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domingo, 20 de septiembre de 2020

DOMINGO DE VIÑETAS. EL PASO.

En El gran muerto de Loisel, JB Djian y Mallié (Planeta Agostini cómics) nos encontramos con un ritual, el de pasar de una realidad a otra. De un presente contemporáneo, como el París de comienzos del siglo XXI, a otro tiempo feérico de raigambre celta. Todo comienza en su primer álbum Lágrimas de abeja, un tren de cercanías se dirige con la protagonista a Val de Traoudec. La ciudad visita a la aldea. En numerosas ocasiones Pauline se refiere al pueblo o a sus habitantes de una manera despectiva, llegando a insultarles. No es un buen comienzo si se quiere establecer un diálogo, el sentirse superior al otro, por las razones que sean, indican un origen pretencioso que puede acabar en un comportamiento violento e incluso racista en su discurso, y lo curioso del asunto es que sus creadores ponen sobre la mesa creativa una vuelta de tortilla al asunto.

Pauline solamente se encontrará con una persona, Erwan. Ella es blanca y estudia económicas en la capital, él es negro y trabaja esporádicamente en lo que va saliendo en la campiña. Pauline es la que se embarca en el proceso del paso frente a la sabiduría de Erwan. Lo normal, y entiéndase por normal aquello a lo que siempre hemos estado acostumbrados, hubiese sido al revés, que el descendiente de inmigrantes, el extranjero, hubiese sido el desconocedor del grimorio y de la gente pequeña y que la autóctona del lugar, fuese la receptora de ese conocimiento, pero no es así. No está mal empezar desde un profundo cuestionamiento social, qué significa ser de fuera y que de dentro, sobre todo en un cómic, en una BD. El rito ha empezado.

A lo largo de sus páginas nos encontraremos con una imaginativa propuesta, una especie de choque de civilizaciones donde en un lado de la balanza estará la fantasía y en el otro se posicionará la realidad. La creencia y el ateísmo se dan la mano, es más, a medida que vayamos descubriendo los otros álbumes (cosa que recomiendo encarecidamente, hasta ahora hay seis editados divididos en dos integrales en España), la fe irá saltando de un estrato a otro de una manera arrítmica, afectando al mundo fantástico como al real, pero todo se dirime en su comienzo, en una conversación en dos tiempos.

Si cogiésemos estas últimas viñetas verticales, correspondiente a la página 50 del primer integral y las comparásemos con las otras viñetas horizontales de más arriba, correspondiente a la página 8 todas procedentes del primer álbum, veríamos que entre medias lo que está en juego es un posicionamiento, una toma de responsabilidad que tiene que ser asumida en un interesante diálogo espacio-temporal.

Pauline y Erwan en ese orden, que es el narrativo, el primer actante ha sido ella y el segundo él, se conocen y quieren saber más el uno sobre el otro. El abismo de la curiosidad se escenifica. En el primer diálogo, Pauline se mostrará soberana, soberbia, ausente, sin mostrar ningún interés, sobre Erwan ni sobre su cubierta, su contexto social, llegando a reírse de ese mundo de enanitos que narratológicamente recordando al maestro Peyo, lo llama despectivamente de los "pitufos". Erwan está en clara desventaja pero no obstante es el único que la socorre y la presta ayuda y ella se lo paga humillándolo, aunque indirectamente la humillada, la insultada, es la propia Pauline porque si bien es cierto que ella es la deudora de un saber propio, el de las universidades, el de la políglota ciudad, su perfeccionada oratoria no podrá hacer nada frente a sus propios hechos. No el cómo se expresa, sino el cómo se comporta, la convierten en un pelele, una títere que paulatinamente se dará cuenta. El gran muerto es la historia de Pauline pero también el camino a su consciencia, a darse cuenta de lo que verdaderamente importa en su/la vida.

Una vez realizado el rito, con ayuda del maestro Cristo, una vez escenificado el paso en frente de ese Crómlech (representado en la primera viñeta de este artículo), las tornas cambiarán. Pauline dejará de ser menos ácida con los demás y a ser más crítica consigo mismo buscando la verdad de lo que la está pasando en la historia. Erwan, por el contrario, será más críptico, empezará a esconder más secretos, a medida que avance la expedición para restablecer el supuesto orden del reino fantástico pero también el de la realidad. Solo a través del diálogo se puede llegar a conocer al otro, parece decirnos este relato y solamente a través de la palabra puede venir el respeto. Solamente por eso merece la pena pasar al otro lado, digo yo. 



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