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domingo, 30 de agosto de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. VIAJE A LA INFANCIA. (II). POR UN ACCIDENTE.

Siguen alumbrándome los faros de los quioscos en este periplo. De esas portadas de cómics empotradas en sus rincones más inaccesibles, olvidadas, descoloridas, que en algunos casos parecían estar disecadas, compartiendo espacio con restos de insectos de toda índole, descubrí un nuevo formato que me acompañaría todo mi vida, el álbum, y el primero de tapa blanda que conseguí en el verano de 1984, por mediación del bolsillo de una de mis tía, fue éste:

Devoré la aventura del súper agente 327 mientras otros niños chapoteaban en la piscina. Fue el primer verano en el que sería consciente de estar leyendo y maravillándome, al mismo tiempo. No hablaré hoy de la obra de Martin Lodewijk, aunque espero hacerlo en el futuro porque es una gozada, pero sí de la cabecera que la acogió en este país. Estoy hablando de la revista Fuera Borda de la editorial Sarpe, cuyo primer número también pude degustar gratamente.

El protagonista de la saga de Los hombrecitos de Seron  me invitaba a descubrir una nueva forma de entretenerme. La BD  empezaba su desembarco para un niño de siete años aunque con fecha de caducidad, la revista solo duró 50 números. Después tendría que esperar a la revista Guai! pero eso ya sería otra historia. La primera narración protagonizada por esos hombrecitos (en este caso con guion de Desprechins), capitaneados por el temerario Renaud y sus fieles compañeros, Laviga, Lapaja o Lagasca, sin olvidarnos del profesor Hondegger, y un sinfín más de emblemáticos personajes, fue El éxodo y la descubrí entre las páginas de Fuera Borda. Con ella creía que empezaba una serie de aventuras de esos personajes buscando un nuevo sitio donde vivir, pero no podía estar más equivocado, ese álbum era el quinto ya, con lo cual desde España, como siempre, andábamos un poquito retrasados. 

Todo empezaba por un accidente, las mejores ideas parten de un error. La primera viñeta es inundaba por la cotidianidad, personajes caricaturizados realizando sus actividades más normales, ni resto de superpoderes por ningún lado. Bien, un agradecimiento llevaba al desastre, una invitación a la catástrofe, el drama de los hombrecitos comenzaba para mí y lo ejemplar es el modo de aproximarnos a ello. Seron nos lo advierte de la manera más sutil posible, nos dice que algo no va bien, existe algo en la primera viñeta que despunta anormalidad, inquietud, algo va a pasar. La clave, como siempre, está en las matemáticas. Las dos líneas continuas, que no se pueden cruzar, de la carretera, aquellas que está pisando el camión amarillo, son rectas pero están ligeramente inclinadas. La historia de la que vamos a ser testigos va a partir de una realidad, acatamiento de unas reglas, pero enseguida se va a deslizar hacia el otro lado, el fantástico, saltarse esas normas, y el autor lo consigue no con el dibujo en sí, sino con su punto de vista. Es el punto de vista el que está inclinado, el que detecta la anomalía, algo va a pasar.

No podía elegir una sola viñeta así que os rescato la página completa. El conductor aparca su camión, aceptando la invitación, y olvidándose de dejar el freno de mano puesto. El camión revive, cayendo carreta abajo produciendo lo que estáis observando. El detalle del choque me quedó mudo. Era la primera vez que contemplaba unos rostros caricaturizados pero al mismo tiempo, estaba viendo un perfecto accidente. Ficción y realidad se daban la mano. Este comienzo ayudaba a inmiscuirnos lentamente en el mundo fantástico de los hombrecitos aunque todavía me depararía alguna que otra sorpresa más. Cuando uno entra en un mundo nuevo, el desconcierto lo acompaña.

La siguiente plancha corrobora el efecto del accidente. Una presa se destruye inundando las cercanías. Algo no iba bien en mi lectura, había algo que me producía confusión. Vuelvo a repetir que esta fue la primera narración de Los Hombrecitos en España por lo tanto, me introducía en sus aventuras desconociendo su contexto. El desconcierto me seguía entre estas viñetas. La primera es una de situación, un plano general para el que le guste el cine, vemos la inundación rodeando un castillo. Las siguientes serían las de unos hombres batallando contra la fuerza del agua. Todo formaba un corpus lógico narrativo pero sin embargo... Algo seguía sin encajar. La siguiente viñeta bajó el telón de la incertidumbre.

