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domingo, 6 de octubre de 2019

SOSPECHAR DE LAS IMÁGENES.


"Para investigar la verdad es preciso dudar, en cuanto sea posible, de todas las cosas."
                                                                                                       RENÉ DESCARTES.

La historia es sencilla tanto como la instantánea. Cuatro personas mirando frontalmente a una cámara fotográfica o quizá…  ¿A un móvil? Reconozcámoslo, ya no es tan importante el cómo sino el qué. Una revelación, desconozco al situado más a la derecha pero a los demás tuve el placer de descubrir y conocer, en ese orden, un poquito. Si, efectivamente, el que escribe también fue alumno del Máster de Crítica Cinematográfica Caimán Cuadernos de cine / ECAM 2018/19.  El director del máster Carlos F. Heredero, situado más a la “izquierda” y junto a él, Christian y Laura dos alumnos del máster. Todos felices. Ligeramente inclinada una, otra a la mitad de su amplitud, dudando quizá de su propósito. Una tercera forzosamente hostil y la última, la más fotogénica, las sonrisas anuncian discrepancias. Ninguneando al desconocido ilustre por mi ignorancia, aquellos que sostienen los diplomas acreditativos tienen una excusa inmejorable de ser los protagonistas. Poseen en sus manos la prueba fehaciente de haber superado el reto y de abrir la puerta a un futuro un tanto incierto, como nos lo hicieron ver impúdicamente machacona durante el transcurso del año académico, el diverso profesorado. Manteniéndonos en ese neblinoso porvenir, el diploma sería su llave. ¿Ya son críticos de cine Christian y Laura por portar dicho papel? La pregunta no es baladí sino deliberadamente intencionada. Hoy día 06/10/2019 navego por la cuenta de Facebook de la revista Caimán y me enfrento a otra pregunta, posteada el diecisiete de septiembre a las cuatro y doce, resonando contundente: ¿quieres ser crítico de cine? Si mantuviéramos firme el anuncio actual del máster en el propio canal, Christian y Laura lo serían, ¿no?

El número es otro elemento que alimenta el recelo frente a otras fotografías tomadas en la Graduación 2018/19. Aquellas pertenecientes a otras disciplinas, donde sus habitantes parecen abarcar la casi totalidad de los límites del cuadro, agolpándose  para sonreír ante la inmortalidad. Las comparaciones son odiosas pero también... ¿Sintomáticas? Nos podrían insinuar un statu quo perturbador. La foto correspondiente al Máster de Crítica representa lo que es: dos alumnos recogiendo un reconocimiento pero… ¿dónde está el resto? Un máster no se sustenta con dos alumnos, necesita más dinero para su ejecución. Fuimos un grupo interesante. Un melting pot generacional fascinante: Javi, Blanca, Nacho, Pepa, Irati, Ramón, Juan, Yaiza, Francisca, Ricardo, Silvia, Yolanda y otros más que se fueron cayendo. Tendríamos que preguntarnos por su “no asistencia” pero eso nos llevaría tiempo. Me imagino que por diversos problemas, entre ellos los laborales, geográficos (algunos pertenecían a distintas provincias e incluso a otro países), etc, etc. De lo que puedo estar seguro es de mi versión, una capitaneada por una eterna timidez que me maldice diariamente. No es una excusa concluyente pero es reveladora de mi cobardía. De esta manera, automáticamente, Christian y Laura por ósmosis se convertirían en unos valientes y tal adjetivo va acompañado de…  responsabilidad contra la adversidad de asistir dos días a la semana a clase, de aprovechar al máximo la duración de las mismas desde que comienzan hasta que acaban, y de ejemplificar con hechos una serie de ejercicios o actividades durante el año académico. Si nos moviésemos en esos parámetros de valentía, compromiso e ilustración podríamos concluir, observando la instantánea y las sonrisas de sus habitantes, la construcción de un modelo. Uno que se amiga con la prepotencia de sentirse realizado, de haber cumplido algo, de estar satisfecho de un trabajo realizado pero… ¿Es así?

Puede que haya un elemento en la propia fotografía que nos ayude a desvelar el misterio. Existe algo detrás de sus actantes. Guardando sus espaldas se encuentra una lona blanca, trasunto de pantalla cinematográfica, portero luminoso del celuloide, ya extinto, y del digital en proceso de desarrollo todavía. ¿Sabe alguien lo qué es el digital hoy en día? ¿Y dentro de diez años? La pantalla nos acorrala como a los cuatro protagonistas de la foto pero también es algo más. Es la guardiana de la verdad más insoslayable: nos hace recordar la representación de una mentira despeñándose al vacío de una sala, la capacidad de consentir que estamos ante una ilusión. Motivar nuestras conciencias y posicionarnos en el umbral de una posibilidad, la ubicación de una encrucijada donde todo es posible y nada es definitivo. De esa manera se podía filtrar otra lectura de la imagen congelada en el tiempo, forzar su estado, en definitiva, cuestionarla. Desconfiar de lo que vemos puede resultar un desafío, sobre todo si lo que estamos confrontando a nuestros ojos es un resultado tan contundentemente estructurado que nos hace recelar de su propia fabricación. Lindsey Davis, autora de la serie de Marco Didio  Falco, en su Guía Oficial, editada por Edhasa. Narrativas históricas. (Primera edición de Abril de 2011) habla de una teoría que hunde sus raíces en Horacio pero que la propugnó más célebremente Coleridge: “suspensión voluntaria de la incredulidad” para decir que “el hecho de introducir lo cotidiano podía persuadir a los lectores a aceptar lo fantástico”. La asunción de una mentira degradada en una verdad por el mero hecho de parecerla. Un proceso de empatía con el voyeur porque, con el paso del tiempo, la gente mirará la fotografía y dirá que aquellos que salían en la misma fueron los mejores, los más preparados, aquellos que se lo ganaron. Una fotografía muestra, sentencia, independientemente de cómo esté construida, pero también puede albergar una ligera sospecha. ¿Y si... ?



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