“Siempre me basaba en lo que estaba de moda en la época, tanto en cine,
comics o TV. La temática de la que siempre he intentado partir es de la
fantasía, ciencia ficción, o de la originalidad.”
Pepe
Pineda. (Diseñador y creador de juegos).
Mi primer acercamiento a los juegos de mesa fue con uno
muy particular que tenía una cobra como enemigo. Quizás desde ese momento
empecé a temer a los reptiles cual Doctor Jones. Desde tiempo inmemorial,
siempre han estado los Parchís, los Juegos de la Oca y más contemporáneamente,
los Monopolys, quizás estos últimos hayan sido los que mejor han envejecido
evolucionando con el discurrir del tiempo (¿cuántas versiones del juego
primigenio hay actualmente?, creo que cada año sacan una, ¡pero si incluso hay
una adaptada para los niños en versión Disney!). Quizás el éxito radique en su temática
económica que siempre ha estado en alza
desde que triunfó un modo de vida y fracasó otro. Por desgracia, la actualidad
económica siempre me recordará a ese juego donde solamente comprabas y vendías.
A lo mejor todos nos volvimos en algún momento de nuestras vidas ése
personajillo que anunciaba el juego. Ese cabezón con chistera que cual vampiro
financiero, nos abdujo lentamente, haciéndonos creer que podíamos ser los reyes
del mundo. Pero no todos los juegos de
mesa fueron así, hubo otros que apoyándose en otras temáticas, nos introducían
en fascinantes mundos, alejándonos de nuestra realidad. ¡Qué se quedasen atrás
esas minúsculas formas cuadrangulares abstractas que, en teoría representaban
nuestra ambición para dar la bienvenida a esas figuras con yelmos vikingos y
faces inexpresivas! ¡Qué dejásemos de jugar con esos billetes falsos y nos pusiéramos
a coger a nuestro héroe acartonado para invitarle a la aventura! En definitiva,
¡qué diésemos la bienvenida a títulos como En Busca del Imperio Cobra, El Cetro
de Yarek, La Maldición del Templo de Cristal o Dagón contra el Hechicero de los
Reinos Negros! Todos tenían tres cosas en común, dos nombres y una compañía.
Los dos primeros eran Pepe Pineda creador y Isidre Monés ilustrador, ambos
trabajando para la zaragozana compañía de juegos Cefa.
En busca del Imperio Cobra, allá por el año 1983 o
1984, fue el que despertó mi fascinación por los juegos de mesa y por algo más.
Por aquel entonces vivía enclaustrado en un Parque Móvil perteneciente a la Policía
Nacional, que representaba mi mundo donde
el piso de mis padres, era el epicentro de mis aventuras y el trayecto a
mi colegio de monjas, mi periplo diario. Recuerdo otro lugar mítico, el Parque
vallado que nos rodeaba convirtiendo el lugar en una aldea gala, circundada por
fábricas y un descampado (lo llamaban la Campa del Muerto, ¡vaya nombrecito!)
que más tarde se convirtió en un Polideportivo. Durante la semana el tedio me
atacaba inmisericordemente pero cuando llegaba el fin de semana, anunciado por
el Un, Dos, Tres televisivo del Viernes por la noche, se transformaba en
autenticas desventuras para los que vivíamos por allí, aislándonos de la cruda
realidad.
Mi despertar imaginativo ocurrió precisamente la mañana
de un sábado, cuando descubrí esa llave que me permitiría abrir la puerta de mi
creatividad y que espero que La caída de Dundee sea un buen legado de ello. Caminando
hacia un grupo de niños, me llamó la atención su disposición. Siempre los había
visto activos, jugando partidos de Futbol o corriendo de un lado a otro pero en
esa mañana estaban arremolinados pasivamente, sentados unos, arrodillados
otros, mirando atentamente el suelo del portal donde habían decidido tender su
ocio. Mi curiosidad me empujó a desvelar el misterio, convirtiéndose en el
primer motor de mi creatividad. Me aproxime extrañado hacía ellos y a cada paso
que daba iba descubriendo lo que tanta atención les generaba. Lentamente fui
descubriendo los límites de un tablero apaisado sobre el frío suelo. Sus
colores me atacaron frontalmente y las formas que allí había, dibujadas
majestuosamente, me avisaban de que el ojo del gigante Polifemo, lugares
exóticos y naves espaciales me daban la bienvenida a esa reunión tribal. Nadie
se inmutó de mi acercamiento. Además de la superficie del plano y sus dibujos,
empecé a descubrir que existían pequeños cabezones con unos cuernos en sus
cascos que se movían de un lado a otro siguiendo un camino de baldosas. Eran
impulsados por las manos de esos niños que cogiendo unas cartas y leyéndolas en
voz alta, les insuflaban vida al juego y lo más importante, a nuestra
imaginación, despertándose el segundo de los motores creativos. No entendía
absolutamente nada de lo que mis ojos contemplaban pero me quedé paralizado por
la jugabilidad incomprensible de aquellas manos moviendo guerreros en miniatura
y luchando contra hombres-cobra troquelados; me quedé hipnotizado por los
nombres que allí oí por primera vez y que jamás olvidare: ¡la nave cobra
enviada para hacer prisioneros a los héroes que se encuentren en las Montañas
del Alud! ¡El Nautilus que te permitía llegar al Templo Cobra! ¡Las tierras de
Hyrkania, Vendha y Kithya! ¡Los Oráculos otorgándote los objetos mágicos! Sin
duda, algún nombre de aquellos que oí por primera vez aquel lejano sábado se me habrá colado en mi novela y alguna situación posiblemente
haya sido creada basada en esa primera experiencia creativa. Por desgracia en
los noventa todo eso desapareció con la llegada de los videojuegos como nos lo
recuerda el propio Pepe Pineda, el mago creativo de los juegos de mesa de los
ochenta en nuestro país:
“Los videojuegos, los ordenadores, la tendencia de callar al niño con un
mata marcianos en lugar de que exprima su imaginación con otros niños. Lo que
ha desembocado en la era zombi de la juventud actual (NI-NI).”
Yo aún conservo el juego, y de vez en cuando me echo una partida con los amigos. Aunque llevo mucho tiempo sin catarlo.
ResponderEliminarMira el blog del autor, seguro que te trae muchos recuerdos porque la imaginería que nos alimentó en la década de los 80 nace de su pluma anónima; yo descubrí que tenía un montón de albumes, pegatinas, libros y cómics que habían sido dibujados por el.
http://isidremonesart.blogspot.com.es/2012/09/en-busca-del-imperio-cobra-revive.html
Si señor, bonitos recuerdos.
ResponderEliminarLo que yo no sabia y descubrí en Cordoba, cuando me dieron el premio por la serie de juegos Cefa, es lo vivo que está el mundo de los juegos de mesa.
Fantástico!!