Buscar este blog

domingo, 14 de junio de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. La FAMILIA en peligro. (II).


Seguimos con el guionista Rick Remender pero esta vez con dibujante diferente, el italiano Matteo Scalera. La nacionalidad es importante porque en algunos momentos los dibujos de Ciencia oscura nos recuerdan a la línea clara o tendría que decir fumetto. En cualquier caso, una excusa dominical para adentrarnos en un sugerente cómic y para continuar desbrozando el tema que envuelve tanto éste como el anteriormente ya hablado, Low : La FAMILIA en peligro.

Esta vez tendremos que hablar un poco de la historia que rodea esta Ciencia oscura para centrar dicho tema. Bien, nos encontramos en media res, viajando con Grant Mckay y un grupo de científicos por mundos paralelos intentando regresar a su punto de partida, su casa. El viaje no es nada nuevo en la narrativa, ahí tenemos la Odisea de Homero sin ir más lejos, o quizá hiendo muy lejos, y su Ulises u Odiseo queriendo regresar a su Ítaca natal. El héroe homérico sabemos que después de muchas aventuras lo consigue pero Grant McKay y su Liga Anarquista de Científicos, lo tienen un pelín complicado sobre todo por el gusto de su creador, Remender, que no se suele casar con nadie eliminando actantes en los momentos más álgidos del relato. En Ciencia oscura nadie tiene asegurado su pasaje de vuelta. Pero lo que de verdad está en peligro no es la propia vida sino la idea de familia que tienen sus personajes y cuando cito familia, no solamente me refiero a la nuclear, la de toda la vida, sino a otro tipo de relaciones que hacen unir a determinadas personas a través de vínculos afectivos o amorosos sin utilizar los genéticos para corroborarlo.

Hablaremos un poquito de los primeros once números de la serie, aglutinados aquí por Norma editorial en dos volúmenes. El primero de ellos se centra más en el personaje principal, si existe un término así en la mente de su creador, y el segundo en el resto de sus compañeros. Sin ir más lejos en el volumen dos, Se bienvenido, ningún lugar, en el capítulo noveno, el relato empieza con el pasado de un personaje secundario, el de Becca. Todos están sujetos no solamente a su pasado sino a un vínculo o vínculos que han creado con otros sujetos.


En el caso de Becca, la viñeta número seis de la página cinco del susodicho capítulo, nos posiciona con la fragilidad del personaje en un pasado donde perdió a alguien. Becca por tanto es un actante herido y esa cicatriz la irá arrastrando durante toda su periplo. Como digo, no será la única y solamente a partir de este momento, a partir de esta viñeta, se refleja ese dolor y quizá podamos entender mucho mejor sus reacciones y sus motivaciones de anteriores capítulos. Esto nos lleva a un momento que sucede en el primer volumen de Ciencia oscura, Cómo caer eternamente, bastante revelador al respecto pero con otro personaje, ni más ni menos que con el de McKay.


En el capítulo tercero, en la página 20, viñeta tres, asistimos a un diálogo pero no uno cualquiera sino uno entre un padre y un hijo explicándole las diferentes realidades paralelas que desafía el invento que ha creado McKay, el Pilar, comparándolo con una cebolla y sus diferentes capas, sus diversas realidades hasta llegar a la última en la que el propio McKay llega a decir a su hijo que en ella "encontraremos a dios o por lo menos lo que más se le puede parecer."
En muchos aspectos Ciencia oscura puede llegar a ser tildado de cómic "barroco", e incluso si se quiere, de "rococó". Las múltiples tramas que se van sucediendo, solapándose con la principal es tal que estaríamos hablando de una auténtica "matrioska" narrativa más que de una narratividad lineal y clásica. Los saltos en el tiempo desarticulando las líneas temporales de espacio y tiempo, podrían llevarnos a concluir que este cómic es muy difícil de seguir, por tanto, de leer, pero si nos detuviéramos en momentos como el descrito anteriormente quizá descubriremos otra Ciencia oscura. Si fuésemos pelando esa cebolla y quitando capa por capa comprobaríamos que el cómic no es tan complicado. De lo que nos habla en definitiva es de un diálogo permanente consigo mismo, o mejor dicho, con sus personajes, conversaciones con uno mismo, justificaciones de sus actos como si el lector estuviese espiando el interior de un confesionario, explicaciones para sobrellevar mejor el futuro que se cierne sobre ellos, curarse de las heridas dejadas en el campo de batalla del pretérito. Aislar el error e intentar subsanarlo, asumiéndolo primero y después seguir hacia delante llevándolo consigo mismos, no como carga sino como ayuda para no volver a realizarlo.


Si tuviésemos que escoger un personaje como el de McKay por ejemplo, le vemos correr, saltar, enfrentarse a todos los obstáculos y enemigos que encuentra a su paso (un auténtico "action man") y sin embargo, no le dejamos de oír hablar de su familia, su mujer que está en off, de su preocupación por cuidar de sus hijos, (pareciera salido de la cabeza de Woody Allen), de describir que su familia está en verdadero peligro... por él mismo, por no haber sabido estar en el momento oportuno con ellos. Él acepta todo eso en un momento revelador en el capítulo tercero, en la página tres y durante las viñetas 2, 3 y 4. El detalle de un anillo de compromiso es el detonante para que su amante y compañera de profesión le detenga mientras que él lo asume. Esa es la herida de McKay y por eso quizá antes de morir, solamente le quede la confesión; después de la acción la asunción en el multiverso. La familia está en peligro y él es culpable, al fin y al cabo no deja de ser un simple ser humano, uno que puede viajar en el tiempo llegando a convertirse en dios en otras realidades. La simpleza nunca fue tan compleja como lo escribe Remender y como la dibuja Scalera.



No hay comentarios:

Publicar un comentario