Buscar este blog

domingo, 27 de junio de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Cuarta parte).

 


El adiós a los reyes acababa con un gran cliffhanger, ¿y ahora qué? Parece que los Hijos de la Tierra se van a despedazar entre ellos, saliendo mal parado el lado imperial, pero los Drekkars tampoco se libran de las intrigas, la despedida inherente en el título del tercer álbum de Servitud, lleva consigo una fuerte carga irónica porque no solo a los reyes se refiere sino también a Hegemones que desean empezar de nuevo o a emperadores manipulados como marionetas como si fuesen el duque de Veriel, testigo impasible de unos hechos que le sobrepasarán.


                                        (Viñeta 3, Página 16. El cantar de Anoroer).

Viñetas como la de más arriba nos hacen revisar lo que hemos leído porque, por ejemplo, ya no serán unos meros testigos de una boda lo que vemos en esa viñeta, si no fantasmas, efigies inconscientes de un mundo que se les escapa entre sus dedos, últimos baluartes de una sociedad que se va desmoronando delante de ellos sin darse cuenta. Y cuando creíamos que la esperanza miraba al desierto, aparece en el tomo cuarto los Iccrins. Cuando creíamos que ya lo habíamos visto todo, Bourgier y David nos enseñan una carta escondida en su baraja creativa, todavía queda algo más del Conjunto, no sólo se trata de otra facción más, si no de otra cultura, otra civilización. Esta vez no hay que adentrarse en las profundidades de la Tierra para observarla o caminar sobre ella, solamente tenemos que girar nuestras cabezas al cielo, como lo hacía Delorn en El cantar de Anoroer y ver a los Ángeles surcar los cielos de Servitud. Hoy tenemos que dejar a un lado la épica heroica, con pinceladas de fantasía, y confrontarnos con la política, irónicamente no hay que tener los pies en el suelo para constatar una realidad, sino mantenerlos levitando en los Pilares de la sociedad Iccrin.


                                      (Viñetas 5, 6, 7 y 8. Página 15. Iccrins).

Si bien es cierto que el álbum comienza con los supervivientes de lo que queda del ejército real, intentando escapar de Al 'Astan, rápidamente se pasa a lo que interesa en Iccrins, la maquinación y de boca de uno de sus actantes podremos poner nombre, al fin, al ser que está detrás de la cortina, aquel que mueve los hilos de Servitud. El guardián Arkinde le dice a su homólogo Orodrin que "mientras Kiromedón siga teniendo Tirinka nos dará cierto margen pero cada vez exige más." Kiromedón ya aparece antes en el extracto del Libro de los Gigantes que precede a las páginas de Iccrins, pero será aquí, en la diégesis, donde se le nombre por primera vez, ni más ni menos que un dios. Regresemos con los conspiradores, la noche ampara sus objetivos, su diálogo es sereno pero obtuso, son los que saben lo que está en juego y harán cualquier cosa para impedir que su "statu quo" cambie, sin duda alguna los guardianes representan a la perfección un pensamiento conservador, una política inamovible de privilegios a la altura de unos pocos. Kiriel los denuncia en el senado Iccrin, "Sois unos cobardes que han acaparado una pequeña parte de la humanidad abandonando a todos los demás." 


                                      (Viñetas 4, 5, 6, 7, 8 y 9. Página 16. Iccrins).

Y frente a ellos, un antiguo infante, un senador dispuesto a todo para cambiar la sociedad fosilizada de los Iccrins. Se trata de Barek, su presentación en el relato, cuanto menos, es digna de ser tratada aunque solamente sea "por encima". Su figura parece descansar, pero está despierto, pensativo, frente a la intriga, la incertidumbre, frente a los rostros de los guardianes, limpios, pulidos, tranquilos, resplandecientes con sus bayatas rojas, está el de Barek, deformado en sus comisuras labiales por el Vek, inquieto. Se levanta y sostiene algo en su mano en la viñeta 9. Ya hemos visto que el detalle es importante en Servitud, veámoslo otra vez, construyendo ya no solamente el conjunto arquitectónico de la historia, sino su ideología.


                                                  (Viñeta 3, Página 17. Iccrins).

Vienen a buscarle y Barek se lleva colgando una especie de termo. Le acompaña a todas partes, incluso podemos verlo con un poco en detalle en la viñeta 6 de más abajo.


                                                (Viñetas 5 y 6, Página 17, Iccrins).

