“Mucha de la presión de un show que podría
cancelarse en cualquier momento te puede ayudar realmente. No lo hace en tu
digestión, no lo hace en tu matrimonio pero lo hace en tu forma de contar una
historia. Porque vas marcha atrás y piensas: ¿Qué es lo más importante que
necesito sentir? ¿Qué es lo esencial de la historia? ¿Qué quiero contar de
verdad?”
Joss Whedon.
Pues
vayamos al asunto. El Capitán Reynolds mira a su alrededor: el paisaje, una ceremonia, a sus participantes, a sus compañeros y después… ¿a nosotros?, ¿al
espectador de Firefly? Último capítulo, última secuencia y último plano. Podríamos
hablar de muchas cosas en este episodio pero nos volveremos minimalistas y lo
haremos de un simple gesto. Aquel del que se abasteció y sigue haciéndolo un arte: de su mirada. Uno que, como hemos visto a lo largo de los catorce capítulos, está
construido y premeditadamente ubicado al
final del relato. Todo tiene que seguir un ritual y Mal rompiendo la cuarta
pared “brechtiana” lo finiquita haciéndolo
de la manera más clara, observándonos. Pero, ¿qué miran sus ojos? Como he dicho
antes, podríamos ser su centro de atención o quizás lo que esté contemplando
sea algo más transcendental, el abismo que se cierne ante él (consciente por su
mirada frontal) frente a la inconsciencia de los suyos, perdidos en el funeral. Esto nos
llevaría a otra cuestión. ¿Qué es el abismo? o concretamente, ¿qué es la mirada
abisal? Cuando un personaje mira al abismo está declarando su insolencia con
respecto al de otros. Ubica su prepotencia en el sagrado olimpo de los dioses
narrativos realizando un ejercicio de constricción individual, consciente de su propio final incluido en la diégesis.
Y por final no quiero decir muerte, sino simplemente cierre de una historia o termino de un personaje. Pero ya
que nos encontramos en un funeral, no desentonaría para nada la idea de estar mirando al más
allá. ¿Qué hay allende el abismo? Más allá existe el mundo sensible, no
tangible, el contracampo alimentado por la mayor de las energías creadoras, la
imaginación. Las interpretaciones se han ido multiplicando con cada episodio de
Firefly pero en este momento, Whedon aparta su descaro creativo, dejando atrás el
artificio para ofrecernos directamente su esencia. Las diferentes herramientas que
conforman y hacen posible la secuencia, potenciándola (la cámara lenta, la
música, los efectos visuales de la nieve cayendo) nos hablan de un momento
trágico, pero no hay que engañarse porque no nos encontramos ante una elegía
sino, más bien ante una despedida pero no una definitiva. Para aquellos que no
lo sepan, el amigo Joss hizo una especie de secuela-sumario en el 2005 con su film Serenity. Si quiso con esta película reanimar a la mortuoria serie, no lo
consiguió ayudándola a convertirla aún en más maldita que antes, quizás ese fue
el objetivo desde el principio (“Firefly
fue insoportable…” Whedon dixit).
Decir
adiós nunca es fácil. Lo ridículo puede hacer acto de presencia y destrozar
cualquier tentativa de despedida. La última secuencia tiene el honor o la
obligación de cerrar un ciclo pero a Whedon no le interesa cerrar arcos
argumentales más bien, acelerarlos. Y lo que nos ofrece el último plano es
un salto al vacío en esa mirada de su protagonista. “Firefly cuenta la historia de nueve personajes mirando la negrura del
espacio, observando nueve cosas diferentes.” Puede que al final y partiendo
de esa hipótesis tan sutil como sencilla (son palabras suyas), esa mirada
resuma en unos minutos el universo de su creador. Uno que empezó a expandirse a
una velocidad que ni él mismo pudo contener, ni controlar, como ya dejó claro más
arriba. El universo actante se multiplicó de tal manera que fue imposible describirlo todo. Cada integrante de la Serenity desarrolló su propio cosmos mezclándose sutilmente con una trama principal, sí es que la ha tuvo alguna vez Firefly, enriqueciéndola y en algunos casos, la mayoría de ellos, relegando su protagonismo. Cuando no tenían que hacer un trabajo para subsistir tenían que ayudar a algún personaje secundario, o incluso, episódico como somos testigos en este The Message. La trama se genera en el pasado bélico del Capitán Reynolds y de su lugarteniente, Zoë pero ensuciará al resto poniéndoles en aprietos.
Todo eso ya pertenece al pasado aunque quizás, y con el éxito cosechado
con Los vengadores (2012), cosa que parece no se le ha subido a la cabeza (Mucho ruido
y pocas nueces, 2012), puede que algún día regrese a su universo de Browncoats. Siempre
nos quedará una incertidumbre (quizás alimentada por él mismo): el misterio de
cómo un afamado showrunner (creador de Buffy o Ángel) acabó siendo cancelado y
después resucitado por sus fans (según él). O quizás es otra pieza más de su
puzle creativo. Otro integrante más de su particular juego con el otro. Aquel
con el que ha estado jugando durante todo este tiempo: romper sus expectativas
ofreciéndoselas y transformándoselas en otras opciones. Nos puede gustar o no
pero tiene su mérito, digo yo.
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