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domingo, 26 de abril de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. FORMAR PARTE.



Brigada es un cómic de Enrique Fernández que está compuesto por tres tomos. El último de ellos está a punto de salir para sus mecenas. Esto es importante ya que Brigada se hizo posible en primer lugar por su creador, lógicamente pero también porque formaba parte de algo que está cogiendo fuerza e interés desde hace ya algunos años. El Crowdfunding o Micromecenazgo se han convertido en una forma de hacer posibles proyectos que sin sus plataformas serían difíciles de realizar. Quizá el más famoso a nivel internacional sea Kickstarter pero en nuestro caso, el proyecto se realizó primeramente con Verkami y el tercer tomo ha sido gracias a Spaceman project. Resalto esto porque desde su génesis, gracias a las cantidades que hemos puesto los mecenas, hemos hecho posible esta maravilla del noveno arte aunque haya sido desde su "marginalidad económica".

No voy a hablaros de su historia, tan enigmática como apasionante, pero si de algo que no se habla mucho en los tebeos, sus estructuras. Un todo narrativo  que se va formando a medida que se van desarrollando los hechos y que en Brigada, sobre todo en su primer volumen, interpela nuestras dudas. Bajo mi punto de vista el primer tomo nos desafía como lectores a descubrir, por tanto también es más experimental, sus innumerables pistas estructurales frente a una narración más lineal, más imbricada del segundo tomo. Para el que haya disfrutado de Brigada me entenderá cuando digo que el primer cómic es la personificación misma del Voirandeer y su segundo, es su intento de explicación. Cogiendo un símil cinematográfico, Brigada 1 sería 2001: una odisea del espacio. (2001. A Space Odyssey. Stanley Kubrick, USA , 1976) y Brigada 2, 2010: Odisea dos. (2010: The Year We make Contact, Peter Hyams, USA, 1984). ¿Qué nos deparará el tercer tomo? Me froto las manos esperándolo.

Empecemos por el principio, nos dará importantes pistas a las que sujetarnos en este viaje que trae curvas.


Las tres primeras viñetas panorámicas establecen el clima de Brigada. En la primera, estandartes vibrando al viento acompañados por una luz que, irradiando en el centro de la viñeta conforma un punto de fuga, rodea las telas y potencia su brillo. Pareciera que estamos asistiendo a un momento glorioso, a los preparativos de un combate épico, incluso la direccionalidad de la propia viñeta, un plano picado, nos otorga esa clave heroica pero la viñeta siguiente se encargará de desmentirla. Nos manda bajar los ojos. Nos hace dar la espalda a una posible oficialidad del mito, para arroparnos en la intimidad del logos. Si la primera viñeta presenta un objeto, los estandartes al aire, la segunda demandará un protagonista que refrende ese significante mítico pero no como esperamos. Aparece un niño, de espaldas rozando el centro de la viñeta y a su derecha una mancha oscura transformada en padre. Los habitantes de la viñeta pueden ser muchas cosas menos ejemplos de fuerza, de resistencia. El niño representa la fragilidad frente a la voracidad de la figura de su progenitor, que invade prácticamente todo el tercer rectángulo. El historietista además de contarnos lo que estamos descubriendo, nos dice cómo hacerlo. Brigada posee una importante herencia cinematográfica.  La utilización de este tipo de tamaño en sus viñetas, o el mero hecho de estar hablando de planos en vez de viñetas, no es ninguna equivocación, nos posiciona en el mismo centro formal de la propuesta del autor. Si siguiéramos con el tamaño de las viñetas por ejemplo, nos indica que no podemos leerlas horizontalmente, es decir, que no podemos hacerlo como estamos acostumbrados, de izquierda  a derecha, sino que se demanda una lectura vertical. Es como si nos encontrásemos con un paneo más que con un movimiento panorámico.

 El argumento de debilidad se prolongará una página más adelante, en la número 6.


La ilusión de una victoria ha durado poco, solamente una hoja. La desilusión se establece en las planchas de Brigada a partir de ahora. Se ha producido una transformación. Curiosamente, en la primera viñeta sigue existiendo el foco de luz pero ahora está rodeado de una extraña neblina y los estandartes, prácticamente en igual posición, están roídos, arrasados. La segunda viñeta corrobora la devastación. Una mano temblorosa, ensangrentada, nos avisa de la muerte del padre y la soledad del hijo. Su muerte será una carga, literalmente, para su hijo cuando le ponga las campanas a su espalda. Y no dejemos de contemplar esa niebla que va conquistando los márgenes de las viñetas, sutilmente. El ambiente se ha construido, la narración puede comenzar porque hasta ahora no lo había hecho. Brigada 1, si adjudicamos un cierto orden narrativo, no empieza en la primera página sino en su séptima y lo hace, otra vez, auspiciada por un objeto.


Está servido en plano detalle. Se trata de una estatuilla familiar y el verdadero protagonista no parece ser un niño sino un enano. El orden de las viñetas también nos anunciará que estamos regresando al ritmo ortodoxo de la historia pero no tenemos que confiarnos. Los paralelismos continúan, ya hemos detectado el de los estandartes, pero aquí tenemos otro. La presentación del enano es igual a la del niño, a espaldas del lector. Y no nos olvidemos de la humareda que está rodeando a la figura en ese altar, como elemento de transición de una viñeta a otra. El detalle vuelve a ser crucial. La presencia de la niebla, funcionará a lo largo del tomo 1 más que del segundo, como argamasa de la narración. Como elemento de un montaje interior que representa esa zona abstracta llamada Voirandeer. Quedémonos con esas dos herramientas narrativas: el objeto y la neblina.


Empecemos por esta última. Aparece y desaparece con suma facilidad, en la imagen de arriba vuelve a ser una transición, un enigmático proceso que nos hace movernos del interior del Voirandeer a la misteriosa ciudadela de las tres brujas. La niebla anuncia y al mismo tiempo es presencia de la pesadilla que representa el Voirandeer.


Tenemos otro elemento que nos ayuda a componer el todo de una manera ordenada en nuestra cabeza. Son los objetos y he elegido este: un catalejo.


Como vemos en esta viñeta del tomo uno, una mano coge el catalejo. Es un plano general pero la captura del objeto está en primer plano. El juego focal presupone la mirada del autor y la del espectador, el primero crea la incertidumbre y el segundo la demanda.


La viñeta central de la página de arriba está ubicada en el cómic mucho antes que la página donde hemos visto cómo el personaje recoge el catalejo. Concretamente esta página de arriba es la 10 y la otra es la 21. Es decir nos encontramos en un mundo desordenado, solamente podemos ponerle un cierto orden si miramos con detenimiento. Brigada, al menos el tomo 1, exige un segundo visionado y quizá un tercero para poder atisbar estos argumentos. Además de disfrutar de una trama fantástica, llena de personajes inolvidables, protagonizada por unos diálogos que no redundan sino más bien, amplifican los significados y envuelven a los protagonistas en set pieces dinámicas de una complejidad asombrosa, también apela a la consciencia de su estructura. Nos conmina a ser copartícipes de la construcción de esta ilusión, en definitiva, a formar parte de un cómic asombroso. Y la tarea no es fácil sobre todo cuando juegas en lugares comunes. Aunque Brigada esté poblada por enanos, elfos o humanos, creedme, parece como si fuera la primera vez que los observamos y eso, hoy día, es complicado de realizar.















1 comentario:

  1. Todo tiene una calidad asombrosa. Felicitaciones Doctor Enrique Fernández: Un gusto saludarle

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