Buscar este blog

domingo, 25 de abril de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El poder de las viñetas.

 


Hoy os propongo un viaje, uno que comenzó hace más de treinta años, pero para ello primero tendría que citar otro periplo, uno poco más corto. Buscando en Google di con un tal Massimo De Vita, al principio ni idea, pero lo que tiene andar en un buscador, aliado de otras búsquedas, algoritmos indescifrables que se van solapando, por debajo o por encima de otros, conformando un espectacular agujero de gusano por dónde todo, o casi todo, puede ser hallado. Después del nombre del autor enseguida vino la obra, Mickey y la Espada de Hielo y con el título sonó la alarma del recuerdo. Enseguida reaccioné, incrédulo, no podía estar pasando, ¡era posible encontrar La espada de hielo!, el cómic que me abrió, prácticamente, las puertas al noveno arte, la casilla de salida de esta pasión, la ruta por donde empecé a perderme en el mundo de las viñetas. Y una mañana, buscando y buscando, acabé en Amazon, donde si no, y fue allí donde encontré el tomo de la serie Disney Masters titulado The Ice Sword Saga. Book 1, publicado por Fantagraphics Books. Algunos compatriotas del Foro de la BD ya lo habíais nombrado con anterioridad, pero hasta que no lo tuve en mis manos no pude creérmelo y es que la historia tiene tela, tanta como ese mapa de más arriba.

Ya he comentado en mi blog cuáles eran mis ágoras particulares en una época convulsa, todavía hoy lo sigue siendo pero con menor intensidad, para un niño en el Bilbao de los años ochenta del siglo pasado. Los Quioscos, sin duda alguna, fueron mis primeras bibliotecas que con el pasado del tiempo se transformaron en alejandrinas, llegando a desaparecer. Eran mi excusa ideal, ya sea para esperar al autobús que me llevaba al cole, o para acercarme cuando mi madre me transportaba a algún sitio, siempre escurría el bulto y me acercaba a sus fronteras. Era fácil porque estaban revestidas de cómics, revistas y otras publicaciones, todo hay que decirlo, que quizá un niño de ocho años no tendría que ver, pero bueno, yo las ninguneaba, las "autocensuraba" en detrimento de las viñetas que me llamaban. Acercarse a unas de estas paredes era rodearse de amigos, viendo como las portadas de los dibujos te daban la bienvenida, podía pasar horas y horas contemplándolas. Eran pequeñas puertecillas que abría mi imaginación, una de ellas era la publicación de Don Miki. En ella descubrí La espada de hielo y quizá mi primera ofuscación, explorando sus páginas me di cuenta que en ese número de Don Miki, donde aparecían los Jóvenes Castores en una balsa sobre un río, solo existía la segunda parte del relato.


Enseguida miré el número de la publicación y rápidamente le comuniqué a mi madre que necesitaba el número anterior. La pobre fue al quiosco pero nada, no lo tenían, así que me tuve que conformar con leer la segunda parte de La espada de hielo varios meses, una y otra vez, antes de que descubriese el número perdido en casa de un familiar. Por supuesto, ni corto ni perezoso, me hice con él utilizando las estratagemas más viles hasta que cayó bajo mi poder, no me daba cuenta pero con el paso del tiempo era yo él que estaba bajo el influjo del cómic de Massimo De Vita.                                                        La historia de La espada de hielo volvía a interrumpirse porque me fue imposible encontrar la tercera y última parte. Ya sé que hoy en día con internet es mucho más fácil, pero en aquellos días pasados, la tarea se transformó en casi titánica. Además me tuve que desplazar a otra comunidad autónoma y ya la di por perdida. ¡Iluso de mí! Las cosas que te interesan nunca se pierden, uno las puede dar de baja pero regresan cuando menos te lo esperas y mientras pasaba el tiempo, iba alimentándome de hipótesis narrativas. ¿Cómo hubiese terminado? ¿Miki y Goofy llegaron a encontrar al misterioso Gunni Helm? ¿Cómo sería llegar al  reino de los gigantes? ¿Cómo combatieron al Príncipe de las Tinieblas?