Resulta que la presa afectó a las inmediaciones del lugar pero también a una comunidad de seres miniaturizados por un extraño meteorito, escondidos en las cisternas en desuso del castillo. La duda se disipó inmediatamente, pero hasta llegar a ver la luz al final de ese túnel, estuve en un limbo muy raro. Realidad / Ficción ya no sólo se confundía en el relato, sino que incluso en el interior de una página, en el centro mismo, entre sus viñetas. Desde esa vista de pájaro del paisaje, enseñoreado por el castillo hasta los hombrecitos intentando tapar las fisuras de las cisternas, obra la técnica, otra vez cinematográfica si se quiere, un travelling de aproximación prodigioso e inconsciente para un niño de siete u ocho años, que fue alimentando su imaginación hasta la actualidad con mis cuarenta y tres años y que desembocó en La caída de Dundee (2003). En el próximo acto, seguiremos hablando de viñetas pero no de cómics hasta entonces, para aquellos que todavía no conocéis a los hombrecitos, dadle una oportunidad (la editorial Dolmen está haciendo una labor majestuosa para traerlos de vuelta, y no sólo a estos personajes de BD) descubriréis un mundo de aventuras pequeñamente maravilloso.



domingo, 23 de agosto de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. VIAJE A LA INFANCIA. (I). El ecosistema fabuloso real.

Hoy arranca un viaje que me llevará al sitio más peligroso que conozco, mi infancia. En principio estará dividido en tres partes, tres etapas, y no sé muy bien dónde acabaré. La nostalgia será una de mis enemigas a la que tendré que negar, al menos hasta en tres ocasiones. ¡Adelante!

El invierno del dibujante (Editorial Astiberri) de Paco Roca se abre con la apertura de un quiosco. Aquí tengo que recordaros que ya hable de ellos en el número siete (Arqueología de una viñeta. II. Juicio a la BD) de Domingo de viñetas. La acción propiamente dicha, los primeros bocadillos, van emergiendo de las primeras viñetas y como si fuese el motor impulsor del que se nutriera el relato, a medida que nos vayamos acercando a ese lugar con la ayuda de un niño, veremos como la historia nace en todos los sentidos. Por un lado narrativamente hablando, se posiciona en un contexto determinado: una ciudad española en el invierno de 1958 y por otro lado, gráficamente se muestra la acción con sus protagonistas empezando a aparecer por el lado derecho de la viñeta y después ocupando su centro neurálgico. Todo en los límites de un lugar perdido, un lugar que para muchos se convirtió en una verdadera ventana al mundo "real" pero también al de la "ficción", el quiosco. 

Intentaré que este post de hoy sea un diálogo entre estos dos momentos de un cómic irrepetible. La primera viñeta representa el momento fundacional del descubrimiento. El niño rodeado de numerosas opciones escapistas, pero hipnotizado con una portada en concreto, con su faro particular, un tebeo de Pulgarcito. La sonrisa del niño y persistencia a través de la indicación de su dedo índice, muestran el anhelo infantil por volar a otros mundos. Ya se encargará su madre de propinarle su dosis de realidad pertinente cuando comprándoselo, le reproche que como se entere su padre que gasta el dinero en "ESTO"...

Habría que definir lo abstracto antes de continuar. Qué representa el pronombre demostrativo. Una entelequia. Para unos, bobadas de críos que tendrían que estar empezando a madurar en la vida, para otros, en nuestro caso, los historietistas, una forma de trabajo, una artesanía que despunta ya un final anunciado pero que aun así, hay que afrontarlo de la manera más lógica posible, sin grandes aspavientos ni grandes espectacularidades. Y aquí sobresale una de las características de Roca, su afán por no despuntar, su negligente opción anónima de resaltar aquello que está escondido sin fuegos artificiales, y mira que puede llegar a ser difícil, sobre todo para un valenciano como él. Bromas aparte, la chispa se ha generado.

                                  (La campa del muerto, Santutxu, Bilbao).

