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domingo, 31 de mayo de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. ARQUEOLOGÍA DE UNA VIÑETA. (II). Juicio a la BD.



Sigue el calor y seguimos excavando y esta vez nos toca hacerlo en suelo patrio. Hablaremos un poquito, como siempre, de El capitán Trueno y de El jabato pero no adelantemos acontecimientos. Los míticos héroes mencionados, ¿son ejemplo de línea clara? ¿Podrían engrosar las filas de la BD en nuestro país? ¿Es la línea clara, territorialmente hablando, autóctona de una zona concreta?
Empecemos por delimitar las cosas. ¿Sabemos qué es el concepto de línea clara?

La asociación tintinófila de habla hispana ¡Mil rayos! realizó una presentación con José Luis Povo, dibujante de Las aventuras de Miquel Mena, para explicarnos el lenguaje de la línea clara, allá por el año 2012, concretamente, un 22 de noviembre. Fecha lejana quizá pero interesante ejercicio que ayuda a comprender mejor lo que la línea clara significa.
Siempre me he sentido fascinado por el álbum de cartoné, es decir, por la BD (bande dessinée como se denomina en la zona franca). Llegué tarde a Marvel y al Manga pero llegué. Bien, desde pequeño mi madre solía comprarme los álbumes como si se trataran de un botín de guerra por mis notas o por mi buena conducta, si no era así, siempre quedaban los domingos y el dinero de la paga para gastarlo en los tebeos que se quedaban colgados con pinzas en esos centros culturales que eran los quioscos de antaño. No era lo mismo sentirse maravillado por el fulgor inalcanzable que desprendía un álbum en una estantería que los haces dispersos de luz de lo tebeos. En la estantería, el álbum reposado y guarecido, casi llegaba al nivel de incunable para mi economía mientras que en el quiosco, los cuadernillos estaban más próximos a mi bolsillo. Además, cuanto menos, estaban como "en la horca", colgados a la intemperie, de hecho muchos de mis cómics están completamente amarilleados por esa razón. 

                                
 
Estas dos viñetas corresponden a la presentación de El capitán Trueno (Cuadernillo 1. ¡A sangre y Fuego! Víctor Mora y Ambrós, 1956) y de El Jabato (Cuadernillo 1. Esclavos de Roma. Víctor Mora y Francisco Darnís, 1958) respectivamente. El formato apaisado del cuadernillo era lo que te encontrabas en estos tebeos, incluía menos viñetas en cada página y la calidad del papel era mucho peor que la de los álbumes de cartoné. Las comparaciones eran odiosas y la competencia era desleal sin ninguna duda. Menos mal que luego las cosas fueron transformándose llegando a una entente sobre todo por los fans y ya en los años ochenta del siglo pasado, las reediciones aparecían en cartoné. El formato había cambiado pero ¿y el contenido? Las viñetas seguían intactas, bueno a color, pero inquebrantables en sus fronteras. Por tanto, la desigualdad ¿en qué se basaba? Independientemente de que la creación de los cómics se hicieron en una dictadura, y todo el contexto moral y ético de la misma pudiese filtrarse en la narración, ¿qué otros elementos diferenciadores podríamos descubrir con respecto a la BD por ejemplo? Si eliminamos el componente técnico y empresarial, como hemos resaltado, ¿qué nos podía quedar? La respuesta es... ¡nada!

Siempre me ha gustado más esta presentación de El capitán Trueno que la originaria:

  
   La astucia de Omar. Víctor Mora y Fuentes Man. Edición 60 Aniversario.

Un mundo entero frente a los personajes. A espaldas del lector, Omar a la izquierda, Don Sancho a la derecha y al fondo El Capitán Trueno. A golpe de curiosidad, los bocadillos, la literatura, enclaustra los límites de ese mundo, incentivando la imaginación del testigo. Hay una sensación de inoportunidad que le otorga una modernidad deslumbrante. El dibujo por si solo rompe con lo establecido, hermanándose con el gusto cinematográfico. No es el capitán Trueno quien se aleja sino su sombra, "un caballero de Santiago y tiene fama de valiente...".

Y siempre me he visto impelido por esta página:

  Esclavos de Roma. Edición 60 aniversario. Víctor Mora y Francisco Darnís.

La primera viñeta es la que me puso en el mapa las aventuras del íbero. En el Cine todo te lo dan hecho, servido. Tienes poco que imaginar. Una película como Gladiator (Ridley Scott, 2000, USA) es lo que ves. Si hay una pelea de gladiadores eres testigo de ella como el director quiere que la veas y ya. En la viñeta mastodóntica de arriba es un resorte para imaginarte el enfrentamiento en el circo romano. Es cierto que la narración continúa y hay más viñetas que acompañan en la página, pero cada una tiene la función específica de otorgar una miríada de puntos de vista que el cine no puede. Si contemplamos tan solo la primera viñeta es asombrosa su composición estática pero al mismo tiempo propulsa un dinamismo a través de los cuerpos que impresiona. Sus rostros, las líneas curvas de sus cuerpos retorcidos. El cómo están dibujados los caballos, el juego de profundidad, la incorporación de un detalle como la representación de la arena del suelo circense, siendo espolvoreada por el encabritar de los equinos y el envite de los hombres, regalándonos unas cotas de "realismo" desbordante y todo eso en una viñeta, eso sí, que con su tamaño desafía a la jurisdicción de la propia página.

Llegados a este punto sólo me queda citar algo que dijo una vez el inventor del concepto de línea clara, Joost Swarte: "Quería elaborar mi propio estilo para transmitir las mismas sensaciones que me habían trasmitido autores como Herge... Decidí usar únicamente el contorno del objeto que dibujas, dejar que sea el lector con su imaginación el que dé volumen para que se sienta parte de la experiencia del cómic." Limpieza, claridad, legibilidad, características de la BD, de la línea clara, que también en nuestro país, como hemos visto, surgieron con otro tipo de diégesis, en otros contextos sociales y políticos pero de igual valor.
 



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