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domingo, 27 de junio de 2021
DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Cuarta parte).
domingo, 20 de junio de 2021
DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Entreacto).
Decía el teniente T. E. Lawrence a un periodista que lo que de verdad le atraía del desierto era que estaba limpio en la maravillosa Lawrence de Arabia (Lawrence of Arabia, David Lean, 1962, USA) y Filène de Anar, general de Peloris, en el Libro I de Servitud, suelta esto en la viñeta de abajo.
(Viñeta 8, Página 25. El cantar de Anoroer).
¿Esperanza? ¿Claridad? Alumbramiento quizá. El desierto físico y psíquico se alza ante los relatos y sus actantes para someterlos a las pruebas más difíciles, pero al mismo tiempo, serán las que guarden los descubrimientos, las revelaciones, más importantes. Hoy, después de haber hablado de los tres primeros Libros de la obra de Bourgier y David, nos detendremos en un paisaje que puede que no despierte ningún interés, no parece haber absolutamente nada salvo arena y calor, y sin embargo está destinado a ejercer un papel esencial en este ajedrez narrativo que es Servitud.
La primera vez que vemos el desierto, se (re)produce en una doble página (26 y 27) de El cantar de Anoroer, sí que es cierto que precedida de dos viñetas pequeñas en la página 25, justamente después de que Filène diga lo de más arriba. La primera es un sol y la segunda el rostro de un hombre contemplando algo. Lo siguiente es esto:
El dibujo es el garante del significado, no hay palabras engullidas en bocadillos, solamente alguna que otra onomatopeya perdida y poco más. Pero precisamente, ¿qué significa esta doble página? Si nos atenemos a aquello que puede observar cualquier lector, es decir si dejamos a un lado todo nuestro particular background y nos centramos en la esencia, esto es las viñetas, veremos que es poco más o menos que una enigmática danza frente a una construcción que nos puede hacer recordar a la milenaria Petra (Jordania). Sigamos mirando, sobre sus paredes existen misteriosos dibujos que comparten espacio con el resto de las viñetas, añadiendo más recelo a aquello que estamos viendo. No tardan en llegar las primeras hipótesis, nuestro cerebro es vago al arrancar pero una vez que lo hace es imparable. Parece que el peculiar ejercicio, ¿reverencia? tal vez, tenga una conexión litúrgica con el diseño en las paredes. El primero de ellos muestra una especie de serpientes gigantes con unos hombres ofrendando algo. Después de que el extraño del desierto haya dejado sus pertenencias, ¿ofrendas quizá?, al abrigo de las sombras, se dispone a danzar con su palo. El siguiente dibujo muestra como esas serpientes han acabado con todos los hombres, menos con uno, de igual manera el extraño ejecuta su baile, saltando y golpeando la arena, soltando su bastón y haciéndolo levitar hasta que regresa a sus manos. El último dibujo muestra al único superviviente subido en una de las serpientes liderando al resto.
Cualquiera que se haya acercado a Servitud sabrá que esas serpientes bien podrían ser una representación de los dragones y que esos hombres, son los habitantes del desierto luchando contra la herencia de los dragones en la tierra, los Drekkars, pero en cualquier caso sigamos adelante, cada tomo de Servitud, nos regalará una doble página ambientada en ese desierto que parece ahogarnos en un mar de dudas.
Antes de desempolvar las páginas 36 y 37 del libro II Drekkars, nada más adentrarnos en sus entrañas, la página 3 nos presenta un extracto del Libro de Arena perteneciente a una profecía oral de los Riddraks en la cual se nos habla de alguien que los comandará hacia una libertad. Aquí volvemos a recoger el guante referencial para recordar a un genio como Frank Herbert y su poliédrica obra enmarcada también en cierto planeta arenoso llamado Arrakis, pero más conocido como Dune. En ella también se describían los avatares de un cierto libertador, Muad' Dib lo llamaban, y todo empezaba y acababa, curiosamente, en el desierto alrededor de una sustancia impagable, la especia. Regresando a lo que nos concierne, en este caso la doble página deja atrás el enigma para invitarnos a un encuentro, o mejor dicho, a la espera y preparación de ese encuentro. Recolectar, elaborar y compartir, fases que irá la doble página escenificando con una muda gramática pero ensordecedor dibujo, heredando el esquema mudo pero no callado de la doble página del Libro I, seremos testigos de su elocuencia artística en el trazo. De igual manera que hay dos cuencos de madera en el suelo arenoso sobre un tela blanca, un cruce de miradas bastará para forjar un encuentro entre dos hombres.
