“¡La muerte es tan… definitiva! Mientras que la vida está llena de posibilidades.”
Tyrion Lannister.
La frase del gnomo aparece en la página 98 de la novela y en la serie en el capítulo segundo, así que tendría que pertenecer a los análisis anteriores pero me parece muy sintomática citarla,
acerca de lo que va a suceder a continuación. Las palabras de Tyrion son
augurios, enseñanzas que veremos cómo se cumplirán con el paso del tiempo. La
vida como la narración de cualquier novela se encuentra sujeta a cambios,
nuevas estructuras gramaticales que pueden hacer girar la diégesis a un lado o
a otro. La posibilidad se encuentra parapetada en lo más recóndito de nuestra
mente, dispuesta a salir como un resorte impulsada por la creatividad. Bien, en
el capítulo de hoy veremos algunas enseñanzas que formaran la actitud de
algunos personajes en el futuro de la canción de hielo y fuego.
CAPÍTULO III. (Desde la página
163 hasta la 233).
Los comienzos de ambas fuentes
vuelven a diferir. Cada uno elige su propio camino, aquel que más le conviene. La
novela lo dejó zanjado hace mucho tiempo, allá por el año 1996 de la primera
edición y la serie camina sobre su propia ruta para intentar conseguir una
buena adaptación de la misma. No obstante era algo obvio, si tenemos en cuenta
cómo empieza esta “tercera parte”, con el capítulo de Bran. Algo inadaptable
desde unos moderados presupuestos televisivos y desde unos parámetros
comprensibles dentro de la lógica narrativa de la trama.
“Vio Invernalia tal como lo veían las águilas: los esbeltos torreones
parecían chatos y rechonchos desde arriba; los muros del castillo no eran más
que líneas en la tierra.” (pág 165).
Bran se encuentra soñando
despierto, sintiéndose que está cayendo aunque la verdad es que está
levitando, volando observándolo todo desde un punto de vista omnisciente.
Observa toda la geografía del Westeros que conoce y a todos los habitantes que
le importan. De alguna manera, desde la metarrealidad literaria podría decirse
que Martin coloca un inteligente resumen de todo lo que ha acontecido hasta
ahora, o de donde se encuentran sus actantes para que el lector no consiga
despistarse con lo que ha sucedido y que esté listo para lo que vendrá. En la
serie, este momento no existe y será mutado por despertares de Bran que lo
relacionan con un cuervo de tres ojos en los capítulos sucesivos. Aquí más que
nunca las políticas narrativas se dispersan, convirtiendo este momento de la
novela en una encrucijada por donde cada uno
pasará por un lado distinto. Me parece la idea más inteligente porque
los amantes de ambos formatos disfrutaremos con uno y con otro, es decir el
doble.
La serie continuará con
explicaciones dejadas al aire bajo frases (elemento muy socorrido en los
guiones) de personajes determinados, como la explicación de Lord Varys (Conleth
Hill), la araña, que le da a Catelyn Stark acerca de la existencia de la daga valyria
en su poder: “El conocimiento es mi característica
[…]. Mis pequeños pájaros están en todas
partes, incluso en el Norte.” Mientras que en la novela, Catelyn llega a
una conclusión: el chivatazo se lo ha dado el maestre del barco que le ha
llevado a Desembarco del Rey, el capitán tyroshi Moreo. Teniendo en cuenta que
en la serie Catelyn llega por tierra a la capital y no por mar, ambas opciones
son perfectamente lógicas y honestas con sus propósitos. Pero teníamos que
hablar de enseñanzas, ¿no?
La primera sería entre la reina
Cersei Lannister y el príncipe Joffrey Baratheon, que misteriosamente no
aparece en la novela hasta ahora. El joven príncipe se sincera ante su
progenitora contándole la verdad del ataque del lobo huargo pero su madre le
corrige rápidamente, diciéndole que eso no es verdad. La reina representa lo
que sucedió, incluso cuando ella no estuvo allí, de una manera ideal y
beneficiosa para su hijo y le dice que “alguna
vez tú te sentarás en el trono y tú decidirás lo que es verdad y lo que no es.”
El príncipe le mira extrañado para después sentirse reconfortado por el apoyo materno y se muestra soberbio ante su futura responsabilidad real. La seguridad en la soberbia que
puede amparar un cargo de la índole que sea, al final resulta corrupta para la
propia función de ese mismo cargo. Como veremos más adelante, Joffrey beberá de
ese licor llamado arrogancia.
La segunda secuencia de
enseñanza, es entre la mano del Rey, Lord Eddard Stark y su hija pequeña, Arya.
Después de lo sucedido con el lobo huargo y el asesinato de su amigo, la joven
se encuentra rencorosa contra todo el mundo incluida su hermana mayor, Sansa.
Su padre le dice que su hermana tendrá
que decir lo que diga su futuro marido, el príncipe Joffrey incluso si no está
de acuerdo y le dice que “el invierno se
acerca y debemos protegernos a nosotros mismos. No te quiero asustar pero
tampoco engañar, hemos venido a un sitio muy peligroso, no podemos estar
luchando entre nosotros.” Ned forma a su hija en el recelo y la
desconfianza, herramientas que la salvaran la vida en varias ocasiones y además
le presenta al Maestro de Danza del Agua, Syrio Forel (Miltos Yerolemou). La
Mano del Rey se rearma e intenta proteger a los suyos. Nada más pisar
Desembarco del rey, su mirada ante sus muros y ante las gentes que da cobijo, son
suspicaces y siniestras. Le recuerdan lo sucedido hace años como cuando está
viendo a Arya entrenar y no deja de oír el choque de filos del pasado.
Se podría decir que la protección
es una de las enseñanzas que ambas partes, tanto Lannister como Stark, toman
como justificación para cualquier acto. Hay que estar preparados y como le
recuerda la reina a su primogénito: “Cualquiera
que no sea nosotros, es el enemigo.”
Frente a la enseñanza política
del mito o frente al aviso protector de la realidad vivida, sólo cabe una cosa,
prepararse para lo peor y clavar la espada por el extremo más puntiagudo.
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