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domingo, 13 de septiembre de 2020

Domingo de viñetas. EL MARCO DE LA AVENTURA.

 


Solo dentro de un marco se puede mantener controlado su contenido, y aun así, siempre estará el bendito fuera de campo, o en nuestro caso, el bendito fuera del marco para poder seguir soñando con el descontrol, con aquello que es ingobernable. Solo en EL MARCO DE LA AVENTURA tendrá cabida eso mismo, la aventura, por lo tanto bienvenidos a todos los aventureros/as que deseéis sumergiros en ella. Cómo acercarse a un género tan amplio y tan manido, tratado tantas veces y de manera bastante dispar. La metodología se torna crucial para estos casos, la nuestra será ir en busca de la concreción y para ello lo mejor es una criba. Así que para poder realizarla habrá que definir el concepto que vamos a trabajar, en nuestro caso, y repito hablando de un género tan expansivo, lo que tendríamos que hacer primero es un proceso de jibarización, así que vayamos con el motor primordial de la curiosidad, la pregunta. ¿Qué es la aventura? o ¿qué entendemos por aventura?

Por aventura podemos, prácticamente, incluir todo lo que queramas pero si vamos definiéndola, modelándola, la amplitud del género irá reduciéndose hasta tener una idea precisa de lo que puede ser, y lo más importante, tener claro cómo defenderla frente a otras posturas, otros argumentos que convenientemente, pueden alimentar un debate sobre la misma. No existe cosa más fascinante que un grupo de personas sentadas alrededor de una mesa hablando de sus aventuras. Al fin y al cabo no estamos hablando de otra cosa que del arte de contarlas, eso también es una aventura, sin duda alguna. En la historia que traemos hoy hay muchos de esos momentos, podemos ver y leer a gente relatando cosas, creando universos y momentos. Estamos hablando de Capitán Steene, la primera aventura de Theodore Poussin, recogido en nuestro país por Planeta Agostini en el 2010, en un magnífico integral de tres volúmenes. En una parte del primer integral, en el capítulo titulado Teddy y yo por André Clacquin, Franck Bouysse nos recordaba que "Creo sinceramente que los verdaderos aventureros han sido niños buenos, alimentados de relatos de viajes y deseosos de evitar seguir los pasos de los otros, por si se perdían."

Bueno, ¿y cómo lo haremos? ¿Cómo encerramos a la aventura? Iremos construyéndola un alfabeto. Cada vez iremos sacando una palabra, un adjetivo y lo iremos almacenando aquí, pareciera que estuviésemos poniendo puertas al campo, pero precisamente es eso. No deja de ser una labor titánica pero fascinante al mismo tiempo. Ejemplos hay un montón. El nombre romanticismo es harto recurrente, otro sería deseo, anhelo tampoco desentonaría mucho y así, poco a poco, edificando nuestro particular abecedario aventurero. Y cómo hemos dejado claro, nos gustaría empezar con todo un emblema. En la edición de Planeta Agostini, en su contraportada se llega a decir que Frank Le Gall inventa con Theodore Poussin el cómic de aventuras del siglo XXI. ¿Grandilocuente gramática? ¡Descubrámoslo!

La sensación que he tenido al volver a leer Capitán Steene es que todo el álbum se construye sobre un rumor, uno que va creciendo a medida que vamos pasando sus páginas. De alguna manera la búsqueda de Theo sobre su tío, lo embarca en una aventura que como vemos al final parece que no ha terminado de comenzar. Solo, de polizonte, según él en "un ataúd flotante", en un barco de contrabandistas se encuentra en el medio de los mares de la China, escapando del "comunismo y del capitalismo matándose entre sí" en busca de un fantasma, de un mito. No existe momento más pregnante que ese, pareciese que el protagonista se encuentra a la deriva, y no sólo él, sino el lector también.

La primera viñeta es la que genera las cuatro restantes, parapetado a la izquierda sobresale tímidamente la cabeza de Theodore Poussin contemplando como se marcha el junco. Las viñetas restantes son lo que ve el protagonista y los contrabandistas de armas. El junco alejándose hasta desaparecer de sus rostros y de los nuestros. En cómo se va despidiendo de nosotros el cómic, dejándonos con un singular amargor en la boca pero uno adictivo que demanda saber más sobre esa cabecita resguardaba en un barquito que lo llevará a Singapur. 

RUMOR es la palabra que hemos destacado en este primer alfabeto de la aventura. Toda este Capitán Steene se (re)construye acerca de otras voces que ha oído el héroe. En este caso además existe la biografía del propio autor para multiplicar ese ronroneo incesante, en forma de esa serie de nombres  que aparecen en la viñeta del principio de este artículo, que van aumentando las ganas de dejarlo todo por un rumor, una viaje de escape a la vida monótona. Frank Le Gall lo deja muy claro en la página siguiente, cuando Theo rompe la puerta de cristal de su superior, anunciándole la buena nueva, el poder viajar a esos lugares que había deseado, y sin querer, entusiasmado, inconscientemente, al cerrar emocionado rompe el cristal de la puerta. No se puede decir más claro. Una viñeta equivaldría a un sentimiento en este caso. El rumor empieza a hacer acto de presencia en la aventura. Pero ya estaba impregnada mucho antes, volvamos a esa primera viñeta de más arriba. En principio, nada nos puede señalar que estemos ante un cómic de aventuras. De hecho, está anclado en la realidad más absoluta, según el propio Le Gall, de los textos extraídos del diario íntimo de su abuelo. Sin duda alguna esa es la primera característica a derrocar en una aventura, su realidad. Cuanto más real, más cuesta saltar ese muro y explorar otras "terras incognitas". El desafío es mayor pero también la gratitud.

Un edificio sosteniéndose sobre una rotonda entera. Más que unas oficinas pareciera un faro. Al fondo el horizonte portuario. Las proas de los barcos y el cielo, atardeciendo, invadido por las gaviotas. El único coche que se atreve a bordear la rotonda parece hacerlo a velocidad de caracol y los paseantes no indican movimiento alguno, detenidos y mirando el paisaje al fondo. Todo es un "mar de quietud", todo está en "calma chicha". No existe ningún indicio de acción pero existe un texto de abajo que nos regala la clave, nos otorga el contexto aventurero que nos hace falta para adentrarnos en las maravillosas páginas de Theodore Poussin. Es también un rumor, uno que nos recuerda a otro aventurero por antonomasia, el gran Antoine de Saint-Exupéry y su inmortal El principito cuando nos dice: "Cuando el misterio es demasiado impresionante no es posible desobedecer." Léanlo y luego acérquense a ese piloto perdido en el desierto, cuya única ayuda es un niño que quiere que le dibujen un cordero. El rumor se extiende, es de ida y de vuelta. La aventura ha empezado amigo/as.


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