La
frase musical empieza con el sonido de unos tambores dándonos la bienvenida
acompañado por las notas de un Chalomeau
y finaliza con la incorporación de un coro. Un minuto de duración le bastan al
compositor para dejar claro una cosa, y utilizando un símil con la figura del
capitán Diego Alatriste, sabe lo que
se hace, es un autentico mercenario. El comienzo nos inspira ruidos de batalla
lejanos, los tonos de la percusión son divididos en tres sub-grupos que se
repiten, dejando un espacio de unos segundos entre los mismos, que cada vez se
van acercando muy sutilmente. Podemos imaginarnos, a medida que nos
aproximamos, emocionalmente, las descargas de los cañones en la lejanía. La posterior presentación de un tipo de clarinete también de la
misma fecha, lo hace de una manera tenue y mínima; es el lamento de los
protagonistas de la contienda, los propios soldados que, más que vivirla, la
están sufriendo. El coro amplificará esa idea, apoyándose en una sola palabra,
gloria. ¿A qué gloria se refiere cuando esta acompañada de lamentos y
andanadas? ¿A qué tipo de épica se puede aludir cuando se utiliza una endeble
percusión seguida de un timorato clarinete, siendo rodeada por una tonalidad
baja vocal? Estamos ante el paisaje de una batalla y el reflejo de un tiempo. Sólo
los maestros pueden lograrlo en un minuto y algo.
“Hay que buscar ese lugar intermedio en tierra de todos, que clara y
directamente nos lleve al mismo sitio (…) a la emoción.”
Roque Baños.
El
título de esta partitura nocturna parece rimbombante y puede que lo sea, pero me explicaré. De un paisaje
nos centraremos en aquellos que lo habitan; de un lugar (Flandes)
pasaremos a una acción (batalla) y de ésta a un personaje, soldado (Alatriste). Se podría decir que
todo gira en torno a esta trilogía geográfica-ficticia-musical. Desde el tema 1
al 20, pero habría que hablar de salvedades, de singularidades, que al fin y al
cabo, es de lo que trata la ficción literaria (la serie de Pérez Reverte), como la
cinematográfica (versión Díaz Yanes).
Quiero decir que, por mucha HISTORIA, por mucho REY o por mucha CORONA, lo que
de verdad hace avanzar a un pueblo en su victoria, como en su derrota, en su gozo
y en su sombra, es el individuo, el anónimo que conforma esos legendarios Tercios, mesnadas compuestas por personas desconocidas que reunidas impulsan un
logro, a pesar de las pérdidas a las que tienen que hacer frente. De esos
ignorados hablan las novelas y la película y, por supuesto, la música tendrá
que describirlo, porque, qué es sino el capitán Alatriste, un personaje, singular enfrentado a su tiempo (S.
XVII), dentro de un espacio concreto (España) y desarrollando una acción
específica (batallar). El primer track
ejemplifica muy bien lo descrito, durante ocho minutos y treinta segundos esplendorosos.
Nos aproximamos desde la lejanía,
el efecto de percusión en intervalos, dejando segundos entre espacio y espacio,
como ya hemos señalado, es antológico. Pero esta descripción del
escenario sería fútil sino existiera el elemento bisagra, que conectase con el
espectador/oyente. Por ejemplo a la utilización de un determinado clarinete
(asociado con una zona de Europa), se le añaden la percusión representativa de
un eco de batalla y la guitarra española en sus diferentes variantes, entre
ellas la barroca, presentando la incorporación de dicho elemento conector con
el testigo de la ficción, el narratario perfecto. A través de tres instrumentos
desperdigados en un mapa tonal (la partitura), esto es, el clarinete, el tambor
y la guitarra, Roque Baños nos
desgrana sutilmente la clave. Todo de alguna manera entrelaza o mezcla al tema,
rozándolo o persiguiéndolo, impuesto por un ritmo desigual, dependiente de la
situación.
Podríamos estar hablando de una
partitura monotemática, apoyada en sus múltiples variantes pero no es el caso.
A través del tema relacionado con Alatriste
(la guitarra española) se nos va conformando una serie de contenidos de
diferente complejidad sonora. Las notas desgarradas por la pulsión de las
cuerdas, son expandidas en diferentes tonalidades, siendo siempre la misma,
pero teniendo diferente significado; de la misma manera que el sentimiento del
personaje, varía en cada momento dependiente de la situación a la que se
enfrenta. Gracias a esta singularidad, el esquema musical avanza. Podríamos
citar otro ejemplo de singularidad, y van dos; es el que oímos en el track número dieciocho, titulado héroe abatido.
Oímos el tema de Alatriste construido sobre la misma
base, pero con diferente instrumento, una trompa marina, la intensidad es
rotundamente baja, el protagonista ha caído, el final está próximo y lo que
realiza Baños es engarzarlo con otro
tema, el de Angélica, donde la
sinfonía cobra más protagonismo, acentuada por la presencia del coro,
anunciando el tema que lo precede, el de la batalla.
De esta manera el compositor ha fusionado dos temas de la soundtrack, describiéndolos con una misma intensidad tonal, pero de
procedencia dispar, teniendo instrumentos de cuerda, de percusión y de viento
tocados con el único fin de ser oídos juntos, como uno solo. Roque Baños nos está diciendo que ambos
personajes y sus sentimientos estarán unidos por vida, aunque físicamente sus
cuerpos no lo puedan hacer práctico, por la distancia geográfica y por lo social.
Diferentes singularidades para
conseguir una pluralidad de significados y sensaciones dentro de un contexto
político y social, como el que se oye en el penúltimo tema del compacto,
entroncando con la fanfarria del tema final, autentico apoteosis de la épica
decadente de la partitura y de las secuencias de la película, succionadas de la
procedencia de las hojas de las novelas. El tema se llama cuenta lo que fuimos y está
plagado de singularidades que nos
conducen a una realidad más allá de la histórica, enfrentándonos con nuestra
cultura más ancestral.
Una trompa marina se va abriendo paso entre las notas de
la percusión, lentamente como pasos quejumbrosos, como si estuviésemos
asistiendo a un desfile. El coro refuerza el eco de reminiscencia litúrgica de
la composición, recordándonos que más que un desfile, se trata de una
procesión, finalizando en una sucesiva
sinfonía de instrumentos que rezan con la presencia vocal, protagonista al
final del tema. La religión perenne en nuestra cultura reflejada en estas
notas, constatando su presencia inabarcable en el espacio y el tiempo, es la
huella testimonial del pasado, el presente y el ¿futuro? tradicional. Las notas
finales están en lo alto de su intensidad, para segundos después apagarse sutil
y lentamente como habían empezado, enlazando con las vigorosas notas de la
percusión, pertenecientes a la fanfarria final de la partitura. Estamos
asistiendo ¿a una ascensión a los cielos del héroe? o ¿a un declive a los
infiernos de un imperio? Quizás sean las dos cosas, pero de lo que no
cabe duda es del subyugante poder sugestivo de la singularidad frente a la
omnipotente potestad de la pluralidad. La confrontación del ente desconocido, y
por lo tanto ignorado frente a la institución milenaria de la masa. Un ejemplo a seguir por cortesía
del señor Baños, puesto en planos
por Agustín Díaz Yanes, elucubrados
de la mente de Pérez Reverte. Una
curiosa trilogía, ¡una más! Para cerrar la opinión de este artículo sonoro.
Discografía.
Alatriste. Roque Baños. 2006. Melian Music, S.L. Karonte
Distribuciones.
Claves.
1. Flandes.
2. Cuenta lo que fuimos.
3. Fanfarre y créditos.
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