En mi caso también todo parte de una invocación, de un llamamiento. Existen dos centros de dicha invocación en mi infancia, que leyendo El invierno del dibujante, me los recuerda constantemente y me hace retornar a ellos, son mis particulares cantos de sirena. Uno de ellos fueron los descansillos de los cines donde me crié, en diferentes ciudades y pueblos españoles y otro, los quioscos (uno de ellos se puede ver en la foto de arriba, el situado en la parada de autobuses con tejadillo verde). El primero albergaba la maravilla y no precisamente en la sala de cine si no en su descansillo, antes de penetrar en "el reino de las sombras". Siempre me quedaba delante de la próxima película que iban a estrenar mirando su cartelera y una colección de afiches de unos nueve fotocromos, que a modo de avance, nos hacían poner los dientes largos a los que se atrevían a perder unos minutos en contemplarlos. Esas instantáneas, viñetas también porque no decirlo, representaban un mundo por explorar, una posibilidad incierta porque a menudo esas fotografías fijas eran precisamente eso, momentos del propio rodaje de las películas y nunca saldrían en sus diégesis. En cualquier caso alimentaba mi imaginación, igual que lo hacían los tenderetes de los quioscos, de los que me quedaba petrificado esperando al autobús que me dejaría en mi gris realidad, mi colegio. Siempre saboreaba mejor esos momentos, prólogos de mi aburrida cotidianidad, imaginándome el interior de esos cómics.

Bien, observando esa viñeta al principio de la historia, rememoré ese momento y aunque, cronológicamente, yo no sea un hijo de esos tiempos, sí que lo fui del final de esos ágoras culturales y creativos que fueron los quioscos. Allí todo pasaba y esto era literal, como se puede observar en la página que he destacado. Los protagonistas de la historia presentándose como de pasada, como fantasmas de un pretérito que nadie quiere recordar, marchando en dirección a la editorial donde trabajan. Es una presentación, más que cinematográfica, cinética y aquí me gustaría dirigirme a todos aquellos que piensan que Roca no ejercita el movimiento, que parece que en sus páginas, en sus viñetas, no pasa absolutamente nada. Algo de eso también hablaba en el post número 5 (Anatomía del movimiento) acerca de la obra de Jeff Smith. Al escritor norteamericano también le llueven las mismas críticas, y es que pareciera, que quien las hace es incapaz de ver que sus páginas y sus viñetas "clonadas" son todo lo contrario. Están llenas de pequeños detalles que ayudan a escenificar otro tipo de movimientos, alejados de esos que nos tienen acostumbrados cualquier cómic de Marvel o DC, o cualquier ejemplar de manga. En el caso del estilo Roca, es mostrar el movimiento encapsulado de unas viñetas en un artificio memorable. Transformar el dibujo inmóvil sobre papel en una idea móvil en la mente del lector. Puede que algunos hubiéramos estado viviendo en realidades paralelas circunscritas entre esos dos momentos, entre la fantasía, la posibilidad de una vida, y la realidad, la vida posiblemente. Entre aquello que soñamos y aquello que vivimos. Los historietistas no se encontrarán jamás con ese niño pero queda determinado el lugar de aparición de ambos, el hábitat perfecto donde ambos momentos pasaron, un ecosistema fabuloso de vida.

domingo, 16 de agosto de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. Misterio al principio...

Regresamos a la Bd después del  paréntesis japonés que han supuesto los tres últimos post de mi blog y lo hacemos con una "mirabilia". Como podéis observar más arriba voy a hablar un poquito, como siempre, de El espíritu perdido de Gwen De Bonneval y Matthieu Bonhomme editado por estos lares por Norma Editorial. Y hemos tenido suerte y no suele pasar, creedme, sobre todo en este país. La editorial barcelonesa u otra podía habernos traído la "versión ortodoxa" de El espíritu perdido, condensada en tres tomos de 48 páginas cada uno en color, pero Norma decidió allá por 2010 apostar por la versión en blanco y negro con el formato "a la italiana" o apaisado. Cuando una editorial realiza este tipo de maniobras nos está diciendo muchas cosas al respecto de su manera de trabajo. Primero Dupuis al permitir esto y después Norma al clonarlo al castellano, nos están diciendo que además de la bd clásica existe otra tipo de bd, que nos puede recordar al pretérito, y que desafía nuestra manera de aproximarnos a un cómic. Porque una vez que tienes entre tus manos El espíritu perdido la pregunta es pertinente, ¿cómo te aproximas a él? La elección del formato es fundamental, al no haber otra copia del cómic en diferente formato en España, Norma nos está diciendo cómo hay que leerlo y no es de una manera tradicional. Como veréis arriba, las páginas interiores requiere una cesura, las viñetas apaisadas demanda una pausa, un intersticio entre viñeta y viñeta para poder disfrutar mejor de la aventura de Guillaume y Hélis en busca de su padre o en busca de un muerto. El espíritu perdido es un viaje ambientado en otro tiempo y por tanto requiere de otro ritmo de lectura, de otra manera de contemplarlo y esta edición especial es un regalo para los lectores que quieran adentrarse en una odisea, presumiblemente clásica, pero también en un perturbador bestiario medieval.

