Buscar este blog

domingo, 13 de junio de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El conjunto. (Tercera parte).

 


Seguimos descifrando este conjunto que es Servitud de Bourgier y David, hoy nos toparemos con su libro III, El adiós a los reyes. Para aquellos que quieran aventurarse aquí tenéis las dos partes anteriores, que cronológicamente son El cantar de Anoroer y Drekkars.Bien dicho esto, vayamos a investigar algo que ya hemos señalado en las anteriores entregas pero que en este álbum ya no hace falta enmascararlo, es demasiado evidente: lo insignificante en el relato. O si se quiere decir de otra manera o con otras palabras, la nimia épica.

Existen muchos momentos en esta tercera parte de Servitud que podríamos enmarcarlos como cotidianos o "sin importancia", algo por otra parte sorprendente si se nos quiere contar, o mejor dicho, preparar para una batalla. Me viene a la memoria el personaje de Kiriel, de camino a Al'Astan junto a Fl'ar, bañándose en las inmediaciones de unas ruinas (hasta qué punto tienen importancia los restos en Servitud). Dentro del gran conflicto que va a suceder entre las páginas del álbum, La batalla de Al'Astán, tenemos este momento, insisto hay otros, donde parece que se detiene el tiempo para poder otorgar una cierta perspectiva al lector, esto que parece un tanto "moderno", no deja de ser una clara técnica de enumeración narrativa de los sucesos que han acontecido antes y de esta manera el lector los tiene más fresco y pueda entrelazar los diferentes hilos de la historia o comprobar la posición de los diferentes actantes en el damero del relato. No me pararé en esto, simplemente lo destaco como si fuese una nota formal a pie de página de cómo sus autores están dispuestos a enfrentarse a una despedida, es decir, a una muerte.

                                                  (Viñeta 8, Página 25).

Casi siempre cuando uno tiene que ser testigo de este tipo de situaciones, sorprende que no sean muy proclives a la concisión, me explicaré. Entre los vivos, sus palabras y sus discursos despidiéndose del difunto, se pierden en lagunas redundantes, normalmente de una bonhomía trascendental. Josep Pla decía que para él el castellano era muy complejo, "es la frase larga buscando siempre el final", bueno digresión aparte, es algo parecido, cuando uno muere, siempre lo hace bondadosamente. El muerto es el bueno y es honorable y por tanto su adiós tiene que serlo de iguales características. La gramática que se le dedica es pomposa, grandilocuente, la propia parca se transforma en un gran acto grandioso, es casi si se me permite, un triunfo de la muerte. Veamos cómo los autores tratan la muerte del rey Garantiel.  Si nos quedáramos con la viñeta de más arriba, todo lo que hemos dicho valdría para introducirlo entre sus límites. Tamaño mediano, no excesivamente grande, personajes alrededor del muerto en diferentes posiciones, ejemplarizando los lazos de sangre y su interdependencia social y sin embargo, el rey no ha muerto en un acto belicoso espectacular (¿se imaginan al rey Théoden muerto en uno de sus paseos matutinos?), si no que ha caído en una emboscada, en un Paso olvidado, entre las ruinas (otra vez la geografía decrépita heredada de un  pretérito erosionado por el único dios existente, el tiempo) de puente y un río con poca agua. No obstante Bourgier y David nos regalan otras viñetas precedentes a ésta que nos dictan el camino a seguir, uno que nos muestra lo (anti)épico que es morir, el anonimato que invade hasta la figura de un rey, que como todos sabemos, no es la de un Don Nadie.

                                                            (Viñeta 7, Página 23).

Primero, lo que llama la atención de esta viñeta es la posición de sus habitantes, el encuadre del momento. En primer término los hombres del rey luchando y al fondo, Garantiel sin rostro, no lo vemos (nulo protagonismo del protagonista), siendo acorralado por el enemigo. Un bocadillo hace de ecuador de la viñeta dividiéndola en dos partes bien diferenciadas, por un lado aquello que podemos constatar, por lo tanto podemos ver, comprobar, y aquello lejano, ignoto si se quiere, que hace borrar el rostro del mismísimo rey.

