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martes, 29 de enero de 2013

PARTITURA NOCTURNA. (III). DEL MITO AL LOGOS.


Suena una voz, sutilmente acompañada de otras, ronroneantes, que trasforman la individualidad en pluralidad construyendo un coro, acompasado por pequeñas notas de piano que, a medida que aumenta el tono, van siendo acompañadas por la presencia de violines, abriéndonos paso, con la incorporación de unos dedos deslizándose por las notas de un arpa, al contexto de la leyenda, a través del cuento. Todo esto se puede escuchar en el primer track (Prologue) y como estamos empezando, también prologamos a un viaje mitológico. Un periplo que contiene seres legendarios y enigmas milenarios ambientados en una comunidad de vecinos de época actual. Un paso a otra realidad de la mano de James Newton Howard.


“Creo que mi música suena mejor con efectos porque es como se creó. Si fuese a escribir solamente para el silencio, escribiría música diferente”
                                                                                          James Newton Howard.

Cuando uno estudia filosofía, se llega a una conclusión paradigmática. Son de esas sentencias contundentes que, o bien te acompañan toda tú vida, o bien la olvidas desde el mismo momento que la descubres: “del mito al logos”. Realizando un ejercicio de remembranza y, apoyándome en las palabras del maestro, que entroncan con la idea constructiva funcional de la banda sonora, la composición nocturna de hoy es un viaje que podíamos, perfectamente extrapolarlo al desafío filosófico que entraña la frase que da título a este artículo, porque nos invita a traspasar una realidad a otra; un trayecto desde el interior de la caverna (en este caso, una piscina) hacía el mundo exterior (el complejo de apartamentos donde se dirimirá la salvación o no, del mundo), un descubrimiento desde la fantasía a la realidad, pasando a través del sueño en dirección directa a la razón. La joven del agua es una maravilla incrustada en una narración fílmica y eso no la sustrae su valía, emparejada umbilicalmente a unas imágenes. Es más, amplifica su objetivo, ayudándonos a experimentar sensorialmente ese paso, de lo legendario a lo real.
Ya hemos citado el primer tema del compacto, autentico exordio en forma de cuento narrado, imbuido de un carácter fantástico, pero sostenido por un fin didáctico. La voz, personificada en el coro impregna el relato con un aura legendario, evocando la simplicidad de la narración de una mentira, esto es, un cuento, una simulación de la realidad con una moraleja final, apoyándose en esos dibujos esquemáticamente sencillos en su funcionalidad, pero irremediablemente complejos en su significado, representados por notas simples de piano, custodiadas por el arpa, instrumento que rememora un tiempo mítico, y acabado con la explosión sinfónica de los violines apoyándose en la percusión. Estamos en territorio mitológico, ubicados en el mundo de la heroína preparada para salir al exterior y pergeñar su misión encomendada. Empieza la película y con ella una atmosférica música, representada en el plano musical,  por percusiones de carácter tribal en el track segundo (the party), ambientándonos el paisaje de la narración y de la banda sonora.
Hasta este momento la música se ha desarrollado, como hemos dicho antes, de una manera sencilla en su construcción, reposada sobre tonalidades suaves, pero la utilización del elemento tribal, a modo de percusión, amenaza a la partitura, rodeando esa simpleza tonal en complejidad atonal, representada en esos potentes acordes a los temidos enemigos de las “damas”, especie de lobos bestiales que funcionan como cazadores, depredadores, parapetados en las sombras de lo desconocido y prestos a aparecer atrapando a su presa. La percusión, además de actuar de rémora en el score, allí donde aparezca, es también sinónimo de advertencia: la horizontalidad en la composición puede contener, desequilibrios permutables, en forma de notas discontinuas que jalonan, no ya el tema correspondiente, sino toda la amplitud de la banda sonora. Estamos a punto de rebasar el límite fronterizo de la caverna, el umbral establecido, la piscina, dejando el “mundo azul”, para olvidarnos de la  ilusión y adentrarnos en el mundo tangible de los hechos, la gris realidad, a través de las notas de un oboe, simbolización nostálgica del mundo mítico y la de un clarinete, tocando a unos tonos bajísimos, como si estuvieran siendo creados “bajo el agua”, simbolizando esas ondas en la piscina, que es como se titula el track cuarto del CD (ripples in the pool); escueto en duración pero completo en intensidad musical, en menos de dos minutos, presenta hasta tres instrumentos (oboe, clarinete y piano) relacionándose a escala progresiva de menos a más.
La dama del agua, la sirena, ya esta en nuestro mundo y sin subestimar a las terribles criaturas que la acechan en la noche, nuestra heroína tendrá que enfrentarse al enemigo más mortífero al que se haya encontrado: el cerebro humano, la comprensión racional señalándola como ejemplo de incomprensión. Esto se puede escuchar en uno de los temas más bellos de la composición, en particular, el número décimo (the healing), y en general, en la discografía de Howard. El tema empieza amenazante con la percusión, pero las notas del piano lo amilanan lentamente hasta prácticamente su desaparición, acabando acompañado por los violines y el oboe, conformando el tema repetitivo que se irá describiendo, metaforizando la esperanza de los que no la tienen y finalizando con el poderoso coro. Es la prueba que necesitan los humanos incrédulos para seguir a la dama en su aventura. A partir de este momento, la presencia del oboe es indiscutible, representando a la joven de orígenes acuáticos llamando a la humanidad, a través de acertijos, que también estarán representados por diferentes tonalidades, a partir de indicaciones que hay que seguir para lograr el significado correcto y, de esta manera salvar el mundo, aunque quizás el mundo no le interese ser salvado, como dice el prólogo de la narración: “…pero los hombres olvidaron escuchar”.
Es aquí donde la partitura se transforma, otorgándola  una complejidad basada en la Confrontación, ya que todo paso, trayecto, tiene como finalidad su choque. De la percusión sinónima de tribal contra la sencillez, que no simpleza, de las notas del oboe y del piano, ejemplarmente utilizados en el tema decimoprimero (the great Eatlon), donde la presentación del gigante ser alado, apoyada por la sinfonía prefabricada de instrumentos de viento y cuerda, romperá la composición de la estructura de la percusión desde su interior, saliendo apoyada por el coro, que frenéticamente ira subiendo de tono, hasta llegar a una intensidad paralela a la de la orquesta sinfónica, para después,  regresar a las notas sencillas del comienzo de la partitura, aquellas que suena desde un piano, simbolizando, una vez más, la victoria de la ficción ante la cruda realidad y puntuando el objetivo de la dama. Con esas notas sencillas de un piano, envolvente en la sinfonía que lo acompaña damos por finalizado nuestro viaje, aunque el compacto incorpore cancioncillas típicas para su recaudación, nos quedamos con casi cuarenta minutos de música cinematográfica, todo un lujo, de un hombre que cree en la construcción fílmica tanto como el director en su historia. ¿Ha merecido realizar este transvase mitológico a la realidad o es a la inversa?

Discografía.

Lady In The Water. (La joven del agua). James Newton Howard. 2006.  Decca records.

Claves.

1. Prologue.

10. The Healing.

11. The Great Eatlon.

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