Hacía tiempo que no iba a un pase de prensa
cinematográfico. Y la verdad es que la razón por la cual dejé de hacerlo fue la
desilusión. Perdí la fe en estos pases visionarios y, precisamente de eso va El
Origen de los Guardianes (Peter Ramsey, 2012), auténtico tira y afloja para
creyentes o ateos de las leyendas infantiles inglesas. Bien mi decepción empezó con una
película que la tengo simpatía, ¡qué le vamos a hacer, uno es humano!, Rango
(Gore Verbinski, 2011). No sé si es debido a que fue mi primera colaboración
para la edición online de Scifiworld, y lo asumí con mucha ilusión, pero la verdad es que su discurso metacinematográfico
me divirtió mucho más que la última producción de Dreamworks.
Este origen de
los Guardianes es un autentico palimpsesto, y eso no es lo peor, ¡ojala se
hubiera quedado en eso! Habría ganado más puntos, pero es que además tiene una
característica, avasalladoramente conquistadora. No sólo es un divertimento,
que funciona mal debido en parte a su desestructurada narrativa previsible,
todos están esperando los ataques del malo, Sombra, no hay historia solo es una
espera y una respuesta a esa acción, sino que encima quiere vendernos la moto,
o en este caso los sueños, no ya a nosotros, que lo intenta porque todos
llevamos un niño dentro, ¿verdad?, sino a nuestros hijos, si los tenemos y nos
acompañan a la función. El eje central de este trabajo de reescribir sobre los
mitos infantiles es la eliminación de todo aquello que sabíamos o creíamos
conocer sobre los mismos para darnos un nuevo enfoque y ése es su primer error por
estas latitudes. La arrogancia que envuelve el discurso es su talón de Aquiles.
¿O acaso no se dan cuenta qué su ejercicio invasor es poderosamente centralizador,
focalizándose culturalmente en una parte del mismo, la cultura occidental anglosajona
para ser más exactos? Quiero decir ¿no nos queda un poco lejano, por ahora
pero ya veremos, el maestro de los sueños, el conejo de Pascua, el hada de los
molares y el enigmático Jack Escarcha? ¿O pretenden intentarlo de nuevo, colonizándonos
otra vez?
La verdad es que difícil no lo tienen, para que
vamos a engañarnos. Nuestra única resistencia a nuestros mitos está
representado por tres reyes viejos y gordos, unas cuantas costumbres católicas
y poco más, por supuesto que no me olvido del gordo rojo, que se ha ido
infiltrando lentamente por nuestras chimeneas (seamos serios ¿cuándo hemos
tenido los españoles de clase media unas chimeneas?), ni de la versión vasca
quintacolumnista que es el Olentzero, que a título personal me hace mucha más
gracia con la txapela. Seamos realistas, menos mal que la película aburre, sino
prepárense para las próximas Navidades, con el amigo Norte conduciendo el
trineo como si estuviera ebrio de emoción, o las venideras Pascuas, con el
conejo luchador mal encarado y camorrista, sin dejar a un lado esa hada hippie (menos mal que aparece brevemente
el ratón Pérez, pero lo hacen pasar por inglés porque la melodía del señor
Desplat suena a tierras sajonas, o sea que encima nos niegan eso, amigos). Y
sino ¿cómo creen que se han apropiado ciertas tradiciones foráneas de lo
nuestro, llámese Halloween, por ejemplo? Se acerca el invierno, como diría uno.
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