¿Qué es? ¿Algo valioso que carga con él? El hombre que viene a por él y Barek caminan juntos hasta llegar a unos servicios, que se pueden ver a la izquierda de la viñeta 7.


                                             (Viñeta 7, Página 17. Iccrins).

La idea es contundente pero está articulada desde la sombra, puesta en funcionamiento desde el detalle, porque si no Bourgier y David habrían gastado lápiz dibujándola si no es por la razón de que algo apesta en la sociedad utópica de los Iccrins, algo se está pudriendo de camino al Senado Iccrin, la orina o la mierda, está impregnando el recorrido de Barek y es eso precisamente lo que quiere destruir, romper el cerco del inmovilismo de su sociedad, invitándola a unirse a la de Los Hijos de la Tierra y a la de los Drekkars, en definitiva, relacionarse con el resto del mundo.


                                                 (Viñeta 3, Página 18. Iccrins).

No será fácil, incluso Barek pagará muy alto su osadía pero dejará la puerta abierta para el entendimiento y comunicación, por donde entrará el aire limpio y barrerá el mal olor de la corrupción.

Pero lo verdaderamente enigmático será seguir la pista de ese Maestro de Ceremonias en Servitud, Kiromedón. Un dios que modelaba el mundo disfrutando con él hasta que aparecieron las Potencias, se escondió de ellas y decidió burlarlas creando al hombre. Las Potencias se hicieron carne también en forma de Dragones, Gigantes, Sirenas, Hadas y Ángeles y en la sombras decidió confrontarlas, unas con otras. Servitud es un cómic, una Bd que se tiene que releer, es decir, su verdadero lector es aquel que se sumerge en sus páginas y las contempla y las vuelve a mirar, apostando por los detalles para descubrir esas conexiones que confirman el Conjunto del que hemos estado hablando todas estas semanas. Por lo tanto la lectura, además de ser apasionante, adquiere un sentido lúdico, nos encontramos ante un juego narrativo, donde uno tiene que estar atento y siempre tener a mano los demás álbumes para contrastar las diferentes informaciones que van presentándose en la odisea de Kiriel y Filène de Anar. Y entre esas claves existen momentos maravillosos de anagnórisis. Por ejemplo tomemos la presencia de las Potencias en todo el relato hasta ahora. ¿Existen? ¿Son reales? Ya que estamos en el cuarto álbum, quedémonos entre sus páginas para averiguarlo.

                               
                                            (Viñetas 5, 6, 8 y 9. Página 19. Iccrins).

Filène es llevada a una prisión Iccrin, pero cuando intenta escapar, será el guardián Orodrin quien, pegándola un puñetazo, la desarmará. La última viñeta ondea en su interior un cobarde puño frente al cuerpo encogido de Filène. ¡Cuidado Orodrin no se puede jugar con fuego, al final puedes llegar a quemarte!


                                    (Viñetas 1, 2, 3, 4, 5, 6 y 7. Página 48. Iccrins).

Orodrin es descubierto como Potencia junto al guardián Arkinde, y será éste último, quien lo remate, curiosamente, con un puñetazo que le atraviese el corazón frente a la sorpresa de todos en el senado Iccrin. El que a hierro mata, a hierro muere, dirían los más ancianos el lugar. Las Potencias han sido descubiertas, pero antes más revelaciones que conecta Iccrins con Drekkars por ejemplo y que 
demuestran que las Potencias siempre han estado conspirando en la sombra también, al mismo nivel que Kiromedón.


                                            (Viñeta 12, Página 47. Iccrins).

Orodrin se ve cercado por las revelaciones y decide mostrarse como es, una Potencia, antes de que su compañero lo liquide y suelta que los "Iccrins son nuestros". La posesión de un objeto como elemento nuclear del poder absoluto, lo tengo, lo poseo, lo controlo.


                                               (Viñeta 2, Página 25. Drekkars).

Algo muy parecido se escucha en los aposentos del Emperador Drekkar cuando viene a verlo Aïon para suministrarle la Tirinka. "Los Drekkars me pertenecen." De alguna manera son ramificaciones que se extienden a lo largo del relato para mantenerlo unido, para que el plan continúe y se pueda desanudar todo al final en un nuevo Paso, uno que se llamará Shalin. ¡Qué poco falta para resolver el enigma!
 








domingo, 20 de junio de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Entreacto).