Regresando a la primera cuestión planteada ¿Cómo nos aproximamos a El espíritu perdido? Podría haber infinidad de respuestas pero el formato, como ya he dicho, nos las limita. Aun así, todavía habría unas cuantas, si fuesen bien defendidas claro está, que nos abrumarían. Quizá tantas como lectores que se hayan quedado aprisionados en sus páginas. Yo voy a dar la mía que es maravillándonos con el misterio que encierran sus viñetas. Al principio he citado la palabra "mirabilia" por esa razón. ¿Qué es una "mirabilia" entonces? Podríamos de decir que algo extraordinario, maravilloso. La palabra maravilla viene del latín mirabilia (cosas admirables, cosas que pueden sorprender) y que en realidad es la forma neutra y plural del adjetivo mirabilis (que se puede admirar). Bien, por tanto y como todo la estructura de El espíritu perdido es un auténtico misterio a descubrir, no iré a destripar nada en absoluto quedándome con su prólogo, uno que misteriosamente permanece oculto entre las guardas del cómic y que me hace admirar siempre esta obra inaudita.


Como si se tratase de una sombra chinesca el personaje de una mujer está mirando un montículo con una cruz en su cima. Está amaneciendo, el rito se inicia, y no existe mejor manera de comenzar un relato que en su amanecer. Qué importa lo que pasase antes, el motor de la narración ya ha comenzado, y como si fuese uno en media res, se prepara para arrancar, para partir hacia delante...

La joven corre, trenza al vuelo en su ¿huida? Parece ser perseguida, su rostro se gira levemente hacia la luz del amanecer pero ella está resguardada en sombras. Insiste, su pisada es contundente dejando atrás la arena o piedrecitas que suelta en su carrera. La capa que antes la protegía, acunándola de fragilidad, ahora está suelta, parece que la impulsase hacia delante, parece que volase hacia su destino, bajando la ladera montañosa. El porvenir quizá no la guarde muchos aliados en su camino, a lo mejor necesita de alguien muy cercano en su búsqueda.

Y de esta manera se comienza. El sol va saliendo alumbrando el título de la obra, dejando algún que otro rincón en penumbra. Dejándonos claro una cosa en este prólogo, que nadie busque certezas en esta historia porque no las encontrará, solamente claroscuros que iluminan y ensombrecen el misterio del comienzo. No existe adicción más poderosa que esa, alimentarnos de lo desconocido no para encontrar algo al otro lado del viaje, sino para conocernos a nosotros mismos en el trayecto. 

domingo, 9 de agosto de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. DESVELAMIENTOS.


"Como niños tememos a la oscuridad. Cualquier cosa puede estar allí. Lo desconocido nos inquieta. Irónicamente, es nuestro destino vivir en la oscuridad. [...]. Sal de la Tierra en la dirección que quieras, después de un destello inicial de azul y una espera hasta que se desvanezca el sol, estarás rodeado de oscuridad puntuada sólo por tenues estrellas distantes. Incluso hasta la adultez, la oscuridad mantiene su poder para asustarnos y es por eso que hay aquellos que dicen que no deberíamos curiosear muy de cerca sobre quién más podría estar viviendo en esa oscuridad."
                                                                                                                           Carl Sagan.

Las palabras de Sagan se tornan "sagaces", y perdón por el chiste malo, pero son muy reveladoras de las incógnitas que guarda un manga como Ulna en su torreta de Izu Toru, editado en España por ECC Comics los  primeros cinco volúmenes de un total de siete, con lo cual, hablaré de otra serie inconclusa como en mi anterior post.

Miremos la portada de la versión española del manga, arriba en el encabezado del post, y después contrastémosla con esta otra imagen.

