Ya era hora que nos tocase algún ejemplo
de música sonora cinematográfica procedente de nuestros lares. Damos la bienvenida esta noche a una composición
atmosféricamente bien construida, pero insuficiente en resultados globales, aunque,
continuamos maravillándonos con una serie de temas insuperables, que nos
adentrarán en las entrañas de un misterio y en la laberíntica ciudad de las
luces en busca de respuestas al enigma del film.
Vayamos pues, al acecho de la incógnita con sigilo de la mano de Víctor Reyes.
Hace
unos meses, cuando empezamos esta aventura musical, lo hicimos con una
partitura que estaba construida, al igual que su génesis literaria y su reflejo
fílmico bastardo, alrededor de un misterio. Hoy continuaremos con los secretos
a través de los instrumentos de los que disponemos, la partitura y su creación
directa, la banda sonora. Si nos ceñimos a la composición
sonora, y sólo a ella, podremos entrelazar motivos asociativos entre los
diferentes tracks, que nos dan las
claves para descubrir su complejidad sonora, que la tiene como veremos, asociando
ideas, similitudes entre ellos. De los diecisiete temas, incluidos en el
compacto, destacaremos cuatro, agrupándolos en dos grupos que tienden puentes
sonoros, desde sus bases sinfónicas hasta llegar a las interpretativas. El
resto, son simplemente objetos comparsa, elementos alimenticios de relleno que
cualquier soundtrack de carácter
atmosférico posee, como hemos señalado al principio. Sin ir más lejos, pongamos
el ejemplo del último tema del CD, el que hace el número diecisiete (Scooploolpoocs), cuya valía sólo reside
en su función de resaltar el componente diegético de la acción, en este caso
concreto, la creación de un ambiente discotequero, dance.
Primera resonancia dual: de Max a Víctor.
El
primer tema que oímos es el de Max,
notas de piano acompañadas por un violín (Jan
Poda) en un primer corte, porque la música se detiene para proseguir después.
El corte, abrupto en la escucha, dura un par de segundos o quizás no llegua,
pero nos indica que la melodía ha sido cercenada, escindida, herida. Aquí
radica lo maravilloso de oír, individualmente el soundtrack de una película, porque este hecho no es perceptible en
el film, marginando la música al mero
ejercicio de escolta, mientras que realizando una audición personalizada, se
puede dar otro valor, el narrativo de una partitura cinematográfica, hablando
de la misma desde lo que es, de una magnifica herramienta descriptiva, un
importante componente por el cual podemos ser testigos de sensaciones y
emociones. A través de esos cortes que jalonan el primer tema del compacto, Reyes nos está hablando de una historia
dividida, algo entre dos elementos, el piano y el violín, que han empezado
unidos, pero que se separan violentamente por algún motivo. Una secesión que es invadida por
un tercer elemento; un instrumento que en el plano teórico, fue creado de dos, el
violoncello (Vasek Frkall). Éste hará de catalizador entre ambos instrumentos,
ocupando la segunda parte del tema primero, hasta retornar a las notas de un
piano, que es seguido muy de cerca por un violín, ya juntos. Las tonalidades
del tema nos hablan de serenidad, placidez, extensión de las notas aplicadas,
connotaciones bellas de la estética, del amor, aunque quizás el tono bajo del violoncello, nos remita al desajuste, a
los cortes quebrados, produciendo desigualdades, asociadas a la tensión, a la
inmediatez, no cabe duda que estamos ante una historia de amor, representada
musicalmente sobre un pentagrama.
Con el track número tres (Víctor),
se producirá la primera resonancia entre los dos temas. Las notas de piano
escuchadas nos remiten a las primeras que hemos oído, pero con una salvedad en
la intensidad del tono, estás se oyen dilatadas en demasía, el tono es mayor
indicándonos, una diferencia con respecto al otro piano, y es que Víctor es el
hijo de Max; el personaje que empieza a dudar de su estirpe y empieza a
recorrer un camino en busca de verdades en un mundo preñando de relativismo. Es
por eso que el piano suena menos seguro, entre nota y nota existe un nimio
espacio de tiempo, la propia nota parece dudar de si misma, en cualquier caso,
no es la nota del principio, indudable, concisa y contundente, demostrando que
la claridad tonal juega un papel decisivo en su creación; curioso que en la
ficción cinematográfica, el personaje que represente ése piano, ésa nota, sea
el de un loco, el de Max.
Segunda resonancia dual: de la ciudad sin límites a la verdad.
Siguiendo
con el personaje del hijo, Víctor, nos conducirá a la segunda resonancia entrelazada de tracks; siendo ésta la más física, catalogándola
como la réplica a la anterior dualidad, convirtiéndose en su reacción.
Del tema número cuatro (La ciudad sin límites) al ocho (A Madrid), hay algo que llama
poderosamente la atención; gracias a las percusiones que jalonan todo el octavo
tema, además de saber la verdad de la mano del personaje de Víctor, sentiremos
la sensación de movimiento. Desde el plano narrativo de la película, pasamos de
una ciudad a otra, de un espacio al otro; a mayor percusión, a mayor
interrupción, más atención. Esta progresión empieza en el tema cuarto, hasta
llegar al minuto para después finalizar en el tema octavo. Es un modo de
utilizar el tema como cohesión ambiental de la emoción sentida, pero no a
través de una aproximación sencilla, como podía ser la utilización del tema de
la disco, sino construido sobre unos parámetros musicales, que nos conducen a
la sensación final, aquella que nos desvelará el misterio de la trama, a través
de las claves de la partitura, de las que hemos sido testigos en estas líneas.
Como partiendo de temas, instrumentos, notas, tonos, podemos hacernos una idea
de un sentimiento, detrás de un personaje que relata una historia. Es un modelo
construido como elemento de la narración musical. Y si bien es cierto que de
vez en cuando al señor Reyes se le
va la composición, homenajeando o copiando a algún que otro maestro italiano,
preferimos quedarnos con estas dos resonancias duales que nos han hecho
embarcar en un viaje sinfónico hacia el origen de un misterio.
Discografía.
En la ciudad sin límites. Víctor
Reyes. 2002. Karonte Distribuciones.
Claves.
1. Max.
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