Más hombres van apareciendo provenientes del desierto, acercándose a la ampliación de lo que hemos visto en los otros álbumes, esa Petra ya tiene un nombre y parece que no solamente será un santuario escondido en el desierto, si no que cambiará de estatus geográfico, nos encontramos en los orígenes de lo que será la ciudad de Shalin, como bien dice el Hegemón, Sekal D' Aegor, al espía en el Libro II. Esta doble página (32 y 33) del Libro III El adiós a los reyes también nos mostrará a sus constructores, los Riddraks, aquellos que habitaban el desierto y que los Drekkars convertían en esclavos en sus dominios y podemos constatar de algo muy importante. Mientras lejos, los diferentes reyes luchan entre sí y destrozan sus propios países, aquí en el desierto, se crea una alianza. Mientras el rey Garantiel muere de la manera más anodina, aquí nace la fraternidad entre iguales, solo hace falta un intercambio de arena para poder guarecerse de las intrigas y traiciones de aquellos que solamente saben hacer una cosa bien, matarse entre ellos.
La doble página (30 y 31) del Libro IV Iccrins, del cual no hemos hablado todavía, sigue resistiendo a la gramática otorgando el sentido al dibujo, como el resto de dobles páginas que hemos comentado, y también redunda en el tema de la fraternidad entre los hombres, en este caso, se trata de la figura del espía que durante todo este tiempo ha estado conspirando contra los reyes de Los Hijos de la Tierra. Llega a Shalin y en su entrada se encuentra el extraño hombre del principio. Más misterios que resolver.
En cualquier caso hasta aquí llegaremos hoy, la forma ha conquistado al continente pero como veremos no significa que eso sea categórico, ni mucho menos. Todavía queda explorar el reino de los Ángeles.
CONTINUARÁ...
domingo, 13 de junio de 2021
DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Tercera parte).
Seguimos descifrando este conjunto que es Servitud de Bourgier y David, hoy nos toparemos con su libro III, El adiós a los reyes. Para aquellos que quieran aventurarse aquí tenéis las dos partes anteriores, que cronológicamente son El cantar de Anoroer y Drekkars.Bien dicho esto, vayamos a investigar algo que ya hemos señalado en las anteriores entregas pero que en este álbum ya no hace falta enmascararlo, es demasiado evidente: lo insignificante en el relato. O si se quiere decir de otra manera o con otras palabras, la nimia épica.
Existen muchos momentos en esta tercera parte de Servitud que podríamos enmarcarlos como cotidianos o "sin importancia", algo por otra parte sorprendente si se nos quiere contar, o mejor dicho, preparar para una batalla. Me viene a la memoria el personaje de Kiriel, de camino a Al'Astan junto a Fl'ar, bañándose en las inmediaciones de unas ruinas (hasta qué punto tienen importancia los restos en Servitud). Dentro del gran conflicto que va a suceder entre las páginas del álbum, La batalla de Al'Astán, tenemos este momento, insisto hay otros, donde parece que se detiene el tiempo para poder otorgar una cierta perspectiva al lector, esto que parece un tanto "moderno", no deja de ser una clara técnica de enumeración narrativa de los sucesos que han acontecido antes y de esta manera el lector los tiene más fresco y pueda entrelazar los diferentes hilos de la historia o comprobar la posición de los diferentes actantes en el damero del relato. No me pararé en esto, simplemente lo destaco como si fuese una nota formal a pie de página de cómo sus autores están dispuestos a enfrentarse a una despedida, es decir, a una muerte.