Curiosamente mis dudas tenían mucha relación con los textos escritos, como los que aparecen en la viñeta de más arriba, de hecho ahora los leo en inglés y son muy parecidos. Quizá esa fue mi primera fuente de alimentación y esa viñeta, que fue mi adiós del relato, mi despedida del mundo de las viñetas, se ha fosilizado en el cómic como recordatorio de algo. Uno va creciendo y poco a poco va relegando la historia y su poder imaginativo a los rincones de la memoria más insospechados, aletargados, esperando pacientes a sobresalir de nuevo. Y hoy después de más de tres décadas he concluido como adulto La espada de hielo que empecé de niño y ¿sabéis una cosa? Prefiero lo que imaginé antes que el resultado final del cómic, creo que el tiempo me ha dado mucho margen para pensar e imaginarme un montón de cosas, más que las que contienen las propias viñetas. Quizá ese sea  otro de sus maravillosos secretos, el de potenciar la imaginación de un niño y acompañarle hasta su etapa adulta. Hoy mirando a Miki y a Goofy adentrándose en territorio Trol, veo que no van solos, esas sombras detrás de ellos corresponden a las de un niño de ocho años, que todavía a día de hoy les sigue...

domingo, 18 de abril de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. La épica cotidiana. A propósito de BONE. Libro primero. III. Phoney Bone.

  


Seguimos encerrados en el maravilloso Bone. Libro I con este tercer episodio donde seremos testigos de cómo se reencuentran los dos primos. Recordemos que en los episodios anteriores (El mapa y Thorn respectivamente), los tres primos Bone (Fone, Phoney y Smiley) escapándose de su pueblo llegan a un extraño valle, pero no podrán explorarlo juntos mucho tiempo porque un misterioso enjambre de langostas los hará dividirse y será Fone Bone quien se convertirá en nuestro guía en esta obra maestra. Bone es un cómic épico, entre otras muchas cosas, porque entremezclado entre sus más de mil páginas podemos otear infinidad de referencias y, yo diría que incluso, descubrir cualquier género desde la aventura hasta el thriller pasando por el horror y la comedia, siempre teniendo en cuenta, eso sí, la criba americana, es decir, la asunción de que estamos ante una historia norteamericana donde sus homenajes y fundamentos caen en obras de esa misma cultura, desde el Pogo de Walt Kelly al Disney de las tiras cómicas, donde sobresale la obra de Carl Banks, sin menospreciar el Peanuts de Charles M. Schulz  llegando incluso al Matt Groening de Los Simpson, como vemos la referencia salta incluso de formato, del papel a la animación, y entronca una línea temporal vasta y fructífera. Como es lógico en una historia como ésta, la epicidad se irá construyendo paulatinamente, no empezando en el principio de la diégesis pero si gestándose poco a poco, descubriéndola curiosamente, ya no sólo en aquellos momentos trascendentales de la saga, las típicas batallas por ejemplo, si no también en aquellas situaciones que no lo parecen. Por tanto la cotidianidad se transforma en aliada del proceso.

                            (Viñeta 1, página 2 del capítulo tercero. Phoney Bone).

Nos encontramos con un despertar, antes ha aparecido una enigmática viñeta donde podemos ver a uno de los primos perdidos, Phoney, pero enseguida regresamos a Fone Bone desperezándose y lo hace en el interior de la cabaña de Thorn. Hay algo en esta viñeta que siempre me ha producido un cierto sosiego,sobre todo después de lo que ha vivido nuestro héroe, desorientado en el desierto, separado de su familia (sus primos), luchando contra mostrorratas, perseguido por el Dragón rojo y sin embargo, llega este momento de desajuste rítmico, una desaceleración narrativa donde veremos cómo dialoga con Thorn sobre un montón de cosas banales al principio, pero que descubriremos después, a medida que avance la historia, que forman parte nuclear del relato. Es como si el propio Jeff Smith nos dijese "que tranquilos" "que estamos empezando este viaje", preparándonos para lo que vendrá. Y cómo lo hace es una auténtica delicia. La sonrisa de Thorn mirando a Fone despertándose, las columnas de vaho que salen de las tazas y de la tetera, los bollos en primer término, el fuego de un caldero al fondo, demiurgo de la sombras que van poblando la habitación, conquistando las diferentes superficies de los materiales constructivos de madera y piedra. Va posicionando una serie de elementos cotidianos que nos hacen sentirnos como si estuviésemos allí dentro con los actantes. 

                           (Viñeta 2, página 17 del capítulo tercero. Phoney Bone).

