La última Sesión Continua me produjo un
sentimiento encontrado en la película La gran Ruta hacia China (Brian G.
Hutton, 1982). Por un lado repudio y por otro atracción. Nos encontramos con la
producción típica que surge a rebufo de un éxito para intentar subirse al carro
de los dividendos económicos, pero con cierta singularidad que me hizo hablar
de la búsqueda del Padre como eje simbólico de la narración y que no posee En
busca del Arca Perdida (Steven Spielberg, 1981), por ejemplo. No tenemos que
olvidarnos que también la producción del Rey Midas parte del filón de las
producciones serie B de Hollywood, de las cuales, El Secreto de los Incas (Jerry
Hopper, 1954), es una fundacional, tanto por su estética como por su forma,
pero ya hablaremos de ella en una próxima Sesión Continua. Centrándonos en mi
confrontación. Al final de la historia asistimos a una secuencia desvergonzada,
en la que el héroe dirige, literalmente los sentimientos de la chica hacia su
persona como si fuese una mera títere de él, cuando ha asistido a toda una
declaración de principios por parte de ella, decidiendo salir sola con el avión
para ayudar a su padre a vencer al típico déspota de estas producciones. Quizás
sea una venganza de algún productor trabajando en la sombra de la realización
del film, pero me parece una rabieta, el querer recalcar el poderío machote en
una relación. ¿Qué nos está intentando decir la película? ¿Que al final la
mujer más díscola, es la más sumisa cuando encuentra al hombre que ama? ¿No es
repugnante que en una producción de estas características nos quieran decir
algo, cuando lo más importante es el propio pasatiempo? Hasta aquí mi
desilusión porque hubo algo que además de atraerme, me sedujo. La partitura de
John Barry. Una obra maestra del poder sinfónico de la música sin letras y que recordé
que se convertirá en el campo de pruebas de su otra obra maestra más famosa,
Memorias de África. La melodía me sustrajo de mi enfado al mismo tiempo que
contemplaba las imágenes, transformándome en un enamorado más de la relación,
convirtiéndola en un peligroso ménage à
trois. Dejando aparte la ironía, y
aprovechando este ejemplo de poder musical cinematográfico, también quería
anunciaros la incorporación de una nueva sección titulada Partitura Nocturna,
donde se hablará de la Banda Sonora Original. ¿Qué me decís, eh?
Por cierto, ya tengo el programa
de la próxima Sesión Continua.
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