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domingo, 9 de mayo de 2021

DOMINGO DE VIÑETAS. Empezar por el final. TRES. (II).

 


Seguimos rebuscando en la cronología de estos dos clásicos del cómic. Está vez le toca al cowboy más rápido que su sombra, aunque noticias recientes, nos hagan replantearnos la mítica frase desde otro punto de vista. El de Bonhomme que con su última BD Lucky Luke Wanted, la cuestiona poniendo en boca de un personaje que "aquel que dispara más rápido que su sombra no está batiéndose en duelo sino ejecutando". Anécdotas aparte, hoy la política se convertirá en objetivo bufonesco para ser masacrada por la ironía goscinniana de Gerra en El hombre de Washington y por Benacquista y Pennac en el de Lucky Luke contra Pinkerton, ambos álbumes dibujadas por un Achdé en estado de gracia, como de costumbre.

El hombre de Washington (L'Homme de Washington, 2008, Lucky Comics), como el título de este post, empieza por el final, con un duelo entre Lucky Luke y Billy el niño, pero como si no le interesará el organigrama del western, rápidamente se disipa el suspense y el relato cambia de dirección para dejar paso a la "estructura goscinniana", que ya no la abandonará  en lo que queda de álbum.

Esta primera viñeta...                         


                                                   (Viñeta 10, página 4).

 ...montada sobre estas otras revela su secreto.

                                                   (Viñetas 3 y 4, página 5).

La crítica al cliché enfundada con humor. El ejercicio comparativo es el que hace invitar a la ironía a lanzar sus dardos sobre la clase política. Dos lugares, un saloon y el club de senadores de los Estados Unidos, engarzados como mecanismos de relojería para comprobar que sus habitantes son los mismos, o increpan de igual manera, no existe diferencia entre los rudos vaqueros y los exquisitos senadores, todos comparten un mismo vocabulario, unos mismos bocadillos y la efigie de Lucky Luke y del mayordomo del club, asumiéndolo estoicamente de igual manera, los empareja también y nos habla de cierta cotidianidad de la corrupción en el Oeste, tanto social como política.

Achdé y Gerra rescatan al senador Hayes que ya apareció en otro álbum, concretamente el número 44 de la serie dibujado por Morris y escrito, curiosamente, por otras cuatro manos, Fauche y Léturgier, titulado Sarah Bernhardt (1982, Dargaud). Es un personaje que irá modulándose a medida que avance la serie, apareciendo episódicamente junto a su querida mujer y su pasión por la limonada, pero el hecho de rescatarlo es el reclamo perfecto para, como siempre, reírse de algo.                                      

En este caso, Lucky Luke será el encargado de guardar las espaldas del senador en su carrera por llegar a la Casa Blanca, viajando en una estrambótica odisea que le llevará por los rincones más típicos del Oeste, y donde el lector irá coleccionando una serie de momentos cómicos, pero que subterráneamente ya los hemos vivido otras veces, y por desgracia más recientemente en nuestro país, nos hablan directamente de la hipocresía del político, de la demagogia de su discurso.

                                                       (Viñeta 8, página 16).

Momentos sibilinos que se repiten en bucle...

                                                       (Viñeta 5, página 23).

...cuyos argumentos maquiavélicos se desmontan por sí solos, convirtiéndose en meras permutaciones semánticas...


                                                    (Viñeta 1, página 29).

...donde aquel que posea un mayor ejercito de adjetivos es el que convencerá mejor, demostrando con ello la propia superficialidad del discurso político y sus miras.

Y seguiremos con el tema de la seguridad en Lucky Luke contra Pinkerton (Lucky Luke contre Pinkerton, 2010, Lucky Comics) porque aquí el objetivo de la sorna será la famosa agencia de investigación de Allan Pinkerton, un auténtico gran hermano orwelliano que pondrá en jaque al propio Luke.

Antes que nada, una curiosidad. Para aquellos que piensen que puede haber algún autor nuevo que pueda traer viento fresco a la serie, ahora mismo y por rabiosa  actualidad pienso en Bonhomme, recordarles que son unos ilusos. El Wanted Lucky Luke ya aparecía en este detalle de la portada de Lucky Luke contra Pinkerton  y ha habido momentos en los que el vaquero ha tenido que transgredir la propia Ley para poder hacer justicia, me viene a la mente El jinete solitario (Cavalier seul, Lucky Comics, 2012) de los mismos creadores, pero hay muchos más. La cuestión no es intentar descubrir el Mar Mediterráneo, si no intentar averiguar porque nos siguen fascinando las aventuras de ciertos personajes de los cómics. Desde aquí no quiero menospreciar a un artista como Bonhomme, que a mí particularmente me fascina (creo que lo dejé claro en este mismo blog hace un tiempo), pero si dejar a un lado ese tipo de "diálogos para besugos" para saber quién es el más listo de la clase. Creo, sinceramente, que este tipo de cosas tenían que estar ya superadas. 

Centrémonos, hablando de mantener la seguridad de la creatividad de algunos maestros, en Lucky Luke contra Pinkerton se nos habla también de cierta protección, en este caso la del presidente Lincoln, ni más ni menos, aunque habría que ubicar la crítica más en la exhaustiva (sobre)protección, incluso abusiva, de la famosa agencia de detectives con la ciudadanía.

                                                    (Viñeta 7, página 10).

Y para ello, Achdé y su equipo tienen que saber cómo presentarlo. Ante ellos tienen un gran modelo a seguir: el maestro Morris y su "gofrera". Era así cómo llamaba el artista a su arte secuencial, durante páginas y páginas Morris describía las situaciones con pequeñas viñetas precisas y seguidas para después captar la atención del lector con una viñeta mayor, aplicándola un curioso choque de color, un contraste que también reforzaba ese llamamiento al que se acercaba a su relato. Pues bien, Lucky Luke contra Pinkerton es un buen ejemplo de lo anterior, ahora bien, Achdé lo utiliza de manera diferente, ya no sólo lo limita a una o dos páginas, quiere extenderlo a más, ampliando su manera de contar la historia, y luchando con intentar mantener más tiempo la atención de su posible lector.

La viñeta de más arriba es la presentación del alter ego de Lucky Luke, Pinkerton. Bien, en cómo presenta a este héroe/villano se esconde el desafío: demostrar si es capaz de multiplicar ese arte secuencial en prácticamente todo el álbum, en resistir esa "gofrera" morrisiana de más de una página. 

                                                    (Viñetas 6 y 7, página 6).

Estas viñetas son la génesis del reto. Todo tiene que comenzar en un objeto, un billete falso de dos dólares, como motor narrativo, o mejor dicho, de una primera narración, una pesquisa. Lucky Luke empezará a investigar quién le ha dado ese billete y pasando por diferentes lugares, hablando con diferentes personajes, llegará a la conclusión de que detrás existe una banda de falsificadores. Será en su zulo donde aparecerá Pinkerton y donde, nacerá el verdadero problema con el cowboy. Cómo destruir a un héroe, ese sería otro motor del relato, una vez que se han presentado los diferentes actantes de la trama. Pinkerton lo sabe y también sabe que utilizar las armas es inútil, sólo le queda una cosa, el desprestigio y para ello solo necesita un ejército de hombres.

                                                           (Viñeta 1, página 12).

Bueno, parece que los tiene y la manera en que los utiliza, y no solamente contra Lucky Luke si no contra los ciudadanos, es también digna de secuencializar.

Efectivamente, utilizándolos como ojos y oídos en todos los sitios y estados, una auténtica red de espionaje en el Oeste. Bien, hemos terminado con la seguridad de los ciudadanos puesta en entredicho, amenazada, un punto y final a este post que nos ha salido un poco político, que espero no politizado.

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