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miércoles, 27 de marzo de 2013

PARTITURA NOCTURNA (IV). SINGULARIDADES DE UNA TRILOGÍA GEOGRÁFICA-FICTICIA-MUSICAL.







La frase musical empieza con el sonido de unos tambores dándonos la bienvenida acompañado por las notas de un Chalomeau y finaliza con la incorporación de un coro. Un minuto de duración le bastan al compositor para dejar claro una cosa, y utilizando un símil con la figura del capitán Diego Alatriste, sabe lo que se hace, es un autentico mercenario. El comienzo nos inspira ruidos de batalla lejanos, los tonos de la percusión son divididos en tres sub-grupos que se repiten, dejando un espacio de unos segundos entre los mismos, que cada vez se van acercando muy sutilmente. Podemos imaginarnos, a medida que nos aproximamos, emocionalmente, las descargas de los cañones en la lejanía. La posterior presentación de un tipo de clarinete también de la misma fecha, lo hace de una manera tenue y mínima; es el lamento de los protagonistas de la contienda, los propios soldados que, más que vivirla, la están sufriendo. El coro amplificará esa idea, apoyándose en una sola palabra, gloria. ¿A qué gloria se refiere cuando esta acompañada de lamentos y andanadas? ¿A qué tipo de épica se puede aludir cuando se utiliza una endeble percusión seguida de un timorato clarinete, siendo rodeada por una tonalidad baja vocal? Estamos ante el paisaje de una batalla y el reflejo de un tiempo. Sólo los maestros pueden lograrlo en un minuto y algo.

“Hay que buscar ese lugar intermedio en tierra de todos, que clara y directamente nos lleve al mismo sitio (…) a la emoción.”
                                                                                                           Roque Baños.

El título de esta partitura nocturna parece rimbombante y puede que lo sea, pero me explicaré. De un paisaje nos centraremos en aquellos que lo habitan; de un lugar (Flandes) pasaremos a una acción (batalla) y de ésta a un personaje, soldado (Alatriste). Se podría decir que todo gira en torno a esta trilogía geográfica-ficticia-musical. Desde el tema 1 al 20, pero habría que hablar de salvedades, de singularidades, que al fin y al cabo, es de lo que trata la ficción literaria (la serie de Pérez Reverte), como la cinematográfica (versión Díaz Yanes). Quiero decir que, por mucha HISTORIA, por mucho REY o por mucha CORONA, lo que de verdad hace avanzar a un pueblo en su victoria, como en su derrota, en su gozo y en su sombra, es el individuo, el anónimo que conforma esos legendarios Tercios, mesnadas compuestas por personas desconocidas que reunidas impulsan un logro, a pesar de las pérdidas a las que tienen que hacer frente. De esos ignorados hablan las novelas y la película y, por supuesto, la música tendrá que describirlo, porque, qué es sino el capitán Alatriste, un personaje, singular enfrentado a su tiempo (S. XVII), dentro de un espacio concreto (España) y desarrollando una acción específica (batallar). El primer track ejemplifica muy bien lo descrito, durante ocho minutos y treinta segundos esplendorosos.
Nos aproximamos desde la lejanía, el efecto de percusión en intervalos, dejando segundos entre espacio y espacio, como ya hemos señalado, es antológico. Pero esta descripción del escenario sería fútil sino existiera el elemento bisagra, que conectase con el espectador/oyente. Por ejemplo a la utilización de un determinado clarinete (asociado con una zona de Europa), se le añaden la percusión representativa de un eco de batalla y la guitarra española en sus diferentes variantes, entre ellas la barroca, presentando la incorporación de dicho elemento conector con el testigo de la ficción, el narratario perfecto. A través de tres instrumentos desperdigados en un mapa tonal (la partitura), esto es, el clarinete, el tambor y la guitarra, Roque Baños nos desgrana sutilmente la clave. Todo de alguna manera entrelaza o mezcla al tema, rozándolo o persiguiéndolo, impuesto por un ritmo desigual, dependiente de la situación.
Podríamos estar hablando de una partitura monotemática, apoyada en sus múltiples variantes pero no es el caso. A través del tema relacionado con Alatriste (la guitarra española) se nos va conformando una serie de contenidos de diferente complejidad sonora. Las notas desgarradas por la pulsión de las cuerdas, son expandidas en diferentes tonalidades, siendo siempre la misma, pero teniendo diferente significado; de la misma manera que el sentimiento del personaje, varía en cada momento dependiente de la situación a la que se enfrenta. Gracias a esta singularidad, el esquema musical avanza. Podríamos citar otro ejemplo de singularidad, y van dos; es el que oímos en el track número dieciocho, titulado héroe abatido.


Oímos el tema de Alatriste construido sobre la misma base, pero con diferente instrumento, una trompa marina, la intensidad es rotundamente baja, el protagonista ha caído, el final está próximo y lo que realiza Baños es engarzarlo con otro tema, el de Angélica, donde la sinfonía cobra más protagonismo, acentuada por la presencia del coro, anunciando el tema que lo precede, el de la batalla. De esta manera el compositor ha fusionado dos temas de la soundtrack, describiéndolos con una misma intensidad tonal, pero de procedencia dispar, teniendo instrumentos de cuerda, de percusión y de viento tocados con el único fin de ser oídos juntos, como uno solo. Roque Baños nos está diciendo que ambos personajes y sus sentimientos estarán unidos por vida, aunque físicamente sus cuerpos no lo puedan hacer práctico, por la distancia geográfica y por lo social.
Diferentes singularidades para conseguir una pluralidad de significados y sensaciones dentro de un contexto político y social, como el que se oye en el penúltimo tema del compacto, entroncando con la fanfarria del tema final, autentico apoteosis de la épica decadente de la partitura y de las secuencias de la película, succionadas de la procedencia de las hojas de las novelas. El tema se llama cuenta lo que fuimos y está
plagado de singularidades que nos conducen a una realidad más allá de la histórica, enfrentándonos con nuestra cultura más ancestral.


Una trompa marina se va abriendo paso entre las notas de la percusión, lentamente como pasos quejumbrosos, como si estuviésemos asistiendo a un desfile. El coro refuerza el eco de reminiscencia litúrgica de la composición, recordándonos que más que un desfile, se trata de una procesión, finalizando en una sucesiva sinfonía de instrumentos que rezan con la presencia vocal, protagonista al final del tema. La religión perenne en nuestra cultura reflejada en estas notas, constatando su presencia inabarcable en el espacio y el tiempo, es la huella testimonial del pasado, el presente y el ¿futuro? tradicional. Las notas finales están en lo alto de su intensidad, para segundos después apagarse sutil y lentamente como habían empezado, enlazando con las vigorosas notas de la percusión, pertenecientes a la fanfarria final de la partitura. Estamos asistiendo ¿a una ascensión a los cielos del héroe? o ¿a un declive a los infiernos de un imperio? Quizás sean las dos cosas, pero de lo que no cabe duda es del subyugante poder sugestivo de la singularidad frente a la omnipotente potestad de la pluralidad. La confrontación del ente desconocido, y por lo tanto ignorado frente a la institución milenaria de la masa. Un ejemplo a seguir por cortesía del señor Baños, puesto en planos por Agustín Díaz Yanes, elucubrados de la mente de Pérez Reverte. Una curiosa trilogía, ¡una más! Para cerrar la opinión de este artículo sonoro.

Discografía.

Alatriste. Roque Baños. 2006. Melian Music, S.L. Karonte Distribuciones.
  

Claves.

1. Flandes.

2. Cuenta lo que fuimos.

3. Fanfarre y créditos.




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