Es la misma imagen que sirve para el curioso diseño que no sé muy bien si corresponde a ECC Comics o a Kadokawa, en cualquier caso, es sintomático  de lo que quiero mostraros hoy. La imagen corresponde a unas guardas del manga. Tienes dos opciones. Quedarte con la imagen de la portada, el rostro de Ulna cercado por el título del cómic en forma "cinemascopica", o bien decides explorar removiendo y desplegando las guardas del manga, comprobando que tienes ante ti una imagen más cuadrangular y, curiosamente, más poblada de información que la primera. Podemos ver a Ulna hasta su cintura, comprobando que es una soldado, y al fondo una extraña construcción thuud Las alas de Chilmo. La historia de Toru esconde más que enseña, pertenece a eso que llama Sagan oscuridad, por esa razón es de suma importancia que a través de sus viñetas podamos encontrar posibles desvelamientos, es decir, que sus viñetas nos descubran aquello que está oculto, que nos ayuden a sacarlo a la luz, a revelarlo.
Y se trata de una oscuridad muy luminosa como podéis comprobar en una de las primeras viñetas del comienzo del primer tomo. Lo oculto no siempre tiene que estar escondido puede estar disimulado, puede estar delante de nosotros y no darnos cuenta. La historia de Ulna, en sus primeros tres tomos, se desarrollará en la isla helada de Lizl, hábitat de una comunidad indígena, los Thuud, que ven peligrar su mundo frente al poder invasor de Lezmoa, representado por Ulna y su contingente de mujeres soldado posicionado alrededor de una torre.
No hace falta ser un gran dibujante, no hace falta depositar en el dibujo su valor en un diseño pomposo, recargado de múltiples líneas maestras espectaculares para otorgarle más presencia. Simplemente hay que saber contar bien lo que quieres con las herramientas que tienes. Igual que la viñeta anterior, ésta de la torre está realizada de una manera muy sencilla. Quizá en Ulna en su torreta, más que ser testigos de unos grandiosos dibujos, lo seamos de una intercomunicación de bocetos que nos van desvelando las intrigas que se van diseminando por el relato. Por esa razón es muy importante la importancia que se le da a la narración visual, en su conjunto, y aquí no hablo de la individualidad de las viñetas, que son el germen de mi blog, sino del montaje de todas ellas narrando. Si cogiésemos la figura fálica de la torre, el componente sexual es vital en la historia de Toru, el autor ya nos lo ha ido indicando, ligeramente, su valía durante el pequeño trayecto que va desde que Ulna desembarca en la isla, se aferra a su convoy de avituallamiento y llega a la base militar, antes científica, de Ke-ni-tay. Veámoslo.
Regresaremos a esta viñeta, pero antes fijémonos bien en ella. Sobre un bocadillo, vemos el fusil de Ulna y más adelante otra viñeta con un detalle del mismo.
Aquí la escala es importante. El tamaño del dibujo advierte al lector a donde tiene que mirar. Es una función de primer plano cinematográfico en toda regla. Izu Toru podría haber prescindido de ella y haber realizado otra, pero se detiene y la dibuja porque quiere que el lector la contemple, que observe el objeto en cuestión antes de verlo "realmente" en forma de torre. El texto ayuda también, los bocadillos de ambas viñetas representan un recuerdo y una promesa, pertenecen al mundo individual de Ulna, pueden ser o no ser, quiero decir, puede ser su pueblo bello o no, no lo sabemos aunque llegaremos a descubrirlo en los tomos sucesivos, pero la torre sí que la vemos, es "real" a ojos no sólo de la protagonista si no del lector.