                                                      (Viñeta 8, Página 24).

Como si estuviesen formando parte de algún tipo de coreografía macabra, las otras dos viñetas se suceden rítmicamente página a página. En esta otra, desde un posicionamiento traidor, desde detrás, vemos a los asesinos afrontar el envite del salvador del rey, Allar, pero sus rostros se igualan al de Garantiel, conformando una gran incógnita sentimental. Decididamente nos encontramos en las antípodas de cualquier muerte honrosa y potencialmente alejada de cualquier cariz artificioso narrativo. 

                                                          (Viñeta 3, Página 25).

Los hombres del rey llegarán a su lado, como me recuerda a la secuencia de la muerte de otro rey de ficción, Uther Pendragon en Excalibur (John Boorman, 1981, UK), pero será demasiado tarde. Garantiel cae al agua hundiéndose al lado de su onomatopeya. ¿No dicen que cuando uno muere, lo hace solo? Pues bien, Garantiel lo hace con su onomatopeya.

Es cierto que después los autores parecen recular su posición y nos crean esa viñeta de más arriba, pero lo que es incuestionable es el proceso que han seguido hasta llevarla a cabo. Uno que nos habla de escorar hacia lo diminuto, hacia lo pequeño. Este gran conjunto que estamos intentando descubrir llamado Servitud descansa en los pequeños elementos narrativos que nos hacen querer seguir avanzando en sus misterios, desvelando sus interrogantes y no hay nada como el final de un álbum para seguir con esa dinámica portentosa, que como decimos se apoya en lo ínfimo.

                                                      (Viñeta 2, Página 55).

El conflicto se va desarrollando ante los ojos del lector en forma de escaramuza, nos encontramos muy lejos de esa épica grandilocuente, estamos muy separados de los campos de Pelennor si se quiere. Kiriel y Fl'ar se adentran en Al'astan para poder abrir sus puertas con ayuda del almirante Koreil Vanarek, pero algo proveniente de las alturas hace torcer el relato (¿os acordáis de aquello que observó Delorn de camino a la Torre Blanca?).

                                                   (Viñeta 8, Página 50).

Los ángeles han llegado a la historia, es cierto que la han sobrevolado como hemos visto en El cantar de Anoroer, pero será ahora cuando pongamos rostro y cuerpo a los nuevos actores de Servitud, la pena es que tendrán muy poco protagonismo porque los autores los han desplazado hasta las últimas páginas del álbum, pero será esencial. El misterio se acrecienta y nace en una situación  trepidante: Kiriel está moribundo de un combate contra un Drekkar y Fl'ar es cuestionada por los suyos (aquí se revela su verdadera identidad, ella es un ángel, es una Iccrin).

                                                       (Viñeta 4, Página 51).

Y todo esto siendo visto por un singular personaje. No se puede despedir la acción de manera más rocambolesca, un auténtico Cliffhanger sustentado sobre esta diminuta viñeta que no dice nada, pero al mismo tiempo nos invita a seguir leyendo Servitud, a seguir adentrándonos en este conjunto que deja a un lado la épica típica y tópica para abrazar lo momentos pequeños, aquellos que sirven como verdadero motor del recuerdo. ¿Os acordáis de la famosa batalla de Al'Astan?                                   Pues bien los autores nos la mostraran pero de una manera peculiar, como digo alejada de todo espectáculo, en una serie de apuntes, notas del conflicto, en un valioso anexo que aparecerá al final del álbum.

                                                                  (Página 67).

En el libro siguiente, el cuarto, Iccrins veremos cómo terminará, pero mientras tanto su desarrollo quedará relegado a esas páginas, donde la palabra vence al dibujo, pero antes de introducirnos en la sociedad iccrin y poder saber el destino de Kiriel y Fl'ar tenemos que hacer una parada en el desierto.

                                                                                                                  CONTINUARÁ... 

No hay comentarios:

Publicar un comentario