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domingo, 12 de julio de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. Empezar por el final. (II).

     

Seguimos empezando por el final y hoy le toca el turno a nuestro vaquero solitario favorito. ¿Hay alguno más? Quizá un tal Blueberry. Bien, mientras escribo estas galeradas escucho la banda sonora de Las pistolas no discuten (Le pistole non discutono, Mario Caiano, 1962, ESP-ITA), uno de los miles de Spaghetti western que se hicieron en Almería y que verdaderamente no tiene ninguna acierto salvo su música, compuesta por el maestro romano que hace unos días nos dejó. Por tanto ahí va mi pequeño homenaje a uno de los grandes compositores de cine, Ennio Morricone. Me temo que sin su aportación, algunas películas no hubiesen alcanzado el status de culto que hoy en día poseen, ¡Salve Maestro! Regresamos al western para hablar un poquito de las dos últimas historias del cowboy más rápido que su sombra. A saber La tierra prometida (La terre promise, Achde y Jul, Lucky comics, 2017) y Un cowboy en París (Un Cow-boy a Paris, Achde y Jul, Lucky comics, 2018), y a expensas de esperar Un cowboy entre algodones (Un Cow-boy dans le coton, Achde y Jul, Lucky comics, 2020), vamos a aventurarnos en sus viñetas.


Decíamos en el anterior Empezar por el final (I) que la noche ayuda a crear climas interesantes donde las revelaciones son posibles. Bueno revelaciones o informaciones, en el caso de arriba lo que tenemos es el planteamiento de La tierra prometida. Jack malapata habla con Lucky Luke para ver si puede hacerle un "favorcito". He elegido este momento, nada más abrir el álbum, porque me gustaría resaltar cómo los dibujantes se las ingeniaban para romper esa barrera de lo "real" creando algo que sería más verdadero, su verosimilitud. Nos encontramos en el territorio de lo que decía el sociólogo Jean Baudrillard "Lo verosímil es más verdadero que lo verdadero". Qué duda cabe que aquí habría que mencionar el color de Mel. Rojo para los atardeceres y amarillo para aquellos momentos donde los personajes comparten un diálogo a la luz del fuego, rodeados de la azulada noche. Colores primarios pero también psicológicamente cálidos, excepto el azul, para intensificar el recogimiento y hacer posible un mejor desvelamiento de los hechos, en nuestro caso, la llegada de uno familiares judíos de Jack malapata y la mentira que les lleva perpetuando, diciéndoles que es abogado en Nueva York.


Unos judíos polacos, de Europa del Este, concretamente de Polonia o de "un pueblucho al Este de Polonia". Está historia le hubiese gustado a René Goscinny. Como vemos en las viñetas de más arriba no solamente Lucky Luke va a recibir a la familia judía en San Luis, sino que el legado "goscinniano" lo acompañará. Lucky Luke preguntará a la gente del puerto fluvial de San Luis si saben distinguir un judío e irá recibiendo dispares respuestas irónicas. Lo resalte en la primera parte, qué poderosa arma la del humor, Jul lo sabe, lo lleva haciendo un buen tiempo y lo realiza a la perfección. Es como hacerse un ala-kiri, diría Goscinny, abrirse en canal y reirse de uno mismo para poder conectar con el prójimo y cuando digo reírse de uno mismo, me refiero a aquello que conoces. Qué es sino el humor "gosciniano" en Astérix si no una crítica encubierta a la sociedad francesa del momento, incidiendo en su mismo núcleo pero, y aquí viene lo curioso, desde unos márgenes establecidos llegándola a desnudar, sin insultarla ni ofenderla, buscando el equilibrio perfecto entre la mofa y lo absurdo, entre la pretensión y la payasada. Hemingway dijo una vez que escribir es fácil, solamente hace falta sentarse delante de una hoja de papel y sangrar, bueno no seguiremos al pie de la letra al del Illinois pero es algo que seguramente corroboraría  Goscinny. La tierra prometida es un delicioso álbum que recoge el legado no sólo de Goscinny sino también de otro grande, Morris (la portada del álbum nos puede hacer recordar a una de las mejores etapas de Lucky Luke con su vigésimo tercer álbum El pie tierno (Le pied tendre, Dargaud, 1968). Y así a salto de mata humorístico, tomando como base un texto tan áridamente serio como la Biblia, podremos ver algunas de sus famosas representaciones como la lucha de David contra Goliath o el paso del mar Rojo, dignas de elogio por su concisión, ajustada a una viñeta pero también a su talante cómico que las diseña.


Algo insólito, pareciese que Un cowboy en París  acaba en su mismo principio, es decir en la primera hoja del álbum, en su segunda viñeta, Lucky Luke dice "Así termina una gran aventura." Pero es que hay más, sin movernos de la plancha entre la séptima y la octava viñeta, Jolly Jumper añora el típico y tópico final de cada entrega con el jinete limando el atardecer. Es como si nada más empezar, la narración ha llegado a un "cul de sac", un callejón sin salida, donde sus personajes agotados (los Dalton, sobre todo Joe, cansados de ser siempre capturados por el mismo vaquero) solamente les quedase una cosa, la nostalgia del pretérito pero sin embargo...


...nos vamos a sorprender como Lucky Luke, viendo la mano de la estatua de la libertad en plena pradera, remitiéndonos  incluso a un clásico cinematográfico de la ciencia ficción como El planeta de los simios (Planet of the Apes, Franklin J. Shaffner, 1968, USA). Y es que lo maravilloso de este álbum es su constatación de un reseteo, diría que legendario, de todo su legado estético y formal pero al mismo tiempo un paso adelante, gracias a la pareja creativa que está al cargo, hacia territorios inexplorados. En juego está, ni más ni menos, que la LIBERTAD y aquí reside algo que ya es normal en la serie, su aproximación temática, el asunto del día, que como siempre parece cogido con pinzas, tratado de pasada pero sin embargo reflejado con una precisión entomológica. El diálogo entre el alcaide Abraham Pestillo y Lucky Luke acerca de la libertad, o mejor dicho, de su carencia, es demoledor. Merece la pena detenerse un ratito.


Regresemos al comienzo de la aventura, Lucky Luke ha capturado a los Dalton y los lleva a una nueva prisión, una de alta seguridad. A lo primero que seremos testigos es a una humillación. Un funcionario hace despojarse al héroe de sus atributos, no sólo los del personaje, gorro y pañuelo, sino los característicos de su condición heroica, su revólver.


Poco después conoceremos al alcaide, una caricatura de Clark Gable, y nos iremos dando cuenta de algo que es fundamental, y que también pertenece a Goscinny, la manera de reírnos de lo que acontece en la serie tiene mucho de sonrisa inclinada. Uno se va riendo pero, sutilmente, la inclinación de la sonrisa va desacelerando, dejando paso a la crítica y al análisis del tema tratado, aunque solamente haya constatación en un par de viñetas.


Estoy hablando del momento "Papillon". El canario del alcaide enjaulado en el interior de una caja fuerte. Y hablando de momentos no podemos pasar por alto uno que es único dentro de la serie. Se trata de una persecución entre Lucky Luke y un agente del alcaide Pestillo en París. La solución a la que llegaron, tanto Achde como Jul, para realizarlo en una sola plancha dice mucho de sus creadores en un universo tan compacto de personajes e historias, donde en más de cien números prácticamente ya se ha dicho de todo y la regla constriñe al creador. Pues bien, lo sorprendente de la propuesta es que todavía existe el milagro de mirar por primera vez las cosas, la capacidad que han tenido para solucionar un problema tan manido y tan contado tantas veces como una persecución, adquiere aquí en la hoja cuarenta tintes innovadores. ¡Veámosla!

 
Cara A. Se ve la persecución en toda su explicitud. Cara B, se niega la acción, y como si nuestra mente se tratase de un flipbook, vamos pasando de viñeta a viñeta creando el montaje mágico. Una hoja, dos viñetas laterales titánicas para presentar la lucha en la LIBERTAD. La dama está en peligro y la concisión del trazo demuestra que la creatividad siempre estará del lado de la revelación pero también de su ocultación. En una viñeta vemos la persecución encapsulada en una sola viñeta, multiplicándose el héroe para poder coger a su némesis. Su poder es la persistencia en su objetivo, uno que le hará reproducirse hasta en cinco ocasiones. En la otra somos testigos de un sólo héroe alcanzado su objetivo y de la gente mirando cómo lo va a conseguir, ayudándoles a construir el mito de Lucky Luke. El lector ha compartido algo asombroso, algo a lo que normalmente no suele asistir. Uno tiene la sensación de haber estado entre bambalinas de este teatrillo fascinante que es Un cowboy en París. Mito y desmitificación en una plancha.

Una curiosidad y acabo. Cuando entrabamos en la peor fase de la Covid-19, hubo gente que enseguida tiró de memoria comiquera y sacó una viñeta de Astérix en Italia cuando se presentaba el rival, Coronavirus. Lógicamente lo que llamaba la atención era su nombre pero yo hubiese destacado esta otra viñeta de Un cowboy en París. Con ella os dejo, creo que dice mucho más. Hoy más que nunca la LIBERTAD está amenazada.








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