 


Decía el teniente T. E. Lawrence a un periodista que lo que de verdad le atraía del desierto era que estaba limpio en la maravillosa Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia, David Lean, 1962, USA) y Filène de Anar, general de Peloris, en el Libro I de Servitud, suelta esto en la viñeta de abajo.

                                   (Viñeta 8, Página 25. El cantar de Anoroer).

¿Esperanza? ¿Claridad? Alumbramiento quizá. El desierto físico y psíquico se alza ante los relatos y sus actantes para someterlos a las pruebas más difíciles, pero al mismo tiempo, serán las que guarden los descubrimientos, las revelaciones, más importantes. Hoy, después de haber hablado de los tres primeros Libros de la obra de Bourgier y David, nos detendremos en un paisaje que puede que no despierte ningún interés, no parece haber absolutamente nada salvo arena y calor, y sin embargo está destinado a ejercer un papel esencial en este ajedrez narrativo que es Servitud

La primera vez que vemos el desierto, se (re)produce en una doble página (26 y 27) de El cantar de Anoroer, sí que es cierto que precedida de dos viñetas pequeñas en la página 25, justamente después de que Filène diga lo de más arriba. La primera es un sol y la segunda el rostro de un hombre contemplando algo. Lo siguiente es esto:


 El dibujo es el garante del significado, no hay palabras engullidas en bocadillos, solamente alguna que otra onomatopeya perdida y poco más. Pero precisamente, ¿qué significa esta doble página? Si nos atenemos a aquello que puede observar cualquier lector, es decir si dejamos a un lado todo nuestro particular background y nos centramos en la esencia, esto es las viñetas, veremos que es poco más o menos que una  enigmática danza frente a una construcción que nos puede hacer recordar a la milenaria Petra (Jordania). Sigamos mirando, sobre sus paredes existen misteriosos dibujos que comparten espacio con el resto de las viñetas, añadiendo más recelo a aquello que estamos viendo. No tardan en llegar las primeras hipótesis, nuestro cerebro es vago al arrancar pero una vez que lo hace es imparable. Parece que el peculiar ejercicio, ¿reverencia? tal vez, tenga una conexión litúrgica con el diseño en las paredes. El primero de ellos muestra una especie de serpientes gigantes con unos hombres ofrendando algo. Después de que el extraño del desierto haya dejado sus pertenencias, ¿ofrendas quizá?, al abrigo de las sombras, se dispone a danzar con su palo. El siguiente dibujo muestra como esas serpientes han acabado con todos los hombres, menos con uno, de igual manera el extraño ejecuta su baile, saltando y golpeando la arena, soltando su bastón y haciéndolo levitar hasta que regresa a sus manos. El último dibujo muestra al único superviviente subido en una de las serpientes liderando al resto.

Cualquiera que se haya acercado a Servitud sabrá que esas serpientes bien podrían ser una representación de los dragones y que esos hombres, son los habitantes del desierto luchando contra la herencia de los dragones en la tierra, los Drekkars, pero en cualquier caso sigamos adelante, cada tomo de Servitud, nos regalará una doble página ambientada en ese desierto que parece ahogarnos en un mar de dudas.

Antes de desempolvar las páginas 36 y 37 del libro II Drekkars, nada más adentrarnos en sus entrañas, la página 3 nos presenta un extracto del Libro de Arena perteneciente a una profecía oral de los Riddraks en la cual se nos habla de alguien que los comandará hacia una libertad. Aquí volvemos a recoger el guante referencial para recordar a un genio como Frank Herbert y su poliédrica obra enmarcada también en cierto planeta arenoso llamado Arrakis, pero más conocido como Dune. En ella también se describían los avatares de un cierto libertador, Muad' Dib lo llamaban, y todo empezaba y acababa, curiosamente, en el desierto alrededor de una sustancia impagable, la especia. Regresando a lo que nos concierne, en este caso la doble página deja atrás el enigma para invitarnos a un encuentro, o mejor dicho, a la espera y preparación de ese encuentro. Recolectar, elaborar y compartir, fases que irá la doble página escenificando con una muda gramática pero ensordecedor dibujo, heredando el esquema mudo pero no callado de la doble página del Libro I, seremos testigos de su elocuencia artística en el trazo. De igual manera que hay dos cuencos de madera en el suelo arenoso sobre un tela blanca, un cruce de miradas bastará para forjar un encuentro entre dos hombres. 


