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viernes, 6 de diciembre de 2013

PERCEPCIÓN CATÓDICA. HERIDAS.

Lo no resuelto, aquello que se arrincona en lo más profundo de nuestro ser, los remordimientos encerrados en nuestra mente, los" hubiera" o los "pudiese" que han poblado nuestro pasado. Hay infinidad de heridas que no cauterizan, momentos que nos han marcado en el pretérito y que no hemos podido superar en el presente. El concepto de herida confluye en nuestros episodios de Firefly y Warehouse 13. ¡Abrámoslas!


Existe un elemento sádico en todo lo que envuelve al personaje de Niska y su rostro no lo refrenda en absoluto y quizás ahí radique su temor. Su efigie de abuelo enternecedor contrasta con su actitud perversa e ilegal con la que trata a sus potenciales clientes. El show empieza con un ejercicio de tortura que después se extenderá sobre los cuerpos de Wash y Mal. Este diabólico actante apareció en el capítulo segundo de la serie,The Train Job, de la que ya dimos cuenta (Percepción Catódica. Lo Impredecible), y abre el telón del recuerdo de los integrantes de la Serenity. El concepto de herida impuesto en el personaje hace proseguir la narración pero además existe otro elemento que ejercita el ritmo narrativo, alimentando la discusión entre un trío compuesto por el capitán de a bordo, su piloto y su lugarteniente Zoë, es decir entre la única pareja legal de la serie. La herida se desarrollará sobre un pertinaz esquema representada en dos tiempos. El primero será su fragua, creándose en torno a un sentimiento, el de los celos que siente Wash por su capitán, o más concretamente, por la vida que vivió con su esposa durante el periodo de guerra. Tanto Mal como Zoë fueron compañeros de batalla y pasaron mucho tiempo juntos. Aventuras silenciadas  para Wash, Historias de guerra como se llama el capítulo que van engendrando en el interior del piloto un sentimiento de rabia y consternación hacia su capitán. Esto se verá escenificado cuando entre en escena el otro tiempo de la herida, Niska y les haga torturar. Ni siquiera en medio del dolor pueden Mal y Wash guardarse sus diferencias y, compaginándolo con las descargas eléctricas, van lanzándose reproches el uno al otro.


Hay mucho que escarbar en el interior del universo de Firefly y lastimosamente no nos dejaron poder hacerlo, aunque si es cierto que apareció una película pero nos quedó, aún si cabe, con más ganas. Las heridas físicas infringidas sobre los cuerpos de Mal y Wash nos ponen en conocimiento otras psíquicas. Las de culpa, de resentimiento, de inseguridad, elementos que conforman al ser humano frente a la inhumanidad de Niska y sus esbirros. Contra eso lucharan al final la tripulación de la Serenity. No será un mero ejercicio de tiro por parte de cada integrante, o bueno quizás para Jay si lo sea, en su intento de salvar al agónico capitán de las garras del psicópata Niska. Disparando no solo eliminan a los "malos" de la función sino que van limpiando sus propias heridas. Book  dispara certero, indicándonos que quizás en su pasado las heridas de un pretérito imperfecto invadido de violencia lo hicieron agarrar la religión en vez de la violencia; el joven doctor se dispone a intentar salvar un obstáculo que lo atenaza en su pasado, su deseo de salvar vidas se contrarresta con la acción de utilizar una pistola y matar a sus adversarios, cosa que no lo hace muy bien como se lo recuerda el reverendo. La actuación de Kaylee tampoco es muy efectiva, se bloquea a la hora de disparar pero tiene suerte en tener a River de aliada, mostrando mejor fortuna en disparar que en ser perseguida por la propia Kaylee al principio del episodio. Algunas heridas siguen sin cicatrizar (la huida de Niska es una de ellas) pero no importa, seguirán alimentando el recorrido de la Serenity, incluso cuando llegue a su final.



Regrets expresa perfectamente la consecución del concepto de herida en un personaje. Los remordimientos del título del episodio son la representación psíquica de un hecho que ha sucedido y que, de alguna manera, lastra al personaje que los posea. Es una herida abierta que se necesita supurar si se quiere avanzar, evolucionar dejando atrás los miedos e inseguridades atenazados por la culpa y el error. Hay una frase que se repite unas cuantas veces durante el capítulo que escenifica este comportamiento y, al mismo tiempo, muestra su solución. "La prisión más cruel es aquella que construimos nosotros mismos fuera del miedo y el remordimiento." El mesiánico John Hill (Joe Morton) se la transmite al agente Pete y éste la recuerda cuando tiene la visión de su padre fallecido, culpándolo de su muerte.


Es un momento anecdótico pero crucial, al mismo tiempo, ya que ayudará a su compañera Mika a deshacerse de otro herida incrustada desde hace mucho tiempo en sus ser. Ella se culpa de la muerte de su compañero sentimental estando de servicio. Y aquí se produce un viaje en el tiempo al inicio de la serie. Tanto el agente Mika como Pete son personajes heridos por acontecimientos ocurridos en sus pasados correspondientes. Siempre cuando ocurre algo que los conecta con ese pretérito intentan evitarlo, dejando al espectador con las ganas de saber algo más. Pues bien, aquí se sacia la curiosidad del voyeur y se intenta que el protagonista logre superar su lastre emocional. Por lo tanto, las heridas que tengan ambos investigadores nos enseñaran exactamente qué es lo que de verdad los ata. Es una limpieza en toda regla de las características a la hora de construir un personaje y de prepararlo para otro nivel de conocimiento. Regrets es un stop para cambiar de calle y aventurarse por otros territorios, que esperemos seán tan fructíferos como éste. Y es que esta profundización en los miedos e inseguridades de Mika y Pete los convierten en seres  más cercanos al espectador. El ritmo narrativo de la temporada influye en el cariño que regalemos a estos personajes, intercambiándolos con nuestras fobias y pesares también, aunque no seamos conscientes al principio. Cada serie incide en esta cuestión a ritmo de capítulo: la afección entre la ficción, el universo del personaje, y la realidad, el mundo del espectador. Y eso en cuanto a la plasmación de la narración pero si hablamos de la manera en cómo se consigue, observaremos que se hace de una manera magistral, recurriendo a una característica fantástica, desdoblando el espacio y el tiempo.


Este elemento que ya han utilizado numerosos y prestigiosos directores de cine, nos enseña que cualquier historia, cualquier narración, encierra una parte de mentira y otra de verdad. Aquellas historias que se decantan por el entretenimiento puro y duro se apoyan en la ficción más brutal, mientras aquellas que desea explotar dicha parafernalia del espectáculo, la dinamitan desde los parámetros reales de la descomposición de la perspectiva, es decir, desde la asunción del punto de vista y su reestructuración. Cuando Mika apunta a Pete, no lo está haciendo a su compañero si no a Sam, en otro tiempo, otro espacio y el capítulo lo muestra perfectamente. La historia de la prisión Riverton, construida bajo una mina de cuarzo que a su vez es la causante de las alucinaciones y suicidios de sus habitantes, a través de una cruz del mismo material, deja paso a la verdadera historia del capítulo: el desentrañamiento de una herida. El rostro de Mika lo refleja muy bien. Al principio de la historia coge un sobre y lo mira. Es la resolución de lo que pasó en Denver y de la muerte de su compañero sentimental. Su cara muestra aflicción y dolor. Cuando vuelva a coger el mismo sobre al final de la narración, su rostro muestra decisión y paz, lanzándolo al fuego y mientras se consume pensamos que la herida se quema con ese trozo de papel. Parece fácil pero no lo es.





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