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sábado, 2 de noviembre de 2013

PASANDO EL LUDOMINGO EN CADWALLON. CIUDAD DE LADRONES. CAPÍTULO 4. EL REY DE LAS CENIZAS.


"La niebla se iba condensando en los rincones más húmedos de las oscuras calles. Los ciudadanos empezaban a correr a sus casas porque la presencia del manto neblinoso presagiaba sus peores augurios. La noche de la maldición del Rey de las Cenizas empezaba. La milicia tocaba sus trompetas avisando a la población. Las contraventanas de madera se empezaron a cerrar siguiendo un patrón rítmico, creando una sinfonía macabra que ahogaba lentamente el bullicio callejero. De pronto la ciudad enmudeció. Las trompetas dejaron de sonar y solo se empezó a oír un ligero castañeteo seguido de pisadas torpes por el empedrado urbano. Del interior de la niebla se empezó a perfilar un perfil grupal de masa en movimiento. Los no muertos pronto invadirían Cadwallon. ¡Maldita  noche para salir a robar!"  

Un buen juego es aquel que además de generar diversión dentro de sus límites, es capaz de ampliarla más allá de sus fronteras. Multiplicando sus opciones narrativas es un buen ejemplo. Adentrándose en la historia del mismo o descubriendo nuevas maneras de enfoque. La historia que envuelve Cadwallon es enorme, tanto que jugando al juego de mesa solo estamos contemplando la punta del iceberg creativo. Cada vez que nos adentramos en una de sus aventuras, algo se va filtrando de la trama entrelazándola con puntos narrativos que alimentan la propia mítica del mundo creado y nuestro interés. Hemos llegado al capítulo cuarto de Ciudad de Ladrones, cuyo título conecta con la única expansión (hasta el momento) El Rey de las Cenizas. Estamos en el ecuador de la historia y la presencia de la maldición de este reyezuelo nos va a aportar personajes nuevos y en un futuro una nueva campaña que esperemos poder disfrutar con todos vosotros (¡todavía nos queda un poquito para adentrarnos en las catacumbas del distrito de Soma y encontrarnos con el temido Cíclope de Mid- Nor!).
El objetivo de esta aventura será como siempre obtener el máximo posible de Tesoros pero está vez con una novedad: desaparecen nuestros pesados Milicianos y aparecen las causas de la terrible maldición que cada año asola a la ciudad.


¡Hay están! Una bandada de Zombies (y un pelo) dispuestos a complicarnos nuestro acto de latrocinio semanal. Por si no fuera ya suficiente, la situación de los Ejecutores como la de los Malditos no está pasando por sus mejores tiempos y tanto Vane como yo, nos enfrentamos a esta aventura con solo dos integrantes de cada banda, sin posibilidad de contratar a nuevos Mercenarios. No sé como acabará la noche pero promete ritmo endiablado con cantidad de Zombies andando por todas partes. ¿No me creéis?


Nada más empezar, mandé a Anays a la Posada en busca de algún Tesoro y ¡Tchan! apareció un Zombie. La verdad es que deshacerse de ellos no es difícil pero complican la obtención de bienes y se te puede pasar la señal de alarma del distrito rápidamente, quedándote encerrado con nuestros amigos no muertos.


Lo que os iba diciendo, no solo yo sino también Vane con su Leona tendríamos problemas. Ambos rodeados por Zombies.


Y ¡de pronto! la señal de Alarma. Había que empezar a replegarse buscando las salidas pertinentes y comprobar que tu rival no tuviera muchos tesoros o conseguir más que los suyos. Si a esto le añadimos que las cartas de misión no fueron muy pródigas, nos enfrentamos a una trinidad problemática. Por un lado los incontenibles Zombies, por el otro la caída de las rejas que nos obstaculizaban la salida del distrito y por último la escasez de cartas de misión.


Sabéis que para obtener una de estas cartas hay que gastar tres puntos de acción y se supone, dependiendo de cada una de ellas, que son valiosas por su efecto multiplicador en tus Tesoros pero como podéis comprobar arriba, tuvimos mala suerte. ¿Quizás era parte de la maldición del Rey de las Cenizas? Además si miráis con atención solo nos quedaba un turno para poder salir corriendo y finalizar la partida.


Así que mi estrategia era sencilla. Me apoyaría en Anays, haciéndola adentrarse por las callejuelas y atrayendo la atención de los Zombies, ya que es la más fuerte de mi exigua banda.


Y poner a Lucius, el más débil combativamente, a buscar los últimos Tesoros que pudiese llevarme. Por ejemplo conseguí abrir un cofre a golpes y me apoyé en una de mis cartas Arcana "Tesoro Oculto" para ganar unos cuantos ducados más. Siempre con la sempiterna amenaza zombie.


Vane también se arriesgó hasta que decidió que mejor sería quedarse con lo que tenía y, ayudándose de la carta Arcana "correr" pudo dejar el distrito, perseguida muy de cerca por los incansables zombies.


Al final mereció la pena, el riesgo me permitió ganar la partida.


A Vane tampoco le fue mal. Ambos conseguimos ducados y lo más importante, que nuestros personajes estuvieran vivos al finalizar la aventura. Allí dejamos a los muertos merodear por el distrito y algo me decía que los volveríamos a ver.
Continuará...

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