Más hombres van apareciendo provenientes del desierto, acercándose a la ampliación de lo que hemos visto en los otros álbumes, esa Petra ya tiene un nombre y parece que no solamente será un santuario escondido en el desierto, si no que cambiará de estatus geográfico, nos encontramos en los orígenes de lo que será la ciudad de Shalin, como bien dice el Hegemón, Sekal D' Aegor, al espía en el Libro II. Esta doble página (32 y 33) del Libro III El adiós a los reyes también nos mostrará a sus constructores, los Riddraks, aquellos que habitaban el desierto y que los Drekkars convertían en esclavos en sus dominios y podemos constatar de algo muy importante. Mientras lejos, los diferentes reyes luchan entre sí y destrozan sus propios países, aquí en el desierto, se crea una alianza. Mientras el rey Garantiel muere de la manera más anodina, aquí nace la fraternidad entre iguales, solo hace falta un intercambio de arena para poder guarecerse de las intrigas y traiciones de aquellos que solamente saben hacer una cosa bien, matarse entre ellos.

La doble página (30 y 31) del Libro IV Iccrins, del cual no hemos hablado todavía, sigue resistiendo a la gramática otorgando el sentido al dibujo, como el resto de dobles páginas que hemos comentado, y también redunda en el tema de la fraternidad entre los hombres, en este caso, se trata de la figura del espía que durante todo este tiempo ha estado conspirando contra los reyes de Los Hijos de la Tierra. Llega a Shalin y en su entrada se encuentra el extraño hombre del principio. Más misterios que resolver. 

En cualquier caso hasta aquí llegaremos hoy, la forma ha conquistado al continente pero como veremos no significa que eso sea categórico, ni mucho menos. Todavía queda explorar el reino de los Ángeles.

                                                                                                                     CONTINUARÁ...

domingo, 13 de junio de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Tercera parte).

 


Seguimos descifrando este conjunto que es Servitud de Bourgier y David, hoy nos toparemos con su libro III, El adiós a los reyes. Para aquellos que quieran aventurarse aquí tenéis las dos partes anteriores, que cronológicamente son El cantar de Anoroer y Drekkars.Bien dicho esto, vayamos a investigar algo que ya hemos señalado en las anteriores entregas pero que en este álbum ya no hace falta enmascararlo, es demasiado evidente: lo insignificante en el relato. O si se quiere decir de otra manera o con otras palabras, la nimia épica.

Existen muchos momentos en esta tercera parte de Servitud que podríamos enmarcarlos como cotidianos o "sin importancia", algo por otra parte sorprendente si se nos quiere contar, o mejor dicho, preparar para una batalla. Me viene a la memoria el personaje de Kiriel, de camino a Al'Astan junto a Fl'ar, bañándose en las inmediaciones de unas ruinas (hasta qué punto tienen importancia los restos en Servitud). Dentro del gran conflicto que va a suceder entre las páginas del álbum, La batalla de Al'Astán, tenemos este momento, insisto hay otros, donde parece que se detiene el tiempo para poder otorgar una cierta perspectiva al lector, esto que parece un tanto "moderno", no deja de ser una clara técnica de enumeración narrativa de los sucesos que han acontecido antes y de esta manera el lector los tiene más fresco y pueda entrelazar los diferentes hilos de la historia o comprobar la posición de los diferentes actantes en el damero del relato. No me pararé en esto, simplemente lo destaco como si fuese una nota formal a pie de página de cómo sus autores están dispuestos a enfrentarse a una despedida, es decir, a una muerte.

                                                  (Viñeta 8, Página 25).

Casi siempre cuando uno tiene que ser testigo de este tipo de situaciones, sorprende que no sean muy proclives a la concisión, me explicaré. Entre los vivos, sus palabras y sus discursos despidiéndose del difunto, se pierden en lagunas redundantes, normalmente de una bonhomía trascendental. Josep Pla decía que para él el castellano era muy complejo, "es la frase larga buscando siempre el final", bueno digresión aparte, es algo parecido, cuando uno muere, siempre lo hace bondadosamente. El muerto es el bueno y es honorable y por tanto su adiós tiene que serlo de iguales características. La gramática que se le dedica es pomposa, grandilocuente, la propia parca se transforma en un gran acto grandioso, es casi si se me permite, un triunfo de la muerte. Veamos cómo los autores tratan la muerte del rey Garantiel.  Si nos quedáramos con la viñeta de más arriba, todo lo que hemos dicho valdría para introducirlo entre sus límites. Tamaño mediano, no excesivamente grande, personajes alrededor del muerto en diferentes posiciones, ejemplarizando los lazos de sangre y su interdependencia social y sin embargo, el rey no ha muerto en un acto belicoso espectacular (¿se imaginan al rey Théoden muerto en uno de sus paseos matutinos?), si no que ha caído en una emboscada, en un Paso olvidado, entre las ruinas (otra vez la geografía decrépita heredada de un  pretérito erosionado por el único dios existente, el tiempo) de puente y un río con poca agua. No obstante Bourgier y David nos regalan otras viñetas precedentes a ésta que nos dictan el camino a seguir, uno que nos muestra lo (anti)épico que es morir, el anonimato que invade hasta la figura de un rey, que como todos sabemos, no es la de un Don Nadie.