Ulna en su torreta nos habla de un conflicto armado, de una lucha, y está llena de momentos desagradables pero uno de los que más congoja me produjo fue éste, encapsulado en una sola página, con la compañera de Ulna, Cullet, sincerándose delante de ella. El ámbito privado como desvelamiento también de los personajes del relato. Cómo y cuándo, solamente cuando se encuentren felices, a gusto, en buena compañía. Cullet ha descubierto mucho en una novata como Ulna y en el tercer tomo se desnuda ante ella.
Es una viñeta que representa una situación casi confesional entre dos personas. Una vez que Ulna salga de Lizl y regrese a su pueblo, Trop, veremos que también tendrá que hacer frente a otro tipo de relaciones, entre ellas, una sentimental. Otro desvelamiento a la vista.
Allí conocerá a Tohoma, un jugador de fútbol extranjero, a partir del tomo cuarto y como si se crease un intersticio tranquilo, casi utópica, después de haber sufrido la contienda bélica más descarnada, lo que seguirá a continuación parece ser otra cosa, perteneciente a otro mundo. Aquí el autor realiza un quiebro más que argumental genérico porque pasamos de un contexto bélico a uno más próximo al thriller. El Trop que conocía Ulna, como nos decía al principio en esa viñeta que os dije, tan bonito puede que se haya transformado, y es que se están produciendo una serie de asesinatos misteriosos en el pueblo. Ulna ajena al principio, se enamorará de Tohoma pero la inquietud será la verdadera protagonista del citado tomo y del quinto. La construcción de esa especie de extrañeza ubicada en un entorno idílico, nos puede llegar a recordar al mejor David Lynch con su Terciopelo Azul (Blue Velvet, 1986) o Mulholland Drive (2001). Lugares "normales" donde anida la semilla de la anormalidad. Esa idea pernocta durante toda la lectura de los dos últimos tomos de Ulna en su torreta. Si regresamos a la viñeta de más arriba, donde Tohoma está tumbado mirando un partido, veríamos que en principio no pasa nada. Es un dibujo que representa un momento cotidiano, superfluo si se quiere, incluido en la narración. Podríamos seguir leyendo, pasando página y ya está, pero hay algo que nos dice que Tohoma es especial, es diferente y Toru nos lo está posicionando enfrente de nosotros. Quizá no tan directamente como Lynch, al comienzo de Terciopelo azul, mostrándonos bellas estampas "americanas", enseñándonos lo bueno y bonito que es todo, pero que si miramos con atención podemos encontrar una oreja humana en un jardín cualquiera. Pues bien, si mirásemos con más detenimiento la página veríamos que al lado de la viñeta del rostro de Tahoma mirando hacia un lado, vemos la planta de su pie. Detengámonos aquí porque el diseño de la planta de la zapatilla deportiva de Tahoma comparte concomitancia con otra forma, con otro diseño, el del supuesto enemigo de Ulna, los Thuud, dejados atrás en Lizl.
El dibujo es horripilante y el tamaño varía pero qué duda cabe que el contorno es el de una suela de zapatilla o zapato, a un nivel básico. Izu Toru nos está diciendo que las sospechas sobre si Tohoma es un Thuud o no, se caen si observamos con detenimiento el dibujo. Y es que puede que Ulna, aunque se haya alejado de lo que vivió en el frente, es decir, de su pasado más reciente, puede que le esté  acompañando en su presente más inmediato.
Regresemos a esa viñeta que os dije, al principio del artículo, y fijémonos en la página de más arriba, aparecida en el último tomo publicado en castellano. Toru nos hace retroceder con un capítulo excepcional llamado La Luz. Todo el episodio es una orfebrería magistral narratológica, ya que regresaremos a Lizl pero no para hacer un ejercicio de rememoración, sino un nuevo movimiento de representación. El autor revelará la identidad de Tohoma y con ese desvelamiento trastocará el punto de vista del relato. Veremos como él observará a Ulna en la distancia pero Toru utilizará la misma viñeta del principio pero cambiada de sentido. Un pequeño detalle que abre una gran panoplia de suposiciones que arriesgan ya no solo los límites del propio diseño del manga, a veces uno tiene la sensación que está ante bocetos y no dibujos finalizados, sino que pone en entredicho el punto de vista de la historia.
Los desvelamientos que encontramos en Ulna en su torreta merecen la pena desde muchos frentes. Habrá que esperar a los tomos seis y siete para terminar de aplaudir la obra de Toru o no ¿quién sabe?

domingo, 2 de agosto de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. ¿QUÉ SIGNIFICA SER HUMANO?


Vaya preguntita, ¿verdad? Es la que confecciona, entre otras cosas más, Akihito Tsukushi en su Made in Abyss. La odisea en la que se embarcan Riko, Reg y Nanachi en busca de la madre de la primera en el abismo, es por tanto una aventura física pero también se tornará existencial.

