse con algunas explicaciones, pero de lo que no puede dudar el lector de Entre tinieblas es de estar asistiendo a un  ejemplo de estructura narrativa que lo sostiene todo.