Bien, ya estamos en construcción otra vez y lo hacemos para criticar a la crítica. Si, efectivamente, vamos de perogrullada. Al principio pensé, ¿quién soy yo para criticar a otro crítico? Bastante tengo ya con la película de turno ¿no? Así que ni corto ni perezoso decidí criticarme a mí mismo. Con ese sí que puedo meterme, seguía cavilando. De esta guisa, elegí mi primera crítica publicada en papel de la revista Scifiworld.
La deriva referencial.
Pareciese que desde el principio, el autor estuviese
interesado en “otras cosas” aledañas al relato de En tiempo de brujas (Season of the Witch, Dominic Sena, USA, 2011). Es decir, se nos invita a mirar a otra
parte y lo deja muy claro cuando tilda el guion de vacuo, exponiendo un par de
ejemplos narrativos, y sonando altanero, decidiendo que lo mejor es hablar de
otros contenidos. Bordeamos un terreno peligroso, el de la deriva.
Empieza el artículo con una cita buscando aliados en
su propósito. De alguna manera se está cubriendo las espaldas nombrando a
alguien conocido o famoso que le reporte una cierta seguridad y, apoyándose en
la manida explicación de la inversión monetaria no asegurando un buen resultado
de ingenio y creatividad, se aventura, timorato, a través de la sinopsis del
film. Pero enseguida se aleja de la misma, tampoco parece convencerle y decide
que ha llegado la hora de la soberbia y empieza a contaminar otras artes y
pervertir otros conceptos que tienen que ver, o bien con la ambientación de la
película, o bien con su contexto histórico. El primer afectado es el cómic, y
más concretamente, el europeo. Es lo más fácil, ya que es el arte más conectado
con el cinematógrafo, ya no sólo en su vertiente creativa, sino en la
productiva, nombrando herramientas como los storyboards, o guiones en viñetas
como deja entender. Después se pasa a la alta cultura con la HISTORIA donde
empieza a desarrollar ciertos referentes que va enumerando, incluso, llegando a
rozar el micro ensayo filosófico wikipediano sobre el medievo. Aquí el texto se
hace más farragoso, con la proliferación de un ejército de comas que en vez de
frenar la lectura, lo que hace es el efecto contrario, aumentarla vertiginosamente.
Y por último utilizará la geografía como pretexto para describir una serie de
espacios comunes de la película, los más recurridos, para hablar de la Edad
Media.
Y bien, todo esto para
detectar que la película es floja formalmente salvo en su etiqueta referencial.
Un posicionamiento optimista frente al insulto, sacar lo mejor de uno mismo
aunque la materia prima sea lo peor. Pero, ¿Y si fuera verdad? ¿Y si acaso no
hubiera nada más allá de las imágenes que analizamos? ¿Y si solo hubiese una
deriva? Una que salvaguarda la zona de confort referencial de un crítico.Pero claro, esto no era lo que se nos pedía. El ejercicio autocrítico está muy bien pero había que criticar al "otro", así que cogí al editor en jefe de Scifiworld y lo puse mirando a la pared.
Amistades peligrosas.
Comenzar en tercera persona es peligroso pero
hacerlo en condicional puede llegar a lo
absurdo. Da la bienvenida a la
prepotencia y allana el camino hacia el altar o al abismo.
En la crítica sobre Sucker Punch (Zack Snyder,
USA, 2011) de Ángel Luis Sucasas en
el número 37 de Scifiworld, el autor, nada más comenzar, se atreve a
posicionarse al lado del director y ya en el segundo párrafo, sentencia que la
película “es tu testamento cinematográfico. Es el film que te define más que
ninguno como artista.” No parece una
crítica, más bien, una correspondencia con alguien que, no sé sabe si adoras u
odias a un mismo nivel. Y es que este tratamiento casi epistolar al principio deriva
en una verdadera “tierra de nadie” valorativa y, de alguna manera, hace que el
posible lector quede confundido. No obstante, se puede ver marginalmente ligeros
apuntes formales cuando escribe que “es el opus magna de un cine espectacular.
No por su guion o sus ingeniosos diálogos, pues el primero es una excusa y de
los segundos carece, […] sino que se convertirá en un hito por el absoluto,
devoto y pornográfico culto a la imagen.”
Apoyándose en los efectos especiales y en el CGI,
resaltará la importancia de Sucker Punch,
detallando una serie de niveles narrativos dependiendo del proceso inmersivo de
la protagonista en el relato. La osadía orgullosa del crítico llega a dejar
perlitas como: “cada una de las cuatro secuencias en el tercer nivel (¿se
referirá al desenlace?), son un tour de forcé y un testimonio del estado
tecnológico y artístico del cine actual.” O, “Snyder ha podido rodar un monumento a lo cool y postmoderno que,
estoy seguro (órdago “primerapersonal”), alcanzará su importancia y
preeminencia cuando el tiempo haya dejado caer la arena necesaria.”
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