 
Esta viñeta en el capítulo sexto del primer tomo lo explica perfectamente. Riko tiene ante ella la entrada al abismo y desea encontrar respuestas a sus preguntas. A partir de ese momento ya no sólo pertenecerán a la niña, el lector/a tendrá que estar preparado para descifrarlas conjuntamente. Es un gancho perfecto para alimentar el suspense, para mantenernos adictos a la aventura. Y, francamente, nos encontramos hasta ahora, porque la historia está inconclusa todavía, con una que merece la pena. Abordaremos los cuatro primeros tomos, editados aquí por la editorial Ivrea, los cuales más o menos corresponden a la primera temporada de su adaptación al anime, o sea que para aquellos que no hayan leído el manga y si hayan visto el anime no les destripo nada y para aquellos como yo, que primero conocieron la ciudad de Orth en papel antes que en imagen en movimiento, pues lo mismo. Otra cosa será penetrar en los siguientes cuatro tomos que quedan, por ahora, y que a expensas de la segunda temporada, me hagan forzosamente que soltar algún que otro spoiler pero ya veremos.


Creo que en un primer capítulo además de las consabidas características narratológicas, como la presentación de los personajes o esbozar el camino al primer punto de giro del relato, existen otros elementos que nos pueden ayudar a comprender mejor las intenciones de sus creadores. ¿Cuáles serían esas otras herramientas? La atención en el detalle nos puede ser muy beneficiosa. Esto lógicamente pasa cuando la obra en cuestión, del formato que sea y por las razones que se presten a cada uno, exude un cierto misterio que nos haga seguir los sucesivos acontecimientos. Bien en la primera página del manga, después de un didáctico índice, tenemos a Riko en estado puro. La pureza, de la que hablé en el anterior post rememorando Nausicaä, es literal. Riko es la protagonista del relato pero además es una niña, y en cómo está dibujada, en cómo está diseñada, nos hace recordar el estado puro de la inocencia, de la inconsciencia primigenia evolutiva humana. Si la hacemos caso, puede regalarnos alguna pista acerca de la intención de su viaje. En la primera viñeta del manga vemos un extraño objeto, una Brújula Estelar, sostenida por su mano. Si seguimos leyendo, nos dice que el objeto es una reliquia, "un misterioso artefacto", "que siempre apunta a los confines del cielo" pero estamos totalmente equivocados, delante del rostro de Riko nos dice que "su verdadero significado es otro" y es que en vez de apuntar al cielo lo que hace es apuntar al, abismo, es decir, al inframundo, al infierno. Lo escribo en negrita porque, después de haber leído los ocho tomos, uno está más cerca de esa afirmación que de la del paraíso, pero insisto que al ser una narración no terminada, puede que las cosas cambien. Porque de eso trata esta primera página y estas viñetas. Nos conmina a no estar seguros de nada. Si nos detenemos en esa Brújula Estelar que sujeta Riko y le diésemos la vuelta, subvirtiendo su significado, puede que comprendamos mejor algunas dudas que se nos pueden plantear a lo largo del trayecto. ¡Hagamos caso a Riko entonces! ¡Alteremos Made in Abyss!


¡Hecho! Seguimos en el mismo sitio, el capítulo sexto del primer tomo, y a la viñeta que representa el abismo en sí, le he dado la vuelta como si fuese la Brújula Estelar de Riko. Las cosas se trastocan, no viene mal, sobre todo para uno que ha leído el relato de Tsukushi unas cuantas veces. Me siento como sus personajes, iniciando un viaje que no sé muy bien a dónde me llevará.


Tanto que hay un abismo que explorar lo que habrá que hacer es descender en él, ¿no? Pero y si en vez de encontrarnos con un descenso lo que tenemos que hacer es elevarnos, escalar, más bien, ascender. Al girar el mapa del abismo, el propio fondo queda visualizado en el tope de la viñeta y ahora lo que más importa no es conocerlo sino ver que el fondo se ha transformado en el propio punto de partida, en la ciudad de Orth. La narración adquiere un carácter involutivo. La historia se ha detenido para comenzar un retroceso intentando contestar a esa sencilla, y al mismo tiempo compleja, pregunta del encabezado de este post. Así que dejemos de mirar al abismo, es el abismo el que nos está mirando, o mejor dicho, no es quién mira hacia abajo si no quién lo hace hacia arriba.


Bueno en nuestra mentalidad cristiana, arriba solo puede estar Dios y eso es lo que pregunta la Inamovible Ozen a Reg, en esta viñeta del segundo tomo. Conocer aquello en lo que puede creer el ser humano, aproximarnos a su creencia, a su religión, puede ayudarnos a entenderlo mejor. En Historia, se estudia esos parámetros para poder discernir cómo fueron nuestros antepasados y no sólo me refiero al orbe cristiano, sino también a investigar en lo que creían, por ejemplo, los hombres y mujeres que vivieron en Altamira. El budismo o el confucionismo, entre otras muchas doctrinas y religiones orientales, posicionan a la divinidad de una manera diferente a la nuestra pero la señalan como nosotros, creen en ella, creen en algo. Ser humano es pensar en la posibilidad de una creencia, en la hipótesis de una alteridad, la existencia de una suprarrealidad, pero hay más.


