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miércoles, 8 de enero de 2014
ODA.
Escribir aunque no se tenga ganas.
Alimentar la desidia despertando al lápiz.
Vulnerar el tedio inmiscuyéndose en sus entrañas.
Desalojar las entrañas del aburrimiento, desperezándolo a gritos.
Y vuelta a empezar.
Escribir hasta que no te quede sangre en tu interior.
Orquestar tu creatividad, lanzándole enigmas.
Masificando la investigación mental.
Regresando al estado embrionario de la caverna platónica.
Y vuelta a empezar.
Dejar el último aliento en una letra.
Ahogarse en una palabra.
Morir en su significado.
Resucitar al lector.
Y vuelta a empezar.
¡Qué tus dedos sangren explotando el sentido!
Bien siendo percutores de teclas informáticas.
Bien convirtiéndose en estandartes de tinta.
Atacando a degüello el vacío blanco.
Y vuelta a empezar.
¿Qué nos queda después de las palabras?
La sinrazón dando vueltas.
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