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domingo, 14 de febrero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. Construyendo puentes.

 

                                    (Viñeta 1, página 33. Más allá de las sombras).

Hoy continuamos desmadejando el ovillo de Thorgal con los que algunos han llamado el comienzo de su madurez artística, el ciclo o trilogía, Los Maestros de Brek Zarith. Digamos que la obra de J. Van Hamme y G. Rosinski está entrando en una consciencia creativa importante y que El ciclo de Qa será su eclosión, pero no adelantemos acontecimientos, hoy como digo, toca pagar peaje a Shardar.

Esa telaraña donde están atrapados Shaniah y Thorgal nos va a ayudar a entrelazar una serie de uniones, vínculos si se quiere, entre diferentes momentos de los álbumes que, sobre todo, lo que evidenciará  es su conglomerado narrativo. Y es que esta serie es un perfecto maridaje entre diseño y gramática, entre imaginación y realidad. El ciclo, como prefiero llamarlo, consta de tres álbumes, a saber, La galera negra (La galère noire, 1982), Más allá de las sombras (Au-delà des ombres, 1983) y La caída de Brek Zarith (La chute de Brek Zarith, 1984). En ellos Thorgal pasará de una vida campesina apacible a una frenética "montaña rusa" en busca de su amada Aaricia por el reino de Brek Zarith. Empecemos uniendo puntos, construyendo puentes.

Y nada más empezar, desde la primera página de La galera negra los autores establecen vínculos con el ciclo anterior, concretamente con Los tres ancianos del país de Arán (Les trois vieillards du Pays d'Aran, 1979),  cuando entre bocadillos y paisanaje acompasados de una tonalidad casi mediterránea contrastando con la climatología nórdica, vemos en la segunda viñeta del mencionado álbum la llave de plomo que le entregó la Guardiana de las llaves a Thorgal en su anterior aventura. Existe algo poderosamente que llama la atención en esta viñeta y no es el cuerpo del héroe sino ese objeto que lleva colgando. Ese será el preámbulo a un  primer engarce narrativo, si se quiere, de la saga pero no el único. Si continuamos leyendo un poquito más, veremos cómo los autores establecen su estrategia a la hora de posicionar el relato en el "ojo de la tormenta" discursivo, estableciendo un diálogo entre viñetas prodigioso que se irá repitiendo en todo el ciclo. Este sería nuestro primer puente:

       

              (Viñeta 7, página 11).                                (Viñeta 6, página 16).

No sólo significa una comunicación entre viñetas, sino el detonante de la aventura mostrándonos su complejidad visual y narrativa, compartiendo elementos de una técnica con la otra. El horizonte o el punto de fuga de la imagen como amenaza, por desconocimiento, por no poder verlo claramente, alimentando las hipótesis del campesino, la incertidumbre ya no sólo de los personajes sino también del relato, cabalgan juntas. Veremos que ese esquema se irá amplificando con los otros álbumes. En el segundo álbum del ciclo, Más allá de las sombras, veremos algo parecido, ya ubicado desde otra perspectiva y ampliando su radio de acción, ya no afectará a unas páginas del comienzo sino prácticamente a todo el álbum. Nuestro segundo puente:

       
              (Viñeta 1, página 11).                                 (Viñeta 1, página 48).

La matemática es avasalladora, ambas son viñetas primeras y están situadas en la presentación y en el final del relato, respectivamente, anudando un arco narrativo donde el héroe se dispone a partir en busca de su Aaricia y donde el personaje acaba, más o menos, de igual manera en su conclusión. Sentado en una escalinata, primero expectante con la cabeza en alza, posibilitando la ilusión de poder encontrar a su amada, y después cabizbajo, derrotado por sus consecuencias. El clima ayuda con esa tonalidad neblinosa, opaca, a invitarnos a la desazón pero nos encontramos en el nudo de la trama y esto nos conducirá al último puente: La caída de Brek Zarith.

         
           (Viñeta 3, página 13).                                        (Viñeta 1, página 47).

Curiosamente regresamos a mirar al fondo, al más allá de la viñeta, a su horizonte, como si regresásemos a la aldea de acogida de Thorgal y Aaricia en La galera negra, pero lo que antes era recelo se ha convertido en constatación, se ha hecho realidad. Shardar desde su palacio mira a la flota vikinga de Jorund aproximarse y después es Galathorn, junto a los protagonistas, quien contempla los mismos drakkars marcharse. Cambio de planes, los actantes han mutado pero una misma localización los acoge. El discurso político reverbera al final del ciclo, la crítica del poder como cáncer devorándolo todo, representada en ese rostro de Shardar casi cadavérico.

                                            
                                                            (Viñeta 5, página 13).

Nos vaticina que por mucho que un monarca haya desaparecido, el recambio será igual o peor que el anterior, la propia institución está en entredicho en las últimas páginas del álbum, cuando el príncipe heredero mira solitario el horizonte, su rostro pareciese que no fuese golpeado por la brisa del mar sino por la zozobra de la duda de sus consecuencias en el futuro, unas que ya se las vaticinó el propio Shardar.


                                                           (Viñeta 5, página 33).

Estos puentes narrativos también nos podrían ayudar a comprender la situación de uno de los creadores de Thorgal, de su dibujante que fue testigo del otro lado del puente, su Polonia natal y como desde el otro lado, veían las cosas de otra manera. Por suerte para Rosinski estuvo su arma de destrucción masiva, su lápiz, en este caso sí que podríamos decir que "la pluma vence a la espada" como recordaba Marcus Brody (Denholm Elliott) a Henry Jones (Sean Connery) en Indiana Jones y la Última Cruzada (Indiana Jones and The Last Crusade, Steven Spielberg, USA, 1989), para llevar a cabo un ejercicio de estilo "cinematográfico" exultante.


                                                          (Página 6, La galera negra).

Ese sería otro puente a seguir, uno que como señala Jorge García en su análisis en el primer integral de Thorgal por Norma Editorial sobre Van Hamme resaltaba su "agilidad casi cinematográfica de sus ficciones", aunque más que eso, que también, el poderoso dibujo de Rosinski rompe la página sexta como si se tratase de una supuesta cuarta pared, para mostrar ya no solamente su poderío artístico sino para revelar el sentimiento de Thorgal cabalgando en esa noche aciaga, quizá pensando que su vida iba a convertirse en una relajada, también los héroes pueden llegar a ser unos ilusos y también por eso puede que Thorgal se siga editando actualmente, gracias a este tipo de puentes que nos van desvelando sus pequeños enigmas.


  

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