                                                            (Viñeta 7, Página 23).

Primero, lo que llama la atención de esta viñeta es la posición de sus habitantes, el encuadre del momento. En primer término los hombres del rey luchando y al fondo, Garantiel sin rostro, no lo vemos (nulo protagonismo del protagonista), siendo acorralado por el enemigo. Un bocadillo hace de ecuador de la viñeta dividiéndola en dos partes bien diferenciadas, por un lado aquello que podemos constatar, por lo tanto podemos ver, comprobar, y aquello lejano, ignoto si se quiere, que hace borrar el rostro del mismísimo rey.

                                                      (Viñeta 8, Página 24).

Como si estuviesen formando parte de algún tipo de coreografía macabra, las otras dos viñetas se suceden rítmicamente página a página. En esta otra, desde un posicionamiento traidor, desde detrás, vemos a los asesinos afrontar el envite del salvador del rey, Allar, pero sus rostros se igualan al de Garantiel, conformando una gran incógnita sentimental. Decididamente nos encontramos en las antípodas de cualquier muerte honrosa y potencialmente alejada de cualquier cariz artificioso narrativo. 

                                                          (Viñeta 3, Página 25).

Los hombres del rey llegarán a su lado, como me recuerda a la secuencia de la muerte de otro rey de ficción, Uther Pendragon en Excalibur (John Boorman, 1981, UK), pero será demasiado tarde. Garantiel cae al agua hundiéndose al lado de su onomatopeya. ¿No dicen que cuando uno muere, lo hace solo? Pues bien, Garantiel lo hace con su onomatopeya.

Es cierto que después los autores parecen recular su posición y nos crean esa viñeta de más arriba, pero lo que es incuestionable es el proceso que han seguido hasta llevarla a cabo. Uno que nos habla de escorar hacia lo diminuto, hacia lo pequeño. Este gran conjunto que estamos intentando descubrir llamado Servitud descansa en los pequeños elementos narrativos que nos hacen querer seguir avanzando en sus misterios, desvelando sus interrogantes y no hay nada como el final de un álbum para seguir con esa dinámica portentosa, que como decimos se apoya en lo ínfimo.

                                                      (Viñeta 2, Página 55).

El conflicto se va desarrollando ante los ojos del lector en forma de escaramuza, nos encontramos muy lejos de esa épica grandilocuente, estamos muy separados de los campos de Pelennor si se quiere. Kiriel y Fl'ar se adentran en Al'astan para poder abrir sus puertas con ayuda del almirante Koreil Vanarek, pero algo proveniente de las alturas hace torcer el relato (¿os acordáis de aquello que observó Delorn de camino a la Torre Blanca?).

                                                   (Viñeta 8, Página 50).

Los ángeles han llegado a la historia, es cierto que la han sobrevolado como hemos visto en El cantar de Anoroer, pero será ahora cuando pongamos rostro y cuerpo a los nuevos actores de Servitud, la pena es que tendrán muy poco protagonismo porque los autores los han desplazado hasta las últimas páginas del álbum, pero será esencial. El misterio se acrecienta y nace en una situación  trepidante: Kiriel está moribundo de un combate contra un Drekkar y Fl'ar es cuestionada por los suyos (aquí se revela su verdadera identidad, ella es un ángel, es una Iccrin).

                                                       (Viñeta 4, Página 51).