Sin duda alguna, de lo que estamos hablando es de la forma, una representada excepcionalmente como vemos en la viñeta de más arriba. La manera en realizar el punto de vista narrativo, en focalizarlo, construyendo un aparato estético qué duda cabe, pero al mismo tiempo formal. Mirar al lector, como si los personajes estuvieran rompiendo la cuarta pared cinematográfica, dejando entrever restos de osadía creativa entrelazados en la propia dinámica del relato para hacer ejercer la herramienta más poderosa que tiene el ser humano, la imaginación. Algunos pueden ver en esto una simple omisión laboral, es decir, una vagueza en el trazo, llegando a una peregrina conclusión: la opción elegida es la más fácil, no dibujar, pero sinceramente creo que en nuestras cabezas se produce un efecto mayor si conseguimos imaginar cualquier cosa antes que observarla. Es una de las razones por las que el erotismo, la insinuación, siempre ganará a la pornografía, a la contemplación absoluta, y que conste que no me estoy refiriendo al tema sexual solamente. En este caso, Thorn y Fone Bone están esperando a la abuela Ben y parece que se aproxima a ellos, pero no lo hace sola, algo la acompaña. A partir de este momento, la responsabilidad creativa pasa al lector, Smith delega el hecho a su testigo para que él mismo imagine el suceso. La épica elevada a forma cotidiana.


                                                                                                                 CONTINUARÁ.... 

domingo, 11 de abril de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. Loa teatral.

  

                                        (Viñeta 6, página 23 después del título).

Hoy desvelaremos el enigma más allá de esa entrada guardada por unos petroglifos con forma de luna. Este domingo toca hablar, un poquito, de la magistral De capa y colmillos. 4. El misterio de la isla extraña de Ayroles (guion) y Masbou (dibujo). Si queréis saber cómo han llegado a las Tingitanas nuestros gentileshombres aquí tenéis el anterior enlace: Domingo de viñetas. Más allá del "valle inquietante"

Antes que nada, tenía en mente comentar los dos siguientes capítulos de la saga pero este número IV es tan rico en contenido como en forma que me ha sido imposible hacer una síntesis de ambos, así que hoy solamente hablaré de este Misterio de la isla extraña editado por Norma aquí, Delcourt allá. Bien, empecemos por la forma, al final de El archipiélago del peligro la página realizaba una especie de vaciado, digámoslo así, estético haciendo desaparecer, casi,  el dibujo pero manteniendo la división en viñetas y los bocadillos de las mismas, es decir, sus creadores se atrevían a desnudar una de las herramientas primordiales del noveno arte para dejar protagonismo a la palabra, a la literatura, y por supuesto, a nuestra imaginación. Pues en esos vericuetos nos encontramos al comienzo de este cuarto capítulo.

                                                        (Página 2 antes del título).

Nada más abrir el cómic, uno se encuentra con la continuación de ese atrevimiento, dos páginas en las que solamente vemos bocadillos y unos ligeros dibujos, diseños, de los ojos de los protagonistas en el interior de un caldero. El significado reducido a su mínima expresión artística, dejando a un lado el peligro que se cierne sobre nuestros héroes, son testigos de sus pasados, de sus aventuras pretéritas y de esta manera podemos llegar a conocerlos mucho mejor, insisto, velados por una oscuridad eterna. Los ojos como guía insustituible de la narración va compartiendo sentimientos encontrados de los actantes hasta que deciden actuar, dejar de relatar, y ponerse manos a la obra, empujar la historia, sacarla del interior de ese caldero y proseguir sus acechanzas y lo hacen de una manera moderna, rompiendo la cuarta pared, utilizando un símil cinematográfico, en la última viñeta, mirando al lector de frente, instándole a que pase de página porque lo que viene a continuación es una maravilla, que por supuesto no mostraré, pero que queda como sugerente punto de partida. No hemos empezado el cómic y ya tenemos un montón de cosas desplegadas sobre la mesa creativa de la serie. Sinceramente, el final del anterior episodio podría defraudar pero este comienzo, promete.

¿Y qué vamos a encontrar entre sus páginas, entre sus viñetas? Construyendo una magnifica conexión con el primer capítulo, El secreto del Jenízaro, y con su seminal primera viñeta, un plano general de una representación en un rincón de Venecia, podemos llegar a constatar que todo lo que mueve al relato se puede definir con una sola palabra: TEATRO. De capa y colmillos es una maravillosa loa teatral. Un homenaje a la escena, al genuino mundo de las apariencias escénicas que va escalando puestos hasta llegar a ese volcán misterioso donde los señores Maupertuis y Villalobos nos llevan de sus pezuñas. Todo empieza a tener un sentido, si se quiere surrealista, de la trama donde la imaginación no tiene límites, y si los encontrase alguien, vería que los ha fabricado un Moliere o un Lope de Vega, o incluso y cambiando de género, un Verne, pero no adelantemos acontecimientos, seguimos explorando esta isla extraña.