A lo primero que se enfrentarán Riko y Reg, nada más pisar la primera capa del abismo, como lo confirma esta página del primer tomo, no será a ninguna bestia sino a algo muy humano, al hambre. Después de un esfuerzo viene el descanso y después, la tripa llama al rancho, como la hace la de Reg. Es curioso como en muchos mangas, entre persecuciones, luchas, descubrimientos y otras acechanzas, aparecen momentos de ocio culinario. En Made in Abyss hay unos cuantos. Los personajes comparten su tiempo cocinando. Se hace difícil compartir estos momentos con otros heroicos, quizá más cercanos, más normales. En nuestro caso la cocina funciona como catalizador de esa proximidad íntima con sus protagonistas. Es decir su cotidianidad hace que sean más reales, los momentos privados se suceden con aquellos más espectaculares. Ser humano es responder a su necesidad fisiológica y alimentarse es una de ellas. Cuando conozcan a Nanichi, el festín gastronómico se amplificará.


Esta viñeta corresponde a su presentación al final del capítulo veinte del tomo tercero. De alguna manera, el personaje ha venido para acompañar a nuestros náufragos héroes, de ahí lo de "os he venido a consolar" pero también le envuelve un halo inquietante con ese diseño de primerísimo primer plano. No reconforta tanto la cercanía como inquieta y es que Made in Abyss también posee un lado siniestro. A veces explícitos, llegando a lo que algunos han llamado "torture porn" y otros sugeridos. La pérdida de bondad, la inclusión del altruismo, los hechos directos sin metáforas, como son, por ejemplo la representación de una muerte o la intervención para curar una herida pueden llegar a herir nuestra sensibilidad. Esa oscuridad latente, no sólo en el abismo también presente en el orfanato Belchero en Orth indica que siempre hay que estar atento, que siempre tenemos que estar preparados, puede que no sea para algo peor pero si para algo distinto, para algo que no estemos acostumbrados a ver, a soportar. El elemento del esfuerzo es otro inherente al ser humano, su capacidad de resistencia también lo llega a definir con su intelecto. ¿Hasta dónde soy capaz de llegar? Bueno, hasta que no empiezas a recorrer un camino no sabrás cuanto has andado, Antonio Machado lo expresa mejor en sus proverbios y cantares: "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar."

  
La aparición de Bondrew desata todas las incertidumbres en el tomo cuarto, ya nos lo dejó entrever Nanachi con sus recuerdos en Idofront, su baluarte, en el tomo tercero pero aquí se hacen realidad y si bien los anteriores enfrentamientos, podríamos llamarlos como calentamientos, me estoy refiriendo al que mantiene Reg con Ozen al final del tomo segundo por ejemplo, con el Señor del Amanecer todas las expectativas se trastocan. Esta viñeta al final del tomo cuarto es paradigmática al respecto. Tenemos a un personaje que hace cosas malas pero las realiza como si no las estuviera haciendo. Actúa cruelmente pero sin parecerlo. Es su insolente capacidad de conmoción ante el otro lo que le hace experimentar una y otra vez, llegando a momentos extremos pero con una sutilidad casi misericordiosa. En la viñeta está sujetando a la que dice que es su hija Prushka. Por un lado tenemos esa cola que le sale por el lado izquierdo de la viñeta y por el otro, parece proteger a la niña. La posición de confortabilidad y desamparo la señala la propia postura de Prushka, que parece estar en una nube, balanceándose. El adjetivo reptiliano de la cola nos retrotrae a la maldad judeocristiana representada en la figura de la serpiente y en el otro extremo, somos testigos de una imagen casi de piedad. Bondrew parece ser la encrucijada entre el bien y el mal, entre la moral y la amoralidad, entre lo que se puede hacer, lo permitido, y aquello que está prohibido. Puede que esté hablando de la actuación del ser humano, de su posicionamiento a un lado u al otro. Ser humano también es saber elegir por qué lado vas en la vida y cómo.