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martes, 11 de diciembre de 2018

La crítica en construcción. Perversidad. La coartada perfecta.


Empecé la crítica con una palabra que me vuelve loco: "reto". Creo que es una de las más bonitas que el ser humano ha creado, junto a libertad o amor por ejemplo. Y ese reto consistía en contextualizar la crítica de una película de los años cuarenta del siglo pasado, a nuestra línea temporal contemporánea. Bien, tengo que decir que esa idea estuvo en mente durante todo mi proceso creativo de la crítica, pero que quizá, al final, no la supe llevar correctamente a la práctica. ¿Lo vemos?


¿Qué reto propondría visionar Perversidad (1945) hoy día, sí nos ciñésemos a sus imágenes, más por lo que sugieren que por lo que muestran? El relato empieza con  una invocación de su protagonista, Chris (Edward G. Robinson): ¿cómo será sentirse querido por una joven? La pregunta proviene de un contexto de patriarcado recalcitrante (la reunión del clan, donde la novia del jefe es una “mujer que no se la puede hacer esperar” transformada por la pulsión escópica masculina en objeto de deseo).



Por tanto, Chris imbuido de ese ambiente, asumirá la figura paternalista y su consecuencia, la sobreprotección: nada más conocer a Kitty (Joan Bennett), la aconsejará que no debe andar sola tan tarde, ya que la agresión que ha sufrido puede repetirse (una secuencia, por otra parte, deudora del cine silente de Fritz Lang, donde juega expresivamente con el sonido y su silencio creando un contraste creativo).

Aquí empezaron los problemas, los profesores no entendieron muy bien a qué me refería con lo del contraste creativo. Yo pensaba que lo había dejado claro, cuando nombro en la frase entre paréntesis las palabras expresivamente, cine silente y después sonido y silencio, características formales de un tipo de cine primitivo, en el buen sentido de la palabra. Ellos, muy bien visto, pensaron que me quedé corto por el tema del espacio, y quizá tuvieran razón, ya que tendría que haber explicado mejor a qué momento me refería. Era uno para mí, que suele aparecer en casi todas las películas de Lang, concretamente en su época hollywoodiense: en un momento dado, deja el sonido y solamente utiliza la imagen en una situación concreta. Siempre he querido ver en esa audacia, un autohomenaje a su carrera silente.


La conversación derivará en mascarada, construyendo ambos sus propias escenificaciones: el pintor y la actriz. Este proceso ilusorio creará una relación de expectativas, de él (poder llegar a amarla) y de ella (poder vivir mejor), que vertebrará toda la diégesis.


Si la crítica pictórica hacia la obra de Chris es su falta de perspectiva, como estamos viendo, Lang se encargará de proporcionar un volumen interno a su film, diseminando detalles formales que van ayudando a cimentar, ya no sólo a la propia narración (Dudley Nichols llegó a decir que el guion es un esquema y que repercute en el director hacer el film) sino a los propios actantes y en el caso de Kitty,  a construirla una sutil coartada formal.

Aquí me hicieron ver algo muy bonito, una de las mejores críticas que he oído sobre mis escritos. Es como que "pido al lector que vaya construyendo ideas secundarias todo el rato". En parte, por la inclusión de la figura de puntuación de los paréntesis, y en parte por mi generalizaciones, que hacen que hable de muchos temas sin profundizar en ellos.

El cómo ha sido presentada (aquí juega un papel preponderante la diseñadora de vestuario),

Aquí patiné, y con todas las de la ley, ¿la importancia de la diseñadora de vestuario?, ¡que sinsentido, amigos! Bueno o quizá, yo sí sé porque la utilizo, porque estaba construyendo mi "coartada perfecta", que lógicamente o se ve poco, o prácticamente, no se ve.

el cómo la veremos comportarse con otros personajes (ante Chris no es la misma que ante Johnny por ejemplo), o cómo reacciona ante determinadas situaciones (las miradas escondidas que dedica a Chris son reveladoras de sus sentimientos hacia él), ya no sólo justifican un comportamiento sino que validan, incluso, un escarmiento. Uno que será, no tenemos que olvidarlo, mortalmente colateral, ya que el verdadero generador del engaño y suplantación, es su Johnny y su “imaginación”. Por tanto, la condición de “femme fatale”de Kitty no es sólo consecuencia de un fondo sino de una forma, de una interesante amalgama de acción y técnica por la cual el director  juega con el punto de vista del espectador ofreciéndole un pretexto: si en su anterior película, La mujer del cuadro (1944), su protagonista era salvado haciéndole despertar de una pesadilla, aquí será condenado a vagar eternamente por una culpa casi “bíblica” que lo transformará en un paria de la sociedad. Y es que Perversidad, aunque sea una película realizada en blanco y negro, es una representación del espíritu humano más negro.


Y bien, ¿cuál era esa coartada perfecta? A medida que vamos leyendo, enumero una serie de razones de porque están hechas las cosas, de qué manera yo creo que están realizadas, empezando con la palabra Cómo... tal, cómo... tal, llegando a la conclusión sibilina de que Lang es consciente de todo ello. ¿Y cómo lo hace? Jugando con el punto de vista del espectador, de eso que hablaba de darle volumen interno al film, crear el pretexto, la justificación, en definitiva, la coartada para otorgar al espectador de aquella época, la confortabilidad de lo punible, ver en el castigo de ella, algo lógico y asumido y en cuanto a él, bueno dejarle como un pobre hombre, que ya lo era durante todo el metraje, pero ahora con un sentimiento de culpa casi "sagrado".

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