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domingo, 16 de agosto de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. Misterio al principio...

Regresamos a la Bd después del  paréntesis japonés que han supuesto los tres últimos post de mi blog y lo hacemos con una "mirabilia". Como podéis observar más arriba voy a hablar un poquito, como siempre, de El espíritu perdido de Gwen De Bonneval y Matthieu Bonhomme editado por estos lares por Norma Editorial. Y hemos tenido suerte y no suele pasar, creedme, sobre todo en este país. La editorial barcelonesa u otra podía habernos traído la "versión ortodoxa" de El espíritu perdido, condensada en tres tomos de 48 páginas cada uno en color, pero Norma decidió allá por 2010 apostar por la versión en blanco y negro con el formato "a la italiana" o apaisado. Cuando una editorial realiza este tipo de maniobras nos está diciendo muchas cosas al respecto de su manera de trabajo. Primero Dupuis al permitir esto y después Norma al clonarlo al castellano, nos están diciendo que además de la bd clásica existe otra tipo de bd, que nos puede recordar al pretérito, y que desafía nuestra manera de aproximarnos a un cómic. Porque una vez que tienes entre tus manos El espíritu perdido la pregunta es pertinente, ¿cómo te aproximas a él? La elección del formato es fundamental, al no haber otra copia del cómic en diferente formato en España, Norma nos está diciendo cómo hay que leerlo y no es de una manera tradicional. Como veréis arriba, las páginas interiores requiere una cesura, las viñetas apaisadas demanda una pausa, un intersticio entre viñeta y viñeta para poder disfrutar mejor de la aventura de Guillaume y Hélis en busca de su padre o en busca de un muerto. El espíritu perdido es un viaje ambientado en otro tiempo y por tanto requiere de otro ritmo de lectura, de otra manera de contemplarlo y esta edición especial es un regalo para los lectores que quieran adentrarse en una odisea, presumiblemente clásica, pero también en un perturbador bestiario medieval.

Regresando a la primera cuestión planteada ¿Cómo nos aproximamos a El espíritu perdido? Podría haber infinidad de respuestas pero el formato, como ya he dicho, nos las limita. Aun así, todavía habría unas cuantas, si fuesen bien defendidas claro está, que nos abrumarían. Quizá tantas como lectores que se hayan quedado aprisionados en sus páginas. Yo voy a dar la mía que es maravillándonos con el misterio que encierran sus viñetas. Al principio he citado la palabra "mirabilia" por esa razón. ¿Qué es una "mirabilia" entonces? Podríamos de decir que algo extraordinario, maravilloso. La palabra maravilla viene del latín mirabilia (cosas admirables, cosas que pueden sorprender) y que en realidad es la forma neutra y plural del adjetivo mirabilis (que se puede admirar). Bien, por tanto y como todo la estructura de El espíritu perdido es un auténtico misterio a descubrir, no iré a destripar nada en absoluto quedándome con su prólogo, uno que misteriosamente permanece oculto entre las guardas del cómic y que me hace admirar siempre esta obra inaudita.


Como si se tratase de una sombra chinesca el personaje de una mujer está mirando un montículo con una cruz en su cima. Está amaneciendo, el rito se inicia, y no existe mejor manera de comenzar un relato que en su amanecer. Qué importa lo que pasase antes, el motor de la narración ya ha comenzado, y como si fuese uno en media res, se prepara para arrancar, para partir hacia delante...

La joven corre, trenza al vuelo en su ¿huida? Parece ser perseguida, su rostro se gira levemente hacia la luz del amanecer pero ella está resguardada en sombras. Insiste, su pisada es contundente dejando atrás la arena o piedrecitas que suelta en su carrera. La capa que antes la protegía, acunándola de fragilidad, ahora está suelta, parece que la impulsase hacia delante, parece que volase hacia su destino, bajando la ladera montañosa. El porvenir quizá no la guarde muchos aliados en su camino, a lo mejor necesita de alguien muy cercano en su búsqueda.

Y de esta manera se comienza. El sol va saliendo alumbrando el título de la obra, dejando algún que otro rincón en penumbra. Dejándonos claro una cosa en este prólogo, que nadie busque certezas en esta historia porque no las encontrará, solamente claroscuros que iluminan y ensombrecen el misterio del comienzo. No existe adicción más poderosa que esa, alimentarnos de lo desconocido no para encontrar algo al otro lado del viaje, sino para conocernos a nosotros mismos en el trayecto. 

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