            (Página 9 después del título).                        (Página 19 después del título).

Lo que tenemos más arriba es una auténtica delicia de construcción matemática que nos habla, precisamente de esas apariencias, el mundo de la representación que no es otro que el de la imitación de la realidad, en este caso, hecho por unos loros, veremos más adelante que el volcán está habitado por, entre otros muchos personajes, mimos. Y todo realizado, como toda la serie, desde un punto de vista lúdico, la anagnórisis sobresale después de haber leído un par de veces el cómic. En una primera vez uno no se da cuenta, está metido literalmente en la búsqueda del misterio que no se percata del detalle y en una segunda ocasión, uno puede acomodarse mejor en la platea y darse cuenta de los detalles creativos. Ambos momentos son elocuentes de lo que hay más allá de la tramoya. En la primera página somos testigos de la aventura del capitán Boone, donde se le hace ver al pirata que no tiene a un loro como mascota si no a un pollo. No deja de ser una "representación" banal dentro de la diégesis pero hasta qué punto esa banalidad deja de serlo para mutar en espejo escénico de la misma, diez páginas después. Es decir, veamos al narratario. En la primera página es el propio lector, pero en la segunda, además de ser el lector, aparece otros en la primer viñeta, los propios actantes, Don Lope, Don Arnaud y el científico Bombastus, que miran a los loros imitar lo que han visto antes y ser testigos de la representación. Sin duda un ejemplo minúsculo de cómo se puede ubicar un gran homenaje al TEATRO.   

domingo, 4 de abril de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. En el reino de la línea... ¡recta!

  


Hoy nos toca mirar el mundo de Hellboy pero escorando a su creador, Mike Mignola y a su criatura, para testificar su legado en la serie AIDP, donde Abe, Roger y Mr. Kraus se erigen en sus nuevos protagonistas. Este primer volumen de Norma Editorial está dibujado, entre otros, por Ryan Sook y guionizado, además de por Mignola, por Christopher Golden y Tom Sniegoski.

En Las Tierras Huecas, la brigada de la  agencia paranormal tendrá que ir a rescatar a Elizabeth Sherman de las garras de una secta, perdida en los montes Urales, adentrándose en un mundo subterráneo y descubriendo algún que otro secreto por el camino. Todo esto no suena a nuevo, más bien es un ronroneo de cosas que hemos visto en la serie matriz, por tanto si alguno pensaba que las nuevas incorporaciones creativas al equipo de Mignola pudiesen traer aire fresco a la franquicia que se den media vuelta porque estamos ante una continuación, bastante ortodoxa, conservadora entonces, del universo del niño endiablado. Y esto se percibe nada más sumergirnos en el cómic.

                                                         (Viñeta 3, página 5).

Una descripción geográfica al principio de la trama. El ecosistema perfecto para administrar nuestro interés por el relato y todo ello apoyado por líneas rectas que basculan próximas o lejanas sobre el ojo del lector, dando forma conceptual, amparándose en la matemática. En definitiva, un conjunto de líneas que nos avisan de la geometrización de la narración, balizas de alerta del contexto del cómic, de su forma de aproximarse a la aventura, una perfecta invitación abstracta a la acción.

                                                 (Viñeta 4, página 10).

Una que no tiene reparos en ahogar a los personajes en su entorno poligonal, donde las líneas nos conducen a sus mismos vértices para indicarnos lo pequeño y minúsculo que son los actantes que están poblando su escenario. Ligeras formas que poco a poco irán mutando también ellas en elementos de una fisicidad poliédrica.

                                                    (Viñeta 7, página 37).

El propio límite de la viñeta de más arriba cercena la posibilidad de una curva, la parte redondeada de la cabeza de Roger, el golem, para construir un rostro geométrico de rasgos punzantes y sombras impertinentemente construidas para sugerir. Y es que estas dos herramientas son las que AIDP hereda de Hellboy para conseguir un ejercicio formal continuista amparado en la solidez de la línea recta pero al mismo tiempo, desamparado en esas sombras que conquistan todo el relato y que suscitan incertidumbre y tensión por lo que sugieren más que por aquello que pudiesen mostrar. No estamos lejos de una contienda entre lo que se ve, qué es si no la matemática, una representación de la realidad que muestra limpiamente sus contornos a través de la geometría de una línea recta versus lo que se esconde, la información sustraída al lector para potenciar su imaginación y llevarlo a encontrarse con sus propios límites. Llegar a conseguirlo es toda una proeza.

                                                    (Viñeta 7, página 28).