Y todo esto siendo visto por un singular personaje. No se puede despedir la acción de manera más rocambolesca, un auténtico Cliffhanger sustentado sobre esta diminuta viñeta que no dice nada, pero al mismo tiempo nos invita a seguir leyendo Servitud, a seguir adentrándonos en este conjunto que deja a un lado la épica típica y tópica para abrazar lo momentos pequeños, aquellos que sirven como verdadero motor del recuerdo. ¿Os acordáis de la famosa batalla de Al'Astan?                                   Pues bien los autores nos la mostraran pero de una manera peculiar, como digo alejada de todo espectáculo, en una serie de apuntes, notas del conflicto, en un valioso anexo que aparecerá al final del álbum.

                                                                  (Página 67).

En el libro siguiente, el cuarto, Iccrins veremos cómo terminará, pero mientras tanto su desarrollo quedará relegado a esas páginas, donde la palabra vence al dibujo, pero antes de introducirnos en la sociedad iccrin y poder saber el destino de Kiriel y Fl'ar tenemos que hacer una parada en el desierto.

                                                                                                                  CONTINUARÁ... 

domingo, 6 de junio de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Segunda parte).

 

Seguimos explorando el Reino de los Hijos de la Tierra aunque esta vez nuestras miradas se dirigirán más allá del gran desierto, a la capital drekkar, Farkas. En el anterior post, hablábamos de las guardas del Cantar de Anoroer de Bourgier y David, y de cómo mostraban un mapa de algo que, en principio, no sucedía en el propio álbum, si es cierto que a la conclusión del mismo y un poco antes, veíamos algunos Drekkars pero poco más. Pues bien, hoy nos adentraremos en su mundo subterráneo así que cojan sus candiles y alumbren cada rincón por donde pasen porque nunca se sabe dónde se parapeta el peligro en geografía tan sombría. Sean bienvenidos a Servitud. Libro II. Drekkars.

Y con ellos empezaremos conectando el primer libro con este segundo, como verán, todo se trata de descubrir los enlaces pertinentes para seguir construyendo/descubriendo este conjunto narrativo. Toda pesquisa comienza con una duda, toda curiosidad se alimenta primero con una pregunta: ¿Recuerdan este momento, la última página de El cantar de Anoroer?

                                      (Página 56. Libro I. El cantar de Anoroer).

En ella, en un paisaje helado, montañoso, tumba del último heredero consanguíneo del rey Garantiel, su hijo Tarquain D. Anoroer, hay dos personajes conspirando, o más bien uno el otro está empezando a recelar de lo que acaba de hacer, de alguna manera está cuestionando su propia misión y el mero hecho de titubear le hace mirar a su propio Emperador y dudar de su asignación, pero no adelantemos acontecimientos. El otro actante de este diálogo es sumamente enigmático. Acerquémonos un poco a él.

                                        
                                (Viñeta 5, Página 56. Libro I. El cantar de Anoroer).

Quédense con ese símbolo en su mano, hoy rastrearemos esa pista en el Libro II, pero aún seguimos habitando el primero porque una vez que hemos confeccionado nuestra particular diana de prioridad narrativa sobre el mismo, tendremos que seguir con sus antecedentes.

                               
                             (Viñetas 4, 5 y 6. Página 34. El cantar de Anoroer).

En estas tres imágenes somos testigos de la la mezquindad del personaje, que está representado como si se tratase de una sombra. Existe otra viñeta ubicada más arriba, concretamente la número 3 de esta página, donde vemos primero sus botas y después conectaremos con esa otra viñeta en vertical donde podemos ver parte de su cuerpo pero no su rostro, escondido en la penumbra de los pasadizos de la fortaleza del Duque de Omel, Othar. Además de ser espía y emisario también es ejecutor en la viñeta 6. ¿Qué poder le confieren sus actos? Si mirásemos este momento enlazándolo con esa página de más arriba, cuando se dirige al Drekkar de una manera insolente, podríamos constatar que tal actante está rodeado de seguridad, de plena capacidad para estar por encima del resto de actantes de la trama, hasta ahora.


                                  (Viñetas 9 y 10, Página 12. Libro II. Drekkars.)

Como segunda parte de una serie de sucesos, Drekkars, va sumando elementos para ir bosquejando una visión mucho más global del asunto. De alguna manera está pergeñando un Gran Plano General cinematográfico a partir de ciertas individualidades, detalles, como si se tratasen de Planos Detalles, si se me permite continuar con el símil cinéfilo. En el caso de arriba, vemos como un personaje mata a otros dos por ese vial extraño. La transición entre viñetas es sencilla, de igual manera, que simple, mecánica, ha sido el acto de asesinar para el personaje. En la viñeta de la izquierda vemos la causa del asesinato, la Tirinka en el interior de ese vial, y en la siguiente ha desaparecido, dejando a la víctima desangrarse y morir.
La Tirinka es el elemento consustancial que abre la investigación, como si de una trama de thriller se tratase, abriendo los caminos insospechados hasta conclusiones sorprendentes, al final, de eso mismo se trata, de mantener la atención del lector vigorizando su curiosidad, no estamos tan lejos de un "macguffin hitchcockniano". A partir de ahora habrá que seguir las pistas de esa extraña sustancia que anhela y anula al Emperador de los Drekkars a niveles de servidumbre inauditos, y que indirectamente está detrás de las intrigas de las gentes de la superficie. Las preguntas se van sucediendo a la misma velocidad que la conjura: ¿De dónde procede? ¿Quién se la suministra? ¿Qué poder encierra?


                               (Viñetas 5, 6 y 7, Página 25. Libro II. Drekkars).

Empezamos a ver su rostro y sabemos que se llama Aïon. Es el que suministra la especie, nunca mejor escrito si sois seguidores de Frank Herbert. El camello del Emperador y el que a cambio de la Tirinka, ordena dónde hay que atacar y cuando, incluso su plan está dividido en fases y la primera de ellas corresponde a la desestabilización ocurrida en el Libro I. El cantar de Anoroer. El gesto es nuclear porque describe a la perfección su posición en esta especie de tablero  de ajedrez que es Servitud. Se lava sus manos. Es un gesto social y político en la estructura Drekkar (las audiciones con el Emperador tienen que ser a manos limpias) pero también convoca al background del lector (el signo cristiano es avasallador) y lo reproduce en la cotidianidad de su pensamiento (aquel que se lava las manos, no se implica en nada). Mientras vemos el rostro de Aïon, se nos pueden pasar muchas cosas por la cabeza, pero su rictus sereno ante el Emperador o frente a un viejo conocido (en la viñeta de más abajo), rozando el ninguneo, nos habla, como digo, de un pedestal desde donde nos mira y observa su juego, manejando los hilos de sus marionetas a su antojo y propósito.


(Viñeta 1, Página 28. Libro II. Drekkars).

El encuentro es fugaz pero elocuente en la mirada del Justicar, Farder de Xiar. Tenemos a los mismos personajes de la página que cerraba el Libro I, con diferente indumentaria y en diferente posición, pero lo que se mantiene entre ambos es el recelo. Algo que irá alimentando el conocimiento del lector en las conspiraciones del relato, y el desconcierto de Farder, empezando a dudar de sus propias órdenes.


                                    (Viñetas 7 y 8, Página 6. Libro II. Drekkars).

Me gustaría acabar, por hoy, con el ingrediente básico de este conjunto que se va edificando ante el lector, el detalle. Frente a esta suma narrativa, la unidad mínima es esencial. Con el Libro II. Drekkars, hemos sido testigos de la sociedad Drekkar y como si se tratase de un mundo dentro de otro, es decir, como si fuese un subconjunto que compartiera una zona común. De esa zona común hablaremos otro día, pero de lo que no hay duda es que el acto mínimo ayuda a comprender mejor el total.
Otro elemento inquietante que nos hace mirar de otra manera aquello que estamos observando. Ya pasó en el Libro I con el momento en el que Delorn, en un momento de sosiego levanta la cabeza y mira como una nave surca el cielo. Un momento intrascendente a priori, pero que se volverá, como si fuese un boomerang, a la cabeza del lector a medida que vaya explorando las páginas de Servitud. Pues bien, aquí tenemos otro de esos momentos. 

Un aspirante a maestro enseña a su Emperador  lo que ha conseguido de un huevo de dragón. La figura del Emperador se muestra impasible, distante, alejada del resto, solamente cerca de su Hegemon, él mismo lo dice los Drekkkars son suyos, él es su Sol. El resto solamente se atreven a bajar sus cabezas y a asentir. Pero el hecho es importante, la celebración del hallazgo no impresiona al Emperador frente a las bocas abiertas del resto de congregantes, pero sin embargo Bourgier y David gastan su esfuerzo en dibujar/describir una viñeta donde el pie del Emperador se inquieta, tiembla y sobresale de su escondite. El bebé dragón/humano ha despertado su recelo, el inicio de su represalia.

                                                                                                             CONTINUARÁ...