(Viñeta 8, Página 25).
Casi siempre cuando uno tiene que ser testigo de este tipo de situaciones, sorprende que no sean muy proclives a la concisión, me explicaré. Entre los vivos, sus palabras y sus discursos despidiéndose del difunto, se pierden en lagunas redundantes, normalmente de una bonhomía trascendental. Josep Pla decía que para él el castellano era muy complejo, "es la frase larga buscando siempre el final", bueno digresión aparte, es algo parecido, cuando uno muere, siempre lo hace bondadosamente. El muerto es el bueno y es honorable y por tanto su adiós tiene que serlo de iguales características. La gramática que se le dedica es pomposa, grandilocuente, la propia parca se transforma en un gran acto grandioso, es casi si se me permite, un triunfo de la muerte. Veamos cómo los autores tratan la muerte del rey Garantiel. Si nos quedáramos con la viñeta de más arriba, todo lo que hemos dicho valdría para introducirlo entre sus límites. Tamaño mediano, no excesivamente grande, personajes alrededor del muerto en diferentes posiciones, ejemplarizando los lazos de sangre y su interdependencia social y sin embargo, el rey no ha muerto en un acto belicoso espectacular (¿se imaginan al rey Théoden muerto en uno de sus paseos matutinos?), si no que ha caído en una emboscada, en un Paso olvidado, entre las ruinas (otra vez la geografía decrépita heredada de un pretérito erosionado por el único dios existente, el tiempo) de puente y un río con poca agua. No obstante Bourgier y David nos regalan otras viñetas precedentes a ésta que nos dictan el camino a seguir, uno que nos muestra lo (anti)épico que es morir, el anonimato que invade hasta la figura de un rey, que como todos sabemos, no es la de un Don Nadie.
(Viñeta 7, Página 23).
Primero, lo que llama la atención de esta viñeta es la posición de sus habitantes, el encuadre del momento. En primer término los hombres del rey luchando y al fondo, Garantiel sin rostro, no lo vemos (nulo protagonismo del protagonista), siendo acorralado por el enemigo. Un bocadillo hace de ecuador de la viñeta dividiéndola en dos partes bien diferenciadas, por un lado aquello que podemos constatar, por lo tanto podemos ver, comprobar, y aquello lejano, ignoto si se quiere, que hace borrar el rostro del mismísimo rey.
(Viñeta 8, Página 24).
Como si estuviesen formando parte de algún tipo de coreografía macabra, las otras dos viñetas se suceden rítmicamente página a página. En esta otra, desde un posicionamiento traidor, desde detrás, vemos a los asesinos afrontar el envite del salvador del rey, Allar, pero sus rostros se igualan al de Garantiel, conformando una gran incógnita sentimental. Decididamente nos encontramos en las antípodas de cualquier muerte honrosa y potencialmente alejada de cualquier cariz artificioso narrativo.
(Viñeta 3, Página 25).
Los hombres del rey llegarán a su lado, como me recuerda a la secuencia de la muerte de otro rey de ficción, Uther Pendragon en Excalibur (John Boorman, 1981, UK), pero será demasiado tarde. Garantiel cae al agua hundiéndose al lado de su onomatopeya. ¿No dicen que cuando uno muere, lo hace solo? Pues bien, Garantiel lo hace con su onomatopeya.
Es cierto que después los autores parecen recular su posición y nos crean esa viñeta de más arriba, pero lo que es incuestionable es el proceso que han seguido hasta llevarla a cabo. Uno que nos habla de escorar hacia lo diminuto, hacia lo pequeño. Este gran conjunto que estamos intentando descubrir llamado Servitud descansa en los pequeños elementos narrativos que nos hacen querer seguir avanzando en sus misterios, desvelando sus interrogantes y no hay nada como el final de un álbum para seguir con esa dinámica portentosa, que como decimos se apoya en lo ínfimo.
(Viñeta 2, Página 55).
El conflicto se va desarrollando ante los ojos del lector en forma de escaramuza, nos encontramos muy lejos de esa épica grandilocuente, estamos muy separados de los campos de Pelennor si se quiere. Kiriel y Fl'ar se adentran en Al'astan para poder abrir sus puertas con ayuda del almirante Koreil Vanarek, pero algo proveniente de las alturas hace torcer el relato (¿os acordáis de aquello que observó Delorn de camino a la Torre Blanca?).
(Viñeta 8, Página 50).
Los ángeles han llegado a la historia, es cierto que la han sobrevolado como hemos visto en El cantar de Anoroer, pero será ahora cuando pongamos rostro y cuerpo a los nuevos actores de Servitud, la pena es que tendrán muy poco protagonismo porque los autores los han desplazado hasta las últimas páginas del álbum, pero será esencial. El misterio se acrecienta y nace en una situación trepidante: Kiriel está moribundo de un combate contra un Drekkar y Fl'ar es cuestionada por los suyos (aquí se revela su verdadera identidad, ella es un ángel, es una Iccrin).
(Viñeta 4, Página 51).
Y todo esto siendo visto por un singular personaje. No se puede despedir la acción de manera más rocambolesca, un auténtico Cliffhanger sustentado sobre esta diminuta viñeta que no dice nada, pero al mismo tiempo nos invita a seguir leyendo Servitud, a seguir adentrándonos en este conjunto que deja a un lado la épica típica y tópica para abrazar lo momentos pequeños, aquellos que sirven como verdadero motor del recuerdo. ¿Os acordáis de la famosa batalla de Al'Astan? Pues bien los autores nos la mostraran pero de una manera peculiar, como digo alejada de todo espectáculo, en una serie de apuntes, notas del conflicto, en un valioso anexo que aparecerá al final del álbum.
(Página 67).
En el libro siguiente, el cuarto, Iccrins veremos cómo terminará, pero mientras tanto su desarrollo quedará relegado a esas páginas, donde la palabra vence al dibujo, pero antes de introducirnos en la sociedad iccrin y poder saber el destino de Kiriel y Fl'ar tenemos que hacer una parada en el desierto.
CONTINUARÁ...
domingo, 6 de junio de 2021
DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Segunda parte).
Seguimos explorando el Reino de los Hijos de la Tierra aunque esta vez nuestras miradas se dirigirán más allá del gran desierto, a la capital drekkar, Farkas. En el anterior post, hablábamos de las guardas del Cantar de Anoroer de Bourgier y David, y de cómo mostraban un mapa de algo que, en principio, no sucedía en el propio álbum, si es cierto que a la conclusión del mismo y un poco antes, veíamos algunos Drekkars pero poco más. Pues bien, hoy nos adentraremos en su mundo subterráneo así que cojan sus candiles y alumbren cada rincón por donde pasen porque nunca se sabe dónde se parapeta el peligro en geografía tan sombría. Sean bienvenidos a Servitud. Libro II. Drekkars.
Y con ellos empezaremos conectando el primer libro con este segundo, como verán, todo se trata de descubrir los enlaces pertinentes para seguir construyendo/descubriendo este conjunto narrativo. Toda pesquisa comienza con una duda, toda curiosidad se alimenta primero con una pregunta: ¿Recuerdan este momento, la última página de El cantar de Anoroer?
(Página 56. Libro I. El cantar de Anoroer).
En ella, en un paisaje helado, montañoso, tumba del último heredero consanguíneo del rey Garantiel, su hijo Tarquain D. Anoroer, hay dos personajes conspirando, o más bien uno el otro está empezando a recelar de lo que acaba de hacer, de alguna manera está cuestionando su propia misión y el mero hecho de titubear le hace mirar a su propio Emperador y dudar de su asignación, pero no adelantemos acontecimientos. El otro actante de este diálogo es sumamente enigmático. Acerquémonos un poco a él.