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domingo, 7 de febrero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. La estructura lo salva todo.

 

Hoy daremos un pequeño repaso a un cómic patrio llamado Entre tinieblas (Aleta Ediciones) guionizado, dibujado y coloreado, todo siguiendo ese riguroso proceso creativo, por el alborayense Jordi Bayarri centrándonos en sus cuatro primeros tomos, que se pueden comprar sueltos o en un único volumen, en vuestras tiendas de cómics favoritas o en la tienda online anillodesirio.com de su creador. Antes de nada, un poco de autobombo, ya tuve la oportunidad de compartir algunas palabrejas con Jordi en mi sección de Hoja Apergaminada (III). Cuadraditos, y de hablar de su precuela de la serie llamada Piel de Dragón, hace ya eones.

Bien, Entre tinieblas sigue las andanzas de Beryl Mediodragon en el mundo de Anthaggar ganándose la vida como cazador de monstruos, faltaría más en un mundo de fantasía. Durante estas cuatro primeras aventuras de un total de nueve hasta la fecha, seremos testigos de la presentación de sus compañeros de acechanzas. Con Cazador de medianoche (1), conoceremos a Dsedraj, un vampiro, en Dama del cielo 2) será Eilyrn, una Isewyn, y por último nos queda por conocer a Teela, una novicia con poderes ígneos en Doncella de fuego (3). En cuanto al último tomo Portal al Abismo (4), de alguna manera aglutina a todos los héroes para hacer frente a una amenaza que durante las otras aventuras se ha ido formando lentamente. Por tanto, sobresale un nexo de unión escenificado en ese Portal del que hemos oído hablar hasta poder llegar a conocerlo en el último número de la serie. Esto es importante porque sobresale la idea, como si fuese la punta de un iceberg narrativo, que Entre tinieblas, entre otras muchas cosas buenas y malas, es pura estructura. La viñeta que abre este post corresponde a la número seis de la página cinco de Cazador de medianoche y refleja perfectamente la unión entre el guion y el dibujo de esta historia. Un elemento sin el otro destruiría Entre tinieblas abocándola o a un amasijo de dibujos, la mayoría de ellos de cariz ripio en su diseño, o a unas galeradas redundantes y superfluas.

                           
                            (Viñetas 1, 2, 3 y 4, página 38. Portal al Abismo).

Aquí descansa un ejemplo de lo anteriormente descrito, los bocadillos se muestran reincidentes en su exposición, uno tiene la sensación que al leerlos se encuentra con esos bocadillos de El Capitán Trueno (Mora y Ambrós) o El Jabato (Mora y Darnís), por citar una manera de narrar clásica que se erigía como aplanadora del significado, explicando hasta el más mínimo detalle cualquier cosa, y en cuanto al dibujo vemos que los rostros de Teela o de Dsedraj varían poco, quizá alguna línea más geométrica que otra pero poco más, no obstante existe algo en Entre tinieblas que nos debería alegrar y es su loa a la estructura narrativa, su condición por encima de todo, de relato, de historia.

En Cazador de medianoche aparecen dos momentos que representan dos hiatos narrativos que nos hacen (re)pensar en esa estructura.


                                                           (Página 36).

La primera vez que tenemos conciencia del Portal, del verdadero objetivo de los personajes aunque camuflado en subtramas, es esta página que corresponde a la primera explicación de la meta de los villanos también. Hay algo de intersticio en estas viñetas, como si se tratase de esa parte del Portal que se está abriendo, se está rompiendo, el lector es consciente que algo está sucediendo, que por muchas búsquedas alternativas, la central de Beryl y sus amigos les llevará hasta esta misteriosa localización. Pero habrá más momentos como este, que anuncian una continuación en la descripción de personajes y que seguirá en las otras aventuras.


                                                 (Doble página 44 y 45).

A poco de acabar Cazador de medianoche, Jordi nos posiciona en otra geografía y con otros actantes, la sensación de derrumbe es brutal, el punto de vista del lector en estos momentos es de pura desorientación. Asombro y desconcierto que se convertirán en compañeros de viaje en las siguientes viñetas y páginas que, cada una en su tomo, irán anunciando la direccionalidad de los protagonistas, es como si siguiéramos un hilo de Ariadna que nos ayudará a salir del laberinto del minotauro.


                                                         (Página 32, Dama del cielo).

El segundo número de la serie se podría también haber llamado retornos, porque además de regresar al primer escenario de las aventuras de Beryl en Piel de Dragón, volviendo a ver a personajes de la misma, como el juguetón y amoral elfo Ávalar, retornamos a ese espacio enigmático del Portal con esas extrañas viñetas que nos muestran a un singular personaje en el interior de alguna mazmorra contemplándolo.


                                                       (Página 4, Doncella de fuego).

Las viñetas de esta página del tercer tomo de la saga representan un contraplano de las anteriores de Dama del cielo, otorgándonos perspectiva de la trama, ayudándonos a edificar una posible meta de los protagonistas. Independientemente de las tramas que haya en esta aventura y que tengan a Teela como protagonista, de igual manera que Eilyrn lo tenía en la anterior, estas páginas muestran una cesura en la manera de contar el relato que nos posiciona en una especie de recelo metanarrativo tensionando la lectura de tal manera que incluso el propio Bayarri nos lo recuerda, de vez en cuando con momentos de acción tan bien coreografiados como éste, que incluso homenajean al séptimo arte.


                                                    (Página 39, Doncella de fuego).

Uno puede llegar a cansarse de algunos dibujos, sonrojarse con algunas explicaciones, pero de lo que no puede dudar el lector de Entre tinieblas es de estar asistiendo a un  ejemplo de estructura narrativa que lo sostiene todo.
 

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