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domingo, 3 de enero de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. El alumno aventajado.

 


Kazu Kibuishi no es un desconocido por estos lares, ya hablamos del joven creador en El precio de la ilusión, siguiendo su primer trabajo Cooper y citando su labor casi pedagógica con los libros antológicos de Flight.  Bien, hoy será su segunda creación Amulet la que abra nuestra brújula particular para desplazarnos a otras geografías, como ya hicimos con Japón y el Manga, esperando continuarla algún día. Nos prepararemos entonces para realizar un viaje que nos llevará por territorio Norteamericano, abstenerse fans de Marvel y DC, ya habrá oportunidad en otro momento. Por tanto vamos a conversar un poquito de los tres primeros tomos que conforman la serie, que parece si todo marcha bien, que se terminará con su noveno título. Y hablaré de esos primeros números porque también son los editados en nuestro país, los que queráis explorarlos en la lengua de Shakespeare podéis encontrarlos fácilmente hasta el octavo.

Amulet son muchas cosas, no hay nada nuevo que contar en esta búsqueda por luchar contra un rey Elfo, si aquí los elfos parecen ser los malos de la película aunque con salvedades, buscando piedras, el amuleto del título, protegiendo a los seres queridos en el camino y descubriéndose a sí mismo los diferentes protagonistas de la trama, sorteando todo tipo de peligros en un maridaje de géneros brutal y visitando un sinfín de lugares y geografías, cada una más exótica que la anterior. Como digo no voy a hablar este domingo de originalidad, no lo suelo hacer, pero si estáis buscando vetas nuevas con las que pasar vuestro tiempo, Amulet puede que no se vuestra alternativa o quizá sí, buscando la referencia, el homenaje, a cada salto de página. Puede que ahí reside la dificultad de poder contar algo novedoso de este cómic.

                                     (Amulet I. El portador de la piedra. Página 2).

Lo primero que tenemos que tener claro, y se ve desde el principio en Amulet, como podéis observar en esta página y sus viñetas, es que Kibuishi es un narrador. ¿Qué quiero decir con esto? Pues que además de ser un brillante diseñador y dibujante, sabe contar un relato, sabe mantener nuestra atención, las viñetas de arriba son casi hitchcockianas y es que el cine, en su amplia diégesis referencial, es uno de sus mayores referentes, la página es pura construcción en suspense. Además es un tipo que no tiene ningún complejo en repetir temas que lo obsesionan, una y otra vez, haciéndonos recordar al maestro Buñuel cuando decía que uno siempre está haciendo la misma película.

El deseo de volar como culmen metafórico imaginario donde todo puede pasar. La primera viñeta de la página 118 del primer tomo de Amulet (edición RBA LIBROS, subeditorial MOLINO) nos muestra al Albatros un aeroplano que protagonizará un momento frenético cuando decidan ir al rescate de la madre de Emily. Ese mismo artefacto volador es parecido al que construyeron un niño y su perro en Cooper, la primera obra de Kibuishi. Habrá más momentos que multiplicaran la tensión en otros tomos, donde la aviación se erige como escenario protagónico. El tercer volumen titulado Los buscadores de las nubes da buena cuenta de ello, el objetivo principal de Emily y sus amigos será una mítico emplazamiento, una ciudad perdida en el cielo de Alledia, llamada Cielis donde tendrán que buscar a un críptico Concilio de Portadores de piedras. Poco a poco se va desmadejando la trama de una manera uniforme, llena de subtramas, pero siguiendo una línea recta donde la imaginación es el verdadero motor creativo regalándonos un maravilloso viaje a los límites celestiales.

Para poder realizarlo tendrá que saber manipular el tiempo, como todo narrador que se precie, y Kibuishi lo sabe. La primera viñeta de la página 14 del primer tomo de Amulet es un calco del recorrido que hacen el niño y su perro en Cooper, en busca de materiales para construir su ilusión/avioneta. El autor no deja de desplegar detalles a lo largo de toda la narración de Amulet susurrándonos, quizá al oído, de dónde viene y cuáles son sus fobias y pasiones. Pero al final lo que cuenta es más el cómo que el qué. La forma se eleva por encima del fondo.

                                 (Amulet II. The Stonekeeper's Curse. Página 206.)

Es un mero despertar, el de Emily, la viñeta tercera nos muestra un par de huevos friéndose y ella se levanta inquieta. No hay nada, absolutamente nada que nos pueda llamar la atención, salvo la calma del momento y un cierto tedio situacional. Antes ha pasado una erupción narratológica donde la acción trepidante era la auténtica protagonista de un montaje electrizante y sin embargo Kazu parece decirnos con esta página y las siguientes que hay que soltar el pedal del acelerador, que aminoremos la velocidad, suficiente para que podamos contemplar cómo se fríen unos huevos, y nos pongamos a repasar los acontecimientos, intentado vislumbrar una salida a las aventuras de Emily y sus amigos. Es un momento Karma que uno se pierde si no ha leído las páginas precedentes.

                           (Amulet III. The Cloud Searchers. Página 139, viñeta 3).

El tomo tercero nos regala una viñeta inquietante por lo que insinúa más que por lo que muestra. La viñeta que no el dibujo ni tampoco el pequeño texto en blanco en el interior de un bocadillo negro, sino todo junto, nos apela a la imaginación. El dibujo muestra un tráiler de lo que puede insinuar el texto descriptivo acerca del rostro del Rey Elfo, pero cada uno sacamos nuestras conclusiones apoyándonos en nuestra propia imaginación. Es un pequeño apunte en una obra que por lo general copia a otros constantemente, pero que eso no se vea como un problema para este artículo, sino una excusa para contar una historia que nos mantiene pegados a la página. Kazu Kibuishi no deja de ser un alumno ejemplar, uno que adoraría cualquier maestro sabiendo que nunca se atrevería a superarlo, pero viñetas como las de arriba nos hacen dudar de su carácter sumiso, puede que sea un alumno pero el adjetivo habrá que cambiarlo por otro, ¿qué tal aventajado?

                                                                                                     La historia continua...

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