Las cosas se le ponen cuesta arriba a Tyrion (nunca
mejor expresado en este capítulo y a decir verdad, al resto de la troupe
narrativa) y esa será una constante en la historia. Pero, además será el
ingenio del Gnomo el que desenrede, y a veces enrede, la(su) diégesis. Existen
varios personajes que pueblan la trama que han decidido utilizar la astucia
antes que el acero (la Araña, Meñique o la propia reina Cersei) y otros, son
una mezcla de ambos propósitos (el Matarreyes por ejemplo). Aunque parezca
mentira (en parte por su adscripción detallista), la violencia narrada en el
orbe de Westeros ejerce un efecto contrario en quienes la utilizan. Su mayor
representación, la fuerza bruta es descrita sin ningún tipo de carácter enaltecedor
sino más bien todo lo contrario, mostrando su lado más débil. Aquellos que la
utilicen se convertirán por derecho propio en perdedores de la diégesis, como
vemos en este capítulo con el Rey Mendigo y que la novela lo escamotea hasta un
rato (páginas) después. Por lo tanto, podríamos decir que el objetivo dramático
(o uno de ellos) recae sobre la intriga antes que sobre la acción y lo que
acontece a continuación, en ambos medios mediáticos, es un buen ejemplo de
supervivencia, diplomacia e inteligencia otorgada a unos pocos.
Capítulo VI. (Desde la página 376 a la 431).
El destino de Jon Snow sigue siendo un misterio
tanto literario como catódico, ninguna de las narraciones lo menciona
manteniendo una frágil concomitancia que se irá
deslavazando a partir de esta Corona de Oro. Empecemos por ella. Deseado
objeto simbólico para el príncipe Viserys desde el principio (Capítulo I. Se acerca el Invierno): “Más le vale. Me
prometió una corona, y la quiero. Nadie se burla del dragón.” Se irá transformando
en utópico y, como veremos, en maldito para su sueño de reinar sobre el trono
de hierro. El destino del Targaryen, que acontece antes en la serie que en la
saga, se convierte en la punta del iceberg creativo de las intenciones de
Martin para relatar los sucesos posteriores. Lo que de verdad importa, lo que
subyace en la historia, es la intención de supervivencia de aquellos que hemos
mencionado anteriormente. Ahí reside uno de los secretos del Juego de Tronos.
El príncipe Mendigo, perteneciente a ese grupo de actantes que se apoyan en el
acero para alimentar su fuerza (eso creen ellos) y para preponderar su poder, no
podrá ver más allá de sus narices que todo su potencial se irá desmembrando convirtiéndose
en una mera ilusión. Una mentira confeccionada inocentemente sobre la figura
mitológica del dragón (él mismo se cree heredero de su estirpe), que
curiosamente la retomará, más tarde Daenerys de la Tormenta. El cambio es uno
simbólico. Khaleesi ya no está posicionada en los márgenes narrativos, sino
flanqueada por Ser Jorah Mormont y Khal Drogo en el lado protagónico.
La primera incursión de Martin en los Siete Reinos
también es una meticulosa descripción del fin de una época y el principio de
otra. El cambio estacional suscita desazón en algunos y total indiferencia en
otros, pero no cabe duda de su hecho: (“se
acerca el invierno”) el cambio en las estructuras mentales y sociales de
los habitantes de Westeros no ha hecho más que empezar. La nueva mentalidad
empieza a sobresalir como esa punta de iceberg antes mencionada, en algunos
personajes y en otros sigue latente convirtiéndose en lanza de sus intenciones,
incluso llegando a describirles a ellos mismos delante del espectador o lector.
El ejemplo paradigmático es el de Tyrion Lannister. El personaje se enfrenta a
multitud de situaciones armado con su inteligencia. A lo largo de la historia
esas situaciones le irán dejando heridas físicas y psicológicas pero no cabe duda
que logrará superarlas. El primer juicio (de unos cuantos) al que se someterá a
Tyrion es el localizado en el Valle de Arryn. Como recordaréis (Capítulo V. ElLeón y el Lobo) Catelyn Stark lleva al Gnomo para ser encarcelado en la
fortaleza de su hermana, Lysa Tully.
El encierro en el inexpugnable Nido de Águilas es
uno muy singular: se trata de una serie de mazmorras construidas en las alturas
de la fortaleza sin pared alguna sobre una ligera pendiente en el suelo. A
aquel que se introduzca en las mismas tiene la “oportunidad” de contemplar un
extenso y bello paisaje a sus pies. No existe nada que detenga al reo solamente
su disposición de supervivencia que al final de los casos, casi siempre sucumbe
a la desesperación (“el Azul me llama”).
Se establece un interesante paralelismo en las alturas entre Bran y Tyrion. Ya
de por sí, en Invernalia el último mostró un cariño al primero produciéndose
una subterfugia relación entre ambos. El Lannister ayudará al Stark a salir
adelante con una silla diseñada por él mismo, proporcionando al chico su primera
desventura en el Bosque de los Lobos. El escenario en ambos momentos funciona
de metáfora. La altura como lugar de revelación. El ascenso como maldición para
Bran y la mazmorra como bendición para Tyrion. En ambos casos veremos que la
caída física de un personaje será el detonante de toda la historia y su posible
némesis en la mente del Gnomo, se convertirá en una herramienta para su propia supervivencia.
El peligro como acicate de las mentes de los actantes propulsándolos al vacío
narrativo, siendo ésta la historia y su discurrir, auténtica geografía mental
de sus vivencias.
Tyrion empezará a maquinar su estrategia sobre la
marcha y sobre el personaje de Mord el carcelero. Es muy importante reseñarlo
porque demuestra que el Lannister es un actante intrigante pero no maquiavélico,
como pudiera ser el de la Reina. Usa su mente para sortear un problema, apoyándose
en los elementos inherentes a su linaje por ejemplo y después improvisa los
ajenos, siempre teniendo en cuenta su legado cultural, su auténtico aliado,
como la capacidad de observación del medio y sobre sus pobladores. Utiliza la
intriga de una manera espontánea (salir del calabozo mediante un acercamiento
al lema de la casa Arryn, “Tan Alto como el Honor”) para después dirigirla a su
propio terreno (un juicio) manufacturando el complot de tal manera que le
permita salir victorioso del mismo sin derramar una gota de sangre y siempre
pagando sus deudas, ¿es una Lannister no?
Tyrion puede llegar a ser uno de esos personajes
literarios, hecho en gracia física por Peter Dinklage, que habiten el olimpo
clásico creativo pero no nos engañemos con George R. R. Martin, porque poco
después lo veremos en un campo de batalla y en un futuro próximo en otro tipo
de juicio donde no saldrá muy bien parado, pero eso ya será otra historia.
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