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domingo, 5 de julio de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. Empezar por el final. (I).

     

En el número diez de Domingo de viñetas. Gestionando la información, ya  anunciaba que hablar de los clásicos da vértigo, pues bien hoy tocan dos más: Astérix y Lucky Luke. Además de comentar algo al respecto, y sobre todo espero que algo nuevo, ahí reside el desafío, nos encontramos con obras que son gigantescas en sus desarrollos y que gracias a los dioses, siguen publicándose en la actualidad. Y por ahí me quiero meter, empezando por sus últimas aventuras. Por tanto hoy hablaré de Astérix en Italia  y La hija de Vercingétorix  del lado galo y en el próximo domingo de viñetas de La tierra prometida y Un cowboy en París del vaquero solitario, sabiendo que en octubre saldrá un nuevo álbum ilustrado de Astérix "muy especial" El menhir de oro y que el vaquero sacará también, Un cowboy entre algodones. Desde ese hito retrocederé lo que pueda hasta intentar, aunque a veces solamente llegue a mencionar a alguna de ellas, cubrir los extraordinarios álbumes del personaje creado por Albert UderzoRené Goscinny y Morris respectivamente aunque hoy toque hablar de Didier Conrad en los lápices y de Jean-Yves Ferri en el texto.


Desde que llega a mis manos un cómic nuevo de Astérix, Lucky Luke o Mortadelo y Filemón, siempre me hago la misma pregunta, ¿cómo es posible, después de tantos años, que aún sigamos disfrutando de sus aventuras? En el caso del galo y el vaquero puede que la respuesta la comparta un hombre pequeñito. Goscinny guarda el enigma, su secreto nos fue legado en su obra que descansa en su estructura, el misterio no es otro que la importancia del papel que juega la historia, lo que pasa es que primero con Uderzo y después con Conrad, el dibujo ha amplificado el objetivo de la narración de tal manera que se ha permeabilizado con ella y ya es imposible disociar una de otra. La mitad de la página 26 de la edición Salvat de Astérix en Italia (Astérix et la Transitalique, 2017 Les éditions Albert René) nos revela uno de los muchos momentos que jalonan un estilo. La burla fina y la imitación son genuinamente patente de corso de Goscinny que desde su obra ha querido compartir primero con sus vecinos franceses y después con todo el mundo, la manera de ver el mundo a través de los ojos de un pequeño galo y de su grueso amigo. Y su mochila de viajes se ha llenado de humor paródico e irónico para demostrar una cosa, también lo cómico nos ayuda a ser más inteligentes. Las viñetas de dicha página nos ayudan a entender el "legado goscinniano" mucho mejor. Ferri ha hecho bien sus deberes, de hecho ya lo hizo en el anterior capítulo, regalándonos una obra maestra como El papiro del César. La mixtura de homenajes culturales y sociales de Astérix desde sus comienzos, ha sido clave de su popularidad. Reírse con lo más cercano, con aquello que conocemos, nos hace más partícipes. Si a eso le añadimos una pareja de irresistibles personajes, nos encontraremos ante momentos tan deliciosamente cómicos como el mostrado más arriba. No obstante diría que este Astérix en Italia peca un poco de hybris. No está a la altura del anterior álbum y si bien nos recuerda a otras aventuras como pueden ser La vuelta a la Galia o Astérix y los juegos olímpicos, pareciese ir con mucha prisa, quizá demasiada. Las cosas no suceden, se amontonan de una casa de postas a otra, esperando el gag antes que la cadena de gags que opere el milagro de hacernos reír por estructura ante que por compartimentación. La variedad cultural de la carrera Transitálica reúne a un buen conglomerado de civilizaciones, como ya hiciera en su aventura en Grecia con los juegos olímpicos, pero aquí se torna episódica y no argumental. Pondré un ejemplo para que se me entienda mejor en La vuelta a la Galia el objetivo no es el periplo en sí. Además de realizar el tour, Astérix y Obélix tendrán que ir recolectando un objeto de cada región, algo que la caracteriza gastronómicamente. De modo que ese ítem, es la idea que irá desarrollándose a medida que lo vaya haciéndose el viaje de los galos. No sólo existe el motivo de viajar por viajar, está el objetivo de conseguir algo, que a veces será fácil y otras veces un poco más complicado pero en cualquier caso, se trata de mantener un pequeño suspenso en la aventura de su adquisición. Este tipo de cosas no existen en Astérix en Italia, quizá lo único que quede de esa idea de confeccionar el suspense sea ese jinete enmascarado llamado, curiosamente, Coronavirus.


Como nota curiosa, y no sé si solo ha pasado en mi álbum de Salvat, la historia es tan frenética que los editores se han olvidado de utilizar el mítico  mapa que abría cada historia y se han ahorra otra página, la de presentación de los actantes. Han ido veloces, como ese romano conduciendo por una vía defectuosa nada más abrir el álbum, y quizá nos encontraremos con muchos más socavones que arreglos en esta aventura y si no que se lo digan a los participantes lusitanos, una delicia de incorporación, sin duda alguna.


Eppur si muove dijo el toscano. Con La hija de Vercingétorix (La fille de Vercingétorix, 2019, Les éditions Albert René)  regresamos a los buenos momentos que nos regalaron la pareja Ferri-Conrad de sus dos primeras aventuras, Astérix y los Pictos y la mencionada El papiro del César. Uno tiene la sensación que cuando va a adentrarse en un álbum que prescinde del nombre del protagonista, va a encontrarse con algo bueno. Bien, antes hemos hablado de la estructura y no podemos dejar pasar una de sus claves, que es su clima. Y por clima no me refiero al tiempo meteorológico, sino al ambiente narrativo que se crea. Son dos construcciones que van conjuntas para obtener un resultado óptimo. La aportación de los nuevos creadores de Astérix evoca constantemente al legado de los primigenios maestros, como ya he dejado claro antes. El álbum comienza con esta viñeta y nos va a ayudar a edificar el clima de la historia, recordándonos a otro momento trascendental.


Es curioso cómo se van organizando puentes temporales entre obras. Me estoy refiriendo a El Adivino. Comienza de noche, aunque es una tormentosa, es una que es temida por todos los galos ya que el cielo puede caerles encima. La noche se convierte garante del desvelamiento, solamente en ese periodo de tiempo se puede observar aquello que no se suele ver. Tenemos un ejemplo en Astérix en Italia, cuando Obélix es testigo de las artimañas de los romanos y solamente podrá descubrirlas de noche.


La noche guarece a nuestros héroes, lo hemos visto infinidad de veces manteniendo conversaciones anodinas o nucleares en dispares estancias y lugares pero también advierte de nuevos peligros, incorporaciones de nuevos obstáculos que superar.

 
En la viñeta tercera, de la página 8 de la edición de Salvat de La hija de Vercingétorix tenemos la presentación del enemigo de la aventura, Adictoasérix. Encaramado a una de las ramas de un árbol, le vemos espiar a dos guerreros avernos. Posiblemente estemos ante el enemigo menos agradecido de toda la saga y puede que el más nocivo, solamente tiene una misión y como buen explotador, hasta que no la consiga no parará. Sus creadores han dado en la diana de uno de los villanos más indefendibles de toda la obra.

 
Regalándonos momentos tensos como el de la viñeta primera de la página 23 de la misma aventura. Lo único que encontrará en su contra, lo único que se opondrá en la dirección de esa flecha, será el azar pero quedémonos con ese rostro decidido ¿a qué? La intención está representada en esa viñeta, dibujada con una perfección arrebatadora donde el tiro del ojo, lo que está viendo el personaje, es mucho peor que su consecuencia. El traidor tiene a tiro a Adrenalina ¿para qué? Está claro que para herirla pero en su tiro también la puede llegar a matar. También la noche será capaz de hacernos revelar las oscuras y aviesas intenciones de su oscuro habitante.
El clima atrae al lector, lo posiciona sobre la historia de una manera determinada y lo invita a ser testigo de la misma. Si no hubiera una estructura, una concatenación de causas y efectos que llevasen al momento de más arriba descrito, todo se desvanecería, dejaríamos de leer una narración para enfrentarnos tan sólo a una parte del  mismo. Las tiras cómicas (Peanuts, Mafalda, Pogo, etc, etc...) no están nada mal pero